¿REDD+: se puede arreglar? Boletín Nº 169 del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales

Por WRM
Idioma Español

"Analizamos, en este boletín, algunos ‘pecados’ de REDD+, centrando nuestra atención en los riesgos que representa para los pueblos de los bosques, principalmente los relacionados con sus derechos territoriales y el uso tradicional del bosque para su sustento."

NUESTRA OPINIÓN

- REDD+: se puede ‘arreglar’?

En los últimos 5 a 6 años, el tema forestal ha ganado nuevamente destaque en el ámbito internacional. Pero lo hizo de una forma muy particular: a través del debate sobre cómo conservar al máximo el carbono presente en los bosques. La reducción de las emisiones de carbono que resultan de la deforestación y degradación forestal ha sido objeto de la elaboración de políticas en las conferencias mundiales del clima, con énfasis en una palabra rara y de difícil comprensión para muchos: REDD o, más recientemente, REDD+.

Si bien la intención de combatir y reducir la deforestación es muy loable, plantearla a partir de un interés principal en el carbono y los mecanismos REDD+ implica de antemano no priorizar a las comunidades que viven de los bosques ni a sus problemas. Tampoco considera el papel crucial de los bosques en la conservación de la mayor parte de la biodiversidad y de los recursos hídricos del planeta. REDD+ es una visión reducida del problema de la deforestación, que atiende a intereses de grandes contaminadores de los países industrializados en la medida que los exime de cambiar sus sistemas contaminantes. Y aún más, REDD+ ha causado más problemas a los pueblos de los bosques.

Analizamos, en este boletín, algunos ‘pecados’ de REDD+, centrando nuestra atención en los riesgos que representa para los pueblos de los bosques, principalmente los relacionados con sus derechos territoriales y el uso tradicional del bosque para su sustento. En este sentido, queremos ver más de cerca dos experiencias de proyectos REDD, uno más antiguo en Brasil y otro más reciente en la República Democrática del Congo. Nos interesa, sobretodo, conocer la visión y la experiencia de las comunidades directamente impactadas. Observamos que enfrentan varios problemas graves.

A partir de más de cinco años de debates a nivel internacional que involucraron a gobiernos, ONGs, investigadores, corporaciones, consultores, bancos, etc. y de la lectura de los relatos sobre los proyectos piloto REDD – que pretenden ser experiencias ejemplares a seguir – nos surge una pregunta: ¿se pueden ‘arreglar’ los problemas del mecanismo REDD+, en el que siguen gastándose enormes cantidades de recursos en reuniones, consultas, conferencias y proyectos?

Creemos que el momento actual muestra más que nunca que es necesario tomar otros caminos más allá de REDD+. En primer lugar, es imprescindible actualizar y analizar las causas directas e indirectas de la deforestación tanto en el ámbito de cada país como en el ámbito internacional. Esto se ha hecho escasa e insuficientemente en los últimos años y sin la participación indispensable de los pueblos que viven en los bosques y de las organizaciones que trabajan directamente con ellos en la temática de la deforestación.

En segundo lugar, es necesario reconocer la contribución que han hecho los pueblos que habitan el bosque para su conservación, algo que los que promueven los proyectos REDD+ no hacen, simplemente porque la presencia de comunidades en los bosques para ellos representa un ‘problema’. Es así porque, según los promotores de proyectos, el uso comunitario del bosque compromete negativamente los cálculos de las cantidades de carbono que los especialistas en el tema afirman que podrían ser conservados en una determinada área de bosque de un proyecto REDD. Observamos en la práctica una política más o menos explícita de exclusión de las comunidades de los bosques que solían usar.

La tendencia probable de que REDD+ se transforme únicamente en mecanismo de mercado contribuye inclusive a que los contaminadores puedan seguir contaminando, compensados por el carbono supuestamente almacenado en los bosques preservados, y a que aumente la contaminación industrial. Se posterga así la aplicación de medidas estructurales para resolver la crisis climática, que está relacionada con modelos de producción y consumo absolutamente indeseables que benefician a una minoría de la población mundial y acaban destruyendo los bosques mucho más que lo que cualquier proyecto de mecanismo REDD+ sería capaz de conservar.

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ATRAPADOS EN LA "REDD"

- Los “pecados” del enfoque REDD+

El mundo está atrapado en una grave crisis climática, como resultado del drástico aumento en la atmósfera de gases de origen antrópico (es decir, causados por los seres humanos) que han provocado un peligroso incremento de la temperatura mundial, lo que se denomina calentamiento global. Sin embargo, si bien se trata de un proceso global, sus causas no han sido tan “globales”. Ni todos los seres humanos tienen la culpa por este estado de cosas ni los que históricamente más han contribuido al problema – países industrializados del norte – asumen su responsabilidad.

Muchos (incluso nosotros) afirman categóricamente que la causa subyacente del problema reside en el actual sistema consumista que los países industrializados del norte han “exportado” al mundo entero, donde la producción, el comercio y el consumo devoran enormes cantidades de combustibles fósiles.

La llamada comunidad internacional (organizada en las Naciones Unidas) ha reconocido la crisis, ha invertido un montón de dinero en prolongadas reuniones internacionales y ha propuesto una mezcla de medidas basadas en el mercado y compromisos mediocres e insuficientes para lidiar con el cambio climático. Al no apuntar a la raíz del problema, dichas medidas han permitido a los países contaminadores evadir esos compromisos de reducción. El resultado es que las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando.

