Brasil y Argentina: envión campesino

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El problema de la injusticia en la tenencia de la tierra es una de las mayores problemáticas de los países latinoamericanos. Muchos campesinos e indígenas que reclaman por sus derechos deben enfrentarse a la violencia por parte de los sectores que se benefician con la concentración de la tierra en su poder. Ante esta realidad, las comunidades rurales se han organizado en la lucha para una redistribución de la tierra que les permita trabajarla dignamente, oponiéndose a las medidas neoliberales implementadas por los Estados nacionales

La lucha de las organizaciones campesinas

El MOCASE y el MST son movimientos campesinos que luchan contra la desigualdad social. Ven a la tierra como una forma de subsistencia revindicando el trabajo y los valores culturales.

En estos días, cerca de 200 familias Sin Tierra ocuparon el área de Duratex, en Buri, al sudoeste de San Paulo. La ocupación fue llevada a cabo por dos campamentos de la región “Maria Aparecida Segura” de Itaberá y “Terra para quem nela trabalha” de Avaré.

El problema de la injusticia en la tenencia de la tierra es una de las mayores problemáticas de los países latinoamericanos. Muchos campesinos e indígenas que reclaman por sus derechos deben enfrentarse a la violencia por parte de los sectores que se benefician con la concentración de la tierra en su poder.

Ante esta realidad, las comunidades rurales se han organizado en la lucha para una redistribución de la tierra que les permita trabajarla dignamente, oponiéndose a las medidas neoliberales implementadas por los Estados nacionales. Entre los principales reclamos se destacan la reforma agraria, el desarrollo rural y la creación de programas de agroindustrias y de crédito especial para los asentamientos.

A nivel internacional, en 1992 se conformó la Vía Campesina, aglutinando a organizaciones campesinas, a medianos y pequeños agricultores, a trabajadores agrícolas y a mujeres y comunidades indígenas de Asia, África, América y Europa. En la Argentina, dos organizaciones participan en la Vía Campesina: el Consejo Asesor Indígena (CAI) de Río Negro y el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase).

El Mocase es un movimiento campesino, integrado por más de 8.500 familias que defienden sus derechos de propiedad de la tierra contemplado en la Constitución Argentina y en el Derecho Internacional. La provincia de Santiago del Estero, poblada por comunidades quechuas, ha soportado desde mediados del siglo XIX la usurpación de grandes empresas forestales europeas, que constituyeron verdaderos latifundios. Luego de una profunda devastación, los empresarios se marcharon, dejando tierras abandonadas en las que se asentaron miles de familias desocupadas, convirtiéndose en campesinos agricultores. A partir de los años 80, fueron surgiendo distintas organizaciones representativas de los intereses campesinos constituyéndose desde el año 1989 el Movimiento Campesino de Santiago del Estero.

Al igual que el Mocase, el Movimiento de los sin Tierra (MST) del Brasil surgió en la década de los ochenta y su principal objetivo es apoderarse de las tierras en un país repartido entre los grandes latifundistas y multinacionales. Se calcula que las familias sin tierra rondan los 5 millones en Brasil, mientras que cerca de 40 millones de brasileños viven por debajo del umbral de pobreza.

Según datos de las Naciones Unidas (ONU), Brasil es uno de los países en los que la desigualdad social descuella, teniendo en cuenta que el 50 por ciento de la tierra cultivable esta en manos de tan solo el 1 por ciento de la población, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, envuelto en una crisis política, sostiene que “no cambiará el rumbo económico”.

El MST y el MOCASE además guarda otra similitudes propensas a generar una nueva alianza dentro del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Además de padecer la violencia, ambos movimientos tiene como estrategia la ocupación del latifundio. La familias campesinas ocupan tierras improductivas o que incumplen la legislación laboral o medioambiental. Dicho método les permite apoderarse de la propiedad privada, tesoro de las sociedad occidental, creando así una ruptura respecto al patrimonio estatal, generando un debate en la opinión publica al mismo tiempo que salvaguardan sus vidas, produciendo para sus familias, que de otro modo quedarían relegadas a la pobreza.

