Bolivia: represas en la Amazonía “las empresas negocian cuando las máquinas están paradas”

"Represas e hidroeléctricas representan una idea disparatada de progreso en América latina. En esta región, donde corren aguas cargadas de barro arrastrado en la bajada desde los Andes, obras de infraestructura tan grandes implican cambios sociales y ambientales –para mal. Además de las incalculables pérdidas materiales, las inundaciones en Beni, Pando y el norte de La Paz causaron al menos la muerte a 60 personas."

Luis Fernando Novoa Garzon, profesor de Ciencias Sociales en la Universidad Federal de Rondônia, Brasil, pasó unos días en Bolivia para participar del Foro Internacional sobre las Represas del río Madera, organizado por el Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (FOBOMADE). Las hidroeléctricas brasileñas en cuestión (Jirau y Santo Antônio) contribuyeron –sin reconocimiento oficial- a las grandes inundaciones que taparon la Amazonía boliviana a principios de este año.

Represas e hidroeléctricas representan una idea disparatada de progreso en América latina. En esta región, donde corren aguas cargadas de barro arrastrado en la bajada desde los Andes, obras de infraestructura tan grandes implican cambios sociales y ambientales –para mal. Además de las incalculables pérdidas materiales, las inundaciones en Beni, Pando y el norte de La Paz causaron al menos la muerte a 60 personas.

La situación del lado brasileño también fue preocupante. Y las poblaciones afectadas saben que la enorme inundación apareció con la puesta en funcionamiento de las megarepresas de Jirau y Santo Antônio, en Brasil. Pero en este país, lo mismo que en Bolivia, el megaempiernamiento entre empresas, empresarios y funcionarios públicos dificulta llegar a una solución. Una solución que no signifique el fin de los ríos amazónicos como los conocemos, de la inmensa vida que albergan, entre ellos cientos de comunidades de pueblos indígenas que viven en complementariedad con lo que hay alrededor.

Ante este panorama triste, el profesor Novoa Garzon considera que la sociedad civil debe levantarse y organizarse para obligar a los Estados a respetar los derechos humanos –y constitucionalizados- de sus pueblos. En Bolivia, el profesor procuró tener contacto con organizaciones de los territorios amazónicos en vías de destrucción a causa del mentiroso discurso del “desarrollo”.

Cuando habla, el profesor Novoa no reclama a los Estados: sobreentiende que su rol es de simples sirvientes, para facilitar los negocios de empresas transnacionales; así seguirán como siempre, felices, nadando en las riquezas que desde siempre regaló América latina.

“Creo que –como sociedad civil- podemos articularnos en el campo judicial, político y social más que todo, para poner límites a las grandes empresas. Estas se articularon muy bien dentro de los Estados, tanto el brasileño como el boliviano. Entonces, los espacios formales de representación, los espacios de seguimiento democráticos, están fracturados: agotados, mejor dicho. Estamos tratando de establecer lo que formalmente deberían ser espacios de integración de la diplomacia. Estamos haciendo la diplomacia de los pueblos, desde abajo”, explicó Novoa Garzon.

-En el caso de las inundaciones que afectaron a la Amazonía en los primeros meses de 2014 ¿Cuál fue el rol de las hidroeléctricas Jirau y Santo Antônio?

-Creo que se trata de un error que viene desde el inicio, cuando se proyectó la construcción de las represas (2007). En ese momento, el Gobierno boliviano se presentó con un rol de baja intensidad. El proyecto debía necesariamente ser trinacional, porque el 70 por ciento de la cuenca es peruana y boliviana. Pero la plata y los intereses que movían estos proyectos correspondían a empresas brasileñas, o que están en Brasil.

Entonces se creó una forma de implementación, un cronograma, un formato de negociación. Bolivia fue atropellada por estas negociaciones entre empresas y Estados. El Gobierno boliviano no sé si no tuvo fuerzas internas. Como estado independiente tendría a disposición todos los foros internacionales para hacer denuncias, para exigir condiciones de igualdad, para poner sus requisitos, salvaguardas, protecciones.

