Ocupar el territorio

Idioma Español
País México

Una crónica íntima y reflexiva sobre el trabajo que realizan en la Universidad Campesina Indígena en la sierra de Puebla. "Han robado el patrimonio cultural con la manía de patentarlo todo. Ahora cobran cánones sobre músicas que son colectivas. Han robado el imaginario de un futuro en términos propios. Otras formas en como nos han atacado es en estas: en el arrebato de nuestra propia identidad a través de las formas que transformaron las relaciones entre las personas, como formas de utilización o utilitarismo."

Foto: Ely Metztli

6 de junio, 2016

Por Marta Sanuy

(Primera parte)

—¿Dónde estás? -preguntó Ely cuando me perdí en la Capu.

—Delante del Oxxo -dije y respondió con una carcajada.

A esas horas todavía no sabía el grosor de mi tontería, luego, en el encuentro de la maestría de narrativa de la Universidad Campesina Indígena, me enteré de que en México se abre un Oxxo cada ocho minutos.

Nada más salir de Puebla empecé a ver extensas milpas recién sembradas que me hicieron pensar en el despojo de las semillas, luego celebré la segunda equivocación. No era maíz transgénico. El maíz aquí es el núcleo de todas las resistencias y cuando alguien teme haber perdido una especie no tiene más que comentarlo, alguien la guardó y se la compartirá:

—Ya perdí el maíz rojo y uno negro.

—Yo aún tengo aunque hace mucho que no lo siembro, te lo voy a dar y prueba si sirve.

Foto: Ely Metztli

Nos cuenta Ramón que oyó hace poco en una taquería. Todos los campesinos saben que las semillas están en la antípoda del mundo bursátil. Cuántas más regalas, más tienes.

Luego, sentadas en una esquina de Ixtacamaxtitlán, mientras buscábamos transporte, la señora de la tienda nos dice, enseguida, que aquí no va entrar la minera a quitarles lo poquito que tienen y que mejor que nos vayamos caminando porque ya no va a pasar ningún camión. Pero pasa vacío el que acaba de dejarnos y nos lleva por una carretera a la que no le caben más piedras ni más desprendimientos, la ha construido la minera.

—¿Y si le caen a alguien encima? -pregunto, otra vez ingenua.

—Pues mejor, uno menos -me responde Vale a la vuelta.

—Claro, ¿cómo se van a preocupar por la carretera si van a envenenarlos con arsénico?

Y me acuerdo de esa historia que cuenta Juan cuando hablamos del progreso:

Foto: Ely Metztli

Construyeron una carretera en la comunidad para que los niños fueran a la escuela: desde entonces no va ninguno porque se queman los pies.

Lueguito llegamos a un paraíso donde nos cuentan que alojan a 38 chicos de la preparatoria que vienen de zonas conflictivas, sobre todo de Guerrero. Caro y Mariana, con un buen café en una terraza de madera que da al barranco, se apresuran a ponernos al corriente sobre qué significa narratividad aquí. Nos hablan la construcción del sujeto como un cruce de relatos, del valor de la experiencia particular, de que la conciencia, el conocimiento y el lenguaje son inseparables y el saber se construye entre todos empelabrando el mundo. Y allá vamos, a la primera Asamblea, en la que hablan de ellos mismos como comunidad. Hubo suerte, se fue la luz y nos sobrevolaron las luciérnagas mientras se buscaba cómo usar las capacidades del grupo para interrumpir lo que nos interrumpe, se nombraba la importancia de no dar por sentado, la obligación de ser poroso, de relacionarnos desde el asombro, de mantener lo sorpresivo porque no nos sabemos, estamos en movimiento. También se habló de la renovación cuando llega alguien nuevo: a Ely y a mí nos resonó esa estupenda acogida. Me obligué a elegir una palabra de esa reunión y averigüé que la que más se había repetido fue “cuidados”.

Foto: Ely Metztli

Dedicamos la mañana del sábado, después de un rico desayuno, a enumerar los territorios entre todos: El territorio es el cuerpo y es la casa, donde habito. Donde puedo construir. El entretejido de veredas y relaciones presentes, pasadas y futuras. El territorio es el refugio, que ha sido despojado por los objetos en serie que nos invaden. El territorio es donde desempeño mi trabajo. Es la tecnología. Y también está el territorio de las abejas, el sagrado y el de los seres invisibles. Y el territorio como espacio-temporalidad: el territorio de la narrativa.

Lo que hace el sistema es desterritorializarnos. Hacer que emigremos es el modo más radical de despojo, pero uno puede ser expulsado de su propio territorio aun cuando le dejen permanecer en él. Por eso tenemos que aprender a defendernos y a cuidarnos, a ocupar nuestros territorios: la deshabilitación ha sido tan arrasadora que es urgente descubrir las capacidades y posibilidades imaginativas que cada cual y entre todos tenemos. Si se logra remover un poco el piso de lo que hacemos y cómo lo hacemos lo veríamos como que avanzamos. Hemos venido a cuestionarnos para sentirnos fortalecidos.