En los últimos tiempos, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se ha centrado en la deforestación y la degradación de los bosques como fuentes de emisión de carbono. Sin embargo, recordando lo que dijimos hace un tiempo, la deforestación no sólo es menos responsable del cambio climático que la quema de combustibles fósiles, sino que también está relacionada con el cambio climático de otra manera muy diferente. La premisa de que el carbono liberado a partir de la deforestación es el mismo que el carbono resultante de la quema de combustibles fósiles es falsa, ya que el cambio climático se origina básicamente en el constante aumento del stock total de carbono atmosférico debido a la quema de combustibles fósiles. Es ese carbono, almacenado en el subsuelo durante millones de añ ;os bajo la forma de carbón, petróleo y gas el que genera el problema. Dicho carbono - que no forma parte del ciclo natural del carbono emitido y absorbido permanentemente por los vegetales - comenzó a acumularse en la atmósfera y dio lugar al calentamiento global, que a su vez desencadena el cambio climático. Pretender que las emisiones de carbono de los combustibles fósiles se puedan “compensar” por el simple expediente de evitar emisiones resultantes de la deforestación es un argumento falso, dilatorio y letal (1). Obviamente, esto no significa que la deforestación no sea un problema, pero es necesario insistir en que REDD sólo se ocupa de una fuente secundaria de carbono, sin atacar el complejo conjunto de causas directas y, sobre todo, subyacentes, de la deforestación.

En 2005, durante la COP 11 de la CMNUCC, las llamadas estrategias REDD (que significa reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques) entraron en escena. Más tarde, en 2008, la COP 13 añadió los conceptos de “conservación, manejo sostenible y aumento de las reservas de carbono de los bosques”, dando lugar al sistema REDD+. Ya han llovido incentivos financieros sobre varios proyectos que, supuestamente, permitirían conservar los bosques de los países tropicales o subtropicales del sur, en aras del carbono.

Los programas REDD+ implican estrategias complejas de medición, notificación y verificación (MRV por su sigla en inglés), para cuya preparación los gobiernos nacionales están siendo asistidos por organizaciones de la ONU – la FAO, el PNUMA y el PNUD a través del programa UN-REDD – mientras que el Banco Mundial se ha ocupado de proveer incentivos económicos a través de su Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF, en inglés).

Mientras que el hecho de centrarse en la deforestación que ocurre en los países del sur disminuye la presión a los países industrializados del norte para que reduzcan sus propias emisiones, las instituciones que rigen REDD+ se han encargado de concebir y definir, validar o descartar las decisiones relativas a la tenencia de la tierra, la distribución de los beneficios y el manejo de los bosques en los países del sur. Además, un conjunto de principios y criterios determinará cómo medir las reservas de carbono, así como quién participará en el proceso y hasta qué punto. Como señala un informe sobre REDD+ de Thompson, Baruah y Carr (2), semejante control sobre la participación y la validación de ciertas prácticas, datos y análisis relativos a la lucha contra el cambio climático afecta no sólo a las comunidades local es sino también a los Estados, que deben ceñirse a marcos que socavan su soberanía pues establecen qué se debe medir y cómo hacerlo.

Por otro lado, los proyectos REDD+ tienden a reforzar el papel del Estado, incluso en los numerosos casos en que éste no reconoce debidamente los derechos sobre la tierra de los pueblos que habitan en el bosque o se relacionan con él, a pesar de que éstos han sido sus verdaderos guardianes. Los datos satelitales usados por el Woods Hole Research Center y el Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia han mostrado que, en las fronteras de las regiones de la Amazonía sometidas a una fuerte deforestación, la tala cesó luego de que se reconocieran los derechos indígenas. A pesar de eso, REDD+ otorga incentivos económicos a los gobiernos para que no se toquen los bosques, lo cual acarreará la expulsión y marginación de sus habitantes. Además, la restricción de los usos tradicionales de las tierras boscosas afectará, inevitablemente, los medios de subsis tencia y, por consiguiente, la seguridad y soberanía alimentarias de las comunidades locales, así como las estructuras históricas y estilos de vida que nutren su identidad. Mientras tanto se pasa por alto la deforestación que causan las empresas petroleras, las compañías de plantación y otras industrias deforestadoras.

Los pueblos indígenas se enfrentan también al problema de la falta de información. El informe mencionado de Thompson et al. dice que muchas críticas de las actividades REDD+ en diversas partes del mundo aluden a la escasa información que reciben los pueblos indígenas, con lo cual los grupos ya vulnerables se ven aún más marginados.

Las quejas se refieren no sólo a la falta de información. En enero de 2010, un líder nativo de los pueblos Kamula Doso de Papúa Nueva Guinea, Abilie Wape, denunció que lo habían obligado a punta de pistola a renunciar a los derechos sobre el carbono del bosque de su tribu: “Vinieron y me llevaron por la noche, un policía vino con un arma. Me amenazaron y me obligaron a entrar a un vehículo. Luego fuimos a un hotel. Me dijeron: ‘Firma. Si no firmas, traigo a un policía para que te encierre’ ". (3)

El marco REDD+ puede influir también sobre una cuestión clave como lo es la tenencia de la tierra, que está relacionada no sólo con las comunidades locales sino también con la deforestación. Un estudio del IIED sobre la tenencia de la tierra en el sistema REDD (4) explica que “una tenencia poco clara o insegura puede promover la deforestación. Los usuarios de un recurso se ven poco incentivados a proteger dicho recurso si sienten que no ganan nada con hacerlo... Además, la tenencia puede influir en la distribución de los riesgos, costos y beneficios asociados a la conservación del bosque. Si la tenencia es más segura, la gente del lugar tendrá más peso en las negociaciones con el gobierno y el sector privado”.

El informe, que ha estudiado los sistemas de tenencia de siete países con bosques tropicales y algunos problemas que presentan para el sistema REDD, explica que “dado que los planes REDD estarán probablemente reglamentados por las leyes nacionales y no por el derecho consuetudinario, es importante saber hasta qué punto la legislación nacional reconocerá y protegerá los sistemas de tenencia tradicionales”. Y concluye: “Será difícil determinar quién recibirá apoyo económico en los planes REDD, es decir quién recibirá pagos, dado que en muchas de las tierras en peligro de deforestación la tenencia no está clara. La experiencia nos dice que, cuando aumenta el valor de los bosques o de las tierras boscosas, quienes captan dicho valor suelen ser los actores más poderosos, en detrimento de quienes dependen de los bosques, que son más pobres y menos poderosos. Si REDD incrementa el valor de los bosques, también puede incrementar los conflictos, pues quienes obtengan el control serán quienes más ganen. Entre los mayores peligros que acarrea la incertidumbre en materia de tenencia figuran la violación de los derechos consuetudinarios, a favor de la inversión extranjera, la firma de contratos abusivos de larga duración, en contra de los intereses comunitarios, y la especulación en bienes raíces a expensas de las comunidades”.

