Reunión de la campaña de semillas CLOC-Vía Campesina

"Enfatizamos que sin semillas no hay agricultura; sin agricultura no hay alimentación; y sin alimentación no hay pueblos. Por eso hoy nos declaramos en una gran campaña mundial en defensa de las semillas sustentadoras de la vida, impulsando la declaración en que sean reconocidas como patrimonio común de la humanidad."

La Campaña de las Semillas convocada desde Vía Campesina e impulsada en nuestro continente por la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), junto con diversas organizaciones y movimientos, se ha desarrollado en los últimos años a través de miles de iniciativas locales donde las mujeres, las comunidades indígenas y campesinas desempeñan un rol preponderante en demostrar que las semillas nos permiten resistir, producir y defender nuestra identidad. Hoy, en el desarrollo del V Congreso de la CLOC-Vía Campesina enfrentamos el desafío de revitalizar su papel como centro de la vida y la producción campesina.

En este contexto, nos reunimos en Quito con el propósito de compartir y evaluar los caminos recorridos, las acciones y formulaciones políticas y construir y ampliar propuestas que nos permitieran darle nuevo impulso y convertirla en parte integral de los debates, la elaboración y las banderas políticas de la CLOC y la Vía Campesina.

El camino recorrido. La historia de la Campaña tiene sus orígenes en el 3° Congreso de la CLOC: “Soberanía alimentaria por un futuro sin hambre. Fuera la OMC de la agricultura”, realizado en México en 2001, cuando las mujeres de la CLOC reunidas en la Segunda Asamblea Continental de las Mujeres del Campo: “Mujeres del campo, cultivando un milenio de vida, justicia e igualdad”, propusieron al 3˚ Congreso de la CLOC y a La Vía Campesina llevar a cabo una campaña mundial de defensa de las semillas nativas y criollas.

Durante el Foro que se realizó en el marco de la Cumbre Mundial de la Alimentación (Roma, 2002), la Vía Campesina y Amigos de la Tierra Internacional (junto a otras organizaciones aliadas), establecieron que las semillas son la continuidad de la vida y garantía de la soberanía alimentaria, lanzando la campaña mundial “Las semillas patrimonio común de la humanidad”.

En la Declaración en Roma señalamos “que desde sus orígenes, la agricultura fue protegida por las culturas ancestrales, quienes nos legaron su herencia y nos enseñaron a preservarla y continuar así con la vida”. Las semillas son obra campesina e indígena, una creación colectiva que refleja la historia de los pueblos, en especial de sus mujeres, quienes fueron sus creadoras iniciales y se han mantenido a través de la historia como sus principales guardianas y mejoradoras.

Afirmamos que “nunca el proceso de expropiación y marginación contra pueblos indígenas, aborígenes y campesinos del mundo había sido tan fuerte, cruel y despiadado como ahora —por la globalización de la ambición, por poderosas corporaciones transnacionales que se han venido apropiando de nuestras tierras, privatizando la vida y confiscando nuestros derechos colectivos, de presentes y futuras generaciones, al pretender imponer supuestos derechos de propiedad intelectual de los genomas y la manipulación genética”.

Enfatizamos que “sin semillas no hay agricultura; sin agricultura no hay alimentación; y sin alimentación no hay pueblos. Por eso hoy nos declaramos en una gran campaña mundial en defensa de las semillas sustentadoras de la vida, impulsando la declaración en que sean reconocidas como patrimonio común de la humanidad”.

En el Tercer Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre en enero de 2003, la Vía Campesina levantó con más fuerzas las banderas de la soberanía alimentaria y desde la Campaña Semillas nos planteamos llevar a cabo diversas acciones para impedir cualquier manipulación genética que tuviera como motivación la dominación y opresión de los pueblos. Llamamos a fomentar y estimular el libre intercambio de semillas, el rescate de experiencias locales de conservación, y las ferias campesinas para compartir sabidurías, intercambiar semillas y productos agroecológicos, dinamizando mercados locales y regionales. Nos planteamos concretar diversas acciones para recuperar la memoria histórica y la cultura ancestral del manejo de semillas, promoviendo una agricultura ecológica urbana y rural que reproduzca el milagro de más y mejores alimentos y semillas.

En Caguazu, Paraguay, el 21 y 22 de abril de 2003, en una reunión de la Vía Campesina, Amigos de la Tierra Internacional y GRAIN, se realizó la fundamentación de la Campaña y se construyeron los principios.

