Negocios y crisis alimentaria

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Si bien el desorden climático, la producción extendida de biocombustibles y los elevados precios del petróleo explican la elevación de precios de los alimentos, éstas no son suficientes para comprender la globalidad de la crisis de alimentos

La crisis alimentaria es el resultado un largo acumulado de desequilibrios estructurales en el orden económico mundial. En el último año los precios han subido en un 45%, el problema no radica en una baja en la producción global, pues el planeta produce más del doble de alimentos que necesita para alimentar a toda la población, producción que está concentrada en los países industrializados, las dos terceras partes de los países en vías de desarrollo son importadores netos, obviamente el consumo se concentra en los países más desarrollados. En América Latina a los 52 millones de desnutridos actuales se incorporarán 15,7 millones más.

“En América Latina hay ahora 52 millones de desnutridos y habrá 15 millones más...”

Otro de los factores de crisis es el control mundial del comercio de alimentos, el mercado de cereales está concentrada en tres transnacionales: Carguill (EE.UU.), Archer Daniel Midlands (EE.UU.) y Buge (Brasil), que han obtenido utilidades entre un 36 y 67% en el último año. La concentración del mercado también se da por propiedad de patentes y transgénicos. En este contexto, los cambios climáticos, los precios del petróleo, que han experimentado un alza de cinco veces promedio durante los pasados 100 años, y particularmente la masiva producción de biocombustibles aceleran la crisis, ocasionando además incremento de la especulación financiera, conflictuando más el sistema internacional. Por tanto asegurar la posibilidad de una crisis estructural generalizada puede resultar no ser una exageración.

En el Ecuador las consecuencias de esta crisis aumentan la intranquilidad social. El presidente Correa ha efectuado preocupantes anuncios en sus enlaces nacionales desde Perú y en la última desde Atuntaqui. En la primera aseguró que de estudios ordenados por él sobre opciones de exportación, la producción y exportación de biocombustibles sería provechosa. En la segunda informó que consultó a “dos científicos del más alto nivel, sin intereses…”, le aseguraron que “prohibir la comercialización de transgénicos es una barbaridad”. Estas dos afirmaciones contradicen cualquier política real para solucionar la acelerada subida de precios de los alimentos y debilita toda iniciativa por garantizar un modelo económico basado en la soberanía alimentaria.

En coherencia con el criterio del presidente, la Mesa 6 de la Constituyente aprobó un articulado sobre soberanía alimentaría donde no se pone definiciones claras respecto de transgénicos, se dice el Estado debe “proteger a la población del consumo de alimentos contaminados y la introducción de organismos genéticamente modificados”, esa protección, hasta ahora se ha reducido a la información en etiquetas. La introducción de alimentos y productos genéticamente modificados no es problema únicamente de consumo, sino de producción, control de mercados, ambientales, culturales y de soberanía económica.

El Telégrafo, Ecuador, 5-6-08

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