El necesario cambio en el proceso sobre cambio climático. Boletín 148 del WRM

Por WRM
Idioma Español

"El resultado del calentamiento global es muy parecido a un incendio, pero el proceso ha sido el inverso. En este caso, ya se conocen las causas del incendio (el uso de combustibles fósiles) y ya se sabe quienes lo iniciaron (los países industrializados). Sin embargo, los bomberos brillan por su ausencia y los estados negocian –literalmente, hacen negocios- mientras las llamas se propagan cada vez más rápido."

NUESTRA OPINIÓN

- El necesario cambio en el proceso sobre cambio climático

REDDiseñando "BOSQUES"

-Maquillando el desierto verde en Copenhague

EL CIRCO DE COPENHAGUE

- El circo de Copenhague
- Plantando árboles en los desiertos
- Detrás del atractivo nombre de “biochar”
- Acrobacias varias: barcos de nubes, espejos espaciales, mares pulverizados con hierro y cosas por el estilo
- El mercado de carbono: trapecistas sin red
- Carbono neutro: como por arte de magia

VOCES SENSATAS

- Declaraciones relevantes

AMPLIANDO EL DEBATE

- Política sobre cambio climático: ¿quizás el género haga la diferencia?

El necesario cambio en el proceso sobre cambio climático

Cuando una casa se está incendiando, lo que importa es apagar el incendio. Si bien todos los vecinos pueden ayudar, se espera que los bomberos asuman la dirección de la operación y que el Estado brinde todo el apoyo necesario para la extinción del fuego. Una vez extinguido, los expertos determinarán las causas del incendio y, en caso de haber sido provocado, se establecerán las responsabilidades y penalidades correspondientes. Pero lo primero es apagarlo.

El resultado del calentamiento global es muy parecido a un incendio, pero el proceso ha sido el inverso. En este caso, ya se conocen las causas del incendio (el uso de combustibles fósiles) y ya se sabe quienes lo iniciaron (los países industrializados). Sin embargo, los bomberos brillan por su ausencia y los estados negocian –literalmente, hacen negocios- mientras las llamas se propagan cada vez más rápido.

Lo más triste es que hace años que se sabe lo que se necesita para extinguirlo: dejar de usar combustibles fósiles (petróleo, carbón mineral y gas natural). Si bien existen otros elementos que agravan el cambio climático –como la deforestación- lo cierto es que la única fuente de gases de efecto invernadero que acrecienta el stock de carbono en la biósfera –y por tanto la causa central del calentamiento global- es la quema de combustibles fósiles. La solución está entonces a la vista: todos los esfuerzos deben centrarse en su sustitución por otras fuentes de energía.

El uso de combustibles fósiles se inició con la Revolución Industrial y se globalizó a partir del modelo de desarrollo económico impuesto en todo el mundo por los países industrializados. Como consecuencia, la cantidad total de carbono en la biósfera ha ido en constante crecimiento, dando lugar al efecto invernadero. Es claro entonces que dichos países son los principales responsables del incendio actual y que en consecuencia deben asumir la responsabilidad que les corresponde y adoptar las medidas necesarias para detener el proceso.

En ese sentido, lo primero es que los países industrializados introduzcan cambios drásticos en la producción y uso de energía a nivel nacional, que resulten en la sustitución de combustibles fósiles por otras fuentes de energía en plazos perentorios y claramente especificados. Tales medidas deberán incluir a las empresas transnacionales, imponiéndoles a sus operaciones en todo el mundo las mismas restricciones sobre la producción y el uso de energía que se aplican en el país en el que tengan su sede central.

Vinculado a lo anterior, los principales responsables del cambio climático deberán comprometerse a no “exportar” el problema a terceros países, tal como está aconteciendo con la importación de agrocombustibles producidos a expensas de los recursos y el bienestar de poblaciones de países del Sur.

Al mismo tiempo, los principales responsables del cambio climático deberán generar condiciones adecuadas –incluyendo asistencia económica y técnica- para que los países no industrializados puedan recorrer un camino de desarrollo libre de combustibles fósiles.

En particular, los países responsables del cambio climático deberán compensar económicamente a aquellos que se comprometan a no explotar sus yacimientos de combustibles fósiles, como aporte a lo que adeudan al mundo por su impacto climático.

Sin embargo, lo anterior no implica que los demás países –el “vecindario”- no pueda también contribuir a apagar el incendio. Más allá de las divisiones Norte-Sur, lo cierto es que el actual modelo de desarrollo económico ha sido impuesto en todo el mundo y que el mismo incluye el uso masivo de combustibles fósiles. Ello implica que todos los países, sin excepción, deberían hacer los máximos esfuerzos para erradicar su uso.

El “derecho al desarrollo” esgrimido por algunos países económicamente poderosos del Sur es por supuesto un derecho, pero que no se puede ejercer a costa del clima de un planeta que es de todos. Eso significa que si bien dichos países no tienen la responsabilidad histórica por el cambio climático –ni las obligaciones que ello conlleva- deben reconocer la necesidad de adoptar medidas para sustituir los combustibles fósiles por otras energías alternativas en el menor plazo posible.

