Consecuencias de las aplicaciones de glifosato y transgénicos en la Argentina

Idioma Español
País Argentina

En Argentina no existen informes oficiales sobre la relación entre la utilización de herbecidas y daños a la salud y al ambiente, sin embargo la evidencia directa muestra mayores índices de cáncer, deformaciones, abortos espontáneos, alergias y demás patologías graves, como también el daño al ambiente

Se publica el resumen del Informe elaborado por el “Programa de Vigilancia Social de las Empresas Transnacionales del Sector Agronegocios”, del Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos (FOCO)* con el objetivo de abrir el debate sobre un tema preocupante en relación a la calidad de vida de la población.

El glifosato fue desarrollado para la eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes, y comenzó a comercializarse a mediados de la década del ’70. Es un herbicida de amplio espectro, no selectivo y de acción sistémica, altamente efectivo para matar cualquier tipo de planta, que es absorbido principalmente por las partes verdes de los tejidos vegetales y después pasa y contamina a la salvia, provocando la necrosis de dichos tejidos y la muerte la planta.

Los efectos en humanos, incluyen irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edemas pulmonares, descensos de la presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolores abdominales, pérdidas masivas de líquido gastrointestinal, vómitos, pérdidas de conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daños o fallas renales.

Su utilización, no obstante tantos efectos secundarios sobre la salud humana y el ambiente, se relacionó con el paradigma de la producción agrícola con transgénicos.

“Revolución verde”

La “Revolución verde” introdujo variedades de alto rendimiento desde la década del ‘50, gracias a la citogenética, y se basó en la producción a gran escala, el monocultivo, el uso intensivo de fertilizantes químicos sintéticos y agrotóxicos, el alto grado de mecanización y la dependencia del mercado. Los receptores de esta “Revolución...” fueron los países subdesarrollados, pero las compañías multinacionales de procesamiento y manufactura agrícola fueron las más beneficiadas.

La industrialización de la producción introdujo, en los ‘70, los “paquetes” tecnológicos, y continuó impulsando el desarrollo de los transgénicos. Desde hace unos años, la introducción de elementos de la genética para mejorar la producción, a fin de terminar con el hambre mundial y la escasez de alimentos, chocó con la realidad que negó el carácter redentor de la “Revolución...”.

Los cultivos transgénicos promovidos por un grupo reducido de transnacionales pasaron de la nada -el primero se obtuvo en 1983- a más de 67,7 millones de hectáreas en 2003. Prácticamente en su totalidad, reemplazaron a sustancias químicas de amplio uso, especialmente insecticidas (Bacillus thuringiensis) y herbicidas (glifosato o glufosinato, fabricados por las mismas empresas que venden las semillas). A su vez, la mayoría de las plantas incorporaron un gen marcador de resistencia a los antibióticos. Se venden formando parte de un “paquete de tecnología” que incluye la semilla y el herbicida al que es resistente. Los dos productos principales son el “Roundup Ready”, de Monsanto, que tolera su herbicida “Roundup” (glifosato), y el “Liberty Link”, de AgrEvo, que se asocia al “Liberty” (glufosinato).

Los herbicidas, por su naturaleza sintética, concentración, forma de aplicación e interacciones con el medio, pueden provocar contaminación, destrucción de habitats y efectos sobre la biodiversidad. A esto hay que sumarle los impactos sobre la salud humana.

Como todas las semillas transgénicas están patentadas, surgió el fenómeno de los “contratos de semillas”, que estipula qué marca de plaguicidas deben usar los agricultores. Esto constituye un mercado cautivo que las multinacionales vienen creando desde hace años. Monsanto tiene el 80% del mercado mundial de las plantas transgénicas, seguido por Aventis, con el 7%; Syngenta (antes Novartis), 5%; BASF, 5%, y DuPont, 3%. Estas empresas también fabrican el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas comerciales. El 99% de la producción transgénica se concentraba en 2003 en seis países: Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%), China (4%), Brasil (4%) y Sudáfrica (1%).

De los herbicidas disponibles en el mercado interno, el glifosato, el 2,4 D y la atrazina son los más comercializados. El primero de ellos representa el 37% del total de los utilizados y su consumo pasó de 1 millón de litros en 1991 a 200 millones en 2007.

Para aprobar los alimentos transgénicos que las compañías producen, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en ingles), no realizaba ningún examen o prueba, sino que tomaba los datos que las mismas compañías les proporcionaban, que eran confidenciales. Sin embargo, un informe publicado en la revista Nutritional Health por I. F. Pryme y R. Lembcke resaltó que en los estudios científicos sobre transgénicos no financiados por la industria se comprobaron serios problemas para la salud humana, que nunca aparecieron en aquellos financiados por la industria de alimentos. Por otra parte, el rechazo de los consumidores y de los fabricantes y grandes comercializadores de alimentos en Europa redujo el consumo de los alimentos transgénicos.

Durante los últimos años se dictaron diversas normas provinciales y municipales para los alimentos genéticamente modificados o transgénicos y legisladores nacionales presentaron diversos proyectos de leyes específicas, quienes tuvieron en cuenta que los correspondientes cultivos fueron impulsados principalmente en la región pampeana, que es la de mayor potencial productivo y económico.

Informes del Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos demostraron que habitantes de las áreas con más cultivos de transgénicos y utilización de glifosato de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Formosa están afectados por “gravísimas enfermedades”, como cáncer, deformaciones, abortos espontáneos, alergias y otras. Son indicadores suficientes para plantear la problemática entre glifosato y daños a la salud y al ambiente.