Como declaró Tom Goldtooth, de la Red Ambiental Indígena, “El debate debe centrarse en los derechos de propiedad, los derechos territoriales consuetudinarios y la tenencia de la tierra, y sobre la manera de definirlos en las discusiones sobre REDD. Sobre estos puntos, la inserción de enunciados que reconozcan explícitamente los derechos de los pueblos indígenas es muy importante, porque no basta con hablar de plena participación. ¿Cómo puede uno participar plenamente si no tiene derechos?” (5).

Si REDD+ se basa en el mercado – lo cual es el resultado más probable de todo el proceso, incluso para las propuestas de un enfoque REDD+ basado en fondos – los intereses empresariales saldrán aún más fortalecidos, dado que están mejor equipados que las comunidades locales, en dinero y en pericia, para presentar proyectos y llenar requisitos complejos. De este modo, las empresas comerciales entran en escena como partes interesadas, al mismo nivel que las comunidades que siempre han protegido el bosque a la vez que lo han utilizado para cubrir sus necesidades.

Para las mujeres, el impacto de los mecanismos de mercado es doble. En general, ellas ocupan una posición marginal en las economías monetarias, dado que su función en el seno de la familia – criando a los niños, cocinando, trayendo agua, cuidando de los ancianos, etc. – y en el bosque es económicamente invisible. Además, raras veces participan en las transaccciones. Quienes se encuentran en una posición de negociación más débil son quienes tienen más posibilidades de salir perdiendo.

Un grave pecado del enfoque REDD+ como supuesta solución al problema de la deforestación es que no se ocupa de las causas subyacentes de la deforestación y la degradación de los bosques, de lo que termina acusando a las comunidades que los habitan. Otro grave pecado es que REDD+ ha abierto las puertas al monocultivo de árboles.

El Protocolo de Kyoto se ciñe a la definición de bosque que da la FAO, en la que se incluye toda área donde existe cierta cantidad de árboles. Así, incluso las plantaciones industriales de árboles exóticos genéticamente modificados son consideradas como un tipo de bosque, el “bosque plantado”. Es probable que las actividades REDD+ adopten dicha definición, tanto más cuanto que el enfoque REDD+ refuerza la visión reduccionista de los bosques, según la cual son sólo “depósitos de carbono”.

Hemos mencionado algunos pecados capitales de REDD+; sin embargo, el peor de todos es que no hace nada con respecto al problema urgente que debería resolver: el cambio climático. En momentos en que se requiere con urgencia una acción concertada a gran escala en numerosos países – sobre todo en los que producen más emisiones – REDD+ aparece como una falsa solución, que distrae la atención de la medida realmente necesaria: reducir las emisiones de carbono en su origen.

Raquel Núñez Mutter, WRM, yu.gro.mrw@unleuqar

(1) “De cambio climático a catástrofe climática: una delgada línea petrolera”, Boletín Nº 160 del WRM, noviembre de 2010, ver aquí.
(2) “Seeing REDD+ as a Project of environmental governance”, Mary C. Thompson, Manali Baruah, Edward R. Carr, 2010, págs. 100-110, ELSEVIER, ver aquí.
(3) “Carbon Markets Violate Indigenous Peoples' Rights and Threaten Cultural Survival”, comunicado de prensa, 01/13/10, Indigenous Environmental Network, ver aquí.
(4) “Tenure in REDD – Start-point or afterthought?” Cotula, L. y Mayers, J., 2009, Natural Resource Issues Nº 15, International Institute for Environment and Development, Londres, Reino Unido, ver aquí.
(5) “The REDD train is going pretty fast and it’s left us at the station”: Interview with Tom B.K. Goldtooth”, por Chris Lang, ver aquí

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- Un proyecto piloto REDD de Conservación Internacional en la República Democrática del Congo (RDC) – una producción bien diferente de Walt Disney

En la República Democrática del Congo (RDC), Conservación Internacional (CI) promueve un proyecto piloto REDD (Reducción de Emisiones Derivadas de la Deforestación y la Degradación de los Bosques), financiado por la empresa de entretenimientos Walt Disney. El proyecto se desarrolla en las reservas naturales de Tayna y Kisimba-Ikobo. Se trata de uno de los primeros proyectos en la región.

A pesar de las presentaciones positivas del proyecto, disponibles en Internet, poco se sabe sobre lo que ocurre de hecho en el lugar, principalmente con las comunidades directamente impactadas por el proyecto. En África en general y en la RDC en especial, las comunidades que viven y dependen de los bosques para su supervivencia llevan adelante una ardua lucha para que se les reconozcan sus derechos sobre sus tierras y el uso de los bosques.

Por ello el WRM decidió realizar un estudio de caso (1) para conocer los impactos del proyecto anteriormente citado de CI/Walt Disney, buscando oír y dar voz a representantes de las comunidades locales y de otras organizaciones involucradas, con el fin de contribuir al debate sobre REDD en el ámbito local y nacional en la RDC, así como internacionalmente.

La importancia de los bosques en el Congo y los derechos de las comunidades

La RDC posee la mayor área de bosques de África, con diferentes tipos de bosques y una biodiversidad extremadamente rica. Entre 35 y 40 millones de personas dependen de ellos para su subsistencia en términos de alimentación, salud, vivienda y energía. Para muchas comunidades, los bosques poseen significados espirituales, culturales y sociales.

