De igual a igual

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León Gieco, el cantautor argentino conocido por 'Sólo le pido a Dios', compuso en 2003 otra gran canción titulada 'De igual a igual'. Les recomiendo que la busquen en 'Youtube' y entre sus notas contagiosas escucharán un vigente manifiesto contra la Directiva de Retorno. Por ejemplo cuando dice «los llamados ilegales, que no tienen documentos, son desesperanzados sin trabajo y sin aliento». Europa califica de ilegales a miles de seres humanos que contra su voluntad deben salir de sus tierras a buscar una -¡sólo una!- oportunidad para vivir.

Las causas que les obligan al desarraigo, a la huida, al miedo tienen unos responsables identificables: el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional, cabecillas de una banda que obligó a muchos países africanos, asiáticos y latinoamericanos a la conversión de sus economías agrarias: de economías alimentarias orientadas a la autosuficiencia a agriculturas de exportación provocando finalmente que se transformaran en países importadores crónicos de alimentos. Porque incluso África, aunque nos sorprenda, hasta los años 70 era autosuficiente en la producción de alimentos. Un continente que ahora necesita importar el 25% de su comida era entonces exportador neto de alimentos.

Y estos terribles resultados de políticas neoliberales los reconoce hasta el propio Banco Mundial en un extracto entresacado de su Informe del Desarrollo Mundial de 2008: «El ajuste estructural de los 80 desmanteló el elaborado sistema de agencias públicas que proporcionaban a los agricultores acceso a la tierra, créditos, seguros y organización cooperativa. La expectativa era que eliminando el Estado se liberaría el mercado para que actores privados tomaran estas funciones, reduciendo los costes, mejorando la calidad de los servicios y eliminando el sesgo regresivo. Con demasiada frecuencia, eso no ocurrió. En algunos lugares, la retirada del Estado fue sólo provisional en el mejor de los casos, lo que limitó la entrada privada. En el resto de los lugares el sector privado apareció sólo lentamente y su acción fue parcial, sirviendo principalmente a los empresarios agrícolas pero dejando a los minifundistas expuestos a extensos fallos del mercado, altos costes y riesgos en las transacciones, y carencias en los servicios. Mercados incompletos y brechas institucionales impusieron costes enormes sobre el crecimiento asumido y pérdidas de asistencia pública para los minifundistas, amenazando su competitividad y, en muchos casos, su supervivencia».

Pero aún así, con tanta pobreza generada a sus espaldas, los mandamases siguen repitiendo el mismo diseño, y vemos cómo propugnan ahora la expansión de los agrocombustibles por muchos países empobrecidos con la etiqueta de salvación económica. No se conseguirá mitigar la pobreza, los minifundistas (como los llama el Banco Mundial) quedarán desplazados por una nueva invasión de negocios globales y sus corporaciones, y los beneficios que repercutan en los Estados tendrán un único destino, el pago de la deuda externa. Supongo que por todo ello León Gieco repite en el estribillo de la canción que «si me pedís que vuelva otra vez donde nací, yo pido que tu empresa se vaya de mi país. Y así será de igual a igual».

Fuente: El Correo Digital

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