Hay un error de origen, porque Bolivia no estuvo en el proyecto de las hidroeléctricas desde el inicio. Se construyó la represa sin que se considere el efecto en la cuenca. Entonces la crecida viene, baja por los afluentes. Y Luego se encuentra con estas dos grandes represas, que se operan casi sin control en la parte brasileña. No hay control efectivo, porque los órganos del Estado están correspondidos con las empresas, también muchos dirigentes sociales.

-¿Qué acciones están tomando como sociedad civil?

-Estamos denunciando estas privatizaciones, estas irregularidades. Porque la crecida es un efecto social político. No es natural. Es efecto de una serie de renuncias políticas y sociales y de transferencia de poder a las empresas, que hicieron lo que quisieron. Si pasa un evento climático un poco fuera de lo normal, se convierte en una catástrofe por esta cadena de irresponsabilidades.

En Rondônia, la población afectada eligió la movilización directa, la ocupación de las áreas de las empresas. Porque solo así negocian las empresas: cuando están con las máquinas paradas. Estamos tratando de articular un Frente Amplio, con obreros de las represas, con la población afectada, con los científicos independientes, con organismos de la Fiscalía.

En Rondônia tratamos de aprovechar este momento de gran daño y de gran dolor colectivo causado por las inundaciones de este año. A partir de ahí, queremos crear un Frente Amplio colectivo de reacción, a nivel social y jurídico. Así estamos yendo. Por eso fui invitado a Bolivia. La idea es transmitir esta experiencia a Bolivia, que –si vamos a comparar- fue más afectada por las inundaciones que la parte brasileña situada junto a las represas. El área más grande afectada está en Bolivia, pero hasta ahora no hubo una respuesta a la altura del Gobierno boliviano. Actualmente tratamos de multiplicar, socializar información, articular a actores que puedan presionar al Gobierno boliviano, para que formule una respuesta. Si no lo hace, la propia sociedad civil puede hacer su reclamo en coordinación con organizaciones internacionales, o de Brasil. Debemos hacerlo, a pesar de las persecuciones que son comunes en los Estados cuando ven que los pueblos ya no están bajo su control.

Nuestra tarea es tensionar al máximo estos pactos y fórmulas estables de Poder. Cuando son tensionadas en su límite demuestran su fragilidad. Estamos para demostrar la fragilidad de esas formas de Poder y abrir nuevos horizontes, en los cuales la población sea protagonista de ellos.

-Desde su experiencia en la lucha contra el falso “progreso” ¿Qué consejos puede dar a las organizaciones de la sociedad civil de Bolivia?

-La cuestión en Bolivia es complicada. Porque en Bolivia la Amazonía todavía no es considerada como parte central, no hay una integración de igual a igual entre la Amazonía y las Tierras Altas. Hay un problema de desnivel, que funciona como un colonialismo interno. Es lo mismo que pasa en Brasil. La diferencia es que en Brasil la Amazonía como región tiene tratamiento especial desde el Estado. Tenemos políticas y leyes desde hace 20 años para la protección de la región amazónica.

Como sociedad civil, ahora tratamos de usar esta política de tratamiento especial como antídoto contra los proyectos que se ponen muy claramente en ruta de colisión, de destrucción con esta región tan formidable, tan rica: la Amazonía. Que está llena de alternativas sociales y culturales, antes que ambientales.

Creo que Bolivia tiene que reconocer como suya a la Amazonía. Los pueblos amazónicos de Bolivia deben ubicarse en el centro de la discusión política. En la Amazonía se deben establecer bloques sociales políticos que sean escuchados acá, en el centro de Poder, en La Paz.

No se trata de hacer nuevas campañas que son típicas de las ONG (Organizaciones No Gubernamentales), campañas de difusión, de información. Son útiles, pero es fundamental que tengamos la formación, la consolidación de nuevos actores ubicados en la propia región afectada. Ellos van a ser capaces de coordinar alianzas con distintas sectores de la población boliviana. Y, así, vamos a tener un programa de acción nacional y popular que involucre a la Amazonía, a sus bienes públicos.

(Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático)

Fuente: Boletín Virtual Unitas

Temas: Megaproyectos

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