La lucha de las comunidades para garantizar sus derechos legales sobre las tierras donde viven y los bosques que usan es muy difícil. La Constitución del país garantiza un cierto reconocimiento de esos derechos, a pesar de que todas las tierras en principio pertenezcan al estado congoleño. El Artículo 22 del Código Forestal permite a las comunidades obtener un título de concesión, basado en su derecho consuetudinario sobre las tierras que ocupan y usan, pero las modalidades de cómo ejercer ese derecho todavía continúan en discusión. Mientras tanto, en la práctica, se está violando el derecho de las comunidades a ocupar sus tierras tradicionales y hacer un uso tradicional de los bosques e innumerables comunidades ven que sus tierras se transforman, por ejemplo, en parques nacionales. A pesar de que la ley obliga al Estado a consultar a las comunidades s obre la creación de esas áreas, eso no impide la creación de las mismas y generalmente ocurre mediante la expulsión de las comunidades. Actualmente hay más de 26 millones de hectáreas, llamadas ‘clasificadas’; por ejemplo, parques nacionales donde los derechos de uso de las comunidades son extremadamente limitados o están prohibidos.

Además de ello, durante más de una década, la RDC ha vivido un conflicto armado que involucra a países vecinos, alimentado por la competencia por el control sobre los recursos naturales, principalmente minerales, de gran interés para empresas transnacionales, lo que ha causado un enorme sufrimiento para la población, principalmente en la región Este del país. Grupos armados continúan activos en esa región, incluso en el área de la reserva Kisimba-Ikobo, manteniendo un clima de inseguridad en el lugar donde se desarrolla el proyecto REDD de CI/Walt Disney.

El proceso REDD en la RDC

La RDC ha sido el primer país de la Cuenca del Congo en beneficiarse de financiamientos para REDD a través del FCPF (2) (USD 200 mil) del Banco Mundial y la UN-REDD (3) (USD 3,4 millones) de las Naciones Unidas, con el objetivo de implantar el mecanismo REDD en el país después del año 2012. Otro financiamiento, todavía no operativo, para proyectos piloto, vendría de Noruega y del Reino Unido. En general, los diversos actores involucrados en la promoción de REDD dan mucha importancia a los proyectos piloto, incluido el de CI/Walt Disney.

Llama la atención cómo los pueblos del bosque en la RDC en este proceso oficial acaban siendo señalados varias veces como principales responsables de la deforestación debido a su práctica de agricultura itinerante. Eso ocurre, por ejemplo, en un informe de autoría de la empresa norteamericana de consultoría McKinsey, divulgado en el año 2009, sobre el potencial de REDD+ en la RDC. El mismo informe disimula la responsabilidad de las empresas madereras. Además de ello, el informe de McKinsey propone programas de forestación y reforestación con agricultura en gran escala, por ejemplo, plantaciones de palma aceitera, en 7 millones de hectáreas de tierras supuestamente ‘marginales’ y en otros 4 millones de hectáreas de bosques supuestamente degradados, a pesar de los grandes impactos que la expansión de la palma está causando en Áfri ca sobre el medio ambiente y las comunidades locales (4) y de los impactos negativos también constatados en Asia y en América Latina.(5)

El proyecto piloto REDD de CI/Walt Disney

El proyecto piloto en cuestión es resultado de un acuerdo firmado entre Walt Disney y CI por un monto de USD 7 millones. Según la información de marketing divulgada en Internet, ese monto se destina a “proteger bosques en el Perú y en la RDC”. Con la protección y gestión sustentable de más de 500 mil hectáreas de bosques tropicales, se evitaría la emisión de 900 mil toneladas de CO2.

En el caso de la RDC, el proyecto apunta a proteger dos reservas llamadas ‘comunitarias’ en la provincia de Kivu del Norte, Tayna y Kisimba-Ikobo, y mejorar los servicios sociales en apoyo al desarrollo local y a la reducción de la pobreza de las comunidades. Walt Disney estaría poniendo a disposición USD 4 millones para el proyecto en la RDC, recordando que se trata de una empresa que tuvo un resultado financiero neto en 2010 de USD 7.590 millones. La empresa ha divulgado que el apoyo forma parte de su política ambiental de reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero.

En la RDC, el proyecto es administrado en asociación con el Fondo Internacional de Gorilas Diana Fossey (DFGFI), la UGADEC, una unión de asociaciones de conservación de gorilas y en apoyo al desarrollo comunitario en esa región, valorizando el concepto de ‘reserva comunitaria’. También USAID (6) es socia a través del programa CARPE (7).

¿Qué es una ‘reserva comunitaria’ en este contexto?

La concepción de “reserva comunitaria” consiste en una área ocupada y manejada por comunidades locales, dividida en tres zonas: una zona integral, donde cualquier actividad humana está prohibida; una zona de amortiguación, donde se permiten actividades humanas, pero están controladas; y una zona de desarrollo donde se prevén la producción permanente y mejoras en la infraestructura.

La llamada ‘reserva comunitaria’ Tayna, de 90 mil hectáreas, fue creada inicialmente en 1998 por algunos defensores de la idea de este tipo de ‘reserva’, y con la participación de dos jefes tradicionales. La Reserva es considerada la primera iniciativa de ese tipo en la RDC e incluso en el África Central. En 2006, la ‘reserva comunitaria’ fue reconocida por el Estado y transformada en una reserva natural, llamada Reserva Natural de Tayna (RNT) por acto del Ministerio de Medio Ambiente y Conservación de la Naturaleza. Ese acto definió el área como propiedad del Estado, aunque transfirió la gestión de la reserva del órgano estatal competente (ICCN) a una organización ‘comunitaria’ llamada RGT (Reserva de Gorilas de Tayna). Inmediatamente, las comunidades vecinas se beneficiaron con algunos proyectos tales como la implantación de energía en algunas comunidades a partir de una pequeña usina hidroeléctrica, la instalación de una universidad de conservación de la naturaleza, mejoras en la infraestructura de salud y educación, entre otros.

La segunda reserva comunitaria que forma parte del proyecto REDD es la Reserva de Primates de Kisimbo-Ikobo (RPKI), con 137 mil hectáreas. Fue creada en un intento de expandir el modelo aplicado en Tayna, ubicado más al norte en la misma provincia. La RPKI, de la misma forma que la reserva de Tayna, fue ratificada como reserva natural por un acto ministerial en 2006. Para la gestión de la reserva se creó la RECOPRIBA (9).

