Un bosque no es un cultivo

Por ARBA
Idioma Español

Un bosque es un ecosistema natural complejo, dominado por especies arbóreas autóctonas locales y su vegetación acompañante, animales, hongos y microorganismos del suelo. Todos estos elementos establecen entre sí interrelaciones perdurables en el tiempo, autoabasteciéndose sin necesidad de la intervención del ser humano, no es por tanto, un conjunto de árboles uniformes y de idéntica edad.

Un bosque es un ecosistema natural complejo, dominado por especies arbóreas autóctonas locales y su vegetación acompañante, animales, hongos y microorganismos del suelo. Todos estos elementos establecen entre sí interrelaciones perdurables en el tiempo, autoabasteciéndose sin necesidad de la intervención del ser humano, no es por tanto, un conjunto de árboles uniformes y de idéntica edad.

Son muchas las funciones que conocemos de los bosques, aunque aún nos quedan otras muchas por averiguar, a la que la ecofisiología o ecología forestal trata de dar respuesta. Entre las funciones que desempeñan los bosques y que para la raza humana son de vital importancia se podrían destacar las siguientes:

Regulan el ciclo del agua. Las masas boscosas retienen el agua de lluvia, facilitan una lenta infiltración en el suelo.

Cuando llueve sobre un bosque, el agua que cae queda frenada por el “techo” que forman las copas de los árboles más altos, y luego escurre lentamente desde las hojas por los troncos amortiguando la fuerza de su caída y la perdida de suelo por erosión, facilitando la recarga de los acuíferos

Las hojas interceptan entre el 15 y 30 por ciento del agua de lluvia y un 15 por ciento más lo hace el tronco y el ramaje, evitando que esta golpee directamente en el suelo.

Evitan la erosión y crean suelo. Reteniendo la tierra con su entramado de raíces, además la caída de materia vegetal y otros restos orgánicos, al descomponerse por la acción de microorganismos y mineralizarse, van formando un suelo fértil.

Productores de oxígeno. Siempre se ha dicho y seguimos manteniendo que los bosques y montes son los pulmones verdes de la Tierra. La función clorofílica, entre otras funciones, consiste en tomar del aire el CO2 y liberar oxígeno.

Un bosque genera entre dos y tres veces más oxígeno que cualquier otro tipo de cultivo de igual superficie. Una hectárea de frondosas genera entre 10 y 20 toneladas de oxígeno al año.

Fijan y acumulan dióxido de carbono. La captación y fijación de dióxido de carbono (CO2) que ejercen los bosques es primordial, más en estos momentos en el que la actividad humana ha aumentado sus emisiones contaminantes a la atmósfera. Es incierto, como se viene pregonando por determinados productores de madera, que los bosques jóvenes fijen más dióxido de carbono que uno maduro.

Influyen en el clima. En las zonas continentales más del 50% de la humedad del aire se debe al agua bombeada por las raíces y transpirada por las hojas de la vegetación. Cuando se talan los bosques el clima se hace más seco. Un bosque es capaz de mantener sus propias condiciones climáticas y producir un atemperamiento del clima en una amplia zona.

Dos ejemplos ilustrativos: en un hayedo la temperatura en plena calina es de 5 ó 6 ºC menor que fuera de él; en un acebedal es lo contrario, en invierno su interior eleva de 2 a 3 ºC la temperatura exterior.

Acogen un gran número de especies. Los bosques ofrecen multitud de hábitats distintos, por lo que en ellos se puede encontrar una gran variedad de especies animales y vegetales. Son por tanto las principales reservas de diversidad biológica.

Ejercen una acción depuradora. Distintas sustancias contaminantes de la atmósfera y las aguas son retenidas y filtradas por los seres vivos del bosque.

Aportan valor paisajístico. Los bosques rompen la uniformidad y monotonía del espacio en el que se asientan, proporcionando un oasis visual de alta calidad. Además de estimular nuestros pensamientos, dándonos paz y sosiego, nos sirven de ocio, descanso.

No se puede decir lo mismo de un cultivo forestal, que es una plantación de especies vegetales de interés comercial, alineadas, de la misma edad y por regla general alóctonas de la zona, ya que se encuentran fuera de su área geográfica natural.

Las especies más utilizadas históricamente, han sido pinos, eucaliptos y variedades de chopos. En la actualidad se planta algo de autóctonas, pero casi siempre de otros genotipos distintos a los de la zona, cuando no, especies que no corresponden a ese ecosistema vegetal. Su impacto negativo sobre el medio natural es muy notable, máxime cuando estas actuaciones forestales han ido precedida por la eliminación de la cubierta vegetal propia de la zona. Además, los cultivos suelen llevar un conjunto de actuaciones silvícolas que agudizan el impacto medioambiental ya producido.

Desde las distintas administraciones se viene potenciando la “industrializacion” del monte, llenándolo todo de cultivos forestales. La excusa es que hay que plantar millones de árboles para luchar contra el cambio climático, pero la realidad es que el objetivo que se persigue es el potenciar a las empresas de la madera y del papel y a los gestores de esas actuaciones, porque sino, no entenderíamos que se siga destruyendo los bosques existentes, conociendo los beneficios que éstos nos aportan.

Desde ARBA pensamos que la creación de nuevas arboledas debe regirse por dos principios:

1º Mantener y potenciar los montes naturales, en estos las tareas selvícolas deben de ir dirigidas a la eliminación de especies exóticas y alóctonas de la zona, y a la restauración de otros impactos ambientales, dejándolos después tranquilos para que se recuperen por sí solos.

2º las nuevas plantaciones deben hacerse con especies propias del lugar, introducir otras especies no diversifica ni enriquece el monte, todo lo contrario, va en detrimento de las especies, tanto animales como vegetales, que después de cientos de años de adaptación ven como su hábitat se degrada y desaparece.

Somos conscientes de que la sociedad necesita de la industria de la madera y del papel, somos igualmente consciente que esas demandas deben de ser cubiertas con plantaciones forestales (cultivos), y estos se pueden realizar en tierras agrícolas abandonadas, evitando que se destruya más hectáreas de bosque y permitiendo a estos su recuperación, extensión y evolución.

Desde hace un tiempo nuestra asociación viene repitiendo una serie de carteladas y acciones para recordarle a las administraciones de cualquier tipo, que su tarea es la de conservar y potenciar nuestros montes, es decir los montes de todos, y no realizar chapuceras repoblaciones, donde cualquier especie, con tal que sea verde, es factible de ser plantada. www.ecoportal.net

ARBA (Asociación para la Recuperación de los Bosques Autóctonos)

Fuente: EcoPortal

Temas: Monocultivos forestales y agroalimentarios

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