“Tenemos que revisar a fondo nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar”

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"No podemos seguir en una apuesta ciega por el modelo económico hegemónico que impone el crecimiento económico a cualquier precio. Necesitamos (re)definir los conceptos que expliquen la gran motivación humana. Los grupos de poder secuestran los términos y los usan para perpetuar sus relaciones de dominio."

“Tenemos que revisar a fondo nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar para superar una cultura consumista y derrochadora que ha llevado al planeta a una situación muy crítica”. Así lo advirtió el ingeniero forestal Rodrigo Arce en un artículo sobre el VII Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental.

“Como sociedad humana somos parte de la naturaleza por tanto necesitamos recuperar la definición de lo ambiental en la integración sociedad-cultura-naturaleza” expresó en un reciente artículo publicado por Servindi.

“Una serie de paradigmas equivocados nos ha hecho pensar que los recursos de la tierra son ilimitados y nos ha llevado a pensar que la tecnología puede resolverlo todo y corregir los impactos que estamos provocando a la naturaleza” agrega el autor.

“Como resultado de nuestro proceder nos encontramos ahora frente a una crisis del modelo civilizatorio una de cuyas manifestaciones es la crisis ambiental y los efectos del cambio climático”.

“La educación ambiental intercultural apela a un diálogo de saberes, reconociendo explícitamente, a decir de Enrique Leff, que muchos conceptos de la cultura local no son necesariamente homologables con los conceptos y prácticas de la cultura occidental.”

“De ahí la importancia de recoger los aportes de la gran diversidad cultural que están dando cuenta las poblaciones locales y especialmente los pueblos indígenas que se manifiestan en concepciones y prácticas sustentables a partir de un profundo respeto a la naturaleza y no bajo la égida de la dominación de la naturaleza por el hombre”.

“Los grupos de poder secuestran los términos y los usan para perpetuar sus relaciones de dominio. Por ello existe un fuerte cuestionamiento que usa antojadizamente el concepto de desarrollo sostenible solo para seguir con sus prácticas poniéndole un poco de cosméticos”.

“Por ello la necesidad de avanzar propuestas orientadas hacia la construcción de sociedades sustentables, más humanas, más justas, más equitativas y que recupere el sentido de pertenencia a la naturaleza y el cosmos. En este propósito tanto la educación ambiental como la educación ambiental comunitaria tienen mucho que aportar” concluye el autor.

A continuación el artículo completo de Rodrigo Arce:

Reflexiones derivadas del VII Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental

Por Rodrigo Arce Rojas*

13/9/2014

Bajo el lema “Educarnos juntos para la sustentabilidad de la vida” se desarrolló en Lima el VII Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental entre el 10 al 12 de setiembre del presente año. Este Congreso que se realiza después de 5 años, el último se desarrolló en San Clemente del Tuyú en Argentina, estuvo enfocado en la educación ambiental comunitaria y tuvo como nota destacada la participación de líderes y lideresas comunitarios además de educadores ambientales procedentes del sector educación, ambiental, forestal y de la sociedad civil en sus diversas expresiones y con una temática altamente diversificada.

Para poder compartir las reflexiones derivadas de este Congreso es menester aclarar que la educación ambiental comunitaria es aquella que se realiza fuera del ámbito institucional de la educación formal. Por tanto, se inscribe más bien en lo que se tipifica como educación no formal o informal. Puede realizarse desde la propia comunidad o por agentes externos públicos o de la sociedad civil que trabajan con la comunidad y para la comunidad. Es muy importante poner de relieve que este Congreso puso énfasis en la riqueza de los valores de la educación ambiental comunitaria y de las propias comunidades que aportan con visiones y prácticas sustentables.


Se refuerza el hecho de reconocer que como sociedad humana somos parte de la naturaleza por tanto necesitamos recuperar la definición de lo ambiental en la integración sociedad-cultura-naturaleza. Una serie de paradigmas equivocados nos ha hecho pensar que los recursos de la tierra son ilimitados y nos ha llevado a pensar que la tecnología puede resolverlo todo y corregir los impactos que estamos provocando a la naturaleza. Como resultado de nuestro proceder nos encontramos ahora frente a una crisis del modelo civilizatorio una de cuyas manifestaciones es la crisis ambiental y los efectos del cambio climático. Tenemos que revisar a fondo nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar para superar una cultura consumista y derrochadora que ha llevado al planeta a una situación muy crítica. No todos no están conscientes de cuán seria es esta situación y de ahí el importante rol de la educación ambiental.