Las dos reservas forman parte de una estrategia nacional de conservación, que busca crear un corredor que uniría los parques nacionales de Kahusi Biega (PNKB) y Maiko.

En el caso de la RPKI, una parte significativa de los líderes tradicionales y miembros de comunidades, hombres y mujeres, se resisten, desde 2003, a su creación, lo que ya resultó en una vasta bibliografía de cartas de protesta a las autoridades y respuestas de las mismas. En determinado momento, el Ministerio de Justicia llegó incluso a suspender la RECOPRIBA, pero eso no impidió la creación de la reserva natural de Kisimba-Ikobo en el año 2006 por el Ministerio de Medio Ambiente y Conservación de la Naturaleza. Esta creación parece que solamente ha agravado los conflictos, porque restringió mucho el derecho de uso del bosque por la comunidad y es por eso impugnada por ella y vista como un verdadero ataque a su modo de vida.

La lucha de parte de las comunidades de Kisimba-Ikobo es ahora para revocar la creación de la reserva natural y defender el manejo forestal comunitario a partir del control de las comunidades sobre el territorio, en base a los derechos constitucionalmente garantizados. El acto de creación de la reserva natural debería ser anulado por el simple hecho de que solamente dos jefes locales lo firmaron, supuestamente representando a todas las comunidades. Sin embargo, no tenían autorización específica para ello.

Impactos del proyecto REDD sobre las comunidades

Aunque la firma del acuerdo a los fines del proyecto entre Walt Disney y CI haya ocurrido en 2009, todavía es difícil para la población pronunciarse sobre sus impactos, ya que, según UGADEC, el documento que describe ‘técnicamente’ al proyecto REDD (Project Design Document – PDD –documento de diseño del proyecto-), en términos de emisiones evitadas de carbono, recién está siendo elaborado y, con ello, los primeros pagos del proyecto se esperan recién en 2012. También se está haciendo un relevamiento socioeconómico para definir las acciones para beneficiar a las comunidades.

Se percibió que desde que el proyecto REDD comenzó a ser divulgado, sus promotores se dedicaron a diversas actividades pero dando prioridad a "sensibilizar" a la comunidad acerca de la importancia de preservar el bosque por el carbono en él contenido, como se hiciera antes con la importancia de preservar los gorilas. Según los promotores del proyecto, un acto firmado por líderes comunitarios sería la prueba concreta del consentimiento libre y previo por parte de las comunidades.

Pero pudimos constatar que el consentimiento con respecto a la implantación del proyecto REDD en la reserva de Kisimba-Ikobo es, en el mejor de los casos, parcial. Y asimismo, el proceso vino solamente a profundizar un conflicto en el cual está en juego el derecho territorial y el derecho de uso del bosque. Parte de la comunidad se opone al proyecto REDD, ya que solamente fortalece la creación de una reserva “comunitaria” que, en verdad, quitó a esas comunidades el derecho sobre sus tierras ancestrales y los bosques. En una carta reciente de las comunidades descontentas de esa Reserva, dirigida al gobernador de la provincia, éstas se oponen al proyecto REDD porque no respeta sus derechos a la tierra y no les ofreció la posibilidad de presentar sus reivindicaciones.

Siendo así, la parte significativa de la población de Kisimba e Ikobo que impugna la creación de la reserva y hoy el proyecto REDD, tiende a quedar todavía más marginada. Los responsables del proyecto REDD parecen ignorar el hecho de que esa parte de la población no prestó el consentimiento al proyecto REDD y no está tomando iniciativas para resolver el conflicto. Por lo contrario, los responsables de UGADEC informaron que iniciarían en breve la delimitación física y ‘participativa’ de la reserva de Kisimba e Ikobo.

Incluso entre aquellos que no impugnan el proyecto REDD, no existe mucha claridad con respecto al mismo, principalmente sobre los deberes de la población en el área del proyecto. Sin embargo, hay grandes expectativas, conforme uno de los testimonios locales oídos:

“Fuimos informados sobre el proyecto REDD y se nos dijo que vamos a tener abundantes beneficios. Se nos dijo que no atacáramos más el bosque sino que lo protegiéramos, de la misma forma en que protegemos a los gorilas....se nos dijo que los árboles producen carbono y que eso es importante para el aire. Todo el mundo va a quedar bien y la vida va a cambiar. Nos dijeron que el proyecto es de 20 años y ya hace tres años que comenzó y todavía no hemos visto nada. Entonces vemos que los beneficios demoran en llegar y que la población comienza a desanimarse. Continuamos esperando porque nos llenaron de esperanza”.

Por lo tanto, se percibe una falta muy grande de informaciones relevantes sobre el proyecto. La mayor fuente de información parece ser Internet, en una zona con poco o ningún acceso. Además de ello, los actores locales no tienen conocimiento del contrato firmado entre CI y Walt Disney, mucho menos del presupuesto del proyecto, ni siquiera los líderes locales involucrados en la creación de las reservas. Por lo tanto, no saben evaluar las implicancias del proyecto para la comunidad. Alguien afirmó que “CI y DFGFI han guardado mucho la información”.

Además de ello, no hay claridad, principalmente entre los líderes comunitarios entrevistados, sobre la división de tareas entre CI, DFGFI, UGADEC, RGT y RPKI. Lo que varias personas saben decir es que CI es responsable de las finanzas del proyecto, mientras corresponde a DFGFI la parte técnica y administrativa. Un líder local afirmó que: “Es nuestro bosque y son otras personas las que administran nuestro lugar”.

Se percibe también que para la mayoría de las personas oídas, directamente involucradas en la implantación del proyecto, un proyecto REDD es sinónimo de comercialización de créditos de carbono, por lo que afirman que es necesario calcular la cantidad de carbono disponible en el bosque y la cantidad que pueda ser comercializada. Pero lo que llama la atención es que nadie parece preocuparse acerca de quién tendría el derecho sobre el carbono calculado, que sería “comprado” por Walt Disney, lo cual tendría implicancias también para la partición de los recursos pagados por la empresa por esos créditos. Sin definición, ese punto queda sujeto a posibles nuevos conflictos en el futuro.

