México: "Empresas de transgénicos mienten y sobornan"

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País México

El mexicano Jesús León Santos casi no sabía qué hacer 25 años atrás cuando decidió regenerar tierras erosionadas en el sur de su país. Hoy festeja haber recibido el Premio Ambiental Goldman 2008

Las empresas de semillas transgénicas sobornan autoridades y emprenden campañas millonarias de publicidad plagadas de mentiras con el fin de "crear monstruos que atentan contra la vida", denunció el indígena mexicano Jesús León Santos, ganador del Premio Ambiental Goldman 2008.

“Nosotros les demostramos que las técnicas de cultivo de nuestros antepasados son las mejores y que representan la vida. Estamos en el camino verdadero”, dijo León Santos en entrevista exclusiva con Tierramérica.

Este campesino de 42 años, que comanda desde los 18 iniciativas de regeneración de tierras inspiradas en ancestrales conocimientos indígenas, fue galardonado el lunes 14 con el premio anual que otorga la estadounidense Fundación Ambiental Goldman, considerado el Nobel ecológico.

El programa de Santos se ejecuta en una empobrecida zona indígena del sureño estado mexicano de Oaxaca, parte de la Mixteca, una de las áreas de mayor erosión del mundo, según estudios de las Naciones Unidas, y convertida además en una fábrica de emigrantes.

El Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca, que dirige Santos, sembró allí unos cuatro millones de árboles, desarrolló sistemas de retención de agua de lluvia y promovió cultivos tradicionales. Unas 400 familias indígenas se han beneficiado directamente de los proyectos y muchos vecinos más se suman a sus iniciativas.

Pero sobre todo recuperó la tradición de la milpa, forma de cultivo de las culturas prehispánicas de Mesoamérica, que ayuda a mantener el suelo fértil.

La Mixteca abarca parte de los estados de Guerrero, Oaxaca y Puebla, en el sur de México, habitada por la etnia mixteca o ñuu savi (pueblo de las lluvias o de las nubes). Su porción oaxaqueña comprende 16.000 kilómetros cuadrados.

El galardón de León Santos, dotado de una suma de 150.000 dólares, correspondió a la región de América del Norte. Igualmente premiados fueron los ecuatorianos Pablo Fajardo y Luis Yanza, el mozambiqueño Feliciano dos Santos, la puertorriqueña Rosa Hilda Ramos, la rusa Marina Rikhvanova y el belga Ignace Schops.

TIERRAMÉRICA: --¿Qué significa para usted y su organización el Premio Goldman?

JESÚS LEÓN SANTOS: --Ha sido de lo más importante que me ha sucedido en mucho tiempo. Esto nos une con gente que está conservando el medio ambiente y nos fortalece. Los 150.000 dólares irán a un fondo de mi organización para continuar desarrollando nuestro trabajo. Imagínese, representa el presupuesto de todo un año, pues manejamos unos 100.000 dólares que vienen de organizaciones europeas.

--Idear y desarrollar proyectos como el suyo en una zona pobre, con tierras degradadas y de alta emigración es una tarea cuesta arriba. ¿Cómo empezó?

--Me involucré en esto porque cuando era niño veía que teníamos muchas dificultades. Mis padres me enviaban a buscar leña y tenía que caminar horas y horas porque era muy escasa, pues los árboles habían desaparecido. Lo que pensamos es que la Mixteca tenía que otra vez ser verde como fue en el pasado, y eso en verdad sólo eran palabras porque no sabíamos qué hacer. Luego llegó la claridad, y 25 años después hemos visto que hemos logrado lo que jamás imaginamos.

--¿Cuáles son los cambios más palpables?

--Mucha gente cuando llega a las parcelas dice que es un paraíso, y de repente les digo que es un paraíso que se ha ido creando. Hoy disfrutamos de madera, leña y aves que hace años no escuchábamos su canto porque no había árboles. El suelo empieza a cambiar. Cuando uno camina, el ruido de las hojas que hacen nuestros pies jamás lo habíamos escuchado.

--¿Qué papel jugaron las formas prehispánicas de cultivo y conservación de tierras en esos logros?

--Además de sembrar árboles y crear zanjas par retener el agua de lluvia, impulsamos la recuperación de sistemas tradicionales de cultivo, la milpa pues, que consiste en sembrar maíz, calabaza, fríjol y otros en la misma parcela, usando las semillas nuestras sacadas de la misma cosecha, sin comprar nada. Eso hace que los suelos no se deterioren y mejoren su fertilidad. A diferencia de los monocultivos, estos sistemas no solamente proveen una alimentación balanceada, sino que conservan la fertilidad. En los años 70 y 80, cuando aquí se comenzó a utilizar fertilizantes y semillas mejoradas, se fue desplazando este conocimiento que tenían nuestros pueblos, pero lo hemos recuperado.

--Las empresas de semillas transgénicas piden a México que permita sembrar sus variedades de maíz, pues sostienen que son mucho más productivas. ¿Qué opina?

--Las semillas transgénicas pueden ser monstruos frente a lo que la naturaleza ha hecho. No podemos estar jugando con lo que es natural, y estas empresas de verdad están creando monstruos que atentan contra la vida, no sólo de las semillas nativas sino contra nosotros. A las compañías de semillas les digo que realizan unas campañas poco éticas, porque mienten y sobornan a los gobiernos.

--Pero cada año aumentan los cultivos transgénicos en el mundo y los promotores sostienen que su tecnología llegó para quedarse.

--A todos los que piensan que nuestros sistemas antiguos son cuestiones románticas les decimos que estamos por el camino verdadero. Lo que ellos están proponiendo es un desastre. Cuando estas semillas modificadas no se puedan controlar, pueden causar una catástrofe mundial.

--¿Cómo enfrentar ese peligro que usted vislumbra?

--Tenemos que hacer como ellos, campañas. Ellos tienen muchísimo dinero y entonces pueden hacer su propaganda millonaria y a veces hasta comprar a las autoridades para permitir sus siembras. Nosotros tenemos que trabajar de otra manera, convencer al público y demostrarle que en verdad lo que estamos haciendo es vida.

Tierramérica, Internet, 22-4-08

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