Amazonas: ¿Qué vamos a hacer?

Idioma Español
País Argentina

Junto con las imágenes de densísimas columnas de humo, líneas de fuego de kilómetros de largo y planos satelitales dando magnitud a la devastación; como salidos de Avatar, también nos llegaban las voces de los pueblos originarios captadas de apuro con celulares, llorando frente al fuego, enviando un mensaje agónico (¿a quién?) para detener esta locura.

El fuego que consume al Amazonas nos devastó a millones en todo el mundo.

No se trata sólo de entender racionalmente, de cuantificar la pérdida, de dimensionar sus consecuencias a posteriori sobre la biodiversidad, los ciclos del agua y el oxígeno, la circularidad de los nutrientes o el impacto económico. El fuego en el Amazonas es el espejo en el que la humanidad asiste al horror en que se ha convertido.

La gula del agronegocio, la minería y la exploración hidrocarburífera, que con discursos de “sustentabilidad” y pintura verde saquean y destruyen donde se asientan. Alentados por gobiernos de “derecha” tanto como “progresistas” (la imposibilidad de soñar y decidirse a construir algo distinto también está avivando el fuego)

En todo esto la única pregunta que cabe es ¿Qué vamos a hacer?

No es el fuego, es el capitalismo… es verdad, pero guarda que si no la hacemos carne, si no la hacemos lucha, se transforma en parte del problema: una frase linda para el auto marketing es sostener todo esto, es más fuego al fuego.

Las manifestaciones en todo el mundo conmovieron, pero también encierran el riesgo de escenificar nuestra impotencia. Hacer algo, porque no sabemos qué hacer. Catarsis. O peor: propaganda de organizaciones, partidos u ONGs.

Enfrentar el extractivismo, impugnar las narrativas desarrollistas, darle encarnadura concreta a otros paradigmas civilizatorios como el Buen Vivir, implica tareas políticas concretas y enormes. Esto no lo paramos con pureza ideológica o ingenua candidez; sacándonos una selfi con un cartelito piola, con un emoji triste o vociferando en las redes con nuestros 10 amigos que piensan igual.

Las narrativas que sostienen el extractivismo, sus lógicas de valorización, su cultura; gozan de excelente salud entre la enorme mayoría de la población mundial, que al mismo tiempo llora al Amazonas.

Frenar el fuego que nos consume implica embarrarnos hasta la ceja en la construcción y articulación política; debatir y construir a cuatro manos. Con los distintos, no en el ghetto de los convencidos; salir de la bañadera para nadar aguas profundas; tejer alianzas (tácticas y estratégicas), tener vocación de mayorías, dando discusiones amplias e incorporando reivindicaciones diversas. Con el movimiento de mujeres, con los trabajadores de la economía popular, con los sindicatos, con las organizaciones campesinas, con las articulaciones de comunidades, pueblos y naciones originarias, con los pobres y trabajadores de la ciudad que corren el mango cada día, para quienes el Amazonas no entra en el radar y el fuego es su propia vida.

En esas voces originarias llorando la selva de la que son parte, están las claves para intentar algo distinto a esta devastación; hay que levantar la vista de la pantallita, sacarnos los auriculares, escuchar, y arremangarse.

Fuente: Huerquen

Temas: Biodiversidad, Crisis climática

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