De las diversas experiencias de educación ambiental comunitaria podemos encontrar una diversidad de enfoques dependiendo de qué objetivos desean alcanzar. Así podemos encontrar desde perspectivas como la bioalfabetización que busca que las personas conozcan los componentes y las interrelaciones de los ecosistemas para comprometerse con su cuidado y protección hasta perspectivas más amplias que buscan construir y fortalecer las prácticas de la ciudadanía ambiental que es aquella que promueve la participación activa de ciudadanos y ciudadanas en los procesos de construcción de la política pública y la vigilancia social, así como el desarrollo de prácticas sustentables. En tal sentido la perspectiva de ciudadanía ambiental se enmarca en un contexto de derechos (y de obligaciones). Asimismo, la ciudadanía ambiental no se reduce a lo “ambiental” pues se entiende las diferentes interrelaciones políticas, sociales, culturales de la relación sociedad-naturaleza y por tanto recoge las diferentes manifestaciones del quehacer humano.

En la perspectiva de la integralidad se ubican expresiones como el “bosque-escuela”, el “parque-escuela” que hace de los espacios naturales como oportunidad permanente de reflexión e interaprendizaje. Se puede extender estos conceptos para hablar de comunidad-escuela, hogar-escuela para poner de relieve que la vida misma en sociedad es el espacio y oportunidad para aprender y desaprender y avanzar hacia sociedades sustentables fusionando pensamiento, reflexión y acción.

“La educación ambiental intercultural apela a un diálogo de saberes, reconociendo explícitamente, a decir de Enrique Leff, que muchos conceptos de la cultura local no son necesariamente homologables con los conceptos y prácticas de la cultura occidental”

La educación ambiental intercultural apela a un diálogo de saberes, reconociendo explícitamente, a decir de Enrique Leff, que muchos conceptos de la cultura local no son necesariamente homologables con los conceptos y prácticas de la cultura occidental. De ahí la importancia de recoger los aportes de la gran diversidad cultural que están dando cuenta las poblaciones locales y especialmente los pueblos indígenas que se manifiestan en concepciones y prácticas sustentables a partir de un profundo respeto a la naturaleza y no bajo la égida de la dominación de la naturaleza por el hombre.

Vale detenerse un poco más en los procesos de interculturalidad. Si bien es cierto que existen tendencias marcadas respecto a la relación con la naturaleza desde un lado sagrado y desde el otro lado utilitarista, hay que reconocer que estos esquemas tampoco son homogéneos y privativos de sectores y actores. Mientras un sector pensante, comprometido y activo promueve el retorno a los valores originales de la relación respetuosa con la naturaleza, otro sector, producto de fuertes procesos de aculturación y de seducción por los valores del progreso materialista, trata de incorporarse a la lógica del mercado. Así que producto de estas tensiones paradigmáticas e ideológicas podemos apreciar dinámicas sociales muy diversas. De ello resulta la necesidad que la educación ambiental enfatice su dimensión crítica y refuerce su apuesta política por la sustentabilidad. En tanto se produce un proceso acelerado de erosión y drenaje cultural, que afecta las mismas bases de la sustentabilidad, se requieren procesos de revitalización y vigorización cultural.

El reconocimiento de la incertidumbre y la complejidad de la naturaleza y del propio ser humano no debe llevarnos a la inacción, a la dispersión o fragmentación. Necesitamos recoger la riqueza de la diversidad, los aportes de la diversidad a la construcción de sociedades sustentables. Por ello cobran más fuerza las tendencias transdisciplinarias e interdisciplinarias; las tendencias de acción intersectoriales, intrasectoriales, de los diversos niveles de gobierno y de buena gobernabilidad y gobernanza; la interacción entre lo local y lo global; las consideraciones que recuperen la diferentes dimensiones temporales; la responsabilidad para estas y las futuras generaciones.

Está claro que no podemos seguir en una apuesta ciega por el modelo económico hegemónico que impone el crecimiento económico a cualquier precio. Necesitamos (re)definir los conceptos que expliquen la gran motivación humana. Los grupos de poder secuestran los términos y los usan para perpetuar sus relaciones de dominio. Por ello existe un fuerte cuestionamiento que usa antojadizamente el concepto de desarrollo sostenible solo para seguir con sus prácticas poniéndole un poco de cosméticos. Por ello la necesidad de avanzar propuestas orientadas hacia la construcción de sociedades sustentables, más humanas, más justas, más equitativas y que recupere el sentido de pertenencia a la naturaleza y el cosmos. En este propósito tanto la educación ambiental como la educación ambiental comunitaria tienen mucho que aportar.


* Rodrigo Arce Rojas es ingeniero forestal. Su correo es se.oohay@sajorecrar

Fuente: Servindi

Temas: Ecología política

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