En ese encuentro afirmamos que “las semillas son muchísimo más que un recurso productivo, que son simultáneamente fundamento y producto de culturas y sociedades a través de la historia. En la semillas se incorporan valores, afectos, visiones, y formas de vida que las ligan al ámbito de lo sagrado. Sin ellas es imposible el sustento y la soberanía de los pueblos. [...] Por tanto, las semillas y el conocimiento asociado a ellas son parte fundamental e insustituible de la soberanía alimentaria de los pueblos”. Simultáneamente, concluimos que las semillas no son un patrimonio de la humanidad, sino nuestro patrimonio, de los pueblos campesinos e indígenas, quienes las creamos, diversificamos y protegimos a través del tiempo y las ponemos al servicio de la humanidad. De allí en adelante nuestra campaña quedó establecida como “Las Semillas, Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad.”

Entonces, las semillas no son apropiables. Deben mantener en todo momento su carácter de patrimonio colectivo, frente al cual hay deberes ineludibles que cumplir, incluso por sobre el derecho a gozar de éste. Por tanto la Campaña se opone a la propiedad intelectual y a toda forma de apropiación de la vida.

Con base en esto se definieron los siguientes principios:

* La Campaña se basará en las múltiples formas de conocimiento indígena y campesino [o saberes] en torno a las semillas, la agricultura y la biodiversidad; partiendo del convencimiento que estas formas de conocimiento son válidas por sí mismas y no requieren de validación externa, científica o de otra índole.

* La Campaña deberá buscar formas efectivas de involucrar y comprometer al conjunto de la sociedad, lo que incluye el involucrar y requerir el aporte de técnicos y científicos cuando los procesos de erosión biológica y cultural lo hagan necesario. El liderazgo y la toma final de decisiones debe estar en la Vía Campesina, y en las organizaciones de los campesinos y campesinas, de los indígenas y las comunidades.

* La Campaña es parte de las luchas por defender, reforzar y/o recuperar la soberanía política, cultural, económica y alimentaria de los pueblos, y se encuadra en una lucha más amplia contra el sistema capitalista y su fase neoliberal. Por lo mismo, es parte de la búsqueda de proyectos populares alternativos.

* Las semillas no pueden ser defendidas si no se defiende las condiciones necesarias para la continuidad de las culturas que las mantienen y les dieron origen. La Campaña debe estar íntimamente ligada a la defensa de la tierra y los territorios y a las culturas campesinas e indígenas.

Con base en estos principios, la Campaña promueve la aplicación de enfoques que fomenten la toma de decisiones y el desarrollo de iniciativas, conocimiento y tecnología de manera local y descentralizada. Es decir, la metodología, los contenidos y la iniciativa de la Campaña están definidos desde una perspectiva campesina e indígena.

La Campaña es liderada por la Vía Campesina y las organizaciones campesinas e indígenas, especialmente las mujeres, reconociendo los aportes históricos y actuales de los expertos y expertas y especialistas indígenas y campesinos, que crean condiciones para valorar, reconocer y socializar sus aportes.

La Campaña ha contribuido a reactivar el conocimiento y la diversidad de uso de los cultivos y las semillas. Fomenta y reactiva las culturas culinarias, las artesanías y otros usos, valora y refuerza los usos rituales. Promueve la diversidad de cultivos y tecnologías. Liga agricultura y reforestación. Apoya y dinamiza todas las formas de intercambio de semillas y conocimientos entre comunidades indígenas y campesinas. Contribuye a fortalecer y ampliar la producción y reproducción de semillas de manera autónoma y descentralizada.

La Campaña ha fomentado, defendido y reactivado los procesos y mecanismos de creación y socialización de conocimiento en las comunidades indígenas y campesinas. Desarrolla formas de investigación local de acuerdo a los principios, preocupaciones y enfoques campesinos. Impulsa luchas más amplias que permitan asegurar las condiciones necesarias para mantener los sistemas de conocimiento y saberes campesinos e indígenas.

La Campaña ha promovido y socializado un marco ético acorde con sus principios. Contribuye a construir iniciativas y orientaciones dentro de ella. Impulsa encuentros e intercambios campesinos que han ido definiendo normas de conducta en torno a las semillas. Promueve debates para establecer e identificar derechos y deberes en torno a las semillas y la biodiversidad.

La Campaña destaca el aporte invaluable e irremplazable de las semillas campesinas a la humanidad (basado principalmente en recursos, capacidades y saberes propios), como un ejercicio de soberanía que no requiere el beneplácito de las autoridades ni de sectores poderosos, resaltando en todo momento su carácter esperanzador.

La Campaña ha involucrado al conjunto de la sociedad a través de actividades culturales, de educación y festivas que contribuyen a crear conciencia y mística en torno a las semillas y al papel de los pueblos indígenas y campesinos. La Campaña hace conciencia que las semillas campesinas son base de la alimentación y de la soberanía alimentaria.

