Lo que está en juego en Río+20. Boletín N° 179 del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales

Por WRM
Idioma Español

"La “economía verde”, al contrario de lo que pretende sugerir su nombre, es otra fase del proceso de acumulación capitalista. Nada en la “economía verde” cuestiona o sustituye la economía basada en el extractivismo y los combustibles fósiles, ni sus patrones de consumo y producción industrial, sino que extiende la economía explotadora de la gente y el ambiente a nuevos ámbitos."

 

MOVIMIENTO MUNDIAL POR LOS BOSQUES TROPICALES

 

Boletín Mensual - Número 179 - Junio de 2012

 

NUESTRA OPINIÓN

 

• Lo que está en juego en Río+20

 

RÍO+20: EL FUTURO QUE NO QUEREMOS

 

• De Río a Río: el camino que nos robaron

 

• ¿Energía Sostenible para Todos, o un nuevo plan para aumentar las ganancias de las empresas energéticas?

 

• La Economía Verde según la FAO: más "desiertos verdes"

 

• El Gran Circo del Maquillaje Verde

 

PUEBLOS EN MOVIMIENTO

 

• La Cumbre de los Pueblos en Río: un proceso de acumulación y convergencia de las luchas populares

 

• La Vía Campesina hace frente al avance del capitalismo: Río+20 y más allá

 

• Contra la captura corporativa de Río+20

 

• Publicación conjunta sobre Economía Verde

 

• Convergencia de comunicación en la Cumbre de los Pueblos

 

• Video sobre Economía Verde

 

• Video sobre REDD

 

• Video sobre la financiarización de la naturaleza

 

NUESTRA OPINIÓN

 

-Lo que está en juego en Río+20

 

En momentos en que estamos publicando este boletín da comienzo la Cumbre de los Pueblos, en Brasil. En mayo, durante la reunión del Grupo de Articulación Internacional del Comité Facilitador para la Sociedad Civil rumbo a Río +20 de la Cumbre de los Pueblos (*), del cual el WRM forma parte, se lanzó un llamado internacional que queremos compartir con nuestros lectores, por la unidad y movilización de los pueblos, por la vida y los bienes comunes, por la justicia social y ambiental, contra la mercantilización de la naturaleza y la “economía verde”.

 

A un mes de la conferencia de Naciones Unidas Río+20, los pueblos del mundo no vemos resultados positivos del proceso de negociación que se está realizando en la conferencia oficial. Allí no se está discutiendo un balance del cumplimiento de los acuerdos adoptados en Río 92 ni cómo resolver las causas de las crisis. El foco de la discusión es un paquete de propuestas llamado engañosamente “economía verde” y la instauración de un nuevo sistema de gobierno ambiental internacional que lo facilite.

 

La verdadera causa estructural de las múltiples crisis es el capitalismo, con sus formas clásicas y renovadas de dominación, que concentra la riqueza y produce desigualdades sociales, desempleo, violencia contra los pueblos, criminalización de los que lo denuncian. El sistema de producción y consumo actual - representado por las grandes corporaciones, los mercados financieros y los gobiernos que garantizan su mantenimiento – produce y profundiza el calentamiento global y la crisis climática, el hambre y la desnutrición, la pérdida de los bosques y la diversidad biológica y sociocultural, la contaminación química, la escasez de agua potable, el aumento de la desertificación de los suelos, la acidificación de los mares, el acaparamiento de tierras y la mercantilización de todos los aspectos de la vida en las ciudades y en el campo.

 

La “economía verde”, al contrario de lo que pretende sugerir su nombre, es otra fase del proceso de acumulación capitalista. Nada en la “economía verde” cuestiona o sustituye la economía basada en el extractivismo y los combustibles fósiles, ni sus patrones de consumo y producción industrial, sino que extiende la economía explotadora de la gente y el ambiente a nuevos ámbitos, alimentando el mito de que es posible un crecimiento económico infinito.

 

El fallido modelo económico, ahora disfrazado de verde, pretende someter todos los ciclos vitales de la naturaleza a las reglas del mercado y al dominio de la tecnología, la privatización y mercantilización de la naturaleza y sus funciones, así como de los conocimientos tradicionales, aumentando los mercados financieros especulativos a través de mercados de carbono, de servicios ambientales, de compensaciones por biodiversidad y el mecanismo REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación evitada y degradación de bosques).

 

Los transgénicos, los agrotóxicos, la tecnología Terminator, los agrocombustibles, la nanotecnología, la biología sintética, la vida artificial, la geoingeniería y la energía nuclear, entre otras, son presentadas como “soluciones tecnológicas” a los límites naturales del planeta y a las múltiples crisis, sin encarar las verdaderas causas que las provocan.

 

Además se promueve la ampliación del sistema alimentario agroindustrial, que es uno de los mayores factores causantes de las crisis climática, ambiental, económica y social, profundizando la especulación con los alimentos y favoreciendo los intereses de las corporaciones del agronegocio en desmedro de la producción local, campesina, familiar, de los pueblos indígenas y poblaciones tradicionales, y afectando la salud de todas las poblaciones.

