Agonía en Nuestra América, o nuestra agonía

Cuatro luchadores mapuche, Juan Marileo, Juan Carlos Huenulao, Florencio Marileo y Patricia Troncoso, agonizan después de 60 días de huelga de hambre en una cárcel de Temuco. Se niegan a cumplir la condena de 10 años de prisión, dictada en un juicio en el que les fue aplicada la Ley Antiterrorista de Pinochet, que perdura en la democracia socialista chilena

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet... ¿no tiene nada para hacer? ¿va a dejar que continúe la muerte sembrándose en las tierras arrebatadas a los pueblos originarios? ¿va a seguir actuando como salvaguarda de las papeleras y de las forestales, que compraron la mitad de Chile?

Quienes votaron a Bachelet, creyendo que la candidata socialista rompería con el continuismo impuesto por la Concertación, y abriría una nueva oportunidad para creer en los derechos humanos para todos y todas... ¿no tienen nada para proponer ahora?

Los diputados y senadores de la Concertación, que negociaron con los presos el levantamiento de la huelga de hambre, prometiendo un tratamiento de emergencia de la derogación de la ley antiterrorista, promesa que -una más- fue defraudada... ¿qué prometerán ahora?

Los movimientos populares de América Latina, ¿qué haremos para impedir que se consume el crimen? Cuando no sirven las palabras, las declaraciones, las firmas, los correos... ¿no será el tiempo de nuevas acciones?

Los intelectuales que reconocen la colonización de nuestro continente, y su cimiento de sangre y esclavitud... ¿no podrán elevar una voz más alta, en los espacios en que no se escuchan las voces de abajo, para exigir al gobierno chileno que por favor, no permita que vuelva a imponerse la barbarie capitalista sobre las civilizaciones originarias?

Las militantes feministas, que celebraron a la primer mujer presidenta de Chile... ¿aceptarán que sea también con rostro de mujer la criminalización del pueblo mapuche, y de su resistencia ancestral?

Los gobiernos que se dicen progresistas en la región, y que no dudaron sin embargo en participar de la invasión a Haití en nombre de razones humanitarias... ¿no consideran que existen razones humanitarias para intervenir en Chile? No me refiero a una invasión como en Haití, me refiero a una exigencia concreta de los gobiernos de América Latina, para salvar a nuestros pueblos, frente a la agresión comandada por las trasnacionales y sus guardianes en el Estado.

Pero si falla la solidaridad, o si los cuerpos agónicos no resisten...

¿cuál será el tamaño de la herida en nuestro continente?
¿cuántas leyes antiterroristas nuevas tendrán que crear los poderosos, para detener la furia y la indignación, el escepticismo y la rabia, de los vencidos?

¿quién vendrá a convencernos ahora de los buenos modales, de la demanda prolija, de la protesta domesticada, frente a un régimen que no tiene ojos para mirarnos, no tiene oídos para escucharnos, no tiene vergüenza a la hora de continuar el despojo?

¿qué sucederá entonces, cuando la palabra del poder haya perdido su credibilidad, y cuando no sirvan las leyes para disciplinar el deseo de libertad?

Y ¿qué haremos cuando descubramos que en los cuerpos que hoy agonizan en Chile, está la encrucijada histórica de un pueblo que muere si es necesario para no morir; frente a una cultura opresora que mata, si lo necesita, para perpetuarse.
Cuatro mapuche agonizan hoy en Temuco. Sus cuerpos están presos, extenuados por la huelga de hambre, por el frío del poder. El absurdo se vuelve voz de orden.

En el fondo de la historia, sin embargo, Lautaro recuerda a las piedras, a los ríos, a la tierra: marrichihueu, que es una manera de decir: por cada lonko que caiga, diez se levantarán, o también: diez veces venceremos. (21 de mayo del 2006)

Claudia Korol

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Saramago defiende a mapuches, Bachelet a multinacionales

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, viste traje azul y se siente cómoda. Su embajador, el demócrata-cristiano Enrique Krauss -impuesto por Endesa y Martín Villa, su actual gerente general, al gobierno de Ricardo Lagos- se encarga de tachar de la lista y eliminar a toda persona molesta en la recepción oficial de intelectuales y gente de la cultura que el reino de España ofrece a su invitada. La secretaria de Estado para la Cooperación Internacional, Leire Pagin, y la ministra de Cultura, Carmen Calvo, acompañan en Casa de América a la homenajeada con dos discursos de compromiso. Sin embargo, antes que tome la palabra la presidenta de Chile, según está previsto, hará uso del verbo el laureado premio Nobel de Literatura, José Saramago. Pero la intervención, gracias a su inteligencia, rompe la dinámica anodina y vacua del acto. Su improvisada arquitectura discursiva supone un inesperado cambio de rumbo. La cara de la presidenta de Chile pierde ese color rosáceo y se torna pálido, son las 10:30 de la mañana del 10 de mayo de 2006. Su viaje ya no es tan placentero. Se siente incómoda, molesta por el discurso del Nobel portugués. Su mirada busca explicaciones. Y el séquito que la acompaña entiende que el literato luso pasa el límite: del buen talante al de mentar la madre a las autoridades chilenas. Los murmullos de los invitados muestra división de pareceres. Unos apoyan al escritor y muestran sonrisas cómplices. Otros se alinean abiertamente con la presidenta y aplican el consabido adjetivo de comunista al escritor portugués. La delegación chilena se asombra y el embajador Krauss, un ex ministro del Interior con Frei Montalva, hombre gris, represor y corrupto que participó en la trama civil del golpe militar contra Salvador Allende junto a su hermano Jaime, general de ejército hoy procesado por torturar hasta la muerte en el campo de concentración de Pisagua a siete militantes de izquierdas, lo insulta entre sus cercanos acompañantes. En el fuero interno Krauss piensa que ha sido un error, aceptar la idea de la ministra de Cultura, Carmen Calvo. Su propuesta era más sensata, el orador debía ser Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Jorge G. Castañeda. No vale la pena arriesgar la imagen de Chile y la política exterior por un descabezado que aprovecha cualquier oportunidad para desprestigiar al país, las instituciones y su democracia. Los discursos éticos cuestionando el quehacer de los gobiernos de la concertación en materia de violación de los derechos humanos, cuando se trata de la población aborigen, es una cuestión que no responde a la realidad del siglo XXI. Se debe proceder al exterminio y erradicación por medio del etnocidio. Hoy se aplica la ley antiterrorista a los mapuches y se les condena por defender sus territorios y su cultura.

