Inversión y lobby agroexportador: la estrategia del Gigante

Idioma Español
País Argentina

El plan de Cargill en el Gran Rosario: una expansión planeada hace 50 años. Historia de la enigmática firma norteamericana. ¿Qué hay detrás de la expansión de Cargill en el Gran Rosario: la respuesta a una ecuación económica local favorable o un plan diagramado hace medio siglo por los propietarios de la firma mundial más poderosa y enigmática del rubro alimenticio?

El gigante norteamericano que lidera la producción y exportación de derivados de soja en Argentina, intensificó este año su apuesta en el Gran Rosario con una inversión que superará los 200 millones de dólares. Amplió capacidad de molienda en Puerto San Martín, construye un complejo industrial con puerto propio en Villa Gobernador Gálvez y levantará una Maltería en Alvear.

La estrategia, en apariencia coyuntural por el boom de la soja, responde en realidad a una premeditada expansión de la mega empresa. Así lo afirma el economista canadiense Brewster Kneen, quien llegó a Rosario para presentar su libro El gigante invisible: Cargill y sus estrategias transnacionales. Para lograr sus objetivos, dice el autor, repite un mismo esquema de acción: “Utilizan movimientos lentos y sigilosos, preparan los escenarios a largo plazo y se valen de su dominación mundial para hacer competir a las regiones y cooperar a los gobiernos. Y de a poco modifican las políticas agrarias de cada lugar”.

Cooperación local

 

“La expansión del sistema global de alimentación de Cargill –señala Kneen–, se basa en su carácter de empresa privada cerrada que sólo hace público lo que quiere. Y como no necesita retribuciones a corto plazo para accionistas, se toma mucha tiempo para preparar el escenario de entrada en una zona”.

Su estrategia de localización, explica, responde a tres factores básicos: cooperación por parte del gobierno local, que exista una materia prima que ellos buscan, en este caso la soja, y la posibilidad de realizar operaciones de compra y venta simultaneas. “Ellos buscan situaciones en las que los barcos no sólo vayan hacia un sentido, que no sólo saquen mercadería sino que también traigan. Crear ese flujo de mercado resulta muy eficiente por su grado de expansión global: Cargill dice que vendió el año pasado por 71 mil millones de dólares”, agrega.

“Otra carta –continúa– es su dominación global. Tiene las fuentes de recursos en distintos lugares y si Argentina no coopera, se va hacia China, Estado Unidos o India; y hacen competir a las regiones entre sí. Siempre de una manera muy sigilosa y educada, pero eso no cambia sus objetivos”.

Un mismo patrón

 

Para explicar la particularidad del proceso de instalación de Cargill en Argentina hay que remontarse a sus inicios, hace más de 150 años en Estados Unidos. “En 1864 la familia Cargill fundó la empresa y a fines de ese siglo se asoció con la familia Mac Millans para salvarse de la quiebra. Desde entonces, ambas son básicamente los únicos dueños, porque la empresa no tiene acciones que coticen en la bolsa, es hermética. Cargill es una sola compañía en todo el mundo”, describe el economista canadiense.

La firma, pionera en el uso de transporte por curso de agua, desarrolló hace 100 años el concepto de hidrovía. Utilizó el río Mississippi a lo largo de sus tres mil kilómetros desde el norte hacia el Golfo de México. Desde esa época, ya tenían una estrategia para trasladar el alimento desde el interior de Estados Unidos al mundo. Ese mismo patrón fue llevado al hemisferio sur. Su instalación en Argentina en 1947, no resulta casual.

“Si tomamos el mapa, miramos el patrón del río Mississippi, y luego lo bajamos a los ríos Paraná y Paraguay, nos damos cuenta que tiene las mismas características: un gran continente con la posibilidad de sacar las mercaderías al mundo desde los ríos. Rosario, en ese esquema, cumple un papel importante porque es un nudo central”.

“Todo lo demás –dice en referencia a la ampliación de la capacidad de molienda, los nuevos puertos, el lobby para implementar el Plan Circunvalar y profundizar los calados del río–, sigue esa misma lógica. No sólo aquí, también en Brasil, Paraguay y Bolivia”.

–¿Cuál es su forma de hacer lobby?

 

–Con 150 años de experiencia de compañía, aprendieron a trabajar detrás de escena. Pero no a través de lobbies profesionales, simplemente se hacen amigos de los políticos de alto rango y de los poderosos. No utilizan empresas especializadas, directamente el presidente de Cargill se encuentra con el presidente de Estados Unidos. En Canadá, por ejemplo, el vice presidente de Cargill tenía una oficina en el Ministerio de Agricultura.