Dijo alguien. Y se pusieron a trabajar.

Marta Sanuy es una periodista española, lectora empedernida y contadora de historias que ha llegado a Puebla en búsqueda de cronistas.

Foto Ely Metztli

Palabra de la Asamblea

Relato coral sobre una asamblea en la Universidad Campesina Indígena, en la sierra poblana, sobre los territorios invadidos

(Segunda Parte)

Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz en la formación del hombre por obra de los Progenitores. Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá. Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. Los animales enseñaron el camino, y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados. A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre, de maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados.
Popol Vuh

Y la Asamblea, para seguir buscando su camino, enumeró los territorios invadidos. Esto es una suma de lo que les están robando: El espacio de seguridad, con el miedo, el robo a través del miedo. Tengo tres hijas, una adolescente, y el miedo de que pueda moverse sin cruzarse en el camino de un piche violador. Eso lo roba todo, está en tu espacio de pensamiento todo el tiempo. Y se está metiendo rudo. Está pasando severamente. Están quitándole la libertad de tránsito a las mujeres jóvenes cabronamente. La paz. Buscan dominar, el dominio que tienen el estado y los grandes empresarios y todos sus ataques. Y que se han llegado muy fuerte hostigación, violencia y muertes. La escuela, que como institución ataca el territorio del aprendizaje. El trabajo de producir con la tierra nuestros alimentos, la expropiación del alimento que ha deformado nuestro cuerpo y nuestras comunidades produciendo contaminación del agua, del aire. La tranquilidad: ese robo ha producido enfermedades incurables que nos han llevado hasta la muerte. Nos quieren quitar el maíz, un logro milenario colectivo, y vendernos a cambio productos de muerte. Otro ataque es la normalización de la devastación.

Es normal que los ríos esten contaminados, que no podamos decidir sobre cómo parir, sobre qué comer, cómo morir. Nos han robado el conocimiento con la especialización, con la idea de que solamente podemos ser una cosa, no una integralidad de cosas, eso contribuye a la desestabilización y nos impide saber resolver. Nos han destruido la naturaleza en nombre del desarrollo. Han descalificado los saberes al interior de los grupos. Los conocimientos, las formas de aprender, de cuidar, de curar, esos saberes se extraen de las comunidades y se devuelven de una manera privatizada, monetarizada. Nos han robado la confianza en el saber común. La superespecialización hace que perdamos la confianza en él, se legitima la dependencia del conocimiento formal y a unas pocas personas que se supone que son las que saben construir el conocimiento.

Han robado el patrimonio cultural con la manía de patentarlo todo. Ahora cobran cánones sobre músicas que son colectivas. Han robado el imaginario de un futuro en términos propios. Otras formas en como nos han atacado es en estas: en el arrebato de nuestra propia identidad a través de las formas que transformaron las relaciones entre las personas, como formas de utilización o utilitarismo. También con los ideales de belleza que nos han sido impuestos, y la expropiación de nuestra salud y nuestro trabajo que no nos permite tener la convivencia que es la base de la comunidad. En Guerrero se está viviendo la ocupación del territorio por grupos del narcotráfico y hay una normalización de los desplazamientos. De esa parte de donde es mi familia, hay una tradición de emigrar a EU y los niños, terminando la primaria se iban a EU para trabajar como jornaleros. Pero desde hace veinte años se ofreció otro tipo de trabajo, las haciendas se empezaron a privatizar poco a poco, fueron apropiándose de la sierra y empezaron a cultivar la amapola, y los niños empezaron a desaparecer, se iban a esas haciendas donde no podía entrar nadie. Con el tiempo a quien no quería o no podía se le fue obligando por medio de la amenaza y el secuestro y la mayoría se está desplazando porque empezaron a secuestrar a las mujeres o a violar a las niñas y luego las regresaron, y la gente empezó a irse, y el pueblo ha quedado solo. Hay una ingeniería del conflicto donde a propósito se provocan enfrentamientos. Hay conflicto donde hace falta controlar. Son ingenierías hechas específicamente para enfrentar, y todo el territorio está tomado por la violencia. Lograron instaurar la violencia como moneda de cambio. Así como metieron droga en los barrios.