 

Como una estrategia de negociación en la conferencia Rio+20, algunos gobiernos de países ricos están planteando un retroceso de los principios de Rio 92, como el principio de responsabilidades comunes y diferenciadas, el principio de precaución, el derecho a la información y la participación, así como amenazando derechos ya consolidados, como los de los pueblos indígenas y poblaciones tradicionales, campesinos y campesinas, el derecho humano al agua, los derechos de los trabajadores y trabajadoras, de los migrantes, el derecho a la alimentación, a la vivienda, a ciudades incluyentes, derechos de la juventud y de las mujeres, el derecho a la salud sexual y reproductiva, a la educación y a los derechos culturales.

 

Asimismo se intenta instalar unos llamados Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) que serán utilizados para promover la “economía verde”, debilitando aún más los ya insuficientes Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

 

El proceso oficial propone instaurar formas de gobierno ambiental mundial que sirvan como administradores y facilitadores de esa “economía verde”, dando protagonismo al Banco Mundial y otras instituciones financieras públicas o privadas, internacionales y nacionales, lo cual incentivará un nuevo ciclo de endeudamiento y de ajustes estructurales disfrazados de verde. No puede haber una gobernanza global democrática sin poner fin a la actual captura corporativa de las Naciones Unidas.

 

Repudiamos este proceso y llamamos a fortalecer las movilizaciones y la construcción de alternativas en todo el mundo.

 

Luchamos por un profundo proceso de cambio frente al actual modelo de producción y consumo, concretando nuestro derecho a desarrollarnos con modelos alternativos, basados en las múltiples realidades y experiencias de los pueblos, auténticamente democráticos, respetando los derechos humanos y colectivos, en armonía con la naturaleza y con justicia social y ambiental.

 

Planteamos la afirmación y construcción colectiva de nuevos paradigmas basados en la soberanía alimentaria, la agroecología y la economía solidaria, la defensa de la vida y los bienes comunes, la afirmación de todos los derechos amenazados, el derecho a la tierra y al territorio, el derecho a ciudades incluyentes, los derechos de la naturaleza y de las futuras generaciones, la eliminación de toda forma de colonialismo e imperialismo.

 

Llamamos a los pueblos del mundo a apoyar la lucha del pueblo brasilero contra la destrucción de uno de los principales marcos legales de protección de los bosques, el Código Forestal, que abre caminos para una mayor deforestación, a favor de los intereses del agronegocio y de la ampliación de sus monocultivos; y contra la implementación del megaproyecto hidráulico Belo Monte, que está afectando la supervivencia y las formas de vida de los pueblos de la selva y la biodiversidad amazónica.

 

Reiteramos la convocatoria a participar en la Cumbre de los Pueblos que se realizará del 15 al 23 de junio en Rio de Janeiro, que será un punto importante en la trayectoria de las luchas globales por justicia social y ambiental que estamos construyendo desde Río 92, particularmente a partir de Seattle, Foro Social Mundial, Cochabamba, donde se han catapultado las luchas contra la OMC y el ALCA, por la justicia climática y contra el G-20. Recogemos también las movilizaciones masivas como Occupy, indignados y la primavera árabe.

 

Convocamos a la movilización global el 18 de junio contra el G20 (que en esta oportunidad se centrará en el “crecimiento verde”) y a la marcha de la Cumbre de los Pueblos el 20 de junio, en Río de Janeiro y en el mundo, por la justicia social y ambiental, contra la “economía verde”, la mercantilización de la vida y la naturaleza y por la defensa de los bienes comunes y los derechos de los pueblos.

 

(*) El Grupo de Articulación (GA) Internacional del Comité Facilitador para la Sociedad Civil (CFSC) rumbo a Río +20 de la Cumbre de los Pueblos se compone de 35 redes, movimientos sociales y organizaciones de 13 países diferentes. Sus representantes trabajan con el GA Nacional (integrado por representantes de 40 redes) en la coordinación metodológica y política de la Cumbre de los Pueblos -un evento paralelo y crítico a la Conferencia de las Naciones Unidas Río +20- que reunirá a miles de personas en el Parque Flamengo de Río de Janeiro, del 15 al 23 de junio.

 

RÍO+20: EL FUTURO QUE NO QUEREMOS

 

-De Río a Río: el camino que nos robaron

 

En estos días, en Río de Janeiro, Brasil, se inicia la Conferencia conocida como Río+20, en la misma ciudad donde hace 20 años se celebró la Cumbre de la Tierra, o Cumbre de Río, o Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la primera megacumbre mundial con 8.000 delegados oficiales inscriptos, a la que asistieron 108 jefes de Estado y se realizó un foro paralelo de la sociedad civil con más de 5.000 participantes.

 

Si bien esa cumbre figura como la instancia histórica en la que se estableció el nexo entre ambiente y desarrollo, hacía ya unos 20 años que se venía discutiendo cómo hacer frente a la evidente contradicción entre el desarrollo capitalista/industrial y sus costos ambientales y sociales, así como al inminente agotamiento de los bienes naturales. El pensamiento ecológico florecía, enriqueciendo las formas de interpretar la realidad.

