Alimentos e inflación: “subir en tres puntos un impuesto no puede cambiar un proceso de más de diez años como la sojización”

Frente a la actual escalada de precios en los alimentos, Agencia de Noticias Biodiversidadla ha consultado a varios economistas para realizar un aporte crítico al problema y seguir señalando, desde variadas perspectivas, la grave amenaza que constituyen hoy los agronegocios. En esta primera entrega reproducimos el diálogo mantenido con Rolando Astarita.

Economista, docente y especializado en los problemas que plantea la internacionalización del capital, Rolando Astarita utiliza el herramental teórico marxista para sus análisis. A partir del conflicto que se inicia en Argentina en marzo de 2008 -debido al aumento de las retenciones a las exportaciones de soja- Astarita ha difundido variados artículos e investigaciones sobre el desarrollo capitalista en el campo, materiales que han generado respuestas y polémicas varias, sobre todo desde el trotskismo.

 

Astarita arranca esta charla reafirmando la validez actual del concepto de renta según Marx. La renta es una plus ganancia que puede ir al propietario de la tierra porque es un bien natural monopolizable”, y agrega que en el conflicto actual es un problema no distinguirla de la ganancia del capital. Retoma así los conceptos clásicos de la teoría económica marxista. Pero entonces ¿los chacareros sojeros de la pampa húmeda tienen ese doble ingreso? “Sí, pero sólo si son propietarios y a su vez productores, algo que está cambiando ahora por la tendencia al arrendamiento”. Y aclara que “hay que tener en cuenta que esos productores de 100, 200 hectáreas sojeras en la provincia de Buenos Aires no son la economía típica campesina oprimida por el gran capital, que es el escenario que vio el marxismo en sus inicios. Éstos son productores capitalistas, tienen inversión de capital y tienen la opción de alquilar la tierra, vivir de rentas e incluso capitalizar parte de esa renta en propiedades urbanas que es algo que ha sucedido en el agro argentino en los últimos años”.

 

La cuestión de la tecnificación del campo ha sido tratada desde el marxismo a partir de distinguir entre la renta diferencial I y II. Estos términos resultan de utilidad hoy al aparecer un escenario en donde lo que está en juego es justamente el paradigma tecnológico a implementar (y no una simple dicotomía tecnologización vs. ludismo como difunde una parte de la izquierda). La renta diferencial II es la que proviene de las mejoras que se producen en la fertilidad de la tierra producto de las inversiones de capital. Astarita considera que “la renta diferencial II es una categoría muy importante que se ha dejado de lado. Marx dice que la renta diferencial II, que proviene de las inversiones de capital en la tierra, tiende a tomar importancia a medida que avanza el capitalismo. Y la distingue de la renta diferencial I que sería la renta proveniente de la fertilidad natural de la tierra. Actualmente para los sectores sojeros siempre hacen falta inversiones fuertes de capital, por lo tanto no es cierto que la soja sea un yuyo. Aunque desde el punto de vista práctico -y Marx explica esto también- serían indistinguibles los dos tipos de renta una vez que ya se incorporó la mejora”.

 

- ¿Y qué pasa con las tierras que no son productivas, como el monte del norte, y que ahora por el cambio tecnológico pasan a ser aptas para la soja por ejemplo?

 

- Eso es renta diferencial II. Por ejemplo yo he realizado un trabajo sobre cómo el grupo Cresud entra a zonas no productivas y las convierte en productivas para la siembra directa con una inversión fuerte de capital. Un negocio tremendo en donde compran tierras a 20 dólares la hectárea con una perspectiva de valorizar la inversión en zonas que se consideran marginales, incluso lo hacen en los países limítrofes. Este tipo de negocio es parte de un fenómeno global de entrada de capitales en el agro, algo bastante nuevo. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial la inversión del gran capital en el agro estaba frenada. Salvo en la producción de bananas, en donde sí había grandes empresas, el resto se manejaba más bien con el pequeño productor. En estos momentos la tendencia es la fuerte entrada de capitales a la producción agrícola.

