Argentina: Santiago: la deuda ambiental con el monte

Idioma Español
País Argentina

La Interveción Federal acertó el diagnóstico inicial sobre la urgente y acuciante necesidad de revertir el descontrol reinante en la explotación del monte santiagueño, pero dejó la tarea sin concluir. Esto generó un grado de gran frustración entre aquellos que desde la sociedad civil trabajaron duro para encauzar la situación hacia la racionalidad y la sustentabilidad

El desafío sigue abierto, Santiago se queda sin bosques nativos. Cabe la pregunta: ¿podrá Zamora donde Lanusse fracasó?

El soleado mediodía del 8 de mayo del año pasado encontró a más de 300 campesinos de la Mesa de Tierras de Figueroa, miembros de ONGs santiagueñas y hasta alumnos del Jardín de Infantes David MacTaggart en el medio de un desmonte recientemente perpetrado por una empresa de Córdoba. El sitio, conocido como Charquina, en el departamento Moreno y a más de 100 km de Santiago capital había sido elegido por campesinos y activistas de Greenpeace para desplegar una gigantesca bandera con la frase "NI UNA HECTAREA MAS".

Expertos de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Santiago del Estero también estuvieron ese día en Charquina. Desde los claustros académicos hasta los ranchos campesinos se generó un clima que hasta hoy expresa un consenso que grita a los cuatro vientos que el monte se muere y que la gente se muere sin el monte. Lo que ven los ojos del campesino en cada rincón de Santiago es corroborado por el largo ojo del satelite que nos envía a mes a mes las imágenes contundentes: tienen razón los campesinos... así no se puede seguir, hay que barajar y dar de nuevo en materia de desmontes.

Rápidamente entendió la Intervención Federal lo que pasaba. Llegó a entender incluso lo que muchos santiagueños urbanos todavía no entienden. Porque la mentalidad del agro de la pampa húmeda caló ondo en muchos. Así se postula que el monte no sirve más que para eliminarlo. Así durante décadas Santiago subsidió a la Argentina con durmientes para el desarrollo ferroviario que solo busco ampliar la agricultura industrial a expensas del monte. Y puso leña y carbón de sus montes en ese mismo tren que se llevó al puerto sus riquezas. Y en lugar de dar valor agregado a sus maderas nobles siguió por décadas tirando postes de quebracho "a la marchanta" para alambrar estancias en todo el país.

A poco de aquel 8 de mayo el entonces interventor Pablo Lanusse emitió un decreto de Moratoria a los Desmontes por sies meses renovable a tres más. Era, y es, el instrumento que pemite encauzar por la senda de la racionalidad, la sustentablidad y sobre todo, la seguridad jurídica la explotación del monte y el agro en un esquema integrado.

Las organizaciones presentes en la Mesa de Tierras provincial rápidamente nos pusimos a trabajar. Compartimos datos e información y nos asociamos a los que más saben. Tuvimos una permanente actitud constructiva hacia la Intervención, utilizamos eficientemente el tiempo que duró la Moratoria para proponer, no para protestar. La idea no fue frenar al agro sino ordenarlo. Porque la idea no es no producir granos o carne sino producir, además, madera, miel o emprendimientos turísticos. Nuestra idea era -y es- explotar el monte en pie sin hacerlo desaparecer vía desmontes.

La evidencia más palmaria de esto fue haber logrado consensuar un texto de compromiso entre los múltiples actores de la Mesa de Tierras provincial y la Facultad de Ciencias Forestales de la UNSE. Ese texto representa la propuesta de articulado que debería tener una nueva ley de regulación de desmontes en la provincia.

Pero nos tomaron el tiempo. A poco de comenzado el año la Mesa de Tierras hizo llegar ese texto a la Intervención, que constituía una detallada respuesta de la Mesa de Tierras al texto originalmente redactado por la Intervención. Lanusse tenía ante sí la oportunidad de implementar en forma transparente y participativa la confección de una ley con amplio consenso para resolver "el" problema ambiental de la provincia con una enorme implicacia social y política.

Los días pasaron. Llegaron las elecciones, la Mesa de Tierras invitó a los candidatos a comprometerse con esta problemática y algunos de ellos, entre ellos el actual vice-gobernador electo, lo hicieron firmando incluso un compromiso de tomar como prioridad la cuestión campesina y su calidad de vida en relación con el monte nativo.

Pasaron las elecciones y no supimos más nada de nuestras sugerencias al Interventor para la redacción de una nueva ley de desmontes. Sorpresivamente, con menos de un mes de tiempo para el cambio de mando nos enteramos que el texto que Lanusse estaba por firmar no había incorporado prácticamente nada de las sugerencias consensuadas, con gran esfuerzo y profesionalismo por cierto, por la Mesa de Tierras y la Facultad de Ciencias Foresales.

Lanusse dejó pasar un gran oportunidad histórica de revertir el alarmante proceso de destrucción y mal uso del ya por demás saqueado monte santiagueño. Su diagnóstico era correcto, pero le faltó coraje y determinación. Hoy han vuelto las topadoras al monte, aprovechando la distracción del cambio de mando y la Semana Santa. Como la mayoría de las actividades destructivas, buscan la impunidad en la distancia y en la distracción de las autoridades.

No sabemos si el Dr. Zamora podrá o no pasar a la historia como aquel que logró aquello que Lanusse no pudo o no se animó a hacer. Pero una cosa es segura: el tiempo se agota, si no se hace algo en forma urgente las consecuencias ambientales serán tan nefastas como la conflictividad social que emerge de postergar la toma de acciones concretas que son posibles, viables y racionales pero que adolecen del principal ingrediente: voluntad política.

Por Emiliano Ezcurra Estrada
Coordinador Campaña de Biodiversidad
Greenpeace Argentina

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