–¿Cuál es su estrategia con los productores?

–Ellos acuerdan con los productores la entrega de semilla y a cambio reciben la cosecha a un precio prefijado por contrato (en Alvear ya pactaron con los productores de cebada para su Maltería). Inclusive ellos mismos otorgan créditos a lo productores para que estos inviertan en la compra de los propios insumos de Cargill. Ellos tienen su propio departamento financiero que siempre se está reorganizando. Son muy inteligentes y cambian su modo de operar permanentemente.

Del silencio a la conquista pública

 

“Pienso que la gente alrededor del mundo tiene que entender que se tiene que alimentar así misma y no necesita de Cargill para ello. En Argentina, por ejemplo, exporta el 80 por ciento de lo que maneja. Estoy aquí porque creo que si la gente se junta, es posible hacer visible al gigante y luego derrotarlo; pero no será fácil”, le dijo Brewster Kneen a los vecinos de Villa Gobernador Gálvez en la presentación de su libro.

Cuando Cargill se instaló en Canadá en 1987, todos creían que era una pequeña industria familiar. Kneen, un economista que tenía una granja en ese país, empezó a notar que las modificaciones en las políticas agrarias no estaban dirigidas a facilitar la tarea de los pequeños productores locales, sino que beneficiaba directamente a esa firma. Fue entonces que empezó a investigar, y descubrió las estrategias del entonces “gigante silencioso”.

Hoy, analiza Kneen, abandonó aquel silencio producto de su permanente modificación estructural. Ahora, buscan expandir sus mercados y acaparar todo el proceso productivo: desde controlar las semillas hasta llevar el producto a la mesa. “Y para eso, necesitan crear una buena imagen pública”, asegura.

La avanzada en Villa Gobernador Gálvez

La cooperación de los gobiernos –como dice de manera sutil Kneen– con el gigante norteamericano se repitió una y otra vez en la provincia.

Desde ofrecer exenciones impositivas a la actividad cerealera a violentar normas urbanas.

El Concejo de Villa Gobernador Gálvez modificó su Código Urbano en noviembre de 2003. Convirtió el “área residencial” que pretendía Cargill en una “zona industrial”, violando sus propias leyes.

En mayo de 2004, la Secretaría de Medio Ambiente provincial aprobó un estudio de impacto ambiental que realizó la propia empresa y que las organizaciones sociales rechazaron por insuficiente. En ese mismo dictamen, el Gobierno aseguraba que no aportaría dineros públicos para la construcción de las obras previstas. Aunque seis meses más tarde, Jorge Obeid firmaba un decreto en donde se comprometía a aportar 8 millones de pesos para acondicionar accesos a la empresa.

El último guiño de la Provincia fue rechazar el recurso administrativo que había presentado el Taller Ecologista en junio de 2004 por la ausencia de un estudio ambiental serio. El Gobierno estableció la “viabilidad inicial y provisoria del emprendimiento, es decir, la admisión de la construcción de la obra civil y no su funcionamiento”. El Taller consideró que esa era una respuesta inaceptable: “Permiten el avance de la obra civil y después verá si su funcionamiento perjudica al ambiente”.

A pesar de esa disputa, la construcción del complejo industrial comenzó en enero de este año.

“Ellos están construyendo para manejarse después con el hecho consumado. Se manejan así, sin dar la cara. Pero como ponen dinero en las escuelas y en los Fonavis, y tienen un discurso que dan trabajo; nos ponen la sociedad en contra”, explica la concejala galvense Silvia Bernal. “Una bandera que es falsa porque la toma del personal está tercerizada y toman gente del norte o de Bolivia, no de la zona”, agrega.

Para la legisladora, el proceso que realiza Cargill es similar a “una colonización”. “Cambian nuestras conductas alimentarias, haciendo propaganda para que la leche de soja reemplace a la leche de vaca, cuando eso es totalmente mentira. Acá es necesario unir cables sueltos y preguntarse, por ejemplo, ¿a quién va beneficiar el Plan Circunvalar y con qué fondos se va realizar?”, afirma.

Por Ricardo Robins para Semanario NE

Fuente: NotiExpress

Comentarios

09/11/2005
maricones, por que todos son unos maricones jejjejejeje....
sdgvdsgvbdsgfvdsfgdd mariicon eessss maricones maricones