 

- ¿Argentina es un puntal de lanza o en realidad acompaña ese proceso mundial?

 

- Argentina ha tenido un desarrollo capitalista muy fuerte. Mi posición aquí es que en toda esa idea alrededor de la oligarquía está todo mal. La fuerza que demuestran en el conflicto los productores sojeros es la expresión de un capitalismo en ascenso, sino no se explica la fuerza política que han tenido, y esto es así porque hay una base económica para el proceso. Entonces este productor actual es mucho más parecido al farmer americano, un capitalista agrícola, que a un campesino pobre de América Latina, como podría ser un yerbatero misionero que tiene 20 hectáreas. Hago énfasis en esto porque hay todo un sector de la izquierda argentina que cree que acá hay un problema campesino al estilo Mao Tse Tung.

 

- ¿Qué sucede con la caracterización que hace el gobierno, que habla de la existencia de una oligarquía terrateniente como la de, por ejemplo, 1945?

 

- Eso está todo mal. Hay datos por todos lados que demuestran que aquí hay una racionalidad capitalista y se invierte en forma capitalista de modo muy fuerte, con niveles de productividad que se acercan a los niveles más altos internacionalmente. Hay un capitalismo agrario en donde podemos encontrar la división clásica de Marx: renta agraria para el propietario de la tierra, ganancia capitalista y la ganancia del capital financiero que es el pool de siembra, todo sometido a la lógica de la valorización, donde empresarios argentinos invierten internacionalmente y viceversa, o hay asociaciones con capitales extranjeros.

 

Esto que estamos viendo es la expansión del capitalismo agrario a nivel mundial y tiene que ver con un creciente proceso de proletarización y urbanización. En China está creciendo el “ejército industrial”, en India también, como en otros países, todo como parte de un proceso de expansión capitalista en el último cuarto de siglo. Esto exige la alimentación de la mano de obra urbano-industrial y la expansión agrícola de tipo capitalista tiene que ver con esto.

 

Y por supuesto que el avance de este tipo de producción masiva implica degradación ambiental, deforestación, salinización de la tierra, una cantidad de contradicciones propias de la expansión capitalista que provoca gran cantidad de desastres.

 

- ¿Cómo ve usted la posibilidad de una crisis de sobreproducción en este proceso expansivo?

 

- Siempre en el capitalismo hay períodos de sobreinversión y sobreproducción, incluso a veces por ramas, sin llegar a una crisis general de sobreproducción. Es muy típico que suceda esto en ramas como el agro, la minería o el petróleo, donde se demandan inversiones muy fuertes de largo plazo que tardan en madurar, es decir que la oferta no puede responder inmediatamente a la demanda.

 

Planteo este problema porque en realidad la tendencia de los precios agrícolas en términos reales, a lo largo de las últimas cuatro décadas del siglo XX, ha sido descendente. Esto es importante porque corresponde al aumento de la productividad que hubo en el agro y que provocó todos los problemas ambientales que presenciamos desde la revolución verde para acá, impactos como el empobrecimiento en la variedad de especies por ejemplo. Ese aumento de la productividad generó un descenso tendencial de los precios, convalidando la vieja tesis del “deterioro de los términos del intercambio”.[1] En los países atrasados, desde fines de los 80 y los años 90 la inversión agrícola tendió a la baja tanto en infraestructura como en investigación y desarrollo. Este debilitamiento de la inversión fue promovido por los planes neoliberales de reducción del rol del Estado, como lo sucedido en el INTA acá, pero fue un fenómeno mundial. Cuando desde el 2000 se ve claramente que hay un aumento de la demanda mundial por varios motivos (el proceso chino con una tasa de acumulación muy fuerte, por el gran crecimiento de la India y otros países asiáticos, más Rusia que empieza a incorporarse como actor importante en el mercado mundial), el aumento de la demanda no puede ser respondido por la oferta porque tarda en madurar. Esto pasa también en la minería y en el petróleo y es lo que explica en gran medida el alza de los precios. También aparecen cosas que potencian la demanda, como por ejemplo los biocombustibles. Y el aumento del precio del petróleo -que es un insumo fundamental de este tipo de agricultura- aumenta los costos. A esto se le agrega la caída del valor del dólar, y como los precios internacionales cotizan en dólares eso ayuda el alza.

