El ‘libre comercio’, la 'canadianización' y la biodiversidad

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Presentación en Jueves de Deslinde, Bogotá. "Quiero hablar esta noche sobre tres temas interrelacionados: el ‘libre comercio,’ lo que se llama la ‘canadianización’ (un término que los canadienses vienen usando para marcar un proceso que se ubica dentro de la promoción del libre comercio) y cómo estas dos cosas amenazan a la biodiversidad. Más que todo, quiero compartir la experiencia que hemos vivido desde Canadá, desde el contexto que yo conozco más íntimamente."

¿Qué importancia tiene Canadá en América Latina?

Históricamente, Canadá siempre ha sido un país a los faldones de los imperios. Con la historia colonial de los ingleses y franceses en Canadá, el país donde yo vivo siempre ha sido el ‘hermanito’ del imperialismo.

Pero cuando uso el término ‘hermanito’, no quiero decir que Canadá simplemente ha seguido el camino de las potencias, sin ninguna agencia propia. Los canadienses siempre se han aprovechado su posición: no somos ingleses, franceses ni españoles; ni somos estadounidenses. Si esto sea la verdad o no, es otra discusión. Lo importante mostrar aquí es que los canadienses se han aprovechado de la imagen, la mitología, de Canadá como un país honesto, centrista y defensor de los derechos humanos y el multilateralismo.

En los primeros años del siglo pasado, Canadá se encontró entre el capital superávit del imperio británico y el dinamismo tecnológico de los Estados Unidos. Entonces el capital canadiense se aprovechó este posicionamiento y ha tenido una posición clave en la expansión de los sectores de finanzas y de empresas de servicios públicos en esa época, especialmente en Brasil y México (Rochlin 1993). Mientras los intereses económicos canadienses expandieron hacia las Américas, las raíces políticas de los canadienses fueron firmemente como dominio del Commonwealth por un lado y miembro de la Francophonie, por otro. Por eso, políticamente, Canadá siempre ha representado, desde la perspectiva de los EEUU y los gobiernos clientes latinoamericanos, como una potencia de algún imperio europeo y, por lo tanto, una amenaza a la hegemonía estadounidense en la región.

Por lo tanto, Canadá ha mostrado, en general, una ausencia política en Latinoamérica. Mientras muchos países latinoamericanos quisieron que Canadá se meta en las organizaciones regionales, como la unión panamericana y después la OEA, siempre se ha enfrentado una resistencia por parte de los estadounidenses. Sólo fue en 1989, 7 años después de la repatriación de la constitución canadiense de Britania en ‘82 (la independencia constitucional), cuando Canadá se hizo parte de la OEA. Fue en esa misma época cuando Canadá y los EEUU firmaron su primer tratado de libre comercio, el TLC EEUU-Canadá. Queda muy claro que Canadá se fue formando un papel importante desde lo político-económico en las Américas.

¿Qué quiero decir ahora? Que el papel de Canadá en Latinoamérica siempre se ha basado en los intereses económicos primero, y lo político-social segundo. El Estado canadiense sigue los intereses del capital, pero no muestra el camino por si mismo.

Intereses económicos

1. Minería

Cuando hablamos de Canadá en las Américas, estamos hablando de la gran minería. Canadá es un país minero, donde el gobierno se ha puesto sus actividades legislativas y externas al servicio de las compañías transnacionales de la minería. Cuando hablamos de las guerras por el petróleo en todo el mundo, pensamos en los EEUU. Cuando hablamos de la minería, el negocio más sucio y rentable (y de pronto el trabajo más peligroso), hablamos de Canadá.

Ejemplos de compañías mineras canadienses: Barrick Gold (Pascua Lama, Chile), Inco (Guatemala), Colombia Goldfields (Marmato), B2Gold (Colombia), y Goldcorp (Centroamérica y Colombia – compañía de Frank Giustra, de la fundación por desarrollo sostenible ‘Giustra-Clinton’).

Hay además muchas compañías ‘Juniors’ que tiene raíces canadienses-caimanes, y una cantidad de compañías canadienses que dependen de la minería, como fábricas y contratistas de Caterpiller, que dan mucho empleo a muchos canadienses. Es una industria enorme en Canadá, y por lo tanto, hay muchos canadienses involucrados en ella.

2. Petróleo

Canadá también es un país productor y exportador de petróleo. Sin embargo, con el NAFTA (el TLC EEUU-Canadá-México), Canadá ya no controla la extracción de su petróleo, ni el precio que pagan los mismos canadienses. En una situación un poco parecida a lo de ECOPETROL, el gobierno canadiense vendió PETRO-CANADA hace años, como parte de sus cambios estructurales hacia un estado trasnacional.

Hablaré más de la industria petrolera más tarde, pero sólo quiero plantear los ejes.

3. Agricultura

Igual que los EEUU, Canadá tiene mucha tierra (robada de los indígenas, por supuesto). Entonces hay una industria agrícola muy grande. Obviamente, el llamado ‘libre comercio’ en Canadá ha significado que los productores tienen que usar semillas modificadas genéticamente de Monsanto, y reciben subsidios para que puedan ‘competir’ con productores en los EEUU y otros países del mundo. Con el enfoque económico en el petróleo, en Alberta y otras provincias, se ha visto un desplazamiento de trabajadores hacia una industria que paga mejor.

Coincidiendo con este fenómeno, Canadá está aumentando su uso de mano de obra importada desde Latinoamérica y el Caribe. En la agricultura, los mexicanos, jamaicanos y otros vienen a trabajar temporalmente en el sector agrícola, ganando un sueldo mínimo, con ningún derecho laboral y en condiciones de esclavitud. Pagan impuestos y contribuyen a los fondos de seguro social, pero no pueden aprovechar estos mismos programas – pagan para que los niños y las niñas canadienses puedan ir a la escuela, mientras sus propios niños a veces no pueden estudiar. Los programas de trabajo migratorio son dirigidos por los mismos patrones de las granjas, facilitado por los estados, pero sin ninguna intervención para asegurar que los patrones (los mayordomos) cumplan con las pocas regulaciones que hay. Así la industria agrícola canadiense se mantenga ‘competitiva’ frente a la economía global.

4. Finanzas

Mientras la crisis mundial financiera ha afectado a todo el mundo, las grandes instituciones financieras canadienses no han tenido que enfrentar tantos problemas como las de Wall Street. De hecho, los bancos más grandes con raíces en Canadá han expandido sus operaciones en los últimos años, y las noticias más recientes muestran que van a seguir. Toronto Dominion Bank (TD) es una fuerza en los EEUU. En Latinoamérica, son Royal Bank y Scotia Bank que han penetrado los mercados de muchos países.

Pero con respeto al tema de esta noche, es importante observar que donde hay grandes proyectos mineros y petroleros (y por lo tanto, conflictos), hay actividades financieras canadienses. En el caso de Scotiabank, está activo en: México, Guatemala, Nicaragua, Perú, Chile, Surinam, la República Dominicana y Haití.

Como reportó la CBC hace poco, fue esta inversión en Latinoamérica que ayudó a Scotiabank a tener una ganancia notable, mientras los bancos grandes en general ‘sufrieron’ bajo la crisis mundial.

Scotiabank recientemente anunció sus planes para entrar a Colombia. Esperamos lo que se viene.

¿La tercera vía?: la trayectoria de la política externa canadiense

En la primavera del 2007, el primer ministro conservador de Canadá, Stephen Harper, declaró una ‘nueva’ trayectoria de la política externa canadiense: una reactivación del papel político-económico en América Latina. Con un pequeño equipo de burócratas, definieron una nueva estrategia hacia las Américas, y entre unos pocos meses, sin divulgar ningún documento al público, Harper estuvo de gira por la región.

Se fue a 4 países, una lista que muestra los intereses del Estado canadiense en la región: Barbados (refugio fiscal), Chile (minerías, compañero del TLC Canadá-Chile), Haití (país ocupado por las fuerzas de la ONU y con mucho apoyo canadiense y fuente de mano de obra barata para las maquilas canadienses) y Colombia (amigo estratégico, aliado ideológico, y bonanza sin explotar por razones de conflicto interno y externo).

Harper pintó a Canadá como la ‘tercera vía’ para una región supuestamente atrapada entre el capitalismo del ‘consenso de Washington’ y el ‘socialismo de siglo 21’. Como si no fuera Canadá un país capitalista, expansionista, vendido al servicio del capital transnacional e internamente imbeciliado por los grandes medios de comunicación, desigual por el modelo económico afianzado y racista por su historia y presente. Como si fuera Canadá, con una pobreza social, que estaba planteando alternativas desde las comunidades y en los intereses de ellas mismas.

¿Realmente será Canadá la tercera vía? (como si sólo hubiera tres)

Ahora, Canadá se mete en la región con una serie de invasiones, ninguna de las cuales representan algo seriamente distinto del modelo neoliberal…

Invasiones

Se ha visto un aumento drástico de actividad canadiense en la región en los últimos años. De cierta manera, la política externa canadiense simplemente está siguiendo el camino del capital.

El año pasado, en un reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU, el papel de la inversión canadiense en la región mereció un capítulo entero. El reporte enfatizó dos sectores donde los canadienses han tomado una posición preeminente: buscadores de recursos y proveedores de servicios financieros.

Con respecto a la minería, la inversión canadiense en Latinoamérica contaba con sólo el 8% del total de inversión al exterior en 1949. En 1979, creció a 20%.

Entre el 2002 y el 2007, creció desde el 35% hasta el 50%. Es decir que la mitad de inversión minera ‘canadiense’ en el mundo está enfocada en Latinoamérica (ECLAC 2008). Detrás de esta inversión son juntas de inversionistas transnacionales; pero hay también los fondos de pensiones del público canadiense, como el Ontario Teachers’ Pension Plan. Es decir, hasta la gente normal, gente como yo, tenemos un papel importante en el saqueo. Si me jubilo algún día, y recibo una platica de la pensión, el sistema me tiene como aprovechador del robo. Les pido perdón. Lo que esto muestra que todas y todos somos culpables. El capital nos toca, y no tenemos opción sino responder – hasta que haya muchos cambios impulsados por nosotros mismos.

De todas maneras, la invasión financiera está firmemente conectada a la actividad minera, involucrando todas y todos los canadienses.

Intereses: más allá de la minería

Más allá de la minería, el petróleo, los bancos y el capital, bajo la sonrisa canadiense, el gobierno de Canadá también está promoviendo unos intereses socio-políticos bajo la religión del ‘desarrollo’. Esta representa otra invasión canadiense no solamente en Latinoamérica sino en todo el mundo. Todas y todos entendemos la mentira del ‘desarrollo’ y lo que esconde; aquí sólo quiero mostrar cómo Canadá promueve sus intereses económicos a través de este tema.

La Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (la ACDI) juega un papel muy importante en el ‘desarrollo’ de los intereses económicos canadienses. No quiero decir que todo lo que hace ACDI sea mal – tiene muchos proyectos importantes con respeto a la defensa de los DDHH y otros temas – pero bajo un gobierno neoliberal con una orientación transnacional, tiene también un lado oscuro.

El mandato de la ACDI es el siguiente: “avanzar los valores canadienses de ciudadanía global, equidad, y sostenibilidad ambiental, e intereses canadienses con respeto a la seguridad, la prosperidad y la gobernabilidad.” La seguridad quiere decir lo militar. La prosperidad quiere decir lo industrial. Y la gobernabilidad quiere decir un ámbito cómodo y ‘estable’ para la promoción de intereses económicos y neoliberales. Todo esto va bajo la mascara de la ciudadanía global, equidad (por algunos) y sostenibilidad como se define por el discurso de la responsabilidad social corporativa. Las programas de la ACDI tienen que ver con el sacar beneficios para las compañías canadienses a través de las programas de ‘ayuda’ (Pratt 1994, 5).

Como dijo el primer ministro Stephen Harper en una entrevista tratando el nuevo papel canadiense en la región: “la inversión del sector extractivo pueden jugar un papel clave en la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible” (An Interview with Stephen Harper 2007).

La historia de la ACDI en Colombia muestra esto muy claro. El código minero del 2001 fue redactado por una abogada colombiana con apoyo del la ACDI (agencia de ‘desarrollo’) y el Instituto Canadiense de Investigación Energética (CERI) basado en la Universidad de Calgary, Alberta (Canadá) – es decir, un instituto financiado por las mismas compañías mineras, petroleras y financieras que tendrían que cumplir con estas ‘regulaciones’ (Ramírez Cuellar 2005; Campbell 2009). Se llamaba el proyecto la ‘canadianización’ de las regulaciones colombianos. ¿Una feliz coincidencia?

De hecho, no fue un escándalo porque, desde la ACDI, este proyecto del código de minas está dentro del mandato de la agencia: promover los intereses económicos canadienses bajo el disfraz del ‘desarrollo’.

Pero si la ‘canadianización’ es tan buena, si es un sinónimo al ‘desarrollo’ sostenible, es útil mirar a Canadá para ver que ha significado para los canadienses.

La ‘canadianización’ y qué significa desde Canadá

Voy a hablar brevemente de un caso de la extracción en Canadá porque muestra lo que es posible desde la perspectiva de la biodiversidad. El caso es lo de las arenas bituminosas en Alberta. La lógica para elegir este caso es el siguiente: lo que los canadienses permiten en su propio país lo pueden permitir de la peor forma en otros países.

Las arenas bituminosas representan, de pronto, la fuente de energía más sucia que hay hasta ahora. Básicamente, significa la extracción del petróleo a través de la minería de arena. La minería de petróleo. Pueden imaginar la suciedad de tal actividad.

El proyecto de las arenas bituminosas en el norte de Alberta, una provincia en el occidente de Canadá, es el proyecto industrial más grande del mundo. Cubre un área de 50 kilómetros cuadrados dentro de un bosque boreal, un ecosistema distinto.

Extraen el bitumen atrapado en arena usando agua calentada, hervida. Porque está ubicado en una zona donde hay mucha agua dulce, y cuesta mucho llevar agua sucia para hacer el proceso, utilizan esta misma agua dulce para el proceso de extracción.

La tecnología fue elaborada con muchos subsidios del gobierno canadiense; es decir, desde el bolsillo público. Las regalías son pocas. Cuando la oposición dice que tenemos que cobrar más, el gobierno da un discurso de temor: que las compañías se vayan a salir, dejándonos con nada.

La cosa con este proceso de extracción es que es muy caro. Para ser rentable, se dice que el precio de un barril tiene que ser más de $70. Entonces el empleo está, y se va. Todos somos esclavos del mercado.

Pero hay una cosa que dice el gobierno canadiense para promover el negocio, primeramente a los EEUU: que es una fuente de energía ‘estable’, comparada con el petróleo que viene desde el Medio Oriente y Venezuela. ‘Estable’ porque ya los EEUU tiene todo el acceso a través del NAFTA, estable porque el gobierno canadiense obedece a sus dueños.

Los impactos económicos, sociales y ambientales son muchos. Con respeto a lo económico, por ejemplo, se ha visto mucha inflación por parte de la actividad en el norte de Alberta. Esto ha afectado a las ciudades y pueblos a su alrededor. La renta ha doblado, en unos casos haciendo que en un trabajo en McDonalds se pueda ganar hasta $12 por hora. Y esto no es un sueldo con el que se puede sobrevivir cuando la renta más baja es $1000 por mes. Se ha visto temporadas o ciclos de empleo y desempleo, porque todo depende del precio del petróleo. Además, como muchos canadienses y residentes han ido a trabajar en el norte de Alberta, los otros sectores, como la agricultura en particular, ha pedido la importación de mano de obra barata de países latinoamericanos. Entonces, la situación de los migrantes ha sido muy polémica también, como ya lo mencioné.

Con respeto a lo social, la inyección de plata fácil, y largas horas (los trabajadores en sindicatos son pocos), han acompañado también mucho uso de drogas: cocaína, metanfetaminas, etc. Obviamente, esto ha creado un problema grave al cual el gobierno no ha respondido, fuera del incremento de la criminalización.

Los impactos ambientales ya he hablado un poco. Pero hay también lo de mostrar que todo está bien. Mi hermano trabaja en la industria. Hace algo (no sé) con los caños y cosas así, y me contó una historia pequeña que les quiero compartir. Chris me dijo que estuvo trabajando con un viejo, allí en el proyecto. Vio allí en la distancia un grupo de búfalos, felices, haciendo sus cosas. “Ah, esto del daño ambiental es una mentira,” dijo a su compañero de trabajo. “No, Chris,” le respondió a mi hermanito. “Es que llevan nuevos búfalos cada mes para que los actores famosos de Hollywood salgan confundidos de todo lo que escuchan de Greenpeace.”

Esta es la ‘Canadianización’: todo lo sucio escondido por una sonrisa.

Los desafíos de la resistencia desde Canadá

Se ha visto muchas actividades en Alberta y en Canadá contra las arenas bituminosas, protestas basadas en los efectos ambientales.

La mayoría de las actividades vienen por parte de las grandes ONG como Greenpeace, etc. Han movilizado mucha gente: estudiantes, activistas ambientalistas, etc. Pero han tomado una posición que es “parar las arenas bituminosas” (Stop the Tar Sands). Para mí, está bien. Pero el problema es que no han tenido en cuenta cómo ahora la gente, los trabajadores, dependen de esta industria. Parar las arenas bituminosas antes de que sean desarrolladas. ¿Pero después? Necesitamos mucho más creatividad porque estamos en una posición defensiva ahora. Ya están las arenas bituminosas. Como en todos los casos de la gran minería, una vez que haya empezado, es muy difícil parar. Como dice Cesar Padilla, es un camino sin retorno.

Esto no es decir que no hay gente trabajando con la base. Si, hay. Pero son muy pocos, y la estigmatización del ambientalismo es un factor importante.

Además de esto, se ha visto un crecimiento de actores usando métodos de la violencia contra los proyectos de las arenas bituminosas. En el verano, hubo ataques con bombas contra un caño en el noroeste de Columbia Británica. No sabemos quien lo hizo, pero lo que sí es cierto es que las autoridades no querían que estas noticias salgan. En el discurso de hoy, son actos ‘terroristas’, pero no los llaman así: son actos de ‘sabotaje’. Los grandes medios de comunicación no han cubierto esta historia mucho, de pronto porque da atención a la existencia de una oposición, desde la cual surgen preguntas fundamentales que no nos permiten explorar como sociedad.

También, hay lo de la financiación por parte de las compañías petroleras de la misma resistencia. Como revelaron dos periodistas independientes canadienses, Dru Oja Jay y Macdonald Stainsby, la fundación ‘PEW’, con enlaces a la compañía SUNOCO de los EEUU (compañía actualmente tratando de entrar en el negocio de las arenas bituminosas), ha financiado indirectamente a muchas ONG canadienses… hasta el mismo Greenpeace (Stainsby and Oja Jay 2009). Concluyen que es una manera de controlar la resistencia y crear una apariencia de espacios de debate, mientras controlan lo que se está diciendo en el mundo de la industria de las ONG. No, es decir, que construyen su propia resistencia; el gran juego en que estamos sometidos, juntos con mucha gente de buen corazón, que realmente le importa estas cosas.

Conclusión

Mi argumento ha sido que la ‘canadianización’ no es un ideal recomendado desde la perspectiva de las comunidades, desde las perspectivas de la biodiversidad. De hecho, representa otra estrategia de promover la lógica del llamado ‘libre comercio’ con una mitología de sostenibilidad imposible.

Está en este ámbito donde se ha estado promoviendo los TLC entre Canadá y los países latinoamericanos, y aunque hemos visto logros y éxitos frente a este plan transnacional, los desafíos siguen siendo críticos. La puerta de atrás de los demás TLC queda abierta. Nos toca cerrarla pero permanentemente.

Muchas gracias, y espero sus preguntas y comentarios.

Referencias

An Interview with Stephen Harper. 2007. Harper interview. Americas Quarterly, Fall. http://www.americasquarterly-digital.org.

Campbell, Colin. 2009. New CIDA Code Provokes Controversy, July 1. http://www.thecanadianencyclopedia.com.

ECLAC. 2008. Foreign Investment in Latin America and the Caribbean 2007. United Nations Pubns.

Pratt, C. 1994. Canadian International Development Assistance Policies. Montréal: Presses universitaires de McGill, 378p.

Ramirez Cuellar, Francisco. 2005. The profits of extermination: how US corporate power is destroying Colombia. Trans. A. Chomsky. Common Courage Press.

Rochlin, James. 1993. Discovering the Americas: The Evolution of Canadian Foreign Policy Towards Latin America. Vancouver: UBC Press.

Stainsby, Macdonald, and Dru Oja Jay. 2009. Offsetting Resistance: The effects of foundation funding from the Great Bear Rainforest to the Athabasca River. http://www.offsettingresistance.ca/.

Fuente: ACIN

Temas: TLC y Tratados de inversión

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