El aceite de palma no es el problema

Idioma Español
País Europa

La alarma por sus efectos nocivos ha llevado a consumidores, políticos y comercios a pedir su eliminación. Pero no es el único alimento perjudicial. Los expertos advierten de que el reto está en cambiar el modelo de alimentación.

La mala reputación que se ha labrado el aceite de palma ha despertado las voces de quienes piden eliminarlo. Los consumidores, cada vez más preocupados por lo que comen, buscan alternativas en las etiquetas de los alimentos que compran. Algunos supermercados, como Supersano o Alcampo, trabajan para sacarlo de sus productos, tal y como adelantó El Confidencial; y varias iniciativas a nivel nacional y europeo están solicitando un mayor control sobre este producto, con consecuencias nocivas para la salud y el medio ambiente. Los expertos, en cambio, advierten de que la única alternativa fiable está en cambiar el modelo de alimentación.

“Los consumidores estamos dispuestos a casi todo en nuestra ignorancia y la industria se ha dado cuenta. Ahora es el aceite de palma, pero si no se cambia la lógica alimentaria, se irá saltando de un producto a otro sin arreglar nada”, señala Blanca Ruibal, responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra.

Una de las primeras batallas pasa por saber lo que estamos comiendo. “Hemos asumido que cuando compramos un alimento hay que ir con una guía para leer”, ironiza.

Aunque la normativa europea sobre etiquetado estableció, a partir de 2014, la obligatoriedad de indicar el tipo específico de aceite vegetal que se utiliza en los productos, no siempre aparece de forma clara. El aceite de palma, en concreto, se camufla muchas veces bajo su nombre científico (Elaeis guineensis) u otros eufemismos (grasa vetegal fraccionada e hirogenada de palmiste, por ejemplo).

Este miércoles, la Comisión de Sanidad del Congreso debate una proposición de Esquerra Republicana para instar a la Unión Europea a un cambio en el reglamento sobre la información alimentaria que fuerce a los fabricantes a indicar de manera “legible y visual” si sus productos contienen aceite de palma. También solicita eliminar estos alimentos de las máquinas expendedoras de centros deportivos, educativos y de salud; y evitar que se fomente su consumo entre la población infantil mediante la publicidad o ganchos comerciales como juguetes.

La iniciativa es positiva, porque el aceite de palma está presente en muchos productos ya de por sí poco saludables, como chocolatinas, patatas fritas o bollería industrial; pero la lista de ingredientes nocivos no empieza y acaba en el aceite de palma. Que una galleta no lleve esta grasa no la convierte en un alimento beneficioso.

El principal perjuicio para la salud del aceite de palma está en su alto contenido en grasas saturadas y en su capacidad para aumentar los niveles de colesterol LDL, el malo. Peto otros aceites vegetales, como el de coco o el aceite de palmiche, y productos animales como la mantequilla, son igualmente ricos en este tipo de grasas.

Además están las grasas hidrogenadas, las conocidas como grasas trans, propias de mantequillas y margarinas y, al igual que el aceite de palma, utilizadas de forma masiva por la industria. Pese a que no han causado el mismo revuelo mediático, las grasas trans no sólo aumentan el colesterol malo, sino que bajan el bueno y son una de las principales causas de enfermedades cardiovasculares. La OMS recomienda evitar su consumo lo máximo posible.

“La alternativa es basarse en una dieta deproductos frescos, no procesados y cocinados en casa. Hay que volver al mercado, al producto local”, aseguraba en una entrevista con Público el nutricionista Eduard Baladía, del Centro de Análisis de Evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética.

Otro tanto ocurre con las consecuencias medioambientales del denostado aceite, causa principal de la deforestación en Indonesia y Malasia.

“El problema no es el aceite de palma, sino el monocultivo, donde también entra la soja y otras plantas que se están cultivando así y que, además, están haciendo que tengamos que elegir entre alimentar coches o alimentar a personas”, señala en conversación con este diario el eurodiputado de Equo, Florent Marcellesi.

Él es el autor de un informe, aprobado este martes por una mayoría aplastante en el Parlamento Europeo, que reconoce los efectos graves que este cultivo tiene sobre la deforestación y la seguridad alimentaria de las personas y que insta a la UE a tomar medidas para controlar su origen. Reconoce que la medida debería ser perseguida también para otros cultivos, pero los “intereses de la industria y de los grupos conservadores” del Europarlamento lo impiden.

“La coincidencia entre los productos malos para el medio ambiente y los malos para la salud es impresionante, y no es casualidad. Igual nos estamos equivocando con la alarma sobre el aceite de palma. Sería más útil mirar a la alimentación de forma más global, porque estamos enmarcados en un sistema que si no cambia no vamos a combatir nada”, sentencia Ruibal.

Fuente: Público

Temas: Monocultivos forestales y agroalimentarios, Salud, Sistema alimentario mundial

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