Nuevo Subsidio Forestal en Chile, nada nuevo ni noble en el horizonte

Idioma Español
País Chile

"Este subsidio, aunque sea entregado a pequeños y medianos propietarios, difícilmente los hará disfrutar de ganancias reales, considerando además que la alta concentración del sector le permite a sólo tres empresas, que son las principales compradoras en los mercados locales, determinar el precio de la materia prima usada para pulpa de celulosa, principal destino de la producción forestal de los pequeños propietarios."

Por Carolina Lagos Vásquez

El pasado Noviembre de 2015, después de la explosión del escándalo económico conocido como “el cartel del confort” , (un cartel de empresas de papel doméstico que se coludieron durante una década para fijar los precios del papel higiénico, y que involucró a las principales empresas forestales), el gobierno chileno se vio forzado a parar la extensión del decreto ley 701, una ley de fomento forestal iniciada en los setentas durante la dictadura militar de Pinochet, para apoyar las inversiones privadas de plantaciones a gran escala de monocultivos de pino y eucaliptus. Este decreto proveyó por cerca de 40 años de exenciones tributarias y subvenciones estatales de entre un 75% hasta un 90% de las inversiones para el establecimiento de plantaciones de monocultivos forestales. La ley contribuyó por una parte, a una gran concentración de la propiedad de la tierra y al crecimiento de las fortunas de algunas bien conocidas familias de la elite chilena, que poseen la mayoría de los las compañías forestales y de celulosa, y por otra parte a generar estragos ecológicos, económicos y sociales en los bosques chilenos. Los movimientos sociales, ambientalistas y pueblos originarios que habían estado denunciando sus efectos y protestando contra este subsidio por más de una década, aplaudíamos la muerte del 701.

Ahora, menos de un año más tarde, el gobierno ha anunciado el diseño de un nuevo proyecto de ley, aunque esta vez vestido de más nobles intenciones. En respuesta a la larga crítica al DL 701 que benefició principalmente a grandes empresas, el nuevo plan ofrecería apoyo sólo a pequeños y medianos propietarios. Pero mientras este proyecto es formulado, se establecerán otros instrumentos de subsidio que funcionarán “como un puente entre el pasado y el presente”, según las palabras del director de la Corporación Nacional Forestal (CONAF).

Este anuncio nos vuelve a poner en alerta ya que desde su establecimiento en 1974, incluyendo sus posteriores modificaciones, el subsidio forestal siempre tuvo “nobles intenciones”, tan nobles como el uso y recuperación de suelos degradados, la reforestación (eufemismo para plantaciones de monocultivos de pinos y eucaliptus) y la posibilidad de ingreso a una actividad económica para aquellos que no tienen la capacidad de hacer la fuerte inversión inicial que esta actividad exige.

Sin embargo, a pesar de sus propósitos declarados, el funcionamiento real de este instrumento lo convirtió en un factor clave para el desarrollo de un modelo forestal que hoy es considera como el principal responsable de la pérdida de bosque nativo en Chile. Estas plantaciones de monocultivos no sólo han reemplazado los bosques nativos, sino que también extraen aguas subterráneas sometiendo a largas sequías a comunidades enteras y a sus animales. Un ejemplo de esto es la localidad de San José de la Mariquina, que desde hace más de cuatro veranos la única fuente de agua que reciben 174 familias pertenecientes a las 62 localidades más afectadas, sea la entregada por camiones aljibes dos veces por semana. La contaminación es otro de los grandes problemas asociados, ya que el principal destino de las plantaciones forestales es la producción de celulosa, actividad altamente contaminante, un triste ejemplo de ello lo encontramos también en el área de Mariquina con la masiva muerte y migración de la población de cisnes y otras aves en el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, debido a la contaminación generada por la planta de celulosa Arauco (ex Celco) en el agua de los ríos Cruces y Pichoy. Comunidades indígenas, particularmente del pueblo mapuche, han sido desplazadas desde sus territorios, forzadas a trasladarse a zonas en las que tienen escasa adaptación, o a finalmente establecerse en barrios pobres urbanos.

No es descabellado concluir que este subsidio, aunque sea entregado a pequeños y medianos propietarios, difícilmente los hará disfrutar de ganancias reales, considerando además que la alta concentración del sector le permite a sólo tres empresas, que son las principales compradoras en los mercados locales, determinar el precio de la materia prima usada para pulpa de celulosa, principal destino de la producción forestal de los pequeños propietarios. Es así que el precio de la troza pulpable se ha mantenido prácticamente “congelado” desde los años noventa, pese al alza en los precios de venta de la celulosa en los mercados externos, sin que los beneficios se transmitan a productores pequeños y medianos, que en este contexto carecen de capacidad de negociación. Por lo tanto, los beneficiarios finales de estas políticas de fomento seguirán siendo los mismos: las grandes empresas con sus conocidos y escandalosos antecedentes de colusión, daño ambiental y utilidades millonarias.

Carolina Lagos V., forma parte del Colectivo Viento Sur de Chile y del Advisory Council de la Global Forest Coalition.

Temas: Monocultivos forestales y agroalimentarios

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