 

En 1972 se realizó en Estocolmo, Suecia, la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, para discutir la situación ambiental del planeta. El debate a partir de entonces se desarrolló en torno a ecología vs economía.

 

Posteriormente, en la década de 1980, y apartándose de la idea de adecuar el desarrollo al medio ambiente, fue madurando el concepto de “desarrollo sustentable”, que reconocía la imperiosa necesidad de reformular la idea del desarrollo introduciendo las dimensiones ambiental y social. La Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, de Naciones Unidas, que elaboró el informe conocido como “Nuestro Futuro Común”, decía: “Está en manos de la humanidad hacer que el Desarrollo sea Sostenible, es decir asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones”. Y continuaba: “El desarrollo sostenible exige que se satisfagan las necesidades básicas de todos y que se extienda a todos la oportunidad de colmar sus aspiraciones a una vida mejor. Un mundo donde la pobreza es endémica será siem pre propenso a sufrir una catástrofe ecológica o de otro tipo ”.

 

A continuación, las Naciones Unidas convocaron a la Cumbre de Río, que se celebró en 1992 en Río de Janeiro, Brasil. Tanto el referido evento como los procesos a los que dio lugar fueron escenarios de fuertes pujas entre una visión genuinamente ecologista y social por un lado, y por otro el intento del gran capital de seguir manteniendo el sistema y las estructuras que le dan vida - y condujeron a la crisis actual.

 

Quizás el resultado más destacado de la Cumbre fue el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas entre países del Norte y del Sur. Esto significó un reconocimiento de la responsabilidad histórica de los países ricos en la generación de la crisis ambiental.

 

De dicha cumbre surgió también una Declaración de Principios donde se relacionan ambiente y desarrollo, un Plan de Acción (Agenda 21), tres convenios (Convenio de Cambio Climático, de Diversidad Biológica, para combatir la Desertificación), una Declaración sobre Bosques, un fondo financiero para proyectos (GEF).

 

Diez años después, Johannesburgo, en Sudáfrica, fue la sede de Río+10 y allí se hizo plausible el avance del poder empresarial en el proceso mismo de las Naciones Unidas, donde se adueñó del espacio y del discurso para vaciarlo de contenido.

 

Más de 100 directores ejecutivos y en total unos 700 delegados empresariales de más de 200 empresas fueron parte activa de la cumbre de Johannesburgo, vendiendo imagen y hablando de “responsabilidad empresarial” para tratar de evitar la aplicación de reglamentaciones obligatorias. En esa época, y en ocasión de la última conferencia preparatoria, Ricardo Carrere escribía en el editorial de nuestro boletín: “En todo el mundo crece el interés y la preocupación por este proceso, que plantea interrogantes sobre la importancia de la próxima cumbre de Johannesburgo para resolver los problemas que enfrenta la humanidad. Esas interrogantes son el resultado de lo que (no) ha sucedido en los últimos diez años posteriores a la Cumbre de la Tierra de 1992, cuando los gobiernos acordaron aplicar una gran cantidad de medidas en respuesta a los problemas ambientales del planeta. Triste es reconocer que, aparte de celebrar numerosas reuniones internacionales y firmar gran cantidad de acuerdos, muy poco se ha hecho. El ‘desarrollo sustentable’ parece haberse convertido simplemente en una palabra de moda, vacía de significado, que esgrimen gobiernos y empresas con la intención de engañar a la opinión pública”. (Boletín Nº 58 del WRM)

 

Efectivamente, Río+10 adhirió a las agendas de la Declaración de Doha (de la Organización Mundial de Comercio-OMC) y el Consenso de Monterrey (auspiciado por el FMI, el Banco Mundial, la OMC, y destacados delegados empresariales), poniendo énfasis en conceptos tales como el crecimiento económico, la inversión extranjera directa y la liberalización del comercio, como requisitos para el “desarrollo sustentable”.

 

La respuesta popular se hizo oír: unas 20.000 personas marcharon desde el humilde distrito de Alexandra hasta la sede de la cumbre, en el rico barrio de Sandton, en protesta contra lo que calificaron de “apartheid económico mundial”.

 

Aún cuando las luchas populares continuaron, el gran capital se disfrazó de verde para ocupar todos los resquicios. Comenzaron a proliferar cada vez más los mecanismos de certificación que pretenden convertir en “sustentables” o “responsables” emprendimientos destructivos como los monocultivos en gran escala. En un movimiento de prestidigitación, el otrora compromiso de reducir las emisiones de carbono por parte de los países del Norte se convirtió en oportunidades de negocio dentro del mercado de carbono. De un plumazo las transnacionales dejaron de ser parte del problema y pasaron a ser parte central de la solución.