Pero, ¿qué fue lo que molestó a la presidenta de Chile y a su embajador, tanto como a la ministra y secretaria de Estado?

El discurso de Saramago ha sido silenciado, y desde luego la prensa española, chilena y extranjera lo oculta sin darle ninguna importancia. La presidenta Bachelet tampoco contestó a su interlocutor, demostrando su insensibilidad hacia una huelga de hambre que puede concluir con la muerte de varios mapuches sometidos a un juicio sin garantías y con graves faltas en el procedimiento y en su desarrollo. Así se lo hizo saber Saramago:

"Quiero pedirle una mirada hacia los mapuches(...) Hablo de su condición de mapuches y de chilenos, y de como los derechos de chilenos no los alcanzaban(...) Estos habitantes originarios que han estado alejados de estos derechos, ahora se ven atacados por las multinacionales que vienen a quitarles sus tierras para construir industrias", y siguió... "Yo le pido que lo que le voy a decir no se lo diga a ninguna autoridad, pero hace un tiempo fui a Chile y mantuve una reunión clandestina con una comunidad de mapuches, y cuando salí de Chile, después me enteré que esos mapuches habían sido detenidos y estaban en la cárcel...". Más adelante se refirió a la democracia y sus valores para proteger a los seres humanos.

La respuesta de la presidenta fue lacónica frente a la realidad que afecta a los pueblos indios mapuches. No ocupó ni un minuto. Sólo dijo, en el peor estilo populista, que el tema de los pueblos indígenas siempre ha sido un asunto de honda preocupación. Pero ella ocultaba la realidad. Sabe la situación del pueblo mapuche, debió dar una respuesta frente a la política de exterminio y etnocidio que reconoce el informe del relator de Naciones Unidas, Rodolfo Stavenhagen, para Chile, en el caso de Endesa y la novena región, sin olvidar la huelga de hambre, que lleva más dos meses, de cuatro dirigentes encarcelados y a punto de morir. Expropiación de tierras, acusaciones falsas, detenciones ilegales, acusaciones y juicios aplicando la ley antiterrorista. El colonialismo interno es una práctica que define en la actualidad el quehacer de los gobiernos de la concertación. La presidenta defendió el estado de derecho y la propiedad privada, las acciones de las fuerzas de orden, la legalidad vigente y los derechos de los latifundistas. Cada día los mapuches están siendo sometidos a una política de acoso, ya que sus tierras son ricas en recursos naturales, flora y fauna. Las multinacionales se han aliado con los gobiernos para terminar con los pueblos y las culturas indígenas por la vía de la violencia extrema. En el siglo XIX, Bartolomé Mitre le dijo a Sarmiento que el indio lo único humano que tenía era el color rojo de la sangre. Hoy, en pleno siglo XXI, en Chile, Michelle Bachelet sigue al pie de la letra dicha máxima, en la guerra contra el pueblo mapuche, sólo que ahora la dictan las multinacionales. Presidenta, no ahorre sangre de mapuches, lo único humano que tienen es el color rojo de su sangre, por ello se puede prescindir de esta especie.

Gracias Saramago por la valentía. ( La Jornada)

Marcos Roitman Rosenmann

Fuente: ra.moc.oohay@pmacupamahculetnerf

Comentarios

24/05/2006
Solidaridad en peligro de extinción, por Pablo Flores S.
A medida que las empresas forestales nacionales y transnacionales eliminan los árboles nativos del bosque nativo del Sur de Chile, únicos en el mundo, También extinguen al pueblo mapuche que vive en y del bosque. Los Mapuche han sido capaces de darle un uso sustentable a las especies nativas de flora y fauna presentes en sus territorios y han brindado conservación por milies de años y generaciones al bosque nativo y a su pueblo, Sin embargo, hoy en pleno siglo XXI, la ceguera intelectual de los políticos chilenos y la dictadura económica neolibreral, están acabando no sólo con el patrimonio ecológico y genético de las especies del bosque nativo, si no que también con el patrimonio cultural, social, político y genético del pueblo Mapuche, ojalá que los intelectuales, chilenos y los políticos decentes (si es que los hay) se pronuncien frente al genocidio y la violación de los derechos humanos Mapuche.