Chile - 2a Escuela Nacional de Agroecología: formación técnica y política para las mujeres del campo

Idioma Español
País Chile

"Durante seis días, las mujeres comparten comidas, trabajan por turnos en la mantención del espacio y reciben la visita de dirigentas, activistas y profesionales que apoyan su proceso de formación y les entregan herramientas para proyectar una vida campesina".

Entre muros de adobe recuperado, alrededor de 20 mujeres de distintas edades y provenientes de diversos territorios de Chile, conversan sobre culpa, postergación y falta de educación del campesinado. La reflexión es intensa, profunda e íntima. En las paredes del gran salón cuelga un lienzo que dice: "Los agrotóxicos matan"; otro que dice "Alimento sano, pueblo soberano. Fuera Monsanto"; un pendón con la inscripción "socializando el saber para construir el poder"; y un tejido imponente hecho por las protagonistas de la primera versión de esta escuela que dice "IALA. Sembradoras de Esperanzas".

La segunda versión de la Escuela Nacional de Agroecología se desarrolla en el Instituto Nacional de Agroecología, el IALA de las mujeres del campo, y es una de las actividades permanentes que dan vida a la casa reconstruida por la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas -ANAMURI-, en Orilla de Auquinco, Chépica.

En esta escuela de formación técnica y política participan mujeres provenientes de distintas regiones y son integrantes activas de alguna de las organizaciones base de ANAMURI, y a diferencia de lo que sucede en otros países que integran la red IALA, está impulsado por y para mujeres, y son ellas las protagonistas de este intercambio de saberes. El punto de partida es la experiencia y por tanto las asistentes son protagonistas de su propio proceso de aprendizaje.

Mujeres de Atacama afectadas por el aluvión. Mujeres del sector que con el apoyo de ANAMURI levantaron su propia organización y que están interesadas en reunir formas de cultivo ancestrales. Mujeres del Biobío preocupadas por la pérdida de identidad campesina. Mujeres del Wallmapu preocupadas por las formas de comercialización. No todas tienen los conocimientos para trabajar la tierra, pero todas ellas tienen la intención de formarse en aspectos técnicos y políticos que cambien las relaciones productivas y sociales del campo chileno. Cada una de ellas, semillas de un futuro porvenir donde la defensa de la tierra, el agua y los alimentos serán fundamentales para cualquier proyecto político transformador.

Este es el segundo módulo de un plan anual que contempla el viaje a Chépica una vez al mes durante seis meses, explica Camila Montecinos, agrónoma encargada de entregar contenidos sobre las características del suelo, manejo de suelo y técnicas para su mejoramiento. Las actividades son variadas. El programa contempla charlas, trabajo en equipo y en terreno. Todas las participantes se llevan tareas a desarrollar en sus territorios, ya sean de producción de abonos como la aplicación de metodologías de investigación. Se aprende desde la práctica para generar nuevos conocimientos.

"Todo lo que nosotros hacemos tiene un componente político. Este tipo de agricultura, que es básicamente una agricultura campesina, ha sido menospreciada históricamente, pero también ha sido menospreciada especialmente hoy día en un sistema que empuja a la gente a que haga una agricultura de tipo industrial, que compre todo, que no haga nada con su propia técnica, con su propio saber y sus propios recursos.", explica Camila, asesora de ANAMURI e integrante de GRAIN Internacional.

Durante seis días, las mujeres comparten comidas, trabajan por turnos en la mantención del espacio y reciben la visita de dirigentas, activistas y profesionales que apoyan su proceso de formación y les entregan herramientas para proyectar una vida campesina.

"La producción en el campo como un modo de vida, una identidad campesina. Eso para nosotras es fundamental porque somos campesinas, y como campesinas vamos a defender siempre el derecho a vivir en el campo, el derecho a la tierra, y ello conlleva todo esto, la sensibilización, la preparación permanente a fin de que las compañeras se hagan de estas herramientas para quedarse en el campo", dice Viviana Catrileo, una de las directoras de ANAMURI.

La coordinadora del IALA de las mujeres del campo explica que el espacio ha permitido desarrollar otras actividades, como el encuentro de las productoras y la asamblea nacional de ANAMURI. "Nos permite generar mayor identidad con el espacio desde nuestra militancia. Son ellas quienes vienen a involucrarse, a empaparse de este proceso, vienen a vivirlo y a conocer su casa. Este espacio es de ANAMURI, es de todas ellas, de todas nosotras. Eso da una valoración mayor de lo que estamos proyectando".

Fuente y foto: ANAMURI

Temas: Feminismo y luchas de las Mujeres, Soberanía alimentaria

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