 

Como ejemplo, la empresa británica Schroders es líder internacional en el manejo de activos. En 2007 creó un fondo de inversión vinculado al cambio climático. Su director, Robin Stoakley, anunciaba entusiastamente las posibilidades de lucro que ofrece la crisis ambiental: “Creemos que hay disponibles excelentes rentabilidades por las inversiones que se hagan en empresas que se beneficiarán de los esfuerzos por mitigar y adaptarse al cambio climático. Enfrentar el cambio climático probablemente será el mayor tema de inversión a nivel global en los próximos 20 años y más” (citado en “Economía verde. El asalto final a los bienes comunes”, ver aquí (en PDF).

 

Es así que llegamos a Río+20, otra Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, en un contexto en que la globalización económica y financiera ha arrastrado a las sociedades a una creciente competencia, donde la mercantilización y la privatización alcanzan los ámbitos más impensables. Los derechos han desaparecido de las mesas de discusión y se ha impuesto el mercado, con su manto tecno-científico, como la única solución posible a los problemas.

 

Río+20 no despierta alegrías ni esperanzas entre las organizaciones y movimientos sociales, que proyectándose más allá de Rio+20 han construido la Cumbre de los Pueblos, que se realiza también en Río de Janeiro del 15 al 23 de este mes, en paralelo a la Conferencia oficial. Por justicia social y ambiental, contra la mercantilización de la vida y la naturaleza y en defensa de los bienes comunes, las organizaciones, redes y movimientos sociales resistirán la nefasta arquitectura empresarial que se pretende imponer: la “economía verde”, de la que mucho hemos hablado a lo largo de los boletines de este año.

 

Es por eso que esta Cumbre de los Pueblos tendrá como ejes las causas estructurales de la crisis ambiental y las falsas soluciones propuestas desde los gobiernos y el sector empresarial; las soluciones de los Pueblos; la articulación de campañas y luchas comunes. Las experiencias y proyectos que muestran cómo es posible vivir en sociedad de modo fraterno y sustentable contrarrestarán el individualismo y la destrucción del paradigma imperante. Porque, aunque nos robaron el camino, sigue habiendo corazones que laten en el anhelo de abrir otros caminos hacia un mundo en el que la esperanza florezca.

 

-¿Energía Sostenible para Todos, o un nuevo plan para aumentar las ganancias de las empresas energéticas?

 

Energía Sostenible para Todos (SEFA, según el inglés) es una iniciativa lanzada en 2011 por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, que ha ido ganando terreno político a medida que se aproximaba la conferencia Río+20. Ban Ki-moon ha dejado en claro que, a su entender, dicha iniciativa tendrá un papel protagónico en Río+20 y que seguirá adelante, sea cual sea el resultado de las negociaciones de la ONU.

 

Los objetivos oficiales de la SEFA son: a) duplicar la tasa de aumento de la eficiencia energética; b) duplicar la parte de la energía renovable; c) lograr el acceso universal a los servicios energéticos modernos.

 

Dichos objetivos son, en sí mismos, muy problemáticos: la “energía renovable” no está definida y los documentos de la SEFA muestran que ese término abarca las grandes represas hidroeléctricas, las plantaciones para agrocombustibles y las de biomasa. El hecho de aumentar la parte de energía renovable no reducirá necesariamente la quema de combustibles fósiles, dado que el consumo mundial de energía también aumentará considerablemente: la SEFA apunta a acrecentar el “acceso” a la energía en el Sur, pero no dice nada sobre la necesidad de reducir el consumo excesivo de energía en el Norte. Y finalmente, los tres objetivos son totalmente independientes uno de otro. El “acceso a la energía” en el Sur no tiene por qué ser necesariamente renovable, eficiente ni “sostenible”; bien puede significar que aumentar&a acute; el número de centrales energéticas a carbón, o la explotación de arenas bituminosas.

 

Sin embargo, lo más preocupante quizás sea la naturaleza misma de la iniciativa SEFA: está dirigida por un Grupo de Alto Nivel cuyos miembros fueron seleccionados por Ban Ki-moon y que incluye representantes de Siemens, Statoil, Eskom, Riverstone Holdings, Bloomberg New Energy Finance y otras grandes empresas. Los únicos gobiernos representados son los de Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, India y Brasil. Charles Holliday, presidente del Bank of America, es uno de los dos presidentes del Grupo de Alto Nivel, el cual redactó el Programa de Acción de la SEFA, es decir su plan de trabajo, en secreto y sin la más mínima consulta.

 

El mensaje clave que recorre el Programa de Acción y otros documentos de la SEFA es la “necesidad” de “catalizar la inversión” eliminando cualquier “barrera”. En lugar de reglamentar las inversiones empresariales, la SEFA apunta a facilitar que se multipliquen, sean cuales sean los impactos sociales, ambientales y climáticos. Por su parte, los gobiernos deberán comprometer fondos públicos para contribuir a los costos iniciales y minimizar los riesgos financieros de las empresas. Esto incluye la financiación de la investigación y el desarrollo, proyectos piloto, asistencia técnica, subsidios, garantías de empréstito y otros tipos de “atenuación de riesgos” para las inversiones del sector privado. La función de la sociedad civil queda limitada al apoyo y la facilitación; el Programa de Acción sugiere que las organizacio nes de la sociedad civil podrían colaborar con las compañías, “educar” a las comunidades del Sur, implementar proyectos, etc.

