Ecuador: la cultura alimenticia de indígenas es afectada

Idioma Español
País Ecuador

La Cofán y la Awa, dos de las 13 nacionalidades registradas en el Consejo de Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (Codenpe), son distintos colectivos de la misma etnia que en los últimos años tienen en común la pérdida de sus costumbres alimenticias ancestrales

La caza y la contaminación por petróleo ocasionan que los pueblos de la etnia consuman menos productos.

Miembros de esos colectivos humanos lamentan que con el paso del tiempo el consumo de la carne de monte (que se la obtiene de animales que habitan en la selva) y la ingesta de peces disminuyen, debido a la caza indiscriminada de la fauna y la injerencia de personas extrañas a las comunidades, empresas madereras y petroleras en el territorio donde su etnia habita.

Luis Narváez, presidente de la Federación Indígena de la Nacionalidad Cofán, señala que en su nacionalidad el problema se da en tres comunidades asentadas en Sucumbíos: Dureno, Sinangue y Dovuno. “Algunas se han quedado con poco territorio, alrededor hay cooperativas y pozos petroleros, eso hace que la gente que vive allí empiece a cazar. La actividad ese está extinguiendo”, dice el dirigente.

Los animales que tradicionalmente forman parte de la dieta de los pobladores son el saíno, la guanta, la guatusa, las pavas, el venado, el mono, entre otros.

“La pesca la hacíamos en los ríos Aguas Blancas, Castillo y Aguarico. Pero no se pueden controlar los derrames petroleros. Hay gente que en las afluentes externas envenena los peces y casi ya no hay pesca”, dice el miembro de una de las 300 familias afectadas.

En la nacionalidad awa, Olindo Nastacuaz, de la Federación Nacional del Centro Awa, observa que la caza y la pesca decrecen en su pueblo (están en Carchi, Esmeraldas e Imbabura), por las fumigaciones que se realizan en la zona limítrofe con Colombia para eliminar los cultivos de drogas. “Algunos animales se han muerto en la zona que limitamos con Nariño”, indica el miembro de esa nacionalidad, que se estima tiene 3.750 integrantes según el Codenpe.

En el país se desconoce el impacto que tiene la intervención de personas ajenas a los territorios de las nacionalidades en la cultura alimenticia de la etnia. No existe estudio alguno que analice el problema.

Sin embargo, en el Ministerio de Medio Ambiente sí identifican el problema.

Gabriela Montoya, técnica de la Unidad de Vida Silvestre, dice que en la denominada zona de amortiguamiento del Yasuní (Oriente ecuatoriano) hay la misma dificultad en nacionalidades como la Shuar, Kichwa y Haorani. “Más problemas los ocasionan los colonos que realizan la caza”, observa.

Para Montoya es difícil realizar un control de la caza en el territorio de las nacionalidades, ya que la cartera de Estado no lleva un monitoreo de la población ni de las especies que existen alrededor del Parque Yasuní. “No tenemos el personal para hacer eso”, argumenta. “Además, hay nacionalidades con las que es muy difícil de tratar el tema por la cercanía que tienen con empresas madereras y petroleras”.

De acuerdo a la cartera de Ambiente, la caza de animales es permitida solo para las nacionalidades que realizan la actividad con fines alimenticios, para la supervivencia, mas no para comerciar los productos de la cacería en mercados u otros sitios.

De esa manera, agrega Montoya, no se afecta la seguridad alimentaria de las nacionalidades que viven de la caza de los animales de monte. Aunque sostiene que “solo cuando están en peligro de extinción algunas especies no las pueden consumir. Tenemos los casos del jaguar o de los monos”.

Actualmente el Ministerio de Ambiente tampoco tiene un inventario que certifique la población de algunos animales de monte que consumen las nacionalidades.

Para mitigar esos efectos, -comunica la cartera de Estado-, hacen controles de venta de carne de animales silvestres en mercados de las ciudades.

Además, desarrollan campañas de educación en Lago Agrio y el Coca. “También iniciaremos un trabajo similar en la zona de amortiguamiento del Yasuní”, adelanta Montoya.

En cambio las nacionalidades Cofán y Awa ejecutan acciones para conservar sus especies.

La Cofán, con ayuda de Wildlife Conservation Society (WCS), organización no gubernamental, como alternativa para evitar la caza, trabaja en la creación de chacras, cría de aves menores y de peces. “Se dejó un área para que se reproduzcan los animales. Esperamos que después de cinco años se pueda volver a cazar como antes”, señala Narváez.

La Awa tiene reglas entre la población, como cazar un animal al día. “Antes cada persona conseguía hasta tres presas, pero ya se puede seguir así”, sostiene Nastacuaz, quien aclara que en su territorio solo ellos pueden realizar la actividad.

Adriana Burbano, presidenta de la WCS, que trabaja en temas de conservación ambiental, señala que muchos pueblos de la Amazonía han tenido que cambiar sus prácticas por la necesaria interacción que existe con los pueblos y las ciudades.

Ella considera que a las nacionalidades no se las puede mirar solo como pueblos cazadores y recolectores. “Ese ya no es su momento. Ellos necesitan de dinero para cubrir sus necesidades de salud, educación y de alimento. Sus dietas han cambiado”, analiza.

La ambientalista sugiere encontrar un equilibrio entre mantener una dieta balanceada y conservar las costumbres. “La caza disminuyó porque la fauna se redujo”, explica.

Este fenómeno se da, sostiene Burbano, por el poblamiento de la Amazonía, los proyectos de infraestructura, desarrollo y extracción que hay en la zona. Y advierte que esas modificaciones culturales también podrían ocurrir en un futuro en grupos como los Achuar y Zápara.

No obstante, desde el punto de vista legal, Enrique Tamariz, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Católica de Guayaquil, señala que el Estado en la Carta Magna, en el capítulo que trata sobre la soberanía alimentaria, garantiza la cultura de las nacionalidades indígenas y su existencia.

Pero Tamariz señala que “la soberanía alimentaria debe cumplirse de forma equilibrada”. Es decir, que la caza de los animales se realice, pero solo con especies que no están en extinción. “El Estado garantiza el derecho a la vida individual y colectiva, que se refiere al hecho de que toda la comunidad subsista”, dice.

Jimmy Tapia
ce.moc.ofargelet@aipatj ce.moc.ofargelet@aipatj
Reportero – Guayaquil

El Telégrafo, Ecuador, 17-3-09

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