También en las parcelas metieron todos los paquetes tecnológicos y la revolución verde

Han robado muchos espacios dicen que construidos para el bien común, espacios públicos, parques públicos que generan una ruptura en los barrios con su tradición y provocan expropiaciones. Pero además no podemos habitar los espacios públicos porque las mujeres nos exponemos a violaciones y a maltratos, ¡cuando en los barrios ni podemos decidir qué productos comprar porque los grupos armados deciden!, y en ese control del territorio, hay un ataque directo. En el campo, cuando pasan los grupos armados generando muertos para apropiarse de las tierras productivas, y hay violaciones en el campo cuando pasan los grupos armados generando muertes para levantar las tierras colectivas. Nos roban el pescado. Con el pretexto de proteger el ecosistema, durante las vedas de pesca en Biolagartos, San Felipe, El Cuyo, en Yucatan, se permite que los pescadores furtivos, armados, aprovechen para llevárselo, ya están acabando con el pepino de mar. Ha habido muchas muertes y ellos sólo pagan la mordida y salen libres. Hay una usurpación del lenguaje hasta en las campañas electorales: construimos el pensamiento colectivo, decía un eslogan. Figuras legales nuevas como áreas privadas de conservación, pagos por servicios ambientales, bonos verdes, triquiñuelas que van cubriendo los territorios para debilitar las defensas. Usurpación en el sentido de que todo tiene que ser productivo.

La invasión sigue, el acaparamiento de tierras sigue. La agricultura por contrato, las reformas energéticas, la servidumbre unos años y después quedan totalmente devastadas las tierras. Hay diferentes modos. Están los ataques directos al territorio, el bosque, las vedas, la violencia, podemos señalar quién es sujeto que ataca, pero luego hay unas nuevas maneras más invisibles, que no sabes muy bien por dónde llegaron, no puedes identificar al sujeto, los transgénicos por ejemplo, denunciamos los transgénicos, decimos que los produce Monsanto pero toda la maquinaria jurídica hace que esto se borre y entonces ya no sabes si es la secretaría de agricultura, o el empresario, o el agricultor, y no sabes quién hace el ataque y es más difícil hacer la defensa. ¿Cuáles son las herramientas que utilizan para el despojo? El ordenamiento territorial, pero ese ordenamiento no tiene nada que ver con la vida cotidiana, con el humano, y han ido dándole otro sentido a las palabras, hablan del bien común, y tienes que pelear que es el desarrollo, el bien común, porque con esos pretextos nos despojan. Ahora lo que tenemos que hacer es rebuscar lo que quieren decir; si es el bien común para los empresarios, para los que están haciendo negocios. ¿Certeza jurídica para quién? Para los que invierten, no para los dueños de la tierra. En términos de salud lo mismo, y en ese sentido, en como son ambiguos, utilizan todo para garantizar los derechos humanos.

Para garantizar el derecho al agua hay que privatizarla, usan los argumentos del colectivo para su satisfacción personal, privada, para sus negocios. Y entre esas herramientas están los programas del gobierno, que también utilizan para hacer sus negocios propios. Hay ataques que no se ven como ataques, si las pandillas se pelean entre ellas, parece ser que es porque son violentos, pero todo eso está programado. Hay una ingeniería del conflicto donde a propósito se provocan enfrentamientos. Hay conflicto donde hace falta controlar. Son ingenierías hechas específicamente para enfrentar, y todo el territorio está tomado por la violencia. Lograron instaurar la violencia como moneda de cambio. Así como metieron droga en los barrios. También en las parcelas metieron todos los paquetes tecnológicos y la revolución verde Yo sí quiero hacer el empate: la drogadicción de la tierra y la de los muchachos fue al unísono. La revolución verde empezó en México. Somos maquiladores de transgénicos. Pero, como nos habíamos reunido para compartir estrategias y combatir el desánimo, para caminar hacia el territorio del sí, una portavoz de las abejas (los animales enseñaron el camino) nos dijo: Intento velar el desplazamiento, las alternativas al pesimismo. Recopilar ejercicios de asamblea, encontrar comunidades de aprendizaje. Afinar cómo me explico yo y a los otros lo que hago.

Tengo que narrar los efectos de la deshabilitación en mi cuerpo, en mi tierra, en mi familia. Antes se me llenaba la boca de hablar de educación popular, pero luego se me hace pequeñita la boca cuando doy con la fragmentación, la especialización. Y, a ver, se me sigue llenando la boca después hablando del morral pedagógico para abejas sin aguijón. No voy a hacerme la presumidita de complejidad, nada más intento entenderme para exponerme. Recuperar la memoria de las abejas.

Entender a través de ellas la actividad extractivista es una nueva manera de entender la narrativa: facilitar que se empalabren las estrategias comunitarias de conservación. Así de peligroso porque podemos no saber descolocarnos de los expertos, descomercializar a las abejas, mostrar el recorrido de una taza de café desde el origen pudiendo ver a las abejas en el trayecto.

Fuente: LADO B


Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos, Extractivismo, Tierra, territorio y bienes comunes

Comentarios