 

La SEFA no es un nuevo órgano de financiamiento sino una “cámara de compensación” para los compromisos voluntarios y las asociaciones. Los gobiernos y las empresas son alentados a presentarle sus compromisos políticos. Ghana fue el primer país que lo hizo formalmente; la piedra angular de su propuesta es el aumento de la utilización de gas natural, y se acompaña de financiación para nuevos gasoductos y plantas de procesamiento. También está incluido el Plan de Acción Renovable de Ghana, que respalda la expansión de las plantaciones industriales para agrocombustibles. Hasta ahora, cualquier inversión en energía, al menos en el Sur, puede ser presentada como un compromiso, basándose en el argumento de que una mayor generación de energía se traducirá en un mayor “acceso a la energía”. La Secretaría de l a SEFA ha confirmado que los gobiernos podrán elegir libremente qué tipos de energía desean incluir en los compromisos del país, sin siquiera pretender ver si son o no “sostenibles”, a pesar del título de la iniciativa.

 

Así, la SEFA puede ser considerada, desde muchos puntos de vista, como una continuación y una posible expansión de la financiación de la energía contaminante y destructiva de siempre, como la que realiza el Banco Mundial (miembro del Grupo de Alto Nivel). Pero, al mismo tiempo, la SEFA se inscribe dentro de una peligrosa tendencia mucho más reciente: como iniciativa de la ONU, representa un intento de reemplazar las negociaciones multilaterales y las convenciones, por asociaciones de múltiples partes privadas y públicas. Por consiguiente, se trata de un ejemplo particularmente contundente de lo que los grupos de la sociedad civil han descrito como la “captura de la ONU por parte de las grandes empresas”.

 

Los invitamos a firmar la carta abierta en la que se exhorta a los gobiernos a rechazar la iniciativa Energía Sostenible para Todos (SEFA), disponible aquí, que será presentada en Río a los gobiernos durante la Conferencia Río+20.

 

Para firmar la carta abierta, sírvase enviar un correo electrónico, indicando su país y el nombre de su organización, a moc.liamg@hctawleufoib

 

Almuth Ernsting, Biofuelwatch, ku.gro.hctawleufoib@ofni
Por más información general, ver aquí

 

-La Economía Verde según la FAO: más "desiertos verdes"

 

La FAO, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, organizará el próximo 18 de este mes un evento paralelo a la Conferencia Rio+20. El nombre de dicho evento es: ‘Bosques: el corazón de la economía verde’. La FAO afirma que los emprendimientos sustentables que se basan en los bosques pueden ofrecer un camino de transición hacia una economía de bajo carbono, y completa que ‘el evento destacará el papel de los bosques y de la industria para garantizar el sustento local’. También considera que el manejo de los bosques realizado de manera inteligente desde el punto de vista climático es visto “como un esfuerzo de colaboración entre los custodios de los bosques públicos, empresas privadas y las comunidades locales”. (1)

 

Es sabido que existen experiencias de manejo sustentable de bosques tropicales, practicadas por pueblos de los bosques desde hace muchas generaciones, y basadas en un conocimiento profundo y una visión holística del bosque. Sin embargo, esas comunidades enfrentan cada vez más dificultades para sobrevivir visto que otro manejo – depredador - de los bosques tropicales, basado en la extracción de madera, en la expansión de plantaciones industriales de árboles como la palma aceitera, en la minería y en obras de infraestructuras para generación de energía, estimula una destrucción incesante. Entre 2000 y 2010 se destruyeron 130 millones de hectáreas de bosques tropicales. Y la moda de los “servicios ambientales” - otro tema de debate en el evento de la FAO - es otra amenaza para los pueblos de los bosques, bajo la forma de proyectos REDD+ (ver Boletín Nº 169).< /p>

 

El hecho de que el bosque aún se considere únicamente como una fuente de madera, y sea explotado por empresas privadas que se benefician del consumo de productos de madera de lujo, principalmente en los países del Norte, está íntimamente relacionado con la definición de bosque que da la FAO: “superficie que mide más de 0,5 ha con árboles de más de 5 mts. de altura y una cubierta de copa superior al 10%, o árboles capaces de alcanzar esos parámetros in situ”. Pero el bosque es mucho más que árboles, es toda una diversidad biológica que incluye a las comunidades humanas que viven en él o dependen de él. (2)

 

Lo que se necesita, como destaca la FAO, es un ‘esfuerzo de colaboración”, pero en el evento ello se traduce en la presencia de conferencistas de los gobiernos, del Banco Mundial y del sector forestal industrial, como la Asociación Brasileña de Celulosa y Papel (BRACELPA), uno de cuyos integrantes es Suzano, y UPM, una empresa finlandesa transnacional. No se invita a representantes de las comunidades, ni de quienes manejan el bosque de forma realmente sustentable, ni de quienes son afectados por las actividades de las empresas de monocultivos de árboles o de explotación maderera, certificadas muchas veces por el FSC como ‘sustentables’, a pesar de los reclamos y el sufrimiento que esas comunidades informaron en varios casos. No es ninguna sorpresa que el FSC también se haga presente en el evento de la FAO.