Al igual que la legislación argentina protege el derecho a la posesión veiteñal, el artículo 184 de la constitución brasileña establece que cualquier finca superior a las 600 hectáreas que no cumpla con los mínimos requisitos de productividad será susceptible de ser expropiada por el gobierno y repartida entre las familias que lo necesiten. Mediante la ocupación de los latifundios los campesinos sin tierra denuncia la ilegalidad de ciertas propiedades al mismo tiempo que exigen que se cumplan las leyes vigentes.

Estas organizaciones plantean una profunda crítica al modelo de producción agrícola y cuestionan el antagonismo que la modernidad ha establecido entre el campo y la ciudad, defendiendo una nueva distribución de la tierra, basada en el reconocimiento a las diferencias culturales, fomentando aquella tecnología que no atenta contra la renovación de los recursos naturales y la salud humana.

Asimismo, alrededor de la tierra surgen dos concepciones opuestas, la del campesinado y la de la industria. La primera la ve como una forma de subsistencia, revindicando el trabajo y los valores culturales, mientras la segunda apuesta a la acumulación del capital y a la producción transgénica. Si bien el campesinado va perdiendo la pulseada ante las multinacionales y sus convenios estatales, una unión entre distintos sectores campesinos del MERCOSUR, probablemente lograda a través de las similitudes, puede quebrar las tradicionales negociaciones, en pos de una reorganización de la estructura productiva que permita a millones de familia traspasar los índices de pobreza rumbo a una economía de autogestión que les permita vivir dignamente.

Tal vez el primer paso halla sido este año, con distintos encuentro de los que participaron movimientos campesinos del Conosur. Como por ejemplo cuando organizaciones campesinas y urbanas de los países del MERCOSUR realizaron un encuentro en Foz de Iguazú, oponiéndose a la producción de soja transgénica, en un predio de 1100 hectáreas recuperadas por el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil.

El encuentro fue organizado por el Grupo de Reflexión Rural (GRR) y el MOCASE, se efectuó en el Instituto Tecnológico Educativo por la Reforma Agraria (Itepa) del MST. Allí debatieron más de 600 representantes de organizaciones campesinas, indígenas y ambientalistas, para debatir principalmente sobre semillas nativas, biodiversidad, reforma agraria y monocultivos.

El MST denunció el avance de las plantaciones de soja sobre la Amazonia. Por su parte, integrantes de pueblos originarios aseguran que fueron desplazados de sus tierras. Mientras en Argentina aumentan los desalojos de familias campesinas y comunidades indígenas del interior del país tales como las comunidades Ava Guaraní y Kolla, en Salta (impulsados por el Ingenio San Martín del Tabacal, propiedad de la transnacional Seabord Corporation) y las expulsiones de campesinos en Córdoba y Santiago del Estero, a consecuencia de la expansión de la frontera agropecuaria para la siembra de soja transgénica. “La soja es sustentable para los bolsillos de algunos y de todas aquellas ONG que se prenden a las empresas y no para el bienestar del campesinado”, sostuvo Mirta Quiroga, integrante del Mocase.

Estas primeras iniciativas entre el MOCASE y el MST, representan una nueva forma de consolidación política y económica al interior del MERCOSUR, que muchas veces no se ve reflejada en las negociaciones del bloque, en las que se priorizan los intereses argentinos o brasileños, sin aunar fuerzas para pegar duro en el ring mundial. Las actividades de los movimientos campesinos constituyen desde la praxis una respuesta colectiva frente a las desigualdades sociales, propiciando a largo plazo una reforma agraria y un reconocimiento de los valores patrimoniales y culturales del campesinado.

María del Carmen Borella - Desde La Plata, Argentina.

Este artículo forma parte del seminario de grado “Mercosur, Integración Regional y Medios de Comunicación” dictado por APM en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

Fuente: APM - Agencia Periodística del Mercosur

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