Llamado a la prohibición de probióticos GM

Por ISiS
Idioma Español

Las bacterias benéficas que viven en el intestino humano son sujeto hoy en día de una intensiva modificación genética que podría convertirlas en patógenas. El Prof. Joe Cummins y la Dra. Mae-Wan Ho hacen un llamado a la prohibición de liberaciones de probióticos GM

El artículo completo de referencia es remitido a los miembros del sitio Web de ISIS. Detalles aquí.

Probióticos para la salud

Los “probióticos” son bacterias benéficas de origen natural que se encuentran en el intestino humano, y están siendo añadidas a los alimentos por sus efectos promotores de la salud. Los probióticos más extensamente estudiados son el Bifidobacterium y el Lactobacillus, ambos derivados de productos de leche fermentada. La eficacia de los probióticos ha quedado claramente establecida en años recientes. Por ejemplo, pruebas aleatorias con ensayos a doble ciego con probióticos agregados a la leche, redujeron las infecciones respiratorias y la gravedad de la enfermedad entre los niños de una guardería. Otro estudio demostró que el tratamiento probiótico aliviaba la diarrea en los niños.

Estos aciertos han atraído la atención de los ingenieros genéticos, quienes desean “mejorar” las exitosas aplicaciones, que probablemente son anteriores al comienzo de la historia escrita.

La interacción cruzada entre el hospedador humano y la bacteria intestinal ha evolucionado durante millones de años. Sus contribuciones a la salud del hospedador humano dependen de una intrincada red de interacciones bacterias-bacterias y bacterias-hospedador que, si es sacada de equilibrio, muy probablemente resultará en enfermedad.

¿Puede la ingeniería genética “mejorar” las bacterias probióticas sin convertirlas en patógenos peligrosos?

Las bacterias probióticas modulan el sistema inmune y proporcionan un equilibrio ecológico en el intestino que excluye a los microbios causantes de enfermedad. Los ratones libres de gérmenes criados en laboratorio tienen menos células inmunes, y tienden a perder más antígenos del alimento a través de la barrera intestinal. Estas condiciones mejoran después de aproximadamente un mes de exposición a las bacterias. Las bacterias probióticas no deben ser patógenas, sin embargo; y es esencial para los tratamientos probióticos que sea testeada su seguridad.

La inmensa mayoría de las aplicaciones ha resultado libre de consecuencias patológicas; pero ha habido un caso de infección local procedente de una cepa de Lactobacillus oportunista. La perspectiva de que la modificación genética puede “mejorar” los microbios probióticos debe ser seriamente contrastada con el potencial de convertir microbios benéficos inofensivos, en patógenos peligrosos (“No biosecurity without biosafety”, Informe de ISiS del 16 de marzo de 2005), en particular en el caso de bacterias que naturalmente habitan el intestino humano.

La secuencia genómica completa del probiótico Lactobacillus acidophilus ha sido determinada y han sido identificados los rasgos que contribuyen a su supervivencia en el intestino y promueven las interacciones con los intestinos. La secuencia del genoma de Bifidobacterium longum, de manera similar, refleja su adaptación al tracto gastrointestinal humano, incluyendo proteínas potencialmente inmuno- moduladoras.

Las bacterias lacto-fermentadoras albergan bacteriófagos (virus), inclusive aquéllos que causan enfermedades, y “fagos atemperados” capaces de integrar sus genomas virales en el genoma bacteriano. Los fagos bacterianos atemperados juegan un papel importante en la transferencia genética horizontal entre bacterias que residen en el mismo ambiente, en este caso, el intestino humano.

La modificación genética de las bacterias puede hacerse por transformación del ADN (captación directa de ADN), transducción (transferencia de genes por un fago bacteriano atemperado) o mediante el uso de plásmidos (ADNs circulares pequeños que replican con la célula bacteriana pero permanecen fuera del cromosoma bacteriano). Normalmente, los transgenes son propagados a las bacterias en plásmidos, porque la transformación del ADN no resulta exitosa, a menos que el ADN presente homología (similitud de secuencia) con el cromosoma bacteriano.

Las bacterias del ácido láctico (Lactobacillus spp), han sido manipuladas genéticamente para aumentar la actividad proteolítica, resistir virus, metabolizar carbohidratos complejos, o reforzar el metabolismo. La única bacteria de ácido láctico modificada aprobada hasta ahora bajo la directiva de la Unión Europea, es una cepa con un gen modificado de luciferasa para detectar residuos antibióticos en la leche, mas dicha cepa no entra en la cadena alimenticia porque se usa en una pequeña muestra de leche para prueba, que después se destruye.