 

De todas formas, es evidente que para las comunidades hoy impactadas negativamente por las políticas promovidas por la FAO sería mucho mejor si la FAO - un organismo de la ONU – tratara de dialogar directamente con ellas y no con el sector privado, como forma de rever su definición de bosques. Éste es el corazón de la cuestión. Reconsiderar esa definición e involucrarse en un diálogo con las comunidades para elaborar directrices sobre políticas de protección efectiva de los bosques sería, realmente, un camino inteligente.

 

(1) Aquí
(2) Aquí

 

Por Winnie Overbeek, WRM, yu.gro.mrw@einniw

 

-El Gran Circo del Maquillaje Verde

 

A fines de este mes, países, empresas y sociedades civiles del mundo se reunirán en Río de Janeiro para la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, aceptando la tarea, aparentemente imposible, de encontrar soluciones a los problemas ambientales que se nos plantean. La deforestación, la desertificación, el agotamiento de los océanos, la contaminación de los ríos y el aire, la pérdida de biodiversidad y el calentamiento global representan una verdadera amenaza para la vida sobre la Tierra.

 

Ni la fecha ni el lugar elegidos para esta cumbre son una coincidencia. Hace exactamente dos décadas, se realizó en Río de Janeiro la muy importante Cumbre de la Tierra, conocida como Río 92. Dicha conferencia de la ONU despertó en todo el mundo una sensación de urgencia: el planeta y sus habitantes estaban en peligro y quedaba poco tiempo para actuar. El mundo necesitaba un nuevo modelo, basado en el “desarrollo sostenible”. Gobiernos, compañías y ONGs estuvieron de acuerdo en que este objetivo sólo sería alcanzado por medio de la cooperación.

 

Sin embargo, las grandes empresas no querían nuevas reglas para la minería, la pesca, la agricultura o la silvicultura. Argumentaron que los objetivos voluntarios eran mucho más eficaces que las leyes y reglamentaciones obligatorias en materia de medio ambiente y sociedad. Desde su punto de vista, el crecimiento económico, el libre comercio y la apertura de los mercados eran los pilares de la sostenibilidad. Sólo asociando la protección ambiental a la rentabilidad se podría salvar a los ecosistemas del mundo. Este enfoque estrecho de miras concitó muchas adhesiones en todo el mundo.

 

Antes de Rio 92, las grandes empresas y la industria solían ser vistas como las principales causantes del deterioro ambiental y de la injusticia reinante en el mundo. Las empresas mineras eran consideradas responsables de la contaminación de los ríos, los movimientos indígenas protestaban contra la deforestación y los bancos eran criticados por sus controvertidas inversiones. Sus logotipos evocaban la destrucción de los bosques, la contaminación del aire y la violación de los derechos humanos. El mundo empresarial tenía un grave problema de credibilidad.

 

La Cumbre de la Tierra marcó un punto de inflexión en la historia. Los gobiernos prometieron crear empleos verdes y se declararon partidarios de una economía verde, los consumidores comenzaron a comprar productos sostenibles y las multinacionales publicitaron la Responsabilidad Social Empresarial. Las compañías petroleras patrocinaron proyectos de agua limpia, los bancos de inversión financiaron programas educativos y las empresas mineras plantaron árboles.

 

Si Río 92 sirvió tanto para abrir los ojos de todos, se podría pensar que hoy en día estaríamos viviendo en un mundo verde, justo y sustentable o, al menos, que el mundo sería un lugar mejor que dos décadas atrás. Sin embargo, los hechos y las cifras nos devuelven a la realidad. A pesar de tantos reclamos de sustentabilidad, la extracción de materiales aumentó en un 40% desde la Cumbre de la Tierra. La producción de plásticos se duplicó. Hoy vivimos y consumimos como si tuviéramos dos planetas Tierra a nuestra disposición, y las naciones y regiones ricas siguen usando cinco veces más recursos que sus homólogos pobres. Los océanos están siendo más explotados que hace veinte años, y emitimos 40% más de CO2 que en 1992.

 

La Cumbre de la Tierra dio lugar a otras conferencias de la ONU referentes al cambio climático, a la desaparición de la biodiversidad y a la desertificación, pero todas han fracasado, porque siempre terminan proponiendo soluciones falsas a problemas reales. La idea de “poner una pátina verde a la economía puede parecer buena, pero ¿servirá para atacar el fondo del problema?

