Soberanía alimentaria: "Hágase el pan"

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El hambre existe y no es consecuencia de la maldición de ningún dios triste y vengativo. 850 millones de almas la sufren de forma crónica y más del doble padecen malnutrición, según la FAO. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación luce en su escudo el lema "Fiat panis": hágase el pan

Probablemente el hipotético lector que dé con esta columna no haya pasado hambre en su vida, con mayor seguridad, tampoco el que la escribe. Hablar de lo que se desconoce de primera mano parece un pecado imperdonable aunque menor indulgencia merece la realidad sobre la que hablamos.

El hambre existe y no es consecuencia de la maldición de ningún dios triste y vengativo. 850 millones de almas la sufren de forma crónica y más del doble padecen malnutrición, según la FAO. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación luce en su escudo el lema "Fiat panis": hágase el pan. Parece sencillo y quizá lo sea, según Paul Nicholson, coordinador en Europa de la organización Vía Campesina, actualmente se produce globalmente "el 150% de todas las necesidades proteínicas, lo que resulta un despilfarro", por tanto, sentencia Nicholson, "el hambre en el mundo no es consecuencia de problemas naturales o técnicos, sino el resultado de una mala distribución y de políticas económicas y agrarias excluyentes".

En este contexto, es donde adquiere su relevancia el concepto de Soberanía Alimentaria acuñado por Vía Campesina: "el derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas, pesqueras, alimentarias y de tierra que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas."

Los resultados demuestran que las injerencias del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio o de la Unión Europea son parte del problema. Como siempre, los apóstoles de la liberalización de los mercados son los primeros en traicionarlos.

Siguiendo a Nicholson, "los precios de todos los bienes producidos en el sector agrario en todo el mundo están por debajo de sus costes de producción y sólo algunos agricultores de EEUU y de la Unión Europea logran sobrevivir gracias a las ayudas directas". Eso supone jugar con las cartas marcadas. Por poner un ejemplo. África pasó de ser exportadora a importadora de productos agrícolas por la competencia desleal que suponía que a sus mercados llegara la producción europea a precios subvencionados y por tanto artificiales, con la consecuente destrucción de las economías agrícolas locales. Por otro lado no deja de resultar paradójico, que dadas las circunstancias, se destinen cosechas para la elaboración de biocarburantes, lo cual supone una escala de valores muy elocuente.

La perversión del sistema es clara, el hambre es rentable pero el ruido de las tripas de quines la sufren no se oye en el occidente de la hipercolesterolemia. Mientras tanto, leo en un estudio realizado por una conocida marca de refrescos que Asturias es una de las comunidades donde sus habitantes creen que mejor se come. Fiat Panis. Ad libitum.

El Impulso, España, 9-9-08

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