Brasil se está convirtiendo en un gran campo de soja y está claro que destruir la sociobiodiversidad en los territorios tiene consecuencias. El avance de los agronegocios, la ganadería intensiva y la industria extractiva convierte los bosques y las comunidades en monocultivos, pozos y pilas de relaves de minerales. La creación industrial de animales para el matadero es una olla a presión para nuevas mutaciones de virus, lista para explotar. Si mantenemos esta forma de producción, tendremos que acostumbrarnos a vivir así, aislados y con máscara.