«El planeta está mostrando sus límites y necesita un cambio de sistema»

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En su último libro, Hervé Kempf demuestra que, ante el modélo capitalista actual, la supervivencia del planeta pasa necesariamente por una disminución del consumo material

Eso conlleva una revisión completa del sistema económico y social actual, en el que -explica Kempf- una oligarquía acapara las riquezas y fomenta el crecimiento económico perpetuo, ignorando la destrucción del planeta.

En su libro habla de la crisis ecológica que vive el planeta. ¿Cuáles son las características de esta crisis?

La crisis se refleja en tres planos. Primeramente, el calentamiento global, que está llamado a acentuarse en el futuro. Luego viene el problema de la biodiversidad: los expertos hablan ya de una sexta crisis de extinción de especies (la quinta vio desaparecer a los dinosaurios). Por último, la crisis ecológica se traduce en la contaminación química, cada vez más importantde en nuestra sangre. El planeta está mostrando sus límites, y no podremos destruirlo de este modo indefinidamente.

Esta constatación no es nueva. Sin embargo, las medidas se hacen esperar. ¿Por qué?

En nuestra sociedad existe una organización de poderes que hace que una clase dominante, a la que llamo oligarquía, bloquea las reformas. Este bloqueo lo lleva a cabo mediante la difusión del modelo cultural de sobreconsumo. Los medios de comunicación difunden este modelo de consumo desrazonable: pueden ser yates, 4x4, casas enormes, joyas carísimas... Todo esto conlleva un sobreconsumo de elementos materiales y alienta el despilfarro.

Sostiene la idea de que crisis ecológica y cuestión social están relacionadas.

El capitalismo actual genera una sociedad profundamente desigual. En la década de los ochenta se operó un cambio radical. El capitalismo no sabe funcionar sin un crecimiento permanente. Esto conlleva un círculo vicioso. Para manetener sus riquezas, la oligarquía no tiene otro camino que el crecimiento infinito. Sin embargo, este modelo de crecimiento es incompatible con una política ecológica. El planeta está en sus límites y el freno ecológico va a llevar al actual sistema al abismo. La crisis medioambiental necesita un cambio radical que el sistema económico actual no puede fomentar.

¿Los países desarrollados son conscientes de esta situación? La noción de desarrollo sostenible ha cobrado fuerza entre los dirigentes. ¿Qué opinión le merece esta actitud?

En el ámbito local y a nivel social no dudo de que muchos traten de aplicar un desarrollo sostenible con sinceridad. Pero a nivel global el desarrollo sostenible sirve de máscara para evitar un cambio de sistema inevitable. Por ejemplo, en la ciudad bretona de Nantes se está llevando a cabo un proyecto de aeropuerto sobre 1.800 hectáreas que destruiría hábitats naturales... ¡y todo ello en nombre del desarrollo sostenible! Hoy en día, este concepto está siendo utilizado por la oligarquía para dar un disfraz ecológico a las políticas de siempre.

Yendo más lejos, podemos llevar la pregunta más allá. ¿Realmente, los países desarrollados necesitan desarrollo material? Francia, Alemania, Reino Unido... ¿necesitan más autopistas, aeropuertos, hipermercados ? La respuesta es no. Los países desarrollados ya están desarrollados. No necesitan más desarrollo material, más consumo material. Necesitan más lazos sociales, más educación, más convivencia. El desarrollo material destruye el planeta; es por eso que el concepto de desarrollo sostenible no interesa.

Ha hablado de la disminución de elementos materiales. ¿Es partidario de la teoría económica del decrecimiento?

La disminución de elementos materiales no es contradictoria con el crecimiento económico. Por ejemplo, si en vez de consumir un Mercedes de 40.000 euros, invertimos la misma cantidad en un puesto de profesor en los barrios con dificultades, el PIB [Producto Interior Bruto] no disminuirá.

En definitiva, la actividad económica se puede mantener en el nivel actual, pero organizada de forma diferente sería mucho menos agresiva ecológica y socialmente. Lo urgente en términos de medio ambiente es la disminución del consumo material. Eso no conlleva una disminución de riquezas, del PIB, sino una nueva organización.

¿Esta reorganización incluiría nuevos indicadores económicos que tengan en cuenta la destrucción del capital natural?

Por supuesto. El PIB es un instrumento totalmente inadaptado para medir la actividad económica, porque ignora la destrucción del medio ambiente. A nivel empresarial, tener en cuenta únicamente el PIB sería como referirse únicamente a la facturación, sin tener en cuenta las amortizaciones [cantidad de dinero que se abona para hacer frente a la renovación de los equipamientos necesarios para la producción].

Actualmente, el PIB es ficticio porque nuestra actividad destruye el planeta. Por ello se considera que un agricultor que produce de modo intensivo genera más PIB, más riqueza, que uno que produce biológicamente, preservando paisajes, respetando el medio ambiente... Es decir, hay un desfase total entre utilidad social y medioambiental, y actividad económica.

¿Cómo se puede conseguir la disminución del consumo material ?

La idea misma de disminución está más o menos bien aceptada en diversos sectores. No obstante, esta idea es todavía marginal comparada con la propaganda a la que nos somete el sistema actual. Hay un trabajo de comunicación evidente por hacer. Pero para que la sociedad acepte esta disminución del consumo material, el sistema tiene que cambiar radicalmente. Hay que acabar con los privilegios de la oligarquía.

Sin embargo, aquí chocamos con el modelo cultural de sobreconsumo que simboliza el éxito. Todos los días, la sociedad recibe esta propaganda porque es la oligarquía quien financia, mediante la publicidad, a los medios de comunicación.

GARA, España, 3-3-08

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