Paraguay: ¿la soja, cultivo responsable o sueño de embaucador?

Idioma Español
País Paraguay

Alter Vida considera que el sistema productivo agro exportador implantado en el país desde finales de la década del 60, el cual se basa en el monocultivo en grandes extensiones, el uso masivo de plaguicidas y fertilizantes químicos y la concentración de beneficios en una minoría de la población, ha producido, en los últimos 40 años, una impresionante disminución de la masa boscosa de la región oriental, además de contaminación y desecación de cursos de agua y la expulsión de comunidades campesinas e indígenas. Sólo estas premisas son suficientes para afirmar que el cultivo de soja, practicado en nuestro país desde la perspectiva agro exportadora no reúne mínimos parámetros para hablar de responsabilidad.

En tal sentido, los supuestos beneficios macroeconómicos a los que se refiere el sector empresarial sojero, sólo son posibles, porque los costos sociales y ambientales de la producción no les son imputados sino que los asumen todos los que viven en este país, en un claro caso de privatización de beneficios y socialización de perjuicios.

En Paraguay, en cuanto a la expansión de la frontera de la soja, la superficie sojera aumentó de 2.000.000 Ha en el año agrícola 2005 / 2006 a 2.559.000 Ha en la campaña 2007/2008, cifra última manifestado por Héctor Cristaldo de la Coordinadora Agrícola del Paraguay.

La alarmante cantidad de plaguicidas que ingresan en nuestro país para la producción de la soja, da cuenta de un vertimiento de 24.000.000 litros y 1.460.000 Kgs de agrotóxicos aproximadamente en nuestro territorio.

Entre los plaguicidas usados en la soja, también se encuentran algunos situados dentro de la franja roja, o sea, considerados como sumamente peligrosos y muy peligrosos, según la clasificación de la Resolución 295/03 del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Entre estos se cita al Paraquat, contra el cual no existe antídoto para casos de intoxicación y el Endosulfan, catalogado como teratogénico (capaz de ocasionar malformaciones en niños recién nacidos cuyas madres hayan estado en contactos sucesivos con el producto) por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos EPA.

De la superficie sojera mencionada (2.559.000 hectáreas), aproximadamente el 90 % es genéticamente modificada (transgénica) con el evento RR, es decir que tienen incorporado genes extraños a la soja que la vuelven resistente al herbicida Glifosato. Este hecho a su vez está empezando a generar problemas de tipo ecológico como la aparición, desde la campaña agrícola 2006 2007, de malezas resistentes al Glifosato que invaden los sojales genéticamente modificados obligando al productor a usar herbicidas selectivos y en muchos casos con un mayor nivel de toxicidad para humanos.

Ante la situación mencionada, el propio Ministro de Agricultura y Ganadería, Ing. Agr. Alfredo Molinas emitió expresiones publicadas en un matutino el pasado 19 de abril del corriente donde expresaba que La maleza conocida vulgarmente como kapi´i pororo está invadiendo cultivos de soja transgénica, haciendo que en muchos casos dicha tecnología no tenga el rendimiento esperado. Además destacó que las plantaciones con variedades de la oleaginosa que disponen del evento RR, resistente al herbicida Glifosato deben lidiar con el kapi´i pororo que está resistiendo a las aplicaciones del agroquímico, razón por la cual los investigadores analizan métodos más adecuados para contrarrestar el inconveniente pensando en utilizar nuevamente variedades convencionales.

Generan ínfimos puestos de trabajo

La producción de soja genera un número ínfimo de puestos de trabajos rurales directos, como consecuencia de la mecanización de las labores de cultivo, el empleo masivo de plaguicidas y su escasa industrialización dentro del país. Esta drástica pérdida de empleo para muchas comunidades rurales, obliga a sus integrantes a migrar y vender sus tierras a los grandes productores, los que siguen cultivando soja y de esa forma continúan generando impactos socioeconómicos y ambientales con consecuencias grave para el país.

Ante estas manifestaciones elocuentes, Alter Vida considera que la soja producida en base al modelo agro exportador sojero está lejos de ser responsable y que dicha responsabilidad será alcanzada el día que el sector sojero agro exportador asuma los costos ambientales y sociales reduciendo el uso de plaguicidas, recomponiendo el impacto ambiental negativo que ha producido la implantación de la soja en el país, aumentando la industrialización sojera en el país para generar fuentes de empleo, capacitando a los técnicos paraguayos y eliminando la contratación de personal brasileño en la mayor parte de las labores que requieren de cierta calificación. Asimismo considera que si la certificación a la que quieren acceder los sojeros para acreditar su supuesta responsabilidad pretende ser seria, deberán presentar soluciones reales y tangibles a la problemática mencionada y no meras declaraciones de interés como hoy lo son muchos de los planes de control ambiental que acompañan a las licencias ambientales de un alto número de productores sojeros.

Encargada de Comunicación
Cristina Martínez
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