Argentina: Solidaridad de ojos abiertos

Idioma Español
País Argentina

"Propongo repensar la solidaridad -una de las cualidades más valiosas del ser humano- para distinguir la reaccionaria de la fraternal, la cómplice de la liberadora, la posible-pragmática de la posible-ideal. No se trata de no ser solidarios, sino de ser además críticos y responsables."

Solidaridad de ojos abiertos
Por Adriana Marcus
Médica general, Zapala, Argentina

5-12-02

En esta época en que el "modelo neoliberal" (1) nos arroja impiadosamente como pueblo argentino (2) a la mismísima miseria, a la desocupación, a la exclusión, y a las enfermedades que ellas originan, sale -como en toda situación límite, en todo hecho traumático- lo mejor y lo peor de nosotros.

De lo peor (violencia, secuestros, corrupción, mezquindades varias) se encargan de hablar hasta el hartazgo y muchas veces con impudicia los medios masivos de comunicación.

De lo mejor, léase de la solidaridad, que siempre aflora en tiempos de desastre, es que quiero hablar acá.

Hay solidaridades calladas, sin bombo, que tienden una mano, que se arman a pulmón, que no tienen prensa. Son las solidaridades "de abajo", que "crecen desde el pie", como dice Zitarrosa. Y lo que crece desde los pies -que, es sabido, están abajo- cría raíz, y esa raigambre asegura su firmeza frente a vientos de dificultades, boicots, amenazas y patoterismos. En este sentido, está construyéndose desde abajo un nuevo modo de resistencia, que se supera a sí misma y se transforma en reacción y acción. Cunde y se cocina en el fuego lento de la indignación y la memoria de otras luchas y dignidades (3).

También hay otras solidaridades colectivas -políticas en tanto públicas-, al estilo de las remeras con la inscripción "yo tengo SIDA", o como los prendedores que anunciaban "todos somos docentes", o los carteles de "todos somos piqueteros". O esa frase de la mayor Ana María -de estricto pasamontañas en la inauguración del Aguascalientes 2 en Chiapas-: "detrás de nuestro rostro negro, detrás de nuestra voz armada, detrás de nuestro innombrable nombre, detrás de nosotros que ustedes ven, detrás, estamos ustedes".

La otra "solidaridad", entre comillas, es la que viene envenenada. Contiene el germen de la pudrición. Se presenta, por ejemplo, en la modalidad del negocio. La otrora patria contratista vende a los restos del Estado (agonizante gracias a esa misma patria contratista, entre otras cosas) alimentos de baja calidad (un negocio redondo), para que ese Estado provea a los excluidos -simulando incluirlos-, cosa de no generar conflictos sociales mayúsculos. Los planes que entrega este tipo de caridad -mal llamados de "redistribución"- ni siquiera pueden paliar mínimamente el hambre, pero muchas veces logran desmovilizar mediante el disciplinamiento a lo que en otras décadas se denominaba "masas".

Hay quienes están lucrando con la pobreza y la miseria, porque mientras con una mano roban desde sus empresas aliadas con el poder polético-económico, con la otra tiran migajas del banquete para filmar y publicitar ampliamente su "humanitarismo" perverso. Son los mismos productores de pobres quienes llaman "solidaridad" a este acto de pseudocaridad vergonzante, porque su discurso es "desmantelemos el Estado y démosle de comer a los pobres, sin discutir porqué son pobres, que el hambre arrecia". Al mismo tiempo que ejercen "caridad" (ya que no justicia) desde sus lugares de poder, evitan tocar la dimensión ideológica, política y social de fondo. Es la solidaridad reaccionaria, ya que pone sus esfuerzos en la producción de mayor pobreza, y lucra con la desposesión de los desposeídos. Ya que los pobres no pueden consumir (en un modelo donde se es en tanto se consume, ya que el sujeto -en el capitalismo- se transforma en consumidor) se les otorga un lugar social como destinatarios de la nueva industria de la "solidaridad" y la distribución de planes chatarra, desmovilizándolos (lo cual evita mayores gastos en represión y cárceles, ya que -se sabe- este modelo no se sostiene sin ellas).(4)

La otra es la solidaridad miope. Es la bienintencionada solidaridad atropellada de quienes nos indignamos frente a lo que les ocurre a nuestros hermanos, sentimos espanto visceral ante el desastre del hambre de nuestros semejantes, y le creemos ingenuamente a los mercaderes que nos hacen ampliar las listas de destinatarios de cajas alimentarias, así como nos hacen confundir soja con vaca y agua de hervor de porotos con leche.

Los que no pueden colocar el excedente de su producción de soja transgénica en la Unión Europea (5) (que se niega a comprar productos peligrosos que entre otras cosas

 

  • producen resistencia bacteriana a antibióticos (otra vez 5),

 

  • impiden la absorción de zinc y hierro (6),

 

  • producen posibles mutaciones genéticas desconocidas (7),

 

  • reciben rociados de herbicidas que matan a los peces en los ríos aledaños a los sembradíos (8),

 

  • y cuyo cultivo empobrece los suelos, obligando a comprarle por ejemplo a Monsanto los fertilizantes que forman parte del "paquete verde" al tiempo que proponen abandonar prácticas sustentables de producir alimentos diversos) (9).

