¿Hacia la soberanía alimentaria? (I)

Idioma Español
País Cuba

Una de las prioridades que tiene ante sí la sociedad cubana actual, en medio de la batalla económica a la que está abocada, es la de desarrollar una agricultura que satisfaga nuestras necesidades internas sobre la base del esfuerzo y permita sustituir importaciones.

Fue el llamado de Raúl Castro, en la clausura del IX Congreso de la UJC, en abril del presente año cuando nos dijo que "Sin una agricultura fuerte y eficiente que debe desarrollarse con los recursos de que disponemos sin soñar con las grandes asignaciones de otros tiempos, no podemos aspirar a sostener y elevar la alimentación de la población que tanto todavía depende de importar productos que pueden cultivarse en Cuba".

 

Y en ese sentido, las puertas están abiertas a cualquier iniciativa que desempolve papeles, cuestione realidades, remueva estadísticas, alumbre el camino. Reflexionar sobre lo acontecido en esa materia en nuestra tierra, reconocer los pasos mal dados y afincar bien los próximos a dar, es tarea de investigadores, economistas, campesinos y hasta de la misma población.

 

Esa fue la motivación principal del Taller Seguridad y Soberanía alimentaria que se desarrolló a inicios del mes de diciembre en la Sociedad Económica Amigos del País en la capital cubana con la participación de destacados especialistas del sector.

 

El doctor Sergio Rodríguez Morales, director del Instituto Nacional de Investigación en Viandas Tropicales (INIVIT) insiste en que el concepto de seguridad alimentaria debe superarse y hablar entonces de soberanía alimentaria, en la medida en que seamos capaces de asegurar gran parte de nuestra alimentación a partir de nosotros mismos, sobre la base de la diversificación de especies, en la que los cultivos autóctonos la garanticen.

 

"Cuando en la década de los años 90 desapareció la Unión Soviética, en la Isla se sintieron los efectos de manera inmediata. En esa época nuestro país importaba de esa nación, por ejemplo, más del 50 por ciento de las calorías que se consumían. Así que la seguridad alimentaria estaba garantizada, no la soberanía. Desde el punto de vista de la producción agrícola, la ausencia de los barcos cargados de fertilizantes y plaguicidas que sostenían la producción, esta última también en crisis, ofreció un panorama desesperanzador".

 

El investigador recordó que, durante la crisis de esa década, se acudió a numerosas alternativas como la creación de cooperativas, la descentralización de las estructuras y la diversificación de los cultivos, algunos de los cuales "emigraron" a las ciudades, a través de la agricultura urbana.

 

"Sin embargo, el año pasado Cuba necesitaba importar el 80 por ciento de los alimentos que se consumían en ella, como consecuencia de problemas organizativos, económicos y hasta conceptuales que dieron al traste con una situación agrícola interna desfavorable, incluso desde el punto de vista de los recursos humanos.

 

"En la actualidad, cuando la crisis mundial también toca a Cuba en sus diferentes dimensiones (económica, social, ecológica, climática, política), sigue siendo una incongruencia que en nuestra condición de país tropical, con larga experiencia agrícola y pecuaria, se inviertan tantos recursos en importar alimentos que podrían obtenerse en el territorio nacional y se obvien alternativas que nuestras especies autóctonas pudiera ofrecer."

 

— ¿En qué medida algunos de nuestros cultivos autóctonos pudieran brindar alternativas?

 

—Muchos cultivos tradicionales han sido relegados por aquellos que son comerciales como los cereales y no se ha tenido en cuenta, como se merece, la posibilidad de explotar algunas especies como la yuca, la malanga, el plátano y el boniato, por ejemplo.

 

"Me refiero a productos que pueden obtenerse en pequeñas parcelas con insumos mínimos y que permiten su empleo como alimento animal, como es el caso del pienso a base de harina de yuca e incluso logros en el sector bionenergético. Investigaciones recientes arrojan que pueden obtenerse 280 litros de etanol puro en un 96 por ciento con una tonelada de yuca que contiene alrededor de un 30 por ciento de almidón y eso, a la luz de los tiempos que corren y de nuestras necesidades, es vital.