El tema de la sustitución de los combustibles fósiles debería ser el centro de la próxima conferencia de la Convención sobre Cambio Climático que se desarrollará en Copenhague a principios de diciembre. Lamentablemente, es muy poco probable que ello sea así. Por el contrario, todo indica que las discusiones se centrarán en “soluciones” absurdas que no solo no resolverán nada sino que agravarán el problema.

Seguramente se hablará mucho sobre mecanismos de mercado para reducir las emisiones provenientes de la deforestación, de la agricultura y la ganadería. Se discutirá sobre plantaciones como sumideros de carbono, sobre agrocombustibles, sobre el comercio de carbono y sobre un invento reciente llamado “biochar”. Pero se hablará muy poco –y se negociará lo menos posible- sobre el tema central: la erradicación del uso de combustibles fósiles.

Muchos años han pasado desde que los gobiernos se comprometieron en 1992 a hacer algo sobre el clima, aprobando la Convención sobre Cambio Climático. Poco y nada hicieron desde entonces y a esta altura es más que obvio que no es mucho lo que están dispuestos a hacer. A menos, claro está, que el vecindario –los pueblos del mundo- exijan la adopción inmediata de medidas para la extinción del incendio.

Esperamos que los esfuerzos concertados de la sociedad civil organizada de todo el mundo, que estará presionando directa e indirectamente a los delegados gubernamentales de la Convención en Copenhague, resulten efectivos para forzar el necesario cambio de rumbo. Esto no es un simple incendio: aquí se juega el futuro de la humanidad y tod@s tenemos el derecho y el deber de exigir que se haga lo que se debe hacer. ¡Ya!

REDDiseñando "BOSQUES"

- Maquillando el desierto verde en Copenhague

Parece cada vez más probable que ningún acuerdo vinculante surgirá de Copenhague y que el Norte intentará abandonar el Protocolo de Kyoto. También parece probable que se apruebe alguna clase de acuerdo sobre reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques (REDD). Existe el grave peligro de que REDD funcione como forma de disimular el fracaso del Norte en reducir drásticamente sus emisiones. REDD podría generar una apropiación masiva de tierras, llenar las arcas de algunos de los gobiernos y ministerios forestales más corruptos del mundo, pisotear los derechos de las comunidades indígenas y locales, acelerar la conversión de bosques en plantaciones y abrir una enorme vía de escape para que los países del Norte puedan seguir contaminando. Y al mismo tiempo permitiría que la deforestación continuara avanzando.

Pero con o sin un acuerdo sobre REDD, las negociaciones de la ONU sobre el clima ya han causado serios problemas para la gente y los bosques, mediante el apoyo del Mecanismo de Desarrollo Limpio a las plantaciones industriales de árboles. “Lo peor del fraude del MDL,” como dijo el WRM en agosto de 2009.

El problema comienza con la definición de “bosque”. Hasta ahora, no hay una definición acordada sobre bosque en las negociaciones REDD, pero según la definición del MDL cualquier área superior a 500 metros cuadrados con una cubierta forestal del 10 por ciento y con árboles capaces de alcanzar los dos metros de altura, es un “bosque”. Hasta los bosques cortados a tala rasa están incluidos en esta definición de “bosque”.

La FAO apoya desde hace mucho tiempo el mito de que las plantaciones son bosques. Recientemente, publicó un folleto explicando que “Las negociaciones necesitan terminología clara”. Lo cual es por supuesto muy cierto. Pero el folleto discute la diferencia entre “manejo forestal sostenible” y “manejo sostenible de bosques”. No hace falta decir que ambas versiones de “manejo sostenible” incluyen las plantaciones industriales de árboles. La FAO es institucionalmente incapaz de ver la diferencia entre una plantación y un bosque, pero puede pagar salarios muy confortables a gente inteligente para que analice la palabra “de”.

Una mirada a la Corporación Financiera Internacional (CFI), institución del Grupo Banco Mundial para préstamos al sector privado, permite ver por qué es importante la definición de bosques. Pero primero una buenas noticia: en agosto de 2009, el Presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ordenó una moratoria total sobre las inversiones del banco en plantaciones de palma aceitera. El cambio surgió a partir de una queja formulada a la Oficina del responsable de la CFI en materia de cumplimiento de las normas institucionales (CAO, Compliance Advisory Ombudsman) por parte de varias ONGs, sobre los préstamos para Wilmar, el gigante del aceite de palma.

Tratándose del Banco Mundial, no debería sorprendernos que también haya alguna mala noticia: la CFI planea incrementar los préstamos para plantaciones industriales de árboles que no sean palma aceitera. En octubre de 2009, durante el Congreso Forestal Mundial en Argentina, Mark Constantine, de la CFI, hizo una presentación titulada “El creciente impacto del sector privado sobre el sector forestal”. Cuando Constantine dice “forestal”, también se refiere a las “plantaciones”.

La presentación de Constantine incluyó una sección titulada “¿Qué hemos aprendido?”. Pero aparentemente no mencionó los problemas causados por las plantaciones de palma aceitera de Wilmar. Tampoco mencionó un préstamo de US$ 50 millones que la CFI otorgó en 2004 a la empresa brasileña de celulosa Aracruz. Dicho préstamo fue rápidamente cancelado poco después de que Aracruz y la policía local sacaran violentamente a los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní de las aldeas que habían recuperado luego de ser ocupadas por los monocultivos de Aracruz.

