La lucha contra el fracking

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En las jornadas del Observatorio Petrolero Sur se debate sobre los riesgos del fracking para la salud. La inauguración reunió a especialistas y activistas de la Argentina y Estados Unidos, que relataron sus experiencias y explicaron por qué se oponen a esta práctica.

En el extremo sur del planeta, la comunidad mapuche Campo Maripe resiste el avance del fracking en su territorio. YPF y Chevron quieren explotar esa parte de la formación petrolera Vaca Muerta, a pesar de que un relevamiento territorial comprobó la ocupación ancestral de la comunidad en 11.000 hectáreas de Añelo, en la provincia de Neuquén (ver aquí).

El conflicto no termina en la perforación de los pozos, ya que vecinos del oeste neuquino nucleados en la Comisión Fuera Basureros Petroleros denunciaron que la empresa Comarsa quema residuos tóxicos provenientes del fracking a 200 metros de sus casas. De esta manera, 15.000 familias de barrios humildes que usan leña para cocinar se ven afectadas, paradójicamente, por desechos de la extracción de un gas al que ni siquiera tienen acceso.

Muy lejos de allí, en el extremo norte del planeta, los habitantes de una zona rural del estado de Nueva York, cerca del límite con Pensilvania, en Estados Unidos, se juntan regularmente en el sótano de una iglesia para debatir sobre los riesgos del fracking para la salud. El movimiento creció de la mano de estudios ambientales y, finalmente, se logró prohibir el fracking en el estado de Nueva York. Sin embargo, la lucha sigue: ahora se oponen a la instalación de la compañía Crestwood, que quiere convertir a la región en un centro de almacenamiento y transporte de gas. Ya bloquearon la entrada de la compañía 50 veces, lo que derivó en unas 500 detenciones de ciudadanos. Entre ellos, Colleen Boland, impulsoradel activismo anti-fracking y sargento retirada de la Fuerza Aérea estadounidense, quien asegura: “Estoy orgullosa de mis medallas de honor, incluida la que me dieron por buena conducta. Pero estoy igual de orgullosa por las acusaciones de alterar el orden público que recibí por oponerme al fracking para preservar el lugar donde vivo”.

Boland fue una de las expositoras de la inauguración de las Jornadas Internacionales de Salud, Ambiente e Hidrocarburos no Convencionales, organizadas por el Observatorio Petrolero Sur, que se desarrollarán hasta el 31 de octubre en las provincias de Buenos Aires y Neuquén (ver aquí). La apertura fue una audiencia pública realizada en el auditorio anexo del Congreso de la Nación y la mesa se completó con la activista Natalia Huilipan [Comisión Fuera Basureros del Neuquén], la bióloga Sandra Steingraber [Concerned Health Professionals] y la médica pediatra Kathleen Nolan [Physicians for Social Responsibility].

“Algo que me quedó claro de todos estos años que venimos luchando contra el fracking en Nueva York es que las pruebas científicas sobre los daños a la salud, por muy contundentes que sean, no alcanzan. Es necesario que un movimiento social lleve la evidencia científica hacia el campo político. Creo que esa combinación nos permitió ganar la batalla”, sostuvo Steingraber, quien, al igual que Boland, pasó varios días en la cárcel por bloquear la entrada de Crestwood.

Steingraber y Nolan presentaron la tercera edición del Compendio de hallazgos científicos, médicos y de medios de comunicación que demuestran los riesgos y daños del fracking [extracción no convencional de gas y petróleo], una publicación que puede descargarse gratuitamente aquí. Durante la charla, expusieron algunos de esos hallazgos y hablaron de los riesgos que el fracking implica para la salud de la población que vive en las cercanías de lugares donde se desarrolla la actividad.

Steingraber contó, por ejemplo, que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos confirmó casos de contaminación del agua potable por fracking. Además, indicó que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático calcula que, en un período de 20 años, el gas metano puede capturar 86 veces más calor que una cantidad equivalente de dióxido de carbono. Asimismo, sostuvo que, en los últimos meses, varios estudios han confirmado una relación causal entre la inyección de aguas residuales del fracking en pozos de eliminación de desechos y el surgimiento de temblores en la zona. “La evidencia es tan sólida que la Corte Suprema de Oklahoma dictaminó por unanimidad que los propietarios de viviendas pueden demandar a la industria de petróleo y gas por daños en sus propiedades derivados de los temblores”, señaló.

Nolan se refirió al aumento de problemas de salud reportados en poblaciones cercanas al fracking y a los efectos de gases liberados y sustancias químicas usadas en la actividad. Así, indicó que el formaldehído y el sulfuro de hidrógeno irritan los tejidos y que los estudios documentan cada vez más casos de asma; que los químicos que se conocen como BTEX (benceno, tolueno, etileno y xileno) dañan los órganos y son cancerígenos. También, actúan como disruptores endócrinos, lo que derivó en un aumento de nacimientos prematuros y diversos defectos en los recién nacidos.

“En algunos casos, los síntomas pueden eliminarse si se elimina la fuente de exposición, pero eso implica que la gente tiene que dejar de vivir donde vive. La prioridad de los gobiernos debería ser alejar estas actividades en vez de otorgar subsidios a la industria”, sentenció. “Las compañías y países que invierten en fracking están invirtiendo en un legado tóxico. Es muy poco lo que se puede mejorar cambiando regulaciones o implementando un código de buenas prácticas. Los problemas son inherentes al proceso y, por lo tanto, la única mejora puede venir del abandono completo de esta actividad y de la transición hacia un futuro sostenible y renovable”, agregó.

La última expositora fue Natalia Huillipan, en representación de la Comisión Fuera Basureros Petroleros de Neuquén. Se presentó en mapudungun [lengua del pueblo mapuche] y explicó cómo funciona el circuito de los residuos petroleros. La empresa encargada de su tratamiento es Comarsa, que, según Huillipan, utiliza un método de incineración en hornos pirolíticos que “libera al aire contaminantes que respiramos todos los días en nuestros barrios”. Además, dijo que, en una reciente audiencia pública, Comarsa reconoció que la empresa no trata los metales pesados, pero se negó a responder cuál es la disposición final de los mismos.

Huillipan sostuvo que la comisión obtuvo dos logros importantes. El primero fue que el Gobierno provincial firmó un decreto que establece que las empresas que tratan residuos especiales tienen que estar a ocho kilómetros de las zonas pobladas y a cinco de las zonas productivas, aunque dice que, en la práctica, eso no se cumple. El segundo logro radicó en unificar la lucha con los trabajadores de la empresa. “Yo soy mapuche y quiero finalizar con una reflexión desde mi identidad”, dijo Huillipan. “Hay tres elementos que están siendo afectados por este sistema capitalista: agua, aire y suelo. El agua es la sangre que corre por nuestras venas, el aire es lo que nos impulsa y el suelo es nuestro cuerpo. Tenemos que defenderlos y solo con lucha y organización colectiva vamos a poder conseguirlo. ¡Marici wev! [diez veces venceremos]”.

Fuente y foto: Universidad San Martín - TSS

Temas: Petróleo

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