Finalmente se percibió que si los hombres ya tienen poca información sobre REDD, las mujeres tienen mucho menos. En una conversación con miembros de una asociación de mujeres en el entorno de la reserva de Tayna, una de ellas dijo que “nosotras nunca oímos hablar de REDD”. Eso llama la atención, considerando el papel fundamental de las mujeres en la conservación de los bosques.

Consideraciones finales

Este proyecto piloto REDD llegó a la región Este de la RDC creando muchas expectativas entre los diversos actores involucrados, principalmente entre las comunidades locales. Sin embargo, hasta el momento, el proyecto contribuyó más a fortalecer y beneficiar la presencia e imagen de CI y Walt Disney, como protectoras de bosques, llamados comunitarios.

Mientras tanto, ocurre un conflicto grave sobre el derecho a la tierra y al bosque, que involucra a una parte significativa de la comunidad de Kisimba e Ikobo. Ese conflicto merece una solución urgente por parte de las autoridades.

En verdad, la experiencia demuestra que en la lógica de REDD, las comunidades se transforman en un ‘obstáculo’, incluso identificadas como causantes de deforestación en los informes elaborados dentro del proceso oficial de REDD en la RDC. En este sentido, la lucha de la parte significativa de las comunidades de Kisimba e Ikobo por otra forma de manejo forestal, basado en el respeto por sus derechos territoriales y por su uso de los bosques, parece ser más difícil y distante. Lo que es urgente para ellos son avances legales y prácticas para poder implantar su propuesta de manejo forestal comunitaria, algo que tiene el apoyo y es parte esencial del trabajo de varias ONGs locales de la región, como por ejemplo, Reseau CREF, a partir de la convicción de que esta propuesta es importante para el futuro de las comunidades y de la conservación de los bosques en la RDC.

Finalmente, la supervivencia del bosque y de las comunidades que dependen de él en la RDC no puede volverse rehén de la comercialización del carbono dentro de la lógica de REDD. Es inaceptable que el sufrimiento de comunidades locales en un contexto de años de guerra y violencia aumente todavía más en función del interés de una empresa norteamericana de continuar contaminando, produciendo así, con relativamente pocos recursos, una imagen de protectora del bosque.

(1) Este artículo se basa en este estudio de caso, promovido por el WRM en mayo de 2011, sobre el proyecto piloto REDD de Walt Disney/CI en la RDC. El informe general de este estudio es de autoría de Belmond Tchoumba y será publicado por el WRM en setiembre de 2011.
(2) Forest Carbon Partnership Facility –Organismo para facilitar asociaciones de carbono
(3) Es el programa REDD de las Naciones Unidas que pretende contribuir con los países para preparar su estrategia REDD+
(4) Ver WRM Oil Palm in Africa: past, present and future scenarios.
(5) Ver WRM
(6) Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos
(7) Programa Regional de Medio Ambiente para África Central de USAID
(8) Instituto Congoleño de Conservación de la Naturaleza
(9) Reserva Comunitaria de Primates de Bakumbule

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- Un proyecto de reducción de deforestación en Paraná, Brasil, y la persecución a las comunidades

En 1999, unos años antes del lanzamiento del mecanismo REDD, ya había comenzado uno de los primeros proyectos de carbono en áreas forestales en el mundo. Se trata de un proyecto conjunto de la ONG brasileña SPVS (Sociedade de Pesquisa em Vida Selvagem e Educação Ambiental) y de la ONG norteamericana TNC (The Nature Conservancy). El proyecto se lleva a cabo en el litoral del estado de Paraná, en la región Sur de Brasil, más específicamente en las localidades de Antonina y Guaraqueçaba.

Con fondos de tres empresas norteamericanas, General Motors, American Electric Power y Chevron, la SPVS adquirió una superficie total de 18.600 hectáreas. A través de actividades de preservación y restauración de áreas degradadas, la organización afirma que ya removió 860.000 toneladas de carbono de la atmósfera (1). De acuerdo con la lógica de los proyectos REDD, los créditos provenientes del carbono serían aprovechados por las empresas norteamericanas que financian a SPVS para compensar parte de sus emisiones de contaminantes. Sin embargo, no se encuentran muchas informaciones, ni en la página web de la SPVS ni en la página web de las empresas norteamericanas, sobre los valores transferidos por esas empresas a la SPVS. Las comunidades locales visitadas tampoco tienen información al respecto, lo que demuestra falta de información y de transparencia.

La página web de la SPVS (2) divulga que, según el Servicio Forestal Brasileño, el proyecto está en la categoría de “acciones de REDD que han generado buenos resultados”. Sin embargo, el proyecto ha causado un impacto devastador sobre las comunidades locales residentes en los alrededores de las reservas de la SPVS.

Breve historial

Desde el proceso de colonización de la región, el litoral paranaense ha sido habitado por comunidades llamadas ‘caiçaras’ (3), comunidades indígenas y quilombolas. Las comunidades se dedican a la agricultura y a la extracción; conviven con el bosque donde producen sus alimentos de subsistencia, principalmente harina de mandioca, mediante el sistema de barbecho. De la Mata Atlántica extraen palmito para alimentarse, lianas para hacer artesanías y madera para construir casas, cercas y canoas para pescar. Practican la caza y la pesca para alimentar a sus familias.

Queda claro, por lo tanto, que esas comunidades dependen en gran medida del bosque con el que construyeron una convivencia armoniosa. Una prueba de ello es el hecho de que esa región es una de las más preservadas del bioma Mata Atlántica en Brasil, el más devastado del país.

Las comunidades nunca se preocuparon por registrar o cercar las tierras donde viven ya que solían considerar ese territorio como un área de uso común, de usufructo de todos y todas. Las tierras son, en su mayoría, devolutas y en ellas las familias siempre tuvieron sus pertenencias que pasaron de generación en generación. Trabajaban en el territorio, algunas veces de forma individual, por familia; y a veces colectivamente, en los cultivos itinerantes.