 

Todos estos factores de conjunto explicarían la suba de los precios, sobre todo desde 2005 hasta mediados de 2008. Incluso con la última crisis internacional los precios de los productos alimenticios no se han hundido a los valores previos al 2000, se han mantenido en niveles relativamente altos, y esto es así porque están sostenidos por una demanda bastante importante. Pero la perspectiva general pone en duda que haya habido un cambio en esta tendencia de largo plazo bajista. En principio el alza de precios y de ganancias ha provocado la gran entrada de capitales por la alta tasa de rentabilidad, que es lo que hace mover al capital. La entrada de grupos de inversión como Cresud que se encargan de toda la cadena de negocios.

 

- En el proceso productivo de los granos transgénicos aparecen multinacionales tan poderosas como Cargill, Bayer o Monsanto, que pueden tener una posición dominante en algún lugar de la cadena de valor, ¿en qué medida pueden afectar la composición de los precios?

 

- Esto está gobernado por fuerzas del mercado y la competencia que supera incluso a las más grandes empresas. Yo soy crítico de la tesis del monopolio, una tesis que puso de moda Lenin y que hizo escuela y quedó establecida. Esa tesis dice que las grandes empresas pueden administrar las fuerzas del mercado más o menos a voluntad para establecer los precios y asegurarse así sobreganancias gracias a un manejo monopólico. Aclaro que yo fui durante muchos años partidario de esa tesis y en realidad entré en crisis con ella tratando de demostrar que se cumplía. Hay una serie de marxistas a nivel mundial, como Anwar Shaikh, que han criticado esta idea. Yo estoy en esa corriente.

 

Habría dos elementos que tendrían que existir para que se cumpliera esa tesis del monopolio. Una es que las empresas monopolizadas tuvieran ganancias sistemáticamente más altas que los no monopolizados, y la segunda es que no tiene que haber guerra de precios, porque es la que genera la tendencia bajista (las empresas se ponen de acuerdo en un precio y punto). Ninguno de estos dos puntos se verifica en la práctica, incluso en ramas altamente concentradas, mucho más que lo que puede estar la comercialización de granos, y no se puede advertir tasas de ganancias sistemáticamente más altas. Un ejemplo interesante es la construcción de aviones comerciales, donde Boeing y Airbus, dos empresas nada más, hacen guerra de precios entre sí. Otro ejemplo podría ser el de Gillette y Schick, y aunque la primera tiene el 80% del mercado mundial no puede tener ganancias monopólicas permanentes. Y esto es así porque para mí se cumple la idea de Marx de que el mercado es una guerra de capital. ¿Cuál es el secreto? Si la tasa de ganancia es sistemáticamente muy alta empiezan a entrar otros capitales. Por eso hay crisis de sobreproducción. Si pudieran administrar los precios y la producción a voluntad no tendrías crisis, sería una economía estable.

 

- Cuando se empezaron a discutir las retenciones a las exportaciones de la soja se hablaba de la “renta extraordinaria” y de la necesidad de que el Estado se apropie de esa parte extraordinaria de la renta. ¿Cómo ve ese debate?

 

- Una de las razones que me motivó a escribir sobre el tema es el mal uso de las categorías.[2] Se hablaba de renta extraordinaria y en realidad ahí incluían la renta propiamente de la tierra, la ganancia del capital y la ganancia del inversor financiero.