 

"No podemos tapar el sol con un dedo. Nuestro país tiene que superar numerosos retos para desarrollar el sector agrícola y no solo desde el punto de vista tecnológico o social. Hoy sabemos que más del 70 por ciento de las áreas agrícolas son suelos de poca productividad, en los que más del 12 por ciento están afectados por la salinidad y la sodicidad y aproximadamente un 30 por ciento presentan bajos contenidos de materia orgánica.

 

"El cambio climático es una realidad, las precipitaciones disminuyen, las temperaturas se elevan y cada vez es menor la diferencia entre la temperatura diurna y la nocturna, lo que afecta la calidad de los cultivos. Por otra parte, la proporción que tenía Cuba en los años 50 de que por cada cuatro personas en el campo había una en la ciudad ha sido desplazada por una relación prácticamente equitativa, en la que cada 100 personas solo 8 están vinculados de alguna manera al trabajo agrícola. No puede acudirse a soluciones rápidas, este no es el caso."

 

El Decreto-Ley No.259 referido a la entrega de tierras ociosas en usufructo ha sido uno de los caminos…

 

—Es una feliz idea, que recogerá sus frutos paulatinamente, en la medida en la que el hombre sienta la necesidad de trabajar y su implementación no se desvirtúe. Será una alternativa más para trabajar en función de esa soberanía alimentaria que necesitamos. Muchas personas podrán utilizar las tierras que estaban ociosas o deficientemente explotadas, incluso en las cercanías de las ciudades, y producirán en función de la demanda de la población.

 

"Se generará un movimiento en el que el productor diseñará su estrategia productiva en función de sus disponibilidades de insumos, de las características del suelo y el clima que lo rodee. Se garantizarán los alimentos y la fuerza laboral también.

 

¿Hacia dónde debemos dirigirnos, a su entender?

 

—Lo elemental tiene que ver con la adecuación del modelo productivo. Debemos desplazarnos de una agricultura de altos insumos químicos y energéticos a una con bajos insumos y, sobre todo, basada en un enfoque agro-ecológico y sostenible.

 

"Debemos ser eficientes en la generación y transformación tecnológica para disminuir las brechas entre los resultados científicos y la práctica productiva; retomar las biofábricas que pueden producir millones de microplantas y semillas de calidad; obtener variedades superiores y estables; propiciar un mejoramiento genético de las especies sin abandonar sistemas convencionales; estabilizar los rendimientos a través de la tolerancia al estrés abiótico, con el empleo de cultivos más resistentes a condiciones climáticas adversas como las que se avecinan.

 

"Otro de los caminos es incentivar la interacción con los productores, fortalecer los conceptos participativos con ellos porque son hombres de ciencia que trabajan de sol a sol en el surco y que pueden generalizar los resultados positivos que han recogido en su escenario productivo.

 

"Se trata de desarrollar programas que garanticen nuestra soberanía alimentaria a partir del análisis de nuestras condiciones climáticas, de la disponibilidad de nuestros recursos naturales y sobre la base de nuestros propios esfuerzos", concluyó el doctor Morales.

 

No descuidar a los nuevos productores
Una preocupación de Sergio Rodríguez es la atención que debe brindarse a los productores que han aparecido en la campiña cubana, quienes adquirieron tierras a través de la Resolución 259. A ellos hay que atenderlos, orientarlos o se defraudan del trabajo en el campo, que es duro.
Puso como ejemplo un arriero de Holguín que vendió el coche y los dos caballos que tenía y le puso ese dinero a la finquita entregada. Estaba medio decepcionado porque no sabía qué hacer con aquello. Cuando el Director del INIVIT le explicó que en un año casi podía recuperar la inversión si aplicaba la tecnología china para producir boniato, le volvió el alma al cuerpo.
Luego le dio otras sugerencias y hasta un poco de semillas de otras variedades, a lo cual respondió el guajiro con el compromiso de poner a producir aquellas tierras y entregar toda la producción al Estado.

 

Fuente: Cubahora

Temas: Soberanía alimentaria

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