Biodiversidad, sustento y culturas #95

En diciembre de 2017, hubo una enorme movilización en Buenos Aires, Argentina en protesta contra la flagrante intromisión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en todos los aspectos de la vida. El llamado “libre mercado”, con sus normas “comerciales” busca sustituir al gobierno en la planeación, procuración, gestión, administración, regulación, ejecución y evaluación de toda suerte de políticas, iniciativas y proyectos, la supervisión y la vigilancia, la contención y la represión.

Arribamos a gobiernos que privatizan sus funciones más elementales o delicadas. Disminuyen las instancias populares de discusión y evaluación de la gestión concreta de los quehaceres del gobierno y las corporaciones. Cualquier invocación de estas instancias se presenta como inmiscusión en la gestión y administración cuando ésas son justamente acciones que propugnan la participación de la gente en gobernar.

Contenidos

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Editorial

Por qué es importante reflexionar sobre los “derechos”

¿Qué son los derechos? Algunas lecciones de las luchas

Territorios de Paz para la Vida Digna. Declaración del Foro de Soberanía Alimentaria

Normas sanitarias, inocuidad alimentaria y producción campesina

Con las vacas hasta el cuello (pero con el estómago vacío)

Argumentos contra la geoingeniería. El gran fraude climático

El Protocolo de Nagoya: ¿Abate la biopiratería o sólo la legaliza?

Ataques, políticas, resistencia, relatos

Editorial

La foto nos muestra un detalle de la enorme movilización desatada para protestar contra la intromisión flagrante de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en todos los aspectos de la vida, durante la reunión que sostuvo en Buenos Aires este diciembre de 2017. La impugnación ocurre porque las instancias del llamado “libre mercado”, con sus normas “comerciales” han llegado para quedarse con el papel que antes jugaban los gobiernos: es decir, buscan sustituir el papel de planeación, procuración, gestión, administración, regulación, ejecución y evaluación de toda suerte de políticas, iniciativas y proyectos, la supervisión y la vigilancia, más la contención y la represión.

Tales instancias económicas buscan suplir el papel que el derecho cumplió por años en la disposición de las responsabilidades y acciones necesarias para que la gente desplegara lo que tuviera que hacer para resolver lo que más le importaba.

El ataque es brutal y omnipresente: son las leyes de propiedad intelectual e industrial con patentes, derechos de obtentor, registros y catálogos de semillas, conocimientos tradicionales y diseños, pero también son las normas de inocuidad sanitaria, impuestas para privilegiar a las grandes corporaciones mientras marginan más y más a cualquiera que produzca alimentos con medios que no cuenten con las sofisticaciones de la innovación tecnológica mientras las grandes corporaciones pueden seguir empuercando el agua y el aire, con el maltrato y la hediondez de las factorías animales de pollos, puercos o reses. Es todo el esquema de servicios ambientales, y las reservas de la biosfera, y el desarrollo inmobiliario, y el acaparamiento de tierras, aguas y energéticos. Son las políticas que marginan con migajas “de compensación” a campesinas y campesinos con sus métodos tradicionales o les empujan a someterse a las grandes corporaciones en esos nuevos esquemas de “sustentabilidad” dentro de las “cadenas de suministro” y las “cadenas de valor”. Son las leoninas reglas de compra-venta y abastecimiento de los supermercados, que de nuevo empujan a los pequeños fuera de la jugada.

No hay escapatoria. Están colados a la salud pública y en la asistencia y atención a las necesidades sanitarias de la población, en la educación con la privatización que implica graves daños al pensamiento independiente, a la creatividad individual y colectiva, y a las verdaderas reflexión e investigación científica. Es la tecno-ciencia positivista, lineal y obsoleta que se entregó a la industria y promueve transgénicos, biología sintética, geoingeniería, intensificación de cultivos, agrotóxicos y devastaciones ambientales de variada afectación.

Es la expulsión de la gente, y el hacinamiento y la descomposición social y humana que recrudece en las ciudades.

Todo esto y mucho más se va colando con la más tremenda de las privatizaciones: la promoción de una gestión gubernamental que privatiza una operación que debía estar en manos públicas o, mejor, comunitarias con su autogestión de escala humana.

Gracias a los tratados de libre comercio como herramientas de desvío de poder, arribamos a gobiernos que crecen en la privatización de sus funciones más elementales o delicadas, incluidas las cárceles, renovados centros donde se establecen nuevas esclavitudes fuera de los radares de la supervisión.

Lo más grave es que disminuyan las instancias populares de discusión y evaluación de la gestión concreta de los quehaceres del gobierno y las corporaciones. Y que cualquier invocación de estas instancias aparezca como una inmiscusión en la gestión y administración cuando ésas son justamente las acciones más concretas de una participación de la gente en gobernar.

Y se les llena la boca con el término “gobernanza” cuando en realidad buscan que nadie diga nada.

Biodiversidad se ofrece para abrir espacios de discusión y que nos devolvamos la capacidad de rememorar, imaginar y discutir habitando nuestros ámbitos comunes donde solventemos y resolvamos lo que más nos importa.

Biodiversidad

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