 

Mi caracterización del problema es que lo que había aumentado mucho era la renta de la tierra. Cuando se produce el aumento de los precios y de la demanda de los productos agrícolas, la tasa de rentabilidad media del capital agrario tiende a subir y esto atrae capitales e inversiones. Entonces los grupos más fuertes empiezan a elevar el ofrecimiento de renta [lo que se paga por alquiler]. Así empiezan a desplazar a los productores medios que alquilaban tierras tradicionalmente y que no pueden pagar ese nivel de renta. Por ejemplo me acuerdo el caso de los productores de la zona de Henderson que se quejaban de que la empresa Molinos había entrado en la zona y pagaba arrendamientos que ellos no podían pagar, por lo que desplazaba productores. Con esos precios de alquiler a muchos les empezó a convenir arrendar, sin preocuparse por los problemas de la producción. Lo que había era esencialmente un proceso de concentración de la producción, no de la tierra.

 

En esas circunstancias un impuesto que carga sobre la producción en bruto, como las retenciones, no discierne este problema y termina siendo un muy mal impuesto; un impuesto progresivo, en todo caso, hubiera cargado sobre la renta de la tierra. Al poner un impuesto sobre la producción en general se carga más sobre aquel que está en una zona marginal. Por eso en este conflicto los sectores de las zonas marginales estaban tan enojados. Había algunos que ya se veían desplazados por esta entrada de los grupos grandes y que no podían pagar ese nivel de rentas, como Alfredo de Angeli que trabajaba con 800 hectáreas alquiladas y que se encontraba con una competencia que pagaba más. Por otro lado, al ponerse las retenciones sobre la producción en bruto, que son de fácil cobro pero que no distingue sobre el tipo de productor, se terminó afectando la rentabilidad de un sector. La implementación de un impuesto a las ganancias, en cambio, hubiera ido en otro sentido. Pero más progresivo sería un impuesto especial sobre la renta de la tierra, ya que la renta proviene del monopolio de algo que es un bien natural.

 

Hay un aspecto crítico del marxismo que es muy importante, que es la crítica a la propiedad privada de la tierra, una idea subversiva y muy importante en Marx. La cuestión es que la propiedad privada de la tierra no tiene justificación filosófica ni siquiera. Uno podría justificar que la propiedad que deviene de la producción humana es fruto del trabajo y le correspondería por la ley del valor trabajo. Pero la propiedad privada de la tierra implica que alguien, alguna vez, en algún momento, dijo “esta parte del planeta es mía”, es una parte de la naturaleza que es un bien común y que alguien se la apropió y a partir de eso no deja entrar a nadie. El propio Hegel nunca pudo justificar la propiedad privada de la tierra. Por lo tanto se justifica incluso desde un punto de vista filosófico que la tierra tenga un impuesto especial, esto admitiendo la propiedad privada de la tierra, que yo la critico, pero se justificaría.

 

- En relación a las retenciones como impuesto. Uno de los tantos argumentos del gobierno a lo largo de todo el conflicto era que como ellos están en contra de la sojización, el aumento de las retenciones a la soja promueve otros cultivos e incluso la producción de leche y carne vacuna. Sin embargo los resultados en cantidad de hectáreas dedicadas a la siembra de soja en vez de retroceder, aumentó. ¿Cómo explica este fenómeno?

 

- El gobierno empezó a inventar argumentos a medida que se desarrolló el conflicto. También dijeron que iban a usar el dinero para hacer hospitales y que era para defender la canasta. Si uno está preocupado en defender la canasta de alimentos, está preocupado por la inflación. La presidenta en su discurso de la Asamblea Legislativa no dijo ni una palabra sobre la inflación. Si uno tiene una preocupación en serio es diferente a esto en donde los argumentos aparecían ad hoc, que los sacaban de la manga.

 

Pero esta historia tiene sus antecedentes y hasta que no empezó el conflicto no vi que el kirchnerismo hubiese planteado -en los cuatro años del gobierno de Kirchner y en la campaña electoral de la presidenta- como un problema importante el avance de la sojización. Nunca se planteó como un problema, más bien se aplaudía en la medida que la soja daba fáciles recursos. Y ésto no como un rasgo exclusivo del kirchnerismo, los gobiernos anteriores hicieron lo mismo y nadie se preocupó por la sojización. Incluso si se estaba tan preocupado por la soja, no se entiende por qué también se le ponían impuestos al maiz, al trigo, y obstáculos para la exportación. Uno no puede pensar que por subir en tres puntos un impuesto puede cambiar un proceso como la sojización que venía operando desde hacía más de una década.