Desde su formulación y sus principios ha estado ligada a las demás campañas de Vía Campesina, y de la lucha contra los tratados internacionales de libre comercio, las diversas formas de globalización, homogenización cultural y privatización, y contra los organismos financieros internacionales.

La Campaña fuertemente ataca y desnuda al capitalismo, que es incapaz de organizar algo tan complejo, bello y variado como la diversidad agrícola. Por eso el capitalismo industrializa el suelo, trata a la tierra como materia inerte, cambia el significado de la agricultura y de la alimentación, rompe con las leyes de la naturaleza envenenando plantas, animales y personas. Explota y aniquila campesinos, privatiza el agua, usurpa la biodiversidad, concentra la tierra en las corporaciones transnacionales. Militariza territorios, criminaliza a los defensores de la tierra, destruye diversidad y vida mediante tratados comerciales. Transgrede todos los principios y leyes de la naturaleza y de las divinidades, al modificar genéticamente las semillas.

El contexto actual. En los últimos años, hay un recrudecimiento de la ofensiva de los transgénicos, de los agronegocios (monocultivos) y del extractivismo. Los transgénicos amenazan los territorios campesinos, contaminan las semillas criollas o nativas. La promoción de los cultivos transgénicos está asociada a procesos de militarización y está provocando el desplazamiento de miles de familias campesinas. En los países de América Latina y el Caribe se implementan cambios en los marcos jurídicos que favorecen la entrada de los transgénicos y las semillas híbridas, e incluso están llevado a la ilegalización de los sistemas de semillas criollas o nativas: transporte, intercambio, reproducción y multiplicación. En países como México, se ha suspendido la moratoria a los transgénicos para favorecer su entrada. La promoción agresiva de semillas “mejoradas”, o de semillas “terminator” que no pueden reproducirse, viene destruyendo las variedades nativas, pero además provoca la ruina de los pequeños agricultores, puesto que este paquete tecnológico está asociado a la utilización de grandes dosis de fertilizantes químicos y plaguicidas.

En todas partes hemos visto cómo se imponen reglas y leyes que coartan nuestro derecho a utilizar e intercambiar libremente las semillas. A pesar de la fuerte oposición de las organizaciones sociales, se han impuestos sistemas de registro de variedades, de patentes, de derechos de obtentor, de certificación obligatoria, etcétera. Las organizaciones presentes coincidimos en que todos estos mecanismos son dañinos, son un arma contra los campesinos y los pueblos indígenas, están al servicio de los grandes capitales y se han convertido en un nuevo gran negocio.

Sin embargo, no estuvimos de acuerdo sobre cómo enfrentarlos. Acordamos impulsar un fuerte proceso de debate al respecto en nuestro continente y proponerle a la Vía Campesina que haga lo mismo a nivel internacional.

Hoy sufrimos un fuerte proceso de concentración de la tierra. El acaparamiento de tierra se volvió un fenómeno común en el continente. Grandes empresas transnacionales, sociedades anónimas, fondos especulativos e inversionistas individuales han venido apropiándose de importantes extensiones de tierras, amenazando la producción alimentaria y la cultura campesina. Esta situación conlleva una descampesinización del campo, lo que ha provocado una fuerte migración de la juventud y los hombres, dejando en las mujeres la mayor responsabilidad de la reproducción y sostenimiento de la producción y los sistemas alimentarios. El campo se ha feminizado.

En términos políticos, económicos y culturales, los gobiernos y Naciones Unidas fueron capturados por las corporaciones transnacionales. La OMC se apoderó de las políticas mundiales y eliminó de su lenguaje la justicia, la solidaridad, la ética del respeto a la vida y a la naturaleza.

Avances y retos de la Campaña. Ante este grave contexto, la Campaña y las organizaciones campesinas venimos desarrollando diversas estrategias y actividades en defensa de las semillas y la producción agroecológica, que se expresa de diversas formas en lo local, a través de las ferias de saberes, sabores y semillas, las fiestas de las semillas y la diversidad y los intercambios, logrando trascender más allá de la CLOC y la Vía Campesina, para articularse con muchísimas organizaciones en el continente.

Por todo el mundo se realizan diversas acciones para defender las semillas. Se han emprendido múltiples marchas, movilización y acciones de ocupación y destrucción de campos de transgénicos en diversas partes del planeta, muchas realizadas por mujeres campesinas. La acción de las mujeres de la Vía Campesina contra las semillas Terminator en marzo de 2006, al interior de la 8° Conferencia de las Partes sobre Diversidad Biológica realizada en Curitiba, logró mantener la moratoria y detener la avanzada de estas semillas, impidiendo así un crimen contra la humanidad.

