Argentina: "Fue como si hubiera llovido sobre un vidrio"

El avance de la frontera agropecuaria con el proceso de cambio de uso de la tierra configura un verdadero reemplazo de ecosistemas naturales (pastizales, bosques y humedales) por agroecosistemas artificiales, simplificados y mantenidos por una intervención tecnológica intensiva y sostenida". Por lo tanto, no es casual que las inundaciones se produzcan en Santa Fe, corazón del modelo sojero.

Tras varios años de recorrer despachos y entrevistar a funcionarios, legisladores y gobernantes advertimos que, por su completa ignorancia sobre el modelo agrario, se ha delegado en las empresas el diseño de las políticas económicas debajo de las cuales - y conforme vaya derramando un vaso cada vez más profundo- se diagraman los planes viales, ferroviarios, culturales, sanitarios y más abajo, bien abajo, las políticas medioambientales.

Alcanza nada más con comparar las estructuras burocráticas dedicadas a la "producción" con aquéllas creadas para controlar su impacto en el ambiente: la minúscula e inoperante secretaría de ambiente santafesina es el ejemplo constatable, dedicada a legitimar el modelo de producción destructiva en curso antes que a prevenir o remediar el daño ambiental.

 

Acabamos de asistir a la inauguración del año institucional con discursos cuyo léxico se acerca más al del Gerente General de una empresa que al del dirigente social. Los imperativos empresarios, locales y extranjeros, ocupan la mayor parte del tiempo, aun cuando la población de medio país, la misma que sufre tasas de enfermedades muy superiores a la de las grandes urbes, se encontraba -y todavía se encuentra- inundada por causa de un "tsunami del cielo”, como lo bautizó uno de aquéllos.

¿Es la lluvia la causa de las inundaciones?

 

El fenómeno climático son las grandes lluvias -cuya génesis no está exenta de arduo debate- pero una vez que el agua cayó a tierra, cómo escurre, se evapora o se infiltra tiene mucho que ver con la acción del hombre. "Fue como si hubiera llovido sobre un vidrio" graficaba el Ing. Borús, del INA (Instituto Nacional del Agua) ya en el año 2003, cuando las precipitaciones triplicaban los valores normales de la época (1).

En una inundación, el agua se puede dispersar de tres maneras: una parte se evapora, una se absorbe y otra escurre. Para reducir el escurrimiento, nos enseña el geólogo Fernando Pereyra, docente en el departamento de Geología de la FCE yN (UBA) hay que aumentar la infiltración y la evaporación, destinando zonas para que se aneguen, aprovechar las lagunas naturales o construir pequeños embalses. De esta forma el agua se va absorbiendo lentamente y aumenta también la evaporación. Por otro lado, no es aconsejable la construcción de nuevos canales o la rectificacion de los cursos de agua. Estos suelen ser sinuosos, lo que compensa la baja pendiente y retarda la crecida." (2) Florentino Ameghino advertía lo mismo a fines del siglo XIX (3).

Al contrario, "el proceso de transformación conocido como “avance de la frontera agropecuaria” implicó el corrimiento de las tierras dedicadas a explotación agrícola-ganadera sobre los ecosistemas naturales" (4). Este profundo proceso de cambio de uso de la tierra configura un verdadero reemplazo de ecosistemas naturales (pastizales, bosques y humedales) por agroecosistemas artificiales, simplificados y mantenidos por una intervención tecnológica intensiva y sostenida" (5).

Es decir, se hizo todo lo contrario a lo aconsejado para evitar inundaciones, agravándolo con la intensificación de técnicas de compactación de suelos promovidas como "amigables" y "sustentables" desde elegantes suplementos agrarios bien pagados por las empresas, a quienes no le faltan panegiristas privados y públicos.

Responsabilidades compartidas

 

Podemos afirmar entonces que gobernantes e instituciones del agro estaban avisados y no obstante saber lo que pasaría, actuaron para acentuar las consecuencias negativas. De nada sirvieron tantas advertencias que llegaban desde la sociedad civil, una vez más, supliendo la (in)acción de agencias estatales, negligente en la mejor hipótesis, colonizada por operadores del agronegocio local y multinacional en la peor.

 

La fantasiosa "responsabilidad empresarial" puso su parte. Según Jorge Cappato, director general de la Fundación Proteger, hay una "fórmula del desastre", debido a que "el sector productivo está enceguecido por un afán productivista, cortoplacista y egoísta. Ésto nunca se ha visto en la historia del campo ni el agro en Argentina." (5) Agregamos desde aquí que nada hubo de casual en ello. Se trata de la organización actual de los mercados agrícolas puesta en práctica por la OMC (Organización Mundial de Comercio) cuyo nacimiento, tampoco por casualidad, data de 1995.

 

El vergonzoso final -por falta de tratamiento- del modesto proyecto de reforma a la ley de agrotóxicos en la legislatura santafesina, a fines del año 2014, que aspiraba a mitigar algunos efectos negativos del modelo agrario aplicado desde 1996, y abría el camino para comenzar a detener el constante empeoramiento del medio ambiente y la salud de la población, aporta a la comprensión del orden de prioridades de diputados, senadores y gobernador, que no escapa a la lógica general imperante y que amenaza empeorar.

 

Ya estamos en condiciones de poner nombres y apellidos de los responsables debajo de cada catástrofe "natural", sanitaria o ambiental.

Para mas información:

Daniel Romano – 3416258581 -

Patricio Acuña – 3498402611 -

Fernando Albrecht – 3491509043 -

Carlos A. Manessi – 3426145532 -

Citas:

1-2: Ver aquí

3: Ameghino, F. Las secas y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires: obras de retención y no de desagüe. Bs. As. 1884. Ver aquí

4-5: Manual de Educación Ambiental para Docentes, pág. 89 y ss. -Nivel Inicial- Ministerio de Educación y Secretaría de Ambiente de la Nación - Ver aquí

6: Ver aquí

Campaña Paren de Fumigarnos – Santa Fe

Temas: Agronegocio

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