Experimentos peligrosos con probióticos

Se ha sugerido que debería emplearse alguna técnica aleatoria de “transferencia genética” con el fin de mejorar las bacterias del ácido láctico para su uso como probióticos. La transferencia genética es un procedimiento inherentemente arriesgado que puede generar millones de bacterias recombinantes en cuestión de horas; será imposible predecir cuántas de aquéllas podrían ser patógenos letales (“Death by DNA shuffing”, SiS 18 http://www.i-sis.org.uk/isisnews.php).

Una solicitud estadounidense de patente de bacterias recombinantes del ácido láctico para el tratamiento de la alergia, incluye un producto de leche fermentada (yogur) que contiene bacterias del ácido láctico modificadas con genes sintéticos que especifican anticuerpos epitope IgE (anticuerpos asociados a la alergia) en la superficie de la bacteria. La terapia incluiría comer el yogur recombinante para suprimir la alergia mientras el alergeno natural es encontrado. Este tipo de “terapia” debe tratarse con extrema cautela.

La experiencia nos dice que interferir con el sistema inmune puede conducir a sorpresas desagradables, como en el caso del inofensivo poxvirus de ratón que se convirtió en un patógeno letal cuando se le insertó un gen que supuestamente estimulaba la producción de anticuerpos. En otro experimento, una cepa de Lactobacterium de origen humano se modificó con un gen de la toxina del tétanos, para producir antígenos para inmunizar contra el tétanos. La bacteria recombinante del ácido láctico fue administrada en forma de spray nasal para proporcionar una fuerte inmunización. No se le otorgó ninguna consideración a la clara posibilidad de que el gen de toxina del tétanos pudiera fácilmente convertirse en patógeno.

Los ingenieros genéticos también están identificando cepas probióticas de Bifidobacterias, pensando en “reforzarlas” mediante modificación genética. Vectores plásmidos pertenecientes a Bifidobacterias o vectores plásmidos de conexión para transferir genes entre E. coli y Bifidobacterias, están siendo usados, hasta ahora, con el objeto de estudiar el papel de las Bifidobacterias en el ecosistema del intestino antes que en la producción de cepas probióticas modificadas. La inestabilidad de los plásmidos recombinantes ha probado ser un obstáculo para la explotación industrial de las Bifidobacterias GM. Además, se ha observado transferencia genética entre Lactobacterias y Bifidobacterias en el sistema digestivo de ratones previamente libres de gérmenes, sugiriendo que las cepas probióticas GM podrían alterar la ecología microbiana completa del tracto digestivo, de una manera imprevisible.

Una reseña reciente hizo hincapié en el enorme mercado para probióticos en Europa, apuntando al valor de la tecnología genética molecular en caracterizar e identificar muchos microbios probióticos. Una reseña anterior caracterizaba la terapia de reemplazo bacterial como una forma de “guerra de gérmenes” para prevenir y controlar infecciones de piel, cavidad oral, oídos y tracto uro-genital. Las amistosas bacterias probióticas se utilizan para colonizar la microflora intestinal con el fin de eliminar o minimizar patógenos desde su mismo establecimiento. Este enfoque ha demostrado ser exitoso en el control de las caries dentales, infecciones del oído y enfermedades por estreptococos. En algunos raros ejemplos, las “amistosas” bacterias tenían marcadores de resistencia a antibióticos o eran genéticamente modificadas.

Ninguna bacteria GM debe ser permitida para uso probiótico

El estudio de las bacterias que colonizan el intestino humano simplemente recién ha comenzado. Hay diez veces más bacterias que células en el intestino, que consisten en más de 400 especies diferentes; la gran mayoría de las especies permanece desconocida. El Prof. Tore Midtvedt, pionero en el uso de ratones libres de gérmenes para el estudio de las bacterias intestinales, fue el primero en demostrar la importante contribución de las bacterias individuales al desarrollo del sistema inmunológico del intestino. En vista de nuestra inmensa ignorancia de la ecología del intestino, no podemos permitir que se usen bacterias probióticas genéticamente modificadas, a menos y hasta que hayamos entendido completamente los intrincados equilibrios ecológicos que han co- evolucionado con la especie humana. Debería haber una prohibición sobre el uso de cualquier bacteria probiótica GM en humanos.

ISiS - Comunicado de Prensa 22-04-05

Puede encontrar este artículo en la página Web de I-SiS (en inglés)

Traducción: Gladis Guíñez
Para Acción por la Biodiversidad

Comentarios