 

Esto será debatido en Bruselas, durante el “Gran Circo del Maquillaje Verde” que tendrá lugar el 23 de junio, coincidentemente con la Cumbre de Río+20. La conferencia, organizada por la ONG belga Climaxi, estará enfocada en algunas de las falsas soluciones a la crisis climática. El “maquillaje verde” ha sido a menudo una estrategia exitosa para las compañías y organizaciones que pretenden hacer creer al público que están manejando los problemas con seriedad. Usan el logo de alguna ONG muy conocida, o un sello en el que se tiene confianza pero, mientras tanto, siguen adelante con sus prácticas insustentables.

 

Durante esta conferencia, diversos oradores internacionales tratarán varios temas en talleres: la imagen verde de los bancos para disfrazar sus turbias inversiones, los transgénicos y la soja “responsable”, el comercio de carbono y los mecanismos de desarrollo limpio, el mito de sellos tales como FSC, MSC, RTRS, etc.

 

Además de los talleres se exhibirán dos documentales que llevan a reflexionar: “Gasland”, sobre el gas de esquisto en Estados Unidos, y “El silencio de los pandas – lo que el WWF no dice”. Este último, realizado por Wilfried Huissman y el canal de televisión alemán WDR, despertó gran polémica cuando se exhibió en Alemania, debido a su crítica al WWF. Esta organización conservacionista presentó ante la corte una denuncia por falsas acusaciones e inexactitudes, y reclamó que se prohibiera la proyección de la película. Climaxi invitó al realizador a proyectarla y a explicar la investigación que realizó sobre dicha organización de fama mundial. Un representante del WWF participará en el debate luego de la proyección.

 

En esta conferencia se otorgará el Premio del Maquillaje Verde a la compañía u organización que mejor logra engañar al público con una imagen ecológica y sustentable para cubrir sus prácticas sucias y su impacto negativo. Las cinco nominadas figuran en el sitio web de Climaxi para ser votadas; la ganadora se proclamará al final de la conferencia.

 

Por la periodista An-Katrien Lecluyse y el periodista Leo Broers

 

PUEBLOS EN MOVIMIENTO

 

-La Cumbre de los Pueblos en Río: un proceso de acumulación y convergencia de las luchas populares

 

En pocos días dará inicio la Conferencia Rio+20 a la que se llega en un proceso de negociación en el que algunos gobiernos de países ricos e influyentes grupos empresariales han tratado de imponer un retroceso con respecto a los principios de Rio 92 - como el de responsabilidades comunes y diferenciadas, de precaución, derecho a la información y la participación – y de desmantelar derechos ya consolidados - de los pueblos indígenas y poblaciones tradicionales, campesinos y campesinas, entre otros.

 

El proceso oficial propone instaurar formas de gobierno ambiental mundial que sirvan como administradores y facilitadores de la “economía verde”, dando protagonismo al Banco Mundial y otras instituciones financieras, lo cual incentivará un nuevo ciclo de endeudamiento y de ajustes estructurales disfrazados de verde.

 

Numerosas organizaciones y movimientos sociales se han unido para repudiar este proceso y han llamado a fortalecer las movilizaciones y la construcción de alternativas en todo el mundo tendientes a lograr una transformación profunda del actual modelo de producción y consumo. A través de la articulación social han ido construyendo la Cumbre de los Pueblos, que tendrá lugar del 15 al 23 de junio en Rio de Janeiro, en el barrio Flamengo, paralelamente a la conferencia oficial de las Naciones Unidas Río+20.

La Cumbre de los Pueblos en Rio+20 por Justicia Social y Ambiental no es tan solo un evento organizado por la sociedad civil global sino que aspira a ser un proceso histórico de acumulación y convergencia de las luchas locales, regionales y mundiales, un momento de oportunidad para hacer frente a los graves problemas que enfrenta la humanidad y demostrar el poder político del pueblo organizado teniendo como marco político la lucha anticapitalista, clasista y anti-racista, anti-patriarcal y anti-homofóbica.

 

Desde la página http://cupuladospovos.org.br/ la invitación está abierta para sumarse y conocer las iniciativas, el calendario de actividades, los documentos y propuestas que vayan surgiendo. También es posible seguirla por twitter en @cupuladospovos

 

-La Vía Campesina hace frente al avance del capitalismo: Río+20 y más allá

 

Veinte años después de la “Cumbre de la Tierra”, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, La Vía Campesina ve que no sólo las causas reales del deterioro ambiental, económico y social siguen sin ser combatidas, sino que también Río+20 servirá para profundizar las políticas neoliberales y los procesos capitalistas de expansión, de concentración y de exclusión que nos han sumido en una crisis ambiental, económica y social de graves proporciones. Detrás del engañoso término “economía verde”, se introducen ahora nuevas formas de contaminación y de destrucción ambiental, junto con nuevas oleadas de privatización, monopolización y expulsión de nuestras tierras y territorios.

 

La Vía Campesina anuncia que se movilizará para este evento, haciendo oír la voz campesina en el debate mundial y defendiendo un camino diferente hacia el desarrollo, basado en el bienestar de todos, que garantice la existencia de alimentos para todos, que proteja y asegure que los bienes comunes y los recursos naturales se empleen para que todos vivan bien, y no para responder a la necesidad de acumulación de unos pocos. (Ver aquí)

 

-Contra la captura corporativa de Río+20

 

En abril, difundimos el llamado de varias organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales internacionales a firmar una declaración y a adherir a la campaña por la recuperación de la ONU como espacio de los pueblos, contra la “captura corporativa” de dicho organismo y de Río+20.

