Pretextos para los transgénicos

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En estos días se está celebrando en Bonn, Alemania la Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica (COP 9). La responsabilidad de los países miembros del Convenio es muy grande pues exige asumir una posición clara respecto a temas como el apoyo a la producción de agrocombustibles, árboles genéticamente modificados, calentamiento global y con ello implícitamente la aceptación de la llamada tecnología “terminator”

En el año 2000, el Convenio de Diversidad Biológica adoptó la Decisión V/5 o moratoria de facto para restringir la tecnología “terminador” y evitar las pruebas de campo y la comercialización de estas semillas. Sin embargo, los intentos por promover su comercialización persistieron, a solo a tres meses de la moratoria del Convenio de Diversidad Biológica, Europa inició el ambicioso Proyecto Transcontainer para el desarrollo de semillas suicidas. En el 2005 y 2006 la Decisión V/5 fue muy atacada por las corporaciones y por algunos gobiernos que trataron de anularla, en agosto de 2006 Monsanto adquirió Delta & Pine Land, la industria de semillas de algodón más importante del planeta e importantes patentes en tecnología de esterilización genética y pruebas de cultivos Terminator en invernaderos.

Ahora, la crisis de alimentos a nivel mundial, la urgencia de producir agrocombustibles y el calentamiento global, son los grandes pretextos para promover el comercio de estos transgénicos. Según las multinacionales dichos productos podrían abastecer a millones de personas, destinarse a la producción de agrocombustibles y con ello contribuir a la reducción del calentamiento global. Además, como la industria de la biotecnología está “tan preocupada” por la contaminación genética provocada por el uso de semillas modificadas se asegurará de que las semillas sean terminator, es decir, no se puedan resembrar. Parecería entonces que la biotecnología acabará con todos los problemas de la humanidad: económico, social y ahora hasta ambiental. ¡Qué farsa!

Lo cierto es que los productos genéticamente modificados además de los perversos e inciertos efectos que tienen en la salud humana, amenazan la seguridad alimentaria de millones de campesinos. Más de 1400 millones de personas en América del Sur guardan las semillas de la cosecha anterior y las intercambian entre sus comunidades, asegurando la diversidad genética, el intercambio cultural y la seguridad alimentaria.

La comercialización masiva de semillas suicidas o terminador, al ser estériles después de su primer uso, aseguran a las transnacionales el monopolio de la producción y comercio de semillas.

La COP 9 no puede dejar que el discurso del calentamiento global y los agrocombustibles favorezca los intereses de la industria biotecnológica, pues sería ir en contra de la diversidad biológica y el acceso justo y equitativo a los beneficios de la misma, razones de ser del Convenio.

Telégrafo, Ecuador, 22-5-08

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