 

- El aumento incesante de los precios de los productos de la tierra, y me refiero a todo tipo de alimentos, aparece en este conflicto impactando principalmente sobre los trabajadores asalariados. Entonces el alimento -commodities como el maiz o el trigo, o la carne vacuna para exportación- está muy determinado por su valor internacional, pero a su vez constituye un producto diario para el trabajador, un producto al que cada vez le cuesta más acceder (incluso paga más caro un alimento de cada vez peor calidad). La presidenta hábilmente tomó este problema diciendo que “hay que garantizar la mesa de los argentinos”. ¿Cómo entender este problema de mercado de alimentos cuando lo que prima es la lógica de los agronegocios?

 

- En esto tengo una polémica con gran parte de la izquierda, sea marxista o nacionalista. Hay una idea muy extendida de que con el control de precios el Estado puede controlar los mercados. Incluso algunos lo han planteado del modo en que el conflicto no sería capital-trabajo (desde una visión marxista) sino que el conflicto es Estado vs. Mercado. El Estado interviene los mercados, impone precios máximos y de esta manera se controla, como la política de precios máximos en la carne, por ejemplo. Pero se va haciendo un sistema muy enrevesado de subsidios, precios máximos, en algunos casos tendría que haber precio sostén y no lo hay. Este tipo de medidas generalmente fracasan.

 

La idea de Marx sobre la ley del valor trabajo es importante en esto, porque dice que los precios reflejan, en última instancia, los tiempos de trabajo socialmente empleados, y que esta ley se le impone a los seres humanos incluso contra su voluntad, incluso la compara con la ley de gravedad por el modo en que se le impone a uno, una ley objetiva. Entonces desde el Estado es imposible gobernar esta ley. No lo pudo hacer Stalin, que quería administrar los precios con 600 mil funcionarios. Por eso eliminar el mercado incluso para una revolución socialista es difícil. Yo creo que es necesario, pero exige una amplia participación de las masas y es un proceso lento. ¿Por qué? Porque pretender que los precios se pueden fijar desde el Estado implica que el Estado puede saber los tiempos de trabajo socialmente necesarios para producir, que puede calcular las tasas medias de ganancia, que puede calcular las variaciones de la oferta y la demanda.

 

Un ejemplo de esto es lo que sucede con la carne vacuna. La información que se tiene es que ha habido una fortísima liquidación de vientres porque ya no era negocio para los productores, debido a que las actividades se mueven por la tasa de ganancia. Tenían los precios máximos en Liniers y como no les era rentable empezaron a liquidar vientres. Se habla del problema de la cartelización del sector, pero te repito que yo no lo veo como un problema permanente, es más, en realidad el nivel de cartelización en Argentina no sería superior al de otros países, pero la inflación en Argentina sí es superior a la de otros países, si esa fuera la explicación. Además, si en realidad la suba de precios se debe a la cartelización, provocaría un aumento definitivo de los precios, que una vez establecidos no siguen aumentando. Pero esto no sucede, es decir que no se explica la dinámica inflacionaria. Yo creo que en este caso de la carne tiene más que ver con problemas reales en la oferta y la producción.

 

Por ra.moc.oohay@70oiggamrm para la moc.liamg@aldoibaicnega

 

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NOTAS:

 

[1] “El deterioro progresivo de la relación entre los precios de los productos primarios y los artículos finales de la industria, esto es, un deterioro de los términos de intercambio de los bienes primarios”. Ver aquí

 

[2] Ver por ejemplo el artículo “Globalización y desarrollo capitalista en el agro”.

Temas: Sistema alimentario mundial, Transgénicos

Comentarios

01/11/2010
Blog del profesor Astairta, por Eduardo
Hola!
Les paso el blog del profesor Astarita:
http://blog.rolandoastarita.com/
Fuerte abrazo, compañeros!
Edy