Los olvidados de (Petro)Perú

Idioma Español
País Perú

A orillas del río Urituyacu, en su desembocadura con el caudaloso Marañón, 130 familias (600 habitantes) sienten el desamparo de la justicia. Nueva Alianza, comunidad nativa del pueblo Cocama-Cocamilla, espera ya 15 días desde que el Oleoducto Norperuano se fisuró en dos puntos. El petróleo sigue ahí derramado y Petroperú no ha venido a recogerlo. La incertidumbre pesa como las toneladas de crudo desparramado.

El 21 de agosto, un poblador descubrió que el aguajal donde suelen pescar, a escasos diez minutos caminando del centro poblado, un chorro de petróleo a presión regaba con crudo la laguna. Se comunicó la emergencia pero tardaron día y medio en aparecer, taponando las dos roturas a golpe de estaca de madera y caucho. Luego lo graparon con metal. El petróleo derramado formaba ya una inmensa laguna negra de casi un kilómetro de longitud y 8 metros de ancho. No fue hasta 10 días después, el 31 de agosto, que se personaron representantes del gobierno para dialogar con la comunidad. Entretanto, si los pobladores hubieran visto los periódicos o canales de la capital, estarían al tanto de las calumnias que se vertían - además de petróleo- sobre la comunidad. Una versión diseñada en algún despacho de Lima afirmaría que la contención y remediación no había empezado porque la comunidad lo impedía. Consultado a este respecto, Hilter Yuyarimas, apu de la comunidad lo negó rotundamente. Y también las acusaciones sobre el probable sabotaje al Oleducto por los mismos pobladores. Un recurso verbal, que de tanto usarlo- también en los derrames de Chiriaco, Morona, Nieva y Barranca se emplearon - ya suena a palabras gastadas.

Finalmente se personaron representantes del gobierno y Petroperú a Nueva Alianza el 31 de agosto. La reunión con la Comisión fue cordial pero tensa. De ella sólo salió un acuerdo para permitir el ingreso inmediato de la empresa ecuatoriana LAMOR para que cuantifique el volúmen del derrame y diseñe los términos de la remediación. A partir de ahí, la semana siguiente, se hablará del trabajo de remediación. Sin embargo, en la reunión se escucharon voces que más que tranquilizar, sembraron dudas en la comunidad. " Petroperú dijo que podía pagar hasta 50 soles diarios para los empleados locales de la remediación" - recordaba el Apu Yuyarima- "Eso es una burla para nosotros". Y añadía: "Sabemos de qué tipo de exposición a hidrocarburos se trata y el efecto que producen los metales pesados a la salud". En la conversación se incorpora otro comunario indignado: "Se burla Petroperú ofreciendo apenas 10 soles más de lo que nos pagamos entre nosotros para tareas en la Chacra. Acaso no es un trabajo con sustancias peligrosas?".

Remediación a la baja

Visto el dilatado historial reciente de derrames que ha tenido que enfrentar la compañía en lo que va de año, parece evidenciarse una tendencia a la baja en los presupuestos de remediación. Tras el derrame en la quebrada Inayo y río Chiriaco, el 25 de enero de este año, la compañía acordó un sueldo de 150 soles diarios a los pobladores contratados para recoger los miles de barriles de crudo y toneladas de tierra contaminada. En el derrame de Uchichiangos (Nieva), el 12 de agosto, el monto se redujo a 80 soles. Los derrames suman y siguen, pero a los pobladores afectados les recortan el sueldo a niveles que atentan a su dignidad. Porque recoger petróleo, sustancia peligrosa, inflamable y cancerígena, es una tarea con consecuencias a la salud de las personas que lo trajinan. Los recortes parecen afectar a los tiempos de reacción de la compañía. "Tardaron día y medio en venir a detener el derrame y ya van dos semanas sin hacer nada en ese polvorín que tenemos en la comunidad". El Apu tiene un calendario donde marca cruces a los días que pasan. Teme que algún niño tenga una desgracia en un lugar antes tan frecuentado para irse a bañar o pescar alevines.

Declaraciones informales arrancadas de operarios de LAMOR que se pasean por la comunidad son preocupantes. Una técnica de esta empresa ecuatoriana afirmó "que el derrame no está contaminando nada porque está quieto". Otro técnico de la empresa, que bebía cerveza a altas horas de la noche en la comunidad, se encomendó a Dios agradeciéndole que no haya llovido estos días porque "de rebalsar la cocha sería el desastre".

Los comunarios conocen el aguajal que hasta hace poco era fuente importante de alimentación, sobretodo cuando se acaba el mijano, esto es, la temporada alta de pesca. La laguna, en invierno sube y es navegable en canoa. Tiene dos rebalses y ambos descargan agua al río Urituyacu. El río donde viven, beben y se alimenta Nueva Alianza. Continuamente se ven pobladores acareando los baldes desde las playas, para cocinar con ellos.

Oraciones a parte, parece claro que en Nueva Alianza nadie quiere que llueva mucho estos días. Los derechos y la justicia quedaron sepultados en petróleo. Y hasta el momento, esta situación no es remediada.

Desde Nueva Alianza, Loreto - Marc Gavaldà es miembro de Alerta Amazónica

Fuente: Rebelión

Temas: Petróleo

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