 

Nos ocultan que se trata de forraje para animales (10) cuyo porcentaje sobrante -que no le compra la empresa proveedora de semillas/herbicida/fertilizante- debe ser colocado en algún lugar del mercado, y ese lugar es el mercado interno. Que no está habituado culturalmente a comer soja (por eso hacemos talleres para aprender a hacer milanesas en el país de las vacas, a hacer harina en el país del trigo, a inventar garrapiñadas para los más chicos) (11). Que está deprimido en su capacidad de compra, lo cual obliga a los productores a abrir mercados como lo hacen también los laboratorios y demás empresas que mucho saben de marketing y otras estrategias: primero regalan, luego crean una necesidad ficticia (12) y finalmente aseguran el consumo, ergo sus futuras ventas. Porque quienes producen alimento no lo hacen para alimentar sino para lucrar. Son los que patentan la vida, y nos matan.

Propongo repensar la solidaridad -una de las cualidades más valiosas del ser humano- para distinguir la reaccionaria de la fraternal, la cómplice de la liberadora, la posible-pragmática de la posible-ideal. No se trata de no ser solidarios, sino de ser además críticos y responsables. Como nos dice Savater, la responsabilidad es el otro lado de la moneda de la libertad. Algo así como "Elijo libremente (y luego me hago responsable de la decisión) siempre que tengo información", que -se sabe- es poder. Y que es una obligación buscar (sobre todo para quienes tenemos el ¿privilegio? (no debería serlo) de saber leer y escribir).

Es ciertamente muy difícil, y a veces incluso incómodo, pero la solidaridad crítica, la de ojos abiertos (y culo cerrado), es posible.

Notas:

(1) No se trata en realidad de un modelo, según dicen algunos, sino de una etapa más -extrema, salvaje, genocida- del capitalismo. Como decía Mario Borini en la introducción a la Mesa Redonda "Dos décadas de hegemonía neoliberal: evaluación de las transformaciones a partir de sus efectos en la salud", en el VII Congreso de ALAMES en Buenos Aires en 1996, "las doctrinas cumplen una función justificatoria en la realidad que transcurre"... "se las coloca como una teoría genética (que es capaz de generar), ¡si esto en la ciencia casi no se ha visto: que una doctrina genere una formación social! O sea que hoy la doctrina del neoliberalismo justifica al imperialismo neocolonialista globalizador" Por lo tanto no podemos pelear contra una doctrina sino contra una realidad concreta que nos implica.

(2) Uso el término setentista "pueblo" para que quienes prefieren la versión light ("gente", "sociedad", "comunidad") se pongan nerviosos.

(3) "Solidaridad y lucha colectiva reducen la alienación; neoliberalismo, resistencia popular y salud mental", por James Petras en Revista Locas N°6, noviembre 2002

(4) Si bien los aparatos represivos están intactos y listos para actuar en cualquier momento (y lo hacen probablemente con menos frecuencia de lo que quisieran), la distribución de planes es la mínima concesión que el Estado se ve obligado a hacer, para evitar el costo político que generaría el aplastamiento por la fuerza de toda manifestación.

(5) "Científicos británicos se vuelven contra los alimentos genéticamente manipulados", por Paul Brown, 5.2.02 en The Guardian y "Científicos asocian ingeniería genética con resurgimiento de enfermedades infecciosas"

(6) por Dr. Mae-Wan Ho, Terje Traavik y Orjan Olsvik, Tore Midtvedt y C. Vyvyan Howard. De Red por una América Latina Libre de Transgénicos. ---- ¡También en el estómago!, por Silvia Ribeiro, para La Jornada de México, 27/7/02 difundido por REDAST

(7) "De granero del mundo a "republiqueta sojera", por Arcoiris. Foro de la tierra y la alimentación. Octubre 2002.

(8) De Alerta sobre el Plan "Soja solidaria", de Ingrid Kossmann.

(9) El glifosato produce en los trabajadores rurales náuseas, vómitos, mareos, exantemas, cefaleas, irritación conjuntival, tos, fiebre, otalgias y alteraciones en el sistema reproductivo, según informe de Ingrid Kossmann en "Alerta sobre el plan "soja solidaria", 29.7.02

(10) Carta de la Red Alerta sobre Transgénicos de Argentina al Presidente de Caritas, Obispo Jorge Casaretto.

(11) En la Síntesis de Conclusiones del Foro para un Plan Nacional de Alimentación y Nutrición, presidido por Hilda González de Duhalde y auspiciado por Unicef, se desaconseja el uso de soja en menores de 5 años y especialmente en menores de 2 años.

(12) Max Neef -economista chileno- reconoce en su libro "Desarrollo a escala humana" que las necesidades humanas son finitas, y que los satisfactores pueden ser verdaderos o falsos, además de que dependen del grupo humano del que se trate.

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