 

Más de 335 organizaciones han unido sus voces a ese llamado. La difusión continúa y, sin duda alguna, ese número seguirá creciendo a medida que se aproxima Río+20, donde se proclamarán las reivindicaciones contenidas en la declaración.

 

El llamado se ha ampliado ahora, para dar a personas individuales la oportunidad de apoyar al movimiento que intenta recuperar a las Naciones Unidas de las manos corporativas. Amigos de la Tierra Internacional (ATI) ha puesto en marcha una acción por correo electrónico en la que invitan a enviar una carta al Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, exhortándolo a tomar medidas para poner fin a la captura corporativa.

 

Todos podemos difundir esta acción y presionar a la ONU para lograr que nuestro llamado a resistir la captura corporativa no sea ignorado en Río.

 

Para sumarse a la acción, acceder aquí

 

-Publicación conjunta sobre Economía Verde

 

“Economía verde. El asalto final a los bienes comunes” es una publicación “libre de propiedad intelectual”, realizada en forma conjunta por la Alianza Biodiversidad, GRAIN, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) y Amigos de la Tierra América Latina y El Caribe (ATALC), accesible aquí (PDF) El informe trata sobre la profundización de la crisis climática y ambiental y de cómo gobiernos y empresarios buscan convertirla en una posible área de negocios nueva a la que se le denomina “economía verde”.

 

Con artículos sobre la continuación de la destrucción de los bosques tropicales en Latinoamérica y el Caribe, manejados de forma “sostenible”, el efecto mercantilizador y privatizador de los proyectos REDD en diversos países de América Latina, y la repercusión de los nuevos proyectos en la agricultura, la salud, y los pueblos en general, la publicación muestra que la economía verde es “más de lo mismo”.

 

-Convergencia de comunicación en la Cumbre de los Pueblos

 

Desde Rio de Janeiro, la Convergencia de los medios de comunicación de los movimientos sociales, a través de Radio Mundo Real, nos acerca la Cumbre de los Pueblos con programas en vivo, noticias, entrevistas, testimonios, crónicas, informes especiales, videos, abordando los temas de agua, anti-neoliberalismo, bosques y biodiversidad, derechos humanos, género, industrias extractivas, justicia climática y energía, soberanía alimentaria.

 

Acceder a la Convergencia aquí

 

-Video sobre Economía Verde

 

“Financiarización de la naturaleza: el ejemplo de los bosques” ( ver video), es un video de Alter-Echos hablado en español y subtitulado en francés. La “economía verde” que promueven algunas instituciones internacionales y que figurará en el orden del día de la próxima cumbre Río+20 extiende a la naturaleza la lógica de la “financiarización” y la mercantilización.

 

Alter-Echos continúa su tarea de explicitar la “economía verde” tomando como ejemplo el dispositivo REDD (Reducción de las emisiones por deforestación y degradación de bosques), por medio de un video en el que el director de Focus on the Global South explica cómo los dispositivos REDD reducen el bosque a un mero depósito de carbono con el fin de integrarlo al mercado de emisiones. La especulación financiera, el efecto de ganancia inesperada, el cuestionamiento de los derechos de las poblaciones locales, la pérdida de soberanía y la ausencia de disminución de las emisiones son sólo algunas de las consecuencias.

 

-Video sobre REDD

 

“The Story of REDD: a real solution to deforestation?” disponible en inglés aquí es un video producido por FERN. El video aborda uno de los temas más polémicos del debate sobre el cambio climatic: el mecanismo REDD. Detrás del concepto básico de que gobiernos, empresas o titulares de bosques en el Sur deberían ser recompensados por conservar sus bosques en lugar de cortarlos, hay una serie de aspectos más complejos que deben ser considerados por cualquier iniciativa para reducir la deforestación. Como siempre, la trampa está en la letra chica…

 

-Video sobre la financiarización de la naturaleza

 

Producido por La Antena y AttacTV, el corto animado (en inglés) se refiere al asalto a la naturaleza por los mercados financieros y las alternativas reales presentadas por la sociedad civil. Es una iniciativa de SOMO, European Attac Network, Food&Water Europe, Amigos de la Tierra, Amis de la Terre, Carbon Trade Watch, WEED, Ecologistas en Acción, Aitec y Campagna per la riforma della Banca Mondiale.

 

Ver el video aquí

 

Boletín mensual del Movimiento Mundial por los Bosques (WRM)
Este boletín está disponible también en Inglés, Francés y Portugués
Editor en jefe: Winfridus Overbeek
Redactora responsable: Raquel Núñez Mutter
Apoyo editorial: Elizabeth Díaz, Flavio Pazos, Teresa Perez

 

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Temas: Economía verde

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