Colombia: Glifosato, catástrofe ambiental

Idioma Español
País Colombia

A escasos 32 días para abandonar la Casa de Nariño, Juan Manuel Santos despide su gobierno con una controversial medida para erradicar los cultivos de coca, mediante la utilización de drones para la fumigación con glifosato, con inversiones cercanas a los 30 mil millones de pesos, en una rápida contratación estatal que despertó la codicia de los promotores del cuestionado proyecto.

Y es que, a juicio de los analistas, la estrategia busca burlar la sentencia de la Corte Constitucional, que ordenó la suspensión de la aspersión aérea con ese herbicida por su alta toxicidad en el 2015, por lo que, en cumplimiento del fallo, Juan Manuel Santos dispuso la suspensión del uso de glifosato.

Según el presidente saliente, con la utilización de los drones a más baja altura, los efectos nocivos del herbicida disminuyen significativamente; argumento que al parecer comparte el presidente electo Iván Duque, quien se declaró abiertamente amigo de este mecanismo de fumigación por precisión.

Sin embargo, lo que parece desconocer tanto Santos como Duque, es que, la Organización Mundial para la Salud, OMS, considera al glifosato como “muy probablemente cancerígeno”, y está incluido en la lista de plaguicidas altamente tóxicos y peligrosos, pues existen pruebas contundentes que ocasiona intoxicación aguda, daños severos en los ojos, riñones, intestino, hígado, alteraciones endocrinas, afectaciones neurológicas y físicas a los fetos en mujeres embarazadas, cuyos niños nacen con algunas malformaciones; además puede ocasionar cáncer.

El glifosato se conoce en Colombia como herbicida Roundup y es utilizado con mucha intensidad desde la década de los 80 como mata malezas y en ocasiones como desecante antes de las cosechas, también en cultivos agrícolas en general, y particularmente en algunos transgénicos; lo que hace suponer que quedan residuos en frutas, verduras y hortalizas. El impacto negativo del glifosato en el medio ambiente es claro y evidente en los ecosistemas, la fauna, la flora; en los procesos de polinización su efecto adverso es letal, la fertilidad de los suelos y la calidad de sus cultivos se ve afectada notablemente; también se han detectado residuos de glifosato en ríos, corrientes subterráneas y hasta en aguas lluvias.

Según los expertos los elementos tóxicos de este producto pueden persistir en los suelos hasta tres años y se pueden bioacumular. Aún así y contra todo pronóstico, Santos acaba de autorizar la compra y uso de drones con glifosato para la aspersión de las zonas cocaleras.

Al fin de cuentas la salud de los campesinos de remotos territorios, el medio ambiente, los ecosistemas, la fauna, la flora y la calidad del agua poco o nada importa al saliente gobierno, y al parecer al entrante aún no le inquietan estos temas.

Entre tanto, las organizaciones ambientalistas del país y la academia guardan un extraño silencio, tal vez porque los potenciales riesgos con el uso de este herbicida, aunque han sido ampliamente documentados, no se tienen en cuenta para la toma de decisiones por los compromisos de Colombia con las políticas antidrogas de Estados Unidos, y por la reinante corrupción administrativa de este país.

Fuente: La Crónica de Quindió

Temas: Agrotóxicos, Salud

Comentarios