Comparaciones a tener en cuenta

La Agencia de Protección Ambiental (EPA) clasificó los plaguicidas que contienen glifosato como clase II, dentro de la categoría de los altamente tóxicos.

La Organización Mundial de la Salud señaló que el glifosato es extremadamente tóxico (categoría I).

Estudios de científicos independientes demostraron que el glifosato ha sido erróneamente calificado como "toxicológicamente benigno".

El equipo norteamericano independiente Northwest Coalition for Alternatives to Pesticides (NCAP) revisó la toxicología del glifosato e identificó efectos adversos: subcrónicos, crónicos, carcinogenéticos, mutagénicos y reproductivos.

A continuación, se reseña un estudio de miembros del Pesticide Action Network, preparado en el 2001.

Aseveraciones de Monsanto

Hallazgos de Investigaciones Independientes

El Roundup posee un bajo potencial irritativo para ojos y la piel y además no constituye un riesgo para la salud humana

· El Roundup está entre los pesticidas más denunciados por ocasionar incidentes de envenenamiento en varios países.
· El Roundup ocasiona un espectro de síntomas agudos, incluyendo eczema recurrente, problemas respiratorios, hipertensión arterial y reacciones alérgicas

El Roundup no ocasiona ningún efecto adverso reproductivo

· En ensayos de laboratorio sobre conejos el glifosato produjo efectos dañinos duraderos sobre la calidad del esperma y el recuento espermático

El Roundup no es mutagénico en mamíferos

· En experimentos de laboratorio se observó daño en el ADN de órganos y tejidos de ratones

El Roundup es ambientalmente seguro

· En el medioambiente agrícola, el glifosato es tóxico para organismos benéficos del suelo y artrópodos predadores benéficos, e incrementa la susceptibilidad a enfermedades de los cultivos.
· El uso de glifosato en forestación y agricultura genera efectos indirectos perjudiciales en pájaros y pequeños mamíferos al dañar su provisión alimenticia y su hábitat.
· El contenido de POEA en el Roundup es letal para los renacuajos de tres especies de sapos terrestres y arbóreos en Australia. El gobierno australiano prohibió es uso de estos productos cerca de aguas.
· Dosis sub-letales de glifosato provenientes de la deriva dañan las comunidades de plantas silvestres y pueden afectar algunas especies situadas hasta a 20 metros del fumigador
· El uso de glifosato en zonas arables ocasiona acronecrosis o gangrena regresiva en árboles perimetrales.
· El glifosato promueve el crecimiento poblacional de un caracol acuático que es el huésped intermedio de fasciolosis hepática en mamíferos.
· La degradación del glifosato por microorganismos en el agua puede estimular los efectos eutroficativos

El Roundup es rápidamente inactivado en el suelo y el agua

· El glifosato es muy persistente en el suelo y los sedimentos.
· El glifosato inhibió la formación de nódulos fijadores de nitrógeno en trébol durante 120 días luego de su aplicación.
· Residuos de glifosato fueron hallados en lechuga, zanahoria y cebada cuando fueron plantados un año después de la aplicación de glifosato.
· Los fertilizantes en base a fosfatos pueden inhibir la degradación en suelo del glifosato

El Roundup es inmóvil y no percola en los suelos

· El glifosato puede desorberse fácilmente de las partículas del suelo en un amplio espectro de tipos de suelos. Puede ser extensivamente móvil y percolar hacia capas más profundas del suelo.
· El glifosato puede ser transportado por partículas del suelo en forma de deriva secundaria

El Roundup no contamina el agua potable cuando es utilizado por autoridades locales sobre superficies duras

· En Inglaterra, la Welsh Water Company detectó niveles de glifosato superiores al límite establecido por la Unión Europea todos los años desde 1993. El Inspectorado de Agua Potable recomienda que el glifosato sea monitoreado, especialmente en áreas donde es utilizado por autoridades locales sobre superficies duras

Es virtualmente imposible que se desarrolle resistencia a glifosato en malezas

· En 1996, se descubrió una gramínea forrajera resistente al glifosato en Australia

El desplazamiento de genes desde cultivos transgénicos a especies convencionales o malezas y la transferencia horizontal ocurren a corta distancia y pueden manejarse con facilidad

· En aquellos cultivos que han sido examinados, las densidades de polen son mucho más altas y sus patrones de dispersión difieren de los de campos grandes en comparación con aquellos constatados en lotes experimentales. La dispersión de polen por el viento sucede a distancias mucho mayores y a concentraciones más altas que las predichas por extrapolaciones a partir de cultivos experimentales. La transferencia genética desde cultivos de oleaginosas transgénicos es inevitable

Los cultivos Roundup Ready reducirán los niveles de utilización de herbicidas

· Los cultivos tolerantes a herbicidas intensificarán e incrementarán la dependencia del uso agrícola de herbicidas más que conducir a reducciones significativas. Una variedad de herbicidas tendrá que ser reintroducida para controlar voluntarios glifosato-resistentes y malezas resistentes.

*Artículo elaborado en base al Informe de Villar F. y Medina H., “Glifosato y Transgénicos, el caso argentino y las consecuencias sobre la salud”, OET, Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos (FOCO), 2008.

ArgenPRESS, Internet, 11-11-08

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