Entre los “nuevos enfoques” que Constantine sugirió se encuentra “Incrementar el acceso del bosque al mercado de carbono” e “Invertir en plantaciones e industrias forestales”. También habló de la necesidad de “impulsar las inversiones en plantaciones forestales”. Constantine mencionó el riesgo del “monocultivo/desierto verde”, pero esto no significa que la CFI no entregue dinero para expandir el desierto verde.

El 18 de noviembre de 2009, la CFI anunció que planeaba invertir en 250.000 hectáreas de plantaciones industriales de árboles en Indonesia. En el comunicado de prensa de la CFI, Adam Sack, Gerente de País de la CFI para Indonesia, dijo que “Este nuevo programa es parte del compromiso de la CFI de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.” La CFI declara que las plantaciones podrían recortar las emisiones de carbono en aproximadamente 90 millones de toneladas al año y que esta supuesta reducción podría ser comercializada dentro del MDL.

La CFI describe sus propuestas como proyectos de “reforestación” que “secuestran carbono al sacar CO2 de la atmósfera.” Pero esto no es reforestación – es reemplazar un paisaje degradado por un monocultivo. Y mucho del dióxido de carbono almacenado en los árboles será rápidamente liberado, cuando los árboles sean usados para producir papel o bioenergía.

Cuando el CAO hizo una revisión de los préstamos de la CFI para las plantaciones de palma aceitera de Wilmar en Indonesia, encontró que “Como las presiones comerciales dominaban el proceso de evaluación de la CFI, el resultado fue que las revisiones de diligencia debida, social y ambiental, no ocurrieron como correspondía.”

En su presentación en el Congreso Forestal Mundial, Constantine preguntó “¿Cómo medimos el éxito?”. Su respuesta, para el caso de las plantaciones, fue “Cantidad de hectáreas de nuevas plantaciones. Dólares invertidos. Cantidad de proyectos.” Parecería que la historia se vuelve a repetir.

La solución es simple. La ONU necesita una definición de bosques que excluya las plantaciones. Así, los planes de la CFI en Indonesia se mostrarán como realmente son: ni proyectos de “reforestación” ni parte de un “compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,” sino un subsidio para el sector de las plantaciones, destructor del medio ambiente y de la sociedad.

Chris Lang, http://chrislang.org

EL CIRCO DE COPENHAGUE

- El circo de Copenhague

De acuerdo con Wikipedia, “un circo es un espectáculo artístico, normalmente itinerante, que incluye a acróbatas, payasos, magos, adiestradores de animales y otros artistas”.

Desafortunadamente, tal definición muestra una gran similitud con la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, donde acróbatas, magos y trapecistas intentan entretener a la audiencia mundial, haciéndole creer que están discutiendo seriamente medidas para abordar la crisis climática que enfrentamos.

Aunque originalmente creada para evitar el cambio climático, dicho objetivo fue prontamente derivado hacia un espectáculo orquestado por las corporaciones y enfocado en la obtención de ganancias. Desde entonces, este circo ha viajado a un amplio número de países tratando de publicitar sus presentaciones. La próxima parada será en Copenhague.

En este momento histórico, en el que se reconoce al cambio climático como la principal amenaza para la Humanidad, es bueno recordar que, como resultado de la presión popular, los circos tradicionales han sido forzados a introducir un número importante de cambios a sus actuaciones. Esperamos que éste habrá de ser también el caso en Copenhague.

- Plantando árboles en los desiertos

Un equipo de biólogos y meteorólogos de la NASA planteó una alternativa muy “práctica” para dejar de utilizar combustibles fósiles. Su plan es plantar enormes áreas con árboles de crecimiento rápido – por ejemplo, eucaliptos – en los desiertos del Sahara y del interior de Australia. ¿Que falta agua? ¡No hay problema! Los árboles serán regados con agua de mar tratada en una serie de plantas costeras de desalinización y canalizadas a través de una vasta red de irrigación. Facilísimo.

Tal plan destruiría, por supuesto, los desiertos, que no son tierras inservibles sino ecosistemas ricos y diversos en sí mismos. Ignora por completo la interdependencia fundamental de todos los fenómenos en la sutil urdimbre de la vida y ni siquiera se cuestiona dónde, cuándo y cómo se sentirán los impactos de ese cambio masivo.

El costo estimado del proyecto es enorme – US$ 1,9 billones por año. Pero los inventores consideran que “es la opción más prometedora y práctica (¡!) en base a la tecnología disponible actualmente para resolver el grueso del problema.”

Están conscientes de que hay algunos inconvenientes, pero dicen que “Si se requieren sacrificios para detener el calentamiento global, los ecosistemas casi inexistentes del Sahara central y los del interior de Australia parecen ser candidatos razonables, comparados con las demás opciones.” Si la idea es tan “práctica”, ¿por qué no sacrifican a otros “candidatos razonables”, como los desiertