Las supermalezas desbordan al glifosato: llamamiento a los cultivadores

Mientras el líder mundial de los herbicidas pierde potencia, reaparecen los métodos culturales y el cultivo mecánico cuidadoso, como opciones inteligentes para el manejo de las malezas.

Por Betsy McCann*

El modo en que los agricultores enfrentan las malezas ha cambiado significativamente en los últimos sesenta años y lo sigue haciendo, puesto que hay más malezas, en más lugares, que desafían las predicciones de su desaparición en los sistemas basados en herbicidas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los métodos mecánicos y culturales fueron dejando paso progresivamente a los insumos químicos, con los herbicidas alteradores de crecimiento 2,4-D. Los agricultores descubrieron que podían cambiar los múltiples y abrumadores pasos de campo con las herramientas de control de malezas, por una pasada con un pulverizador, como compensación financiera por el costo de los herbicidas. De cara a la propaganda intensiva de esta "sencilla solución química", con el tiempo fueron perdiendo la necesidad de saber cómo podían reducir la presión de la maleza con sus prácticas culturales.

A partir de mediados de siglo, siguiendo ese arco de cambio, el lugar de desarrollo de la innovación agrícola pasó de la tierra al laboratorio. En los campos, los agricultores incrementaron sus insumos y dejaron estacionados sus implementos tradicionales de control de maleza en los alambrados o en el fondo de sus galpones para maquinarias.

En los años setenta cobró prominencia la agricultura sin labranza basada en químicos, gracias a la eficacia y al bajo costo de los herbicidas a base de glifosato, que ofrecían el control de un amplio espectro de malezas. Inicialmente un tratamiento de quema, se convirtieron en los controladores de maleza dominantes cuando aparecieron las variedades modificadas genéticamente para tolerar el letal químico. Esto sucedió con la soja primero; luego le siguieron el algodón y el maíz.

Hacia fines de los noventa, este parecía ser el sistema perfecto, que permitía a los agricultores plantar muchas más hectáreas de las que jamás podrían sembrar si dependían del cultivo mecánico exclusivamente.

Sin embargo, el espejismo de una continua perfección sin malas hierbas se está desvaneciendo. Como predijeron desde el principio los ecologistas especializados en malezas, el uso repetido de glifosato en las mismas especies de malezas, en los mismos cultivos, año tras año, tuvo resultados no deseados. Más variedades de malezas están sobreviviendo al químico utilizado para eliminar toda planta que no haya sido genéticamente diseñada para resistir su llave inglesa biológica.

El aumento de las Supermalezas

¿Qué tan grave es el problema? El Observatorio Internacional de Malezas Resistentes a Herbicidas (weedscience.org) informa que a partir de 2008 había en Estados Unidos más de setenta (70) especies de malezas con algún nivel de resistencia a los herbicidas clásicos, de las cuales dieciséis (16) son resistentes a glifosato. En este último grupo están comprendidos el amaranto, pigweed (hierba del chancho), ray-grass italiano y rígido, hairy fleabane (rama negra), horseweed (hierba del caballo), pasto de Johnson y marestail (cola de yegua).

Cabe señalar que el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) ha catalogado a la paja Johnson, Sorghum halepense, como una de las diez peores malezas del mundo. La hierba conocida como marestail también es un problema importante, y sus resistentes cepas requieren tratamientos químicos adicionales, como se explica en el boletín de abril de 2009 de la Universidad Estatal de Ohio. En Georgia, se calcula que más de 100.000 acres (unas 40.000 hectáreas), están severamente infestadas con la maleza denominada pigweed resistente a glifosato.

¿Cómo se produce la resistencia? Así como el uso de antibióticos en seres humanos contribuye a la aparición de formas de Staphylococcus resistentes a antibióticos que representan amenazas para la salud pública, de la misma manera se desarrolla la resistencia en malezas. Cuando son expuestas repetidamente a la misma toxina, las malezas comienzan a reaccionar mediante la selección de características de resistencia.

Las formulaciones herbicidas populares se basan en glifosato para inhibir la enzima que sintetiza los aminoácidos esenciales tirosina, triptófano y fenilalanina en plantas y microorganismos. Estos aminoácidos son responsables de mantener las funciones normales de las plantas. El glifosato generalmente está combinado con otros materiales que aumentan la eficacia del producto químico permitiéndole adherirse al material vegetal y permear las superficies cerosas de las hojas.

Aplicado como aerosol, el glifosato se acumula dentro de la estructura de las plantas, impidiendo el crecimiento y disminuyendo el color, arrugando las hojas y ocasionando la muerte en pocas semanas. Uno de sus aspectos más peligrosos es la capacidad de unirse firmemente a las partículas del suelo. Este rasgo limita su impacto sobre las otras plantas, afirman sus fabricantes. Con el tiempo, sin embargo, el glifosato se acumula en el suelo y permite que las plantas y las variantes de cepa aumenten lentamente su resistencia, o inmunidad, a su toxicidad.

El glifosato condensa la promesa de los herbicidas como bala de plata de la agricultura. Bala de plata que está perdiendo su brillo y ya no mata a los vampiros. Esta resistencia empaña la promesa de una panacea química en un solo paso de campo y abre la caja de Pandora de otros problemas en los sistemas basados en biotecnología y altos insumos, al tiempo que reclama renovar la atención sobre soluciones más sostenibles y biológicas.

Una curita para un dolor de cabeza

Cuando fallan los herbicidas, ¿qué hace el agricultor? Las investigaciones financiadas por las industrias líderes sugieren que el problema de las malezas resistentes a herbicida no es una consecuencia natural de la tecnología herbicida, sino de problemas específicos de cada lugar, sobre el manejo de los tiempos, la concentración y la técnica del producto. Las orientaciones para combatir las malezas incluyen aumentar la concentración del glifosato, rotar las formulaciones herbicidas, utilizar secuencias específicas de herbicidas, y modificar el calendario de aplicación del herbicida.

En un informe de 2008, el Centro de Estudios de Seguridad Alimentaria (Center for Food Safety, en inglés) señaló que el uso del glifosato aumentó de 7.933 millones de libras en 1994 - cuando las semillas modificadas genéticamente se introdujeron por primera vez - a 119.071 millones de libras en 2005, un incremento del 1.500 por ciento. El uso extendido, la combinación con otros herbicidas (intencional o no intencionalmente, dentro de los tanques de aplicación), y el aumento de la concentración del glifosato utilizado en los campos, crea un ambiente propicio para el desarrollo de supermalezas más potentes. Además, varios investigadores reportan hallazgos que vinculan la exposición a glifosato (y a los productos fabricados con él), con riesgos para la salud en humanos y anfibios. (Ver en recuadro inferior los resultados de investigación que indican impactos del glifosato en humanos y anfibios.)

Por último, el fracaso creciente del glifosato como herbicida de amplio espectro es indicativo de problemas sistémicos al interior del enfoque más general del control químico de malezas. La repetición de aplicaciones aumenta el trabajo, los costos y la probabilidad de una mayor resistencia en las malezas.

Cuando los herbicidas no satisfacen las expectativas que los agricultores, toda la premisa del control de malezas sin complicaciones y en un solo paso, se cae. La lógica indica que si un producto químico está generando problemas de resistencia biológica, aplicar más de esa sustancia química empeorará las cosas. La concepción que estuvo detrás del desarrollo de las plantas tolerantes a herbicida fue crear unas plantas y un medioambiente de campo controlado, donde las malezas fueran eliminadas de la película. Con el tiempo, este estrecho enfoque de control de malezas generó un desequilibrio que los productos químicos no pueden restaurar.

El problema de las malezas resistentes a herbicida puede ser tratado mediante distintas soluciones prácticas, que la mayoría de los agricultores orgánicos ya conocen. En lugar de crear una mayor dependencia de una serie cada vez más amplia de herbicidas, un enfoque más sostenible consiste en pasar a un manejo de malezas orientado ecológicamente, de modo que cultivos saludables en un suelo saludable, puedan sobreponerse a las malezas.

La consecuencia del uso contemporáneo de herbicidas es que se producen campos donde las malezas crecen más fuertes y más robustas. A largo plazo, es más efectivo diseñar sistemas agrícolas para producir cultivos saludables.

Cuando se considera la finca como el propio sistema, el manejo de malezas es un problema sistémico. Así como un sistema inmunológico humano fortalecido trabaja para mantener a raya a los agentes infecciosos, los enfoques sistémicos de control de malezas tienen en cuenta los innumerables factores que contribuyen al crecimiento de las malezas. En lugar de considerar todas las fincas como un sistema único con la misma composición química, los enfoques ecológicos específicos de granja respetan las formas por las cuales cada finca es un sistema en sí mismo. Las diferencias de ubicación, el historial de cultivos, la rotación de cultivos, la biodiversidad y los suelos, son todos factores a considerar.

Los enfoques específicos de granja pueden incluir combinar el manejo de malezas con la rotación de cultivos y la mejora del labrado del suelo. Trabajar para crear un ambiente que optimice el crecimiento de los cultivos a expensas de las malezas. El uso de cultivos de cobertura para suprimir la presión de la maleza permite además secuestrar el carbono en el suelo y también fijar el nitrógeno si se utilizan cultivos de leguminosas. Otros enfoques apropiados en algunas situaciones incluyen la cobertura con mantillo, la quema de malezas y el uso de cama seca de semillas.

La labranza hace su reaparición

La labranza oportuna y efectiva, utilizada como último paso de un programa bien planificado de gestión de malezas, puede ayudar a los agricultores a enfrentar las malezas resistentes a herbicida. Despedidas por la industria herbicida como obsoletas, las prácticas de manejo mecánico de malezas pueden ser una parte importante de la neutralización de las malezas resistentes a herbicida.

La labranza Incluye una variedad de herramientas, desde la azada rotativa y las desmalezadoras de púa, hasta los sistemas de gestión ricos en residuos. El uso oportuno, correcto y cuidadoso de estas herramientas puede airear el suelo, romper las costras de la superficie y estimular el crecimiento de las raíces de los cultivos. Al aumentar la materia orgánica del suelo mediante los cultivos de cobertura y la rotación de cultivos, también aumenta el sustrato del suelo, ayudando así a reducir el riesgo de erosión que incluso una cuidadosa labranza superficial puede causar. Los resultados del Departamento de Agricultura de EE. UU. y del Instituto Rodale demuestran que la materia orgánica del suelo en la rotación vigorosa, con labranza, actualmente puede mejorar más que en un sistema químico de no-labranza (siembra directa) sin cultivos de cobertura.

Retornar a la labranza puede ser un puente hacia un manejo más integral de malezas para aquellos agricultores que tienen que encontrar nuevas formas de lidiar con las malezas resistentes al glifosato para obtener una cosecha redituable. Melvin Tucker, gerente de territorio de la compañía Kelley Manufacturing en Georgia y Carolina del Sur, ha informado un aumento en las ventas de las cultivadoras de gran barrido, que estima en el orden del 100 por ciento en los últimos cinco años. Anteriormente, las ventas habían sido prácticamente cero, debido al uso de los herbicidas químicos. Luego, una cepa de la maleza pigweed que se encuentra comúnmente en los campos de maní y de algodón del sur, desarrolló resistencia al glifosato. El problema fue tan serio que algunos agricultores debieron afrontar la pérdida de la mitad de sus cosechas, o más, a causa de las malezas.

Aunque afirma que en su región "la mayoría de los agricultores preferirían sólo pulverizar", Tucker explicó que el problema del pigwwed resistente a glifosato se descontroló tanto en 2008, que la demanda de cultivadoras durante la temporada agotó las existencias de la empresa hasta que volvió a la fabricación durante el invierno de 2009. Tucker explicó que muchos agricultores tuvieron que recurrir a compartir las cultivadoras disponibles, de granja en granja.

Aunque la Asociación de Fabricantes de Equipos predijo un aumento del 4,4 por ciento en las ventas de cultivadoras para 2008 (uno de los cuatro tipos de implementos agrícolas con un incremento previsto), Wayne Buck, Gerente de Ventas de la Compañía Hiniker, estima que en los últimos años, las ventas de cultivadoras han aumentado entre un 10 y un 12 por ciento. Explicó que una de las razones de ese aumento fue la aparición de las malezas resistentes al glifosato.

Aprender el oficio

Un problema que enfrentan muchos agricultores al retornar, o al iniciarse en el manejo mecánico de malezas, es encontrar la herramienta que se mejor se adapte a sus circunstancias, y saber cuándo y cómo usarla. Los agricultores experimentados dicen que esto es mucho más un arte que se desarrolla con el tiempo, que una habilidad mecánica que pueda ser rápidamente explicada o aprendida. Hay ayuda disponible para aprender este enfoque, tal como se describe en el recuadro inferior Aprender el oficio del control mecánico de malezas.

Pasada una cierta cantidad de años, la utilización de las herramientas y las estrategias sostenibles más apropiadas para el manejo de malezas sin agroquímicos, resulta en menores gastos fuera de la finca, disminuye el riesgo de los efectos indeseados de los herbicidas, perfecciona las habilidades de gestión, mejora la salud y la resistencia del suelo, y también aumenta el control de los resultados de las cosechas.

El acero en el campo, que fuera considerado un símbolo del pasado durante un tiempo, está regresando de la mano de un manejo más sofisticado de los agricultores de los sistemas de cultivo. Antes de la aparición de los herbicidas, la destreza en la labranza era una herramienta en el arsenal de todo productor agrícola, puesto que los agricultores confiaban más en su conocimiento de la tierra y de los agricultores locales, que en los distantes laboratorios empresariales para guiarse. Irónicamente, los implementos de labranza están experimentando un potencial renacimiento debido a que muchos agricultores e investigadores los recomiendan como complemento de los herbicidas que fueron diseñados para reemplazarlos, si no para la sustitución directa de los productos químicos, como parte de la regeneración de sistemas sostenibles.

Para la generación de productores que se subió a la idea de que los herbicidas eran la solución definitiva para las malezas, los niveles progresivos de resistencia al control químico abren un capítulo post-químico en el manejo de maleza. Agricultores de todo el mundo están buscando mejores respuestas que las que han obtenido hasta ahora de los esfuerzos enfocados en herbicidas. Buscan sistemas productivos basados en la evolución de la sabiduría de los agricultores locales. Éstos tratan todas las plagas, malezas incluidas, como parte de un enfoque que integra la salud del suelo, la biodiversidad, el avance en la comprensión de las interacciones biológicas, y el acero suficiente como para dar a los cultivos la ventaja que necesitan.

* Betsy McCann es estudiante de tercer año del Doctorado en Comunicación Agrícola de la Universidad A & M de Texas (Texas A & M University), y este verano (boreal) presta servicios en el Departamento de Comunicaciones Internas del Instituto Rodale (Rodale Institute), Nueva York.

Fuente: Rodale Institute

Tenaz maleza se ha adaptado y ya no es susceptible a plaguicidas

En el sur de EE.UU., existe una maleza que ya no puede ser eliminada por el hombre. Se la conoce como pigweed (hierba del cerdo, en inglés) y durante décadas los agricultores la han controlado fumigando sus campos con herbicidas.

"Nunca vi nada que tuviera un impacto tan importante en nuestra agricultura en tan corto período de tiempo", afirmó Ken Smith, científico especializado en malezas de la Universidad de Arkansas.

El verano pasado, Pace Hindsely, de la compañía cafetalera Coffee Creek Farms y otros agricultores, comenzaron a notar que los productos químicos que utilizaban habitualmente habían dejado de funcionar.

"Realmente explotó en los últimos tres años. No hay manera de poder controlarla", declaró Hindsely. "Estoy preocupado por el futuro, por lo que pueda verse en estos campos el año próximo, y el siguiente, si no controlamos esta maleza".

Las malezas se han adaptado, y este año están asfixiando más de un millón de acres (unas cuatrocientos mil hectáreas) de algodón y soja.

En los últimos tres meses, Jim Hubbard, de la compañía Doble H Farms lleva gastados más de quinientos mil dólares en la lucha contra las malezas pigwed, y todavía no las han podido eliminar.

"La tecnología es grandiosa, pero sólo puede llegar hasta cierto punto", manifestó Hubbard. "Cuando la tecnología avanza, también lo hace la madre naturaleza. Al igual que todo, las malezas se adaptan y sobreponen ".

"Una de las causas relacionadas con el tema es el uso de un mismo cultivo año tras año. Hay otras cuestiones que tienen que ver con utilizar el herbicida sin acompañarlo de ningún otro y, francamente, tratando de controlar malezas que son demasiado grandes ", explicó Rick Cole, gerente de desarrollo tecnológico del fabricante químico Monsanto.

La “hierba del cerdo” es una maleza formidable. Crece hasta ocho centímetros por día, y en su base es tan gruesa como un bate de béisbol. Arrasa los cultivos y destruye la maquinaria pesada, imposibilitando que los agricultores lleven sus cultivadoras y recolectoras de algodón a los campos.

“Se llegan a poner tan grandes que a veces no se pueden arrancar, así que se han convertido en un grave problema, gravísimo ", dijo Hubbard.

Los agricultores desesperan por una solución

Los agricultores están al ataque; contratan trabajadores para que atraviesen los cultivos caminando y corten las plantas desde abajo antes de que se propaguen. Los científicos que crearon el herbicida culpan a sus clientes - los agricultores - por el uso excesivo. Dicen que fue sólo una cuestión de tiempo antes de que la Madre Naturaleza encontrara la manera de sortear los productos químicos.

Los científicos están ideando una solución, pero no estaría lista hasta dentro de siete años.

"La resistencia a herbicidas no es un tema nuevo para nosotros," afirmó Smith. "Siempre supimos que íbamos a tener resistencia a herbicida. Pero siempre tuvimos nuevas tecnologías para ingresar al mercado. Por ahora, no estamos ingresado ninguna nueva tecnología."

Mientras tanto, los agricultores seguirán dejando sus campos al enemigo, y en las próximas semanas algunos pueden verse obligados a levantar sus cosechas - a mano.

Autor: Steve Osunsami

Fuente: ABC News

Traducción: Gladys Guiñez para Acción por la Biodiversidad

Temas: Agrotóxicos

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