Familias campesinas e indígenas siguen trabajando en la recuperación de semillas, y son notorias las experiencias, como la Casa Róga en Paraguay, los semilleros campesinos de Chile, las redes de semillas en Colombia, las experiencias de reproducción de semillas de Bionatur y el MPA en Brasil, junto a múltiples otras experiencias, que buscan mantener en los pueblos el control de las semillas, en contraposición a las semillas “secuestradas” en los bancos de semillas de los centros de investigación. La Campaña siempre ha pedido que las semillas sean liberadas y entregadas a sus verdaderos custodias y custodios.

El trabajo de reproducción y recuperación local de las semillas ha sido un componente fundamental e imprescindible para garantizar la diversidad, pero es necesario complementarlo con procesos de multiplicación de la semilla. Hoy se ve la necesidad de ampliar las iniciativas de multiplicación, sin descuidar o subvalorar la continuidad de la recuperación y reproducción.

Las principales experiencias de multiplicación están basadas en Brasil. Uno de sus principales aprendizajes es que debe sustentarse en un amplio trabajo en redes de familias campesinas vinculadas a las organizaciones. La experiencia muestra la necesidad de vincular fuertemente al trabajo de multiplicación a una formación política que permita colocar esto al servicio de los intereses de la agricultura campesina y las organizaciones campesinas.

La Campaña ha avanzado en la comprensión política de la defensa de las semillas. Sus desafíos son lograr un mayor desarrollo y posicionar la defensa de las semillas como un eje central en el debate, en los planteamientos y en las luchas políticas de La Vía Campesina. Es un desafío que la Campaña se multiplique y trascienda en todas las regiones y pase a ser parte central en la dinámica internacional.

En estos avances es innegable el importante papel que han tenido las mujeres como motores de la Campaña y es un desafío garantizar que el trabajo de multiplicación no invisibilice su papel y sus aportes.

Los desafíos son mantener enfoques integrales que consideren las necesidades inmediatas y las de largo plazo de todos los aspectos que garantizan la asistencia de la semilla: reproducción, recuperación, multiplicación, valoración, mejoramiento, mantenimiento, almacenamiento.

Se requiere fortalecer y profundizar los procesos de formación política y técnica que se impulsan desde la Vía Campesina y sus aliados. Estos procesos deberán incorporar los desafíos y los retos de la Campaña para contribuir a resolverlos.

Es necesario profundizar en enfoques de defensa y desarrollo de territorios autónomos y sustentables. En el avance en estas luchas es necesario mantener las múltiples dimensiones y formas de valoración: simbólica, cultural, política, económica, espiritual, mística, productiva, social.

El trabajo y el fortalecimiento del trabajo con los aliados es indispensable y requiere ampliarse. También debe insistirse en la difusión interna y externa del trabajo que ha venido haciendo la Campaña y de las experiencias que existen en los diversos territorios.

Se reconoce la necesidad de mantener la autonomía de los movimientos sociales y populares frente a los gobiernos, reconociendo distintas relaciones y grados de convergencia. Se ve la necesidad de mantener una mirada autónoma frente a las políticas públicas —diferenciando las que están al servicio del agronegocio frente a las políticas públicas construidas desde los movimientos campesinos.

Por eso nos hemos comprometido a luchar contra todas las formas de privatización de las semillas y el conocimiento que va con ellas. Nos hemos comprometido a luchar contra la multiplicación, siembra y distribución de las semillas transgénicas en todo el mundo.

Repudiamos y rechazamos la ayuda alimentaria con semillas transgénicas que el gobierno de Estados Unidos ha enviado a los países africanos. Algunas de las propuestas son:

* Impulsar ampliamente estrategias de multiplicación que permitan el acceso y uso masivo de las semillas campesinas, fortaleciendo sistemas autónomos.

* Realizar un debate profundo y de manera urgente sobre registros de semillas, propiedad intelectual y certificaciones, considerando que existen diversas visiones sobre cómo enfrentar los problemas que crean.

* Contribuir a los procesos de sistematización de la formación que viene haciendo La Vía Campesina y la CLOC, e incluir la defensa de las semillas como parte integral de esa formación.

* Trabajar en un renacer de la reforma agraria incorporando lo cotidiano, lo afectivo, las diversas cosmovisiones, elementos como las semillas, la agroecología campesina, el agua, la defensa del territorio, para mejorar el enfoque de desarrollo rural utilizado hasta ahora.

* Defender y promover la producción agroecológica campesina y los instrumentos que se requieren para mantenerla viva, como los mercados locales, los aprendizajes campesino a campesino, y luchar para que no se mercantilice y no se convierta en una experiencia elitista y divisoria.

* Posicionar el debate sobre la defensa de las semillas durante el 5˚ Congreso de la CLOC.

Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas

Temas: Semillas

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