Los transgénicos no son la solución a la crisis alimentaria en México: UNAM

Idioma Español
País México

El anuncio de que los transgénicos constituyen la solución a la crisis alimentaria de México es una falacia fincada en la irresponsabilidad, pues lo único que se pretende es la aceptación del cultivo de maíz genéticamente modificado, por presión de las grandes transnacionales, afirmó Elena Lazos Chavero, del Instituto de investigaciones Sociales de la UNAM

La especialista refirió que tanto científicos sociales como agrónomos y expertos dedicados a las cuestiones del ejido, sostienen que la crisis del campo mexicano no tiene que ver con su rendimiento. “El meollo del problema es que hay un contexto económico desleal, en específico, con la siembra de maíz; así se observa con los subsidios a la producción en Estados Unidos, permitidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte”.

Asimismo, a esa situación crítica contribuye el alza de insumos como los fertilizantes, la cancelación de los apoyos por parte del gobierno mexicano (Procampo es desigual por región y totalmente insuficiente), ausencia de inversión pública, altos índices de erosión y mala calidad de las tierras, abundó la investigadora.

A esa situación, se suman otras como los altos subsidios a las industrias de harinas de maíz, que rompen la cadena de la nixtamalización. “La mayoría de la gente compra tortillas elaboradas con esas harinas en el supermercado y ya no en forma tradicional”; al fenómeno también contribuye la emigración acelerada de los campesinos

La universitaria señaló que 80 por ciento de la población ocupada en el sector primario cultiva esa gramínea (que en el año 2000 representaba alrededor de ocho millones de hectáreas); 79 por ciento de esa superficie está manejada por familias campesinas y, el resto, está en manos de agroempresarios o agricultores que han llevado una fuerte capitalización al campo, a través de una mecanización intensiva.

También subrayó el hecho de que el promedio nacional de productividad sea de 2.2 toneladas de maíz por hectárea, y que haya productores en el norte (Sonora, Sinaloa y Tamaulipas) que alcanzan ocho, 10 ó 12 toneladas, mientras que los campesinos indígenas oaxaqueños cosechan sólo 800 kilogramos.

Ante esa situación, sostuvo Lazos Chavero, “no se puede crear una política agraria mediante la exclusión de unos en favor de otros; se debe considerar que hay grandes productores mecanizados y también millones de familias campesinas que tratan de subsistir con una escasa producción maicera”.

Crónica, México, 23-9-08

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