Europa advierte por los riesgos de un extendido insecticida que también se usa en Argentina

Idioma Español
País Europa

Es el clorpirifós, uno de los agrotóxicos más usados en Europa y Argentina. Tiene efectos neurotóxicos, especialmente en fetos y bebés.

Los europeos llevan décadas expuestos a un pesticida que tiene graves consecuencias para la salud, especialmente para los fetos y niños de pocos meses. Una investigación lanzada por una asociación de periodistas daneses apoyados por varios diarios europeos reveló el lunes que la Comisión Europea fue renovando durante 20 años el permiso para la comercialización de una sustancia llamada clorpirifós, basándose en un solo informe que además tenía conclusiones falsas.

La exposición al clorpirifós, un insecticida neurotóxico y perturbador endócrino, se asocia a la ralentización del crecimiento del cerebro de los niños, a déficits en su cociente intelectual y a un aumento del autismo. Los daños que provoca en el cerebro son irreversibles.sustancia, producida originalmente por la empresa estadounidense Dow y en el mercado mundial desde los años 60 (cuando también fue aprobada en la Argentina), se sigue usando y vendiendo en la mayor parte del continente europeo. Sin embargo, la Comisión Europea va a proponer a los gobiernos que lo prohíban a partir del 31 de enero próximo, la fecha en la que debería renovarse el permiso de comercialización.

El primero uso registrado de clorpirifós fue en la Segunda Guerra Mundial, como gas nervioso, y después se adaptó para usarlo en la agricultura como agente insecticida.

El producto se pulveriza en los campos para acabar con insectos, pero sus trazas siguen apareciendo, según los informes médicos que tuvo en cuenta esta investigación, tanto en frutas y verduras recolectadas en esos campos como en la orina de los chicos que las comen, y hasta en el cordón umbilical de las mujeres embarazadas. Potente y eficaz, es uno de los insecticidas más usados en Europa.

A las mujeres embarazadas y a sus futuros hijos les afecta además de otra forma porque altera el comportamiento de las hormonas tiroideas, que están conectadas al desarrollo del cerebro del feto durante el embarazo. Si no hay suficientes de esas hormonas (y eso es precisamente lo que provoca el insecticida) los niños pueden nacer con retrasos mentales que arrastrarán toda su vida.

Según estudios científicos estadounidenses citados en el informe, los niños más expuestos al insecticida en sus primeros meses de vida o cuando aún estaban en el vientre de sus madres, sufren retrasos mentales como poca memoria, trastornos de déficit de atención o hiperactividad. Y tienen un cociente intelectual hasta 7 puntos menor que otros chicos. También provoca un aumento de la frecuencia del autismo y de lesiones cerebrales precoces.

Ocho países de la Unión Europea prohibieron ya su utilización en la agricultura, entre ellos el líder agrícola europeo, Francia, que sólo deja que se use en contados excepciones. Pero a las mesas de los ciudadanos de países que lo prohibieron siguen llegando frutas y verduras contaminadas con este insecticida tóxico porque las mercancías se mueven libremente y sin control alguno por toda la Unión Europea.

Todo parecía indicar que el 31 de enero de 2020 Bruselas renovaría la autorización como había hecho hasta ahora, basándose en un informe de la propia empresa que las autoridades locales no tuvieron tiempo de analizar durante dos décadas. Los datos, ya conocidos pero que salen a la luz con esta investigación, deberían provocar que el insecticida tóxico se prohíba en toda el territorio europeo.

El informe oficial elaborado por Dow y otras firmas que venden productos similares constata que los análisis de esas empresas se hicieron sin cumplir los mínimos estándares, como falta de datos o alteración de protocolos estadísticos.

¿Clorpirifós en la mesa Argentina?

El uso de clorpirifós a nivel local es histórico: el SENASA lo aprobó en 1962 y aunque el Ministerio de Salud dispuso su prohibición para uso doméstico en 2009, sigue estando permitido en el ámbito rural. De hecho, la utilización de este agrotóxico en Argentina se extendió al punto de liderar el ranking de los 20 agrotóxicos con mayor presencia en frutas y verduras, asegura el informe “El plato fumigado”, de Fernando Cabaleiro, abogado especializado en derecho socioambiental. Se trata de un reporte (del grupo de trabajo “Naturaleza de Derechos”) que sistematiza datos oficiales recabados por el SENASA entre 2011 y 2016.

¿Cuáles son los alimentos con más registro de agrotóxicos en nuestro país? La naranja, en primer puesto, mostró tener 34 variedades de agrotóxicos, de los cuales 71% estaban autorizados y 29% no. El en el top ten siguen frutilla, manzana, apio, acelga, lechuga, limón, espinaca, durazno y mandarina.

Diego Ciancaglini, director de Agroquímicos de SENASA, explicó a Clarín que es normal encontrar residuos de los químicos que usan como pesticidas: “Hay en todos los vegetales… el tema es ver la cantidad... ver si es la permitida. El clorpirifós es cuestionado igual que todos los agrotóxicos. El tema es si lo usás bien o lo usás mal”.

Desde ese punto de vista, “usarlo bien” es “respetar las dosis de aplicación y con la forma adecuada. Si hay viento y el producto vuela por arriba de una escuela, lógicamente no lo estás usando adecuadamente. Cualquier producto, sea alto o bajo su nivel de toxicidad, puede volverse nocivo si no se respeta la práctica agrícola”.

¿Quién controla eso? “Las provincias: cada jurisdicción es responsable de tener los aplicadores y productos inscriptos, y usar la receta de un ingeniero agrónomo habilitado”, explicó Ciancaglini.

En cuanto a la posibilidad de que Europa prohíba el uso de este agrotóxico, Ciancaglini explicó que “aunque ellos lo den de baja, para nosotros no es un argumento. Acá ya está prohibido su uso domisanitario”.

Un punto importante es que en Europa, las habilitaciones para la utilización de agrotóxicos tienen plazos determinados. En Argentina no es así.

Como explicó el abogado Fernando Caballero, “el plazo de utilización de estos productos es indeterminado acá. Hay un sistema de revisión en el que ellos deberían abrir un proceso de análisis de riesgo, pero frente a los pedidos que hemos hecho, no abren la revisión… dicen que no hay pruebas científicas contundentes, que no cabe el principio de precaución”.

Lo que los sectores ambientalistas exigen es la apertura de un proceso de reválida de todos los agrotóxicos, tanto como principios activos como en sus presentaciones con otros compuestos, que es como finalmente se comercializan. Porque, aclaró Caballero, “los efectos sinérgicos a veces son los peores”.

Ese un punto clave, concluyó el experto: “Ellos alegan que las cantidades halladas en una naranja no son un problema, pero el tema es el efecto sinérgico, lo que se va acumulando entre todo lo que ingiere una persona. Ellos toman una medida que se llama LMR: límite máximo de residuo, pero lo toman como compartimento estanco y obvian la carga química diaria. Esta es una contaminación silenciosa”.

- Colaboró Irene Hartmann.

Fuente: Clarín 

Temas: Agrotóxicos, Salud

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