La llegada de los hacendados

Uno de los primeros grandes cambios que ocurrió en la región a partir de los años 1960 fue la llegada de madereras y, principalmente, de hacendados. Éstos comenzaron a registrar y a apropiarse de las tierras, en muchos casos mediante grilagem [escrituración y apropiación ilegal de tierras], una práctica común en las zonas rurales de Brasil. Como consecuencia, las familias de las comunidades fueron amenazadas y muchas de ellas expulsadas de sus tierras. Los hacendados usaban ‘jagunços’ e inclusive búfalos para invadir y apropiarse de las propiedades de los pequeños agricultores. Los hacendados de la región optaron por la cría de búfalo y no de ganado bovino por tratarse de un animal más rústico y, por lo tanto, más adecuado para convivir con el ambiente local en las zonas deforestadas, que generalmente s e inundan y son de difícil acceso y locomoción.

La llegada de la SPVS: las promesas

A fines de los años 1990, la SPVS llegó a la región y comenzó a comprar grandes superficies a los hacendados. También logró comprar algunas tierras a los posseiros , principalmente a aquellos que se sentían más presionados por la acción de la ONG. Según los habitantes locales, en un comienzo, la SPVS dio empleo a 47 personas de la comunidad, pagando algo más de un salario mínimo. Tres de las funcionarias eran mujeres con salarios aún más bajos que los de los hombres. La SPVS prometió que los empleos durarían cerca de 40 años, el mismo tiempo de existencia previsto para el proyecto. La mayoría de los funcionarios fue empleada como guardia forestal. Además de empleo, la SPVS prometió que mejoraría los ingresos y la vida de las familias.

Los impactos del proyecto sobre la comunidad

Sin embargo, la llegada de la SPVS fue un verdadero golpe para las comunidades. Fue con la compra de tierras por parte de la SPVS que las comunidades de la zona y del entorno comenzaron a perder el acceso al bosque, abundante en la región, y a los ríos; o sea, que comenzaron a perder su libertad, su autonomía, su derecho a ir y venir y el derecho a su modo de vida. Perdieron inclusive el derecho a cortar árboles nativos de sus propiedades, como fue el caso de un habitante que había plantado para su sustento un área con palmito dulce, un árbol nativo. Hoy, ya no puede cortar más esos árboles aunque estén localizados en su propia tierra.

Para amedrentar a las comunidades, la SPVS comenzó, junto a la policía ambiental del estado de Paraná – llamada ‘Força Verde’ –, a perseguir a las comunidades. Ese tipo de violencia sigue hasta ahora porque la ‘Força Verde’ invade inclusive las casas particulares sin tener la debida autorización para ello.

Un habitante de una de las comunidades cuenta que:

Querían que hubiera colaboración entre nosotros. Y nosotros aceptamos colaborar (…) pero de repente comenzaron a mandar guardias también. Pasaron más o menos unos tres días y empezaron a mandar a los guardias a mi casa. Entraban diciendo que había escondido cosas ahí, todo estaba mal y si la puerta estaba cerrada entraban igual. Golpeaban la puerta y decían que era por orden del juez; no les importaba nada, entraban de todas maneras. (...) la Força Verde entró varias veces, no una ni dos veces, muchas veces. (…) En nuestra casa, si había algún tipo de arma, la agarraban y se la llevaban (…) No podía tener ni un cuchillo que se lo llevaban, querían todo (…) No nos mostraban nada, solo llegaban y se metían en la casa. En ese momento no estaba en casa cuando llegaron empuñando un revólver. Mi cuñad o estaba acostado en la cama, la puerta estaba entreabierta así, mi padre estaba allá afuera. Ellos se metieron, empujaron la puerta, la golpearon hasta que se salió el pasador de la puerta. Mi cuñado estaba medio enfermo, con gripe y dolor de cabeza. Le mostraron el revólver y mi cuñado dijo: “¿qué pasa? estoy enfermo y ¿entran de esa forma?” (…) Y fue así como aparecieron varias veces en mi casa. ¿Y la colaboración? Así no sirve de nada la colaboración, es solo para molestar. Entonces, no sirve, mejor suspenderla. Y ellos querían engañar a muchas personas de esa forma.

Otra habitante cuenta que el marido fue esposado en su casa por la Força Verde que alegó que ése era su “trabajo”. En otra oportunidad, cuando cortó un árbol para fabricar una canoa fue recluido durante 11 días. Para salir tuvo que pagar fianza. Hoy viven con dificultades y miedo: si se quedan en casa no tienen medios para sustentarse, pero si el marido sale para conseguir trabajo fuera, la esposa y los hijos enfrentan una situación de miedo e inseguridad, lo que también muestra que los impactos de la persecución y del proyecto de la SPVS afectan a mujeres y familias como un todo.

Hoy, muchas familias viven traumatizadas y la situación es tan grave que muchas de ellas renunciaron a permanecer en el lugar donde han vivido desde hace varias generaciones. Familias que producían y vendían harina hoy tienen que comprar todo para comer, incluso la harina. En consecuencia, la calidad de su alimentación cambió y éste es uno de los motivos por los cuales su salud ya no es la misma, según el relato de habitantes. Hoy, parte de la población local tiene hipertensión arterial, estrés, entre otros problemas de salud. Además, como las comunidades disminuyen, la clase media de Curitiba ha comprado casas y terrenos para pasar sus fines de semana y feriados.

Las promesas de mejora de las condiciones de vida y de generación de ingresos dieron lugar a algunas iniciativas que luego mermaron con el correr de los años. Un grupo de mujeres se organizó con el propósito de generar ingresos a través del trabajo en corte y confección que funcionó durante un tiempo, pero hoy está todo parado, según declararon varias mujeres de las comunidades. Y la promesa de empleo de la SPVS tampoco se cumplió. Ex empleados de las comunidades cuentan que la gran mayoría fue despedida y quedan solamente 7 funcionarias. Solo un trabajo de producción de miel parece haber dado frutos, pero no involucra directamente a las comunidades más impactadas.

La lucha de las comunidades

Sin embargo, las comunidades procuran resistir a la presión de la SPVS cuyo único objetivo parece ser expulsarlas a todas. Hubo un grupo que se organizó de forma especial. Al comienzo de la década pasada, en una de las localidades del municipio de Antonina, un hacendado quería vender sus tierras a la SPVS, lo que hubiera llevado a la expulsión de todas las familias que vivían en ese lugar. Las comunidades se organizaron y con el apoyo del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) realizaron, en 2003, una ocupación. Actualmente hay 20 familias en ese lugar que luchan por la oficialización del campamento que lleva el nombre del ambientalista José Lutzenberger, para que sea un asentamiento de la reforma agraria.

Durante esta ardua lucha de la comunidad contra las presiones del hacendado, de la SPVS y de organismos ambientales, se denunciaron delitos ambientales cometidos por el hacendado, como el desvío de un río y el uso indiscriminado de agrotóxicos, sin ser oídos por los organismos ambientales. Se realizaron pequeños trabajos de reforestación y, a partir de la opción por la agroecología, se eligió la propuesta de trabajar colectivamente a través del sistema agroforestal para generar ingresos para las familias en el futuro. Además, cada una de las familias tendrá su parcela individual para su sustento básico.

El área del campamento limita con el área de la SPVS. Según los habitantes, las áreas forestales bajo control de las comunidades están en mejores condiciones si se comparan con las áreas de la SPVS.

El futuro

En las proximidades de una de las comunidades hay un centro de investigación, en medio del bosque, en el que la SPVS realiza estudios de las especies de la Mata Atlántica, según cuentan los habitantes. Con ese objetivo se asoció con el banco privado HSBC a través del programa HSBC Climate Partnership. Según la página web del HSBC se trata de un ‘programa ambiental innovador’ para ‘dar continuidad a la preservación del planeta’. (4)

Mientras tanto, el futuro de las comunidades se verá sumamente amenazado si la propuesta de preservación de las áreas forestales de la SPVS – que cuenta con todo el apoyo del estado, principalmente del área ambiental y del área policial – continúa dominando en la región. Es absolutamente urgente que detengan el abuso y la persecución de las comunidades. Lo que ocurre en esa región, según el testimonio de los habitantes, son violaciones graves de los derechos humanos, incluso sociales, culturales y ambientales.

Una habitante cuenta que:

Sí, nosotros siempre conservamos el bosque, solo que a veces precisamos cortar algo también, a veces necesitamos construir una casa, precisamos madera. Pero no se puede, entonces es difícil (…) Antes lo hacíamos para plantar nuestros cultivos donde hoy no se puede más. Cuando la SPVS entró, se acabó todo. En el lugar donde mi padre vivía, hoy no puede más. Antes él tenía sus cultivos, plantaba mandioca, plantaba poroto, hoy no tienen más nada, se acabó todo. (…) Antes no compraba porotos, no compraba maíz, plantaba muchas verduras, talaba un poco y plantaba, él sacaba la mayoría de las cosas de la tierra. Y hoy no puede plantar, tiene que comprar todo. Arroz y porotos que él plantaba bastante, la mandioca (…) Antes no se veían enfermedades y hoy la mayoría vive enferma, muchos (…) Ellos h ablaron, prometieron que iban a ayudar a mi padre pero hasta ahora no vimos ninguna ayuda, siempre fue para peor porque en este caso ellos dijeron que iban a ayudar y después vino la Força Verde y todavía querían llevarse preso a mi padre. Ésa es la ayuda de ellos…

Para luchar contra el calentamiento global es urgente también que las empresas norteamericanas involucradas en el proyecto de la SPVS comiencen inmediatamente a reducir sus emisiones de carbono, en vez de compensar emisiones a través de la compra de créditos de carbono provenientes de una área donde el pueblo es castigado por algo que debería ser motivo de respeto: su práctica de conservación del bosque.

(1) Ver aquí
(2) Ver aquí
(3) Comunidades que surgieron del mestizaje genético y cultural entre los primeros colonizadores portugueses e indígenas que vivían en el litoral. Viven de forma aislada, practicando diferentes actividades para su supervivencia. (fuente: Ver aquí)
(4) Ver aquí

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DEFINIENDO EL BOSQUE

- Hacia el 21 de setiembre

Continuamos hacia el 21 de setiembre, Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles, trabajando en la recopilación de sentires, vivencias y testimonios que dan cuenta de la pródiga vida del bosque, tan alejada de la yerma uniformidad de las plantaciones industriales de árboles.

Las mitologías, leyendas y cuentos constituyen una riquísima fuente de conocimiento y observación colectiva que rescata los elementos esenciales y simbólicos de todo aquello que resulta significativo al ser humano.

Y es por eso que seguramente el bosque se refleje allí, con sus luces y sombras, sus misterios y aromas, definiendo su enorme diversidad y su función de hogar y alimento de innumerables vidas vegetales, animales y humanas.

Los y las invitamos a enviarnos cuentos, leyendas, mitos, poemas del bosque, el monte, la selva, para que sean los pueblos que lo conocen y lo aman quienes lo definan.

Les recordamos también que seguimos adelante con las distintas propuestas de nuestra campaña por una verdadera definición de bosques. Las mismas se detallan en el sitio de la campaña: ver aquí

Porque la selva es pulmón,
oxígeno y pezón,
defendamos la selva.

La selva es barro dulce,
agua dulce, raíz planetaria,
cántaro habitado, pluma libertaria,
huracán amoroso todavía ignoto,
más nido de pájaros con voz y voto.

De la selva no se burla ni se juega.
La selva no es río mudo, ni lanza ciega.
La selva es jerarquía mundial,
útero y raíz seminal.

La selva, es eterno germinal.
Etnia fulgurante y cosmogonía mítica.
Defendamos la selva.

(Poema de Carlos Villacorta Valles, oriundo de Moyobamba, Región San Martín, Perú, quien dirige el grupo literario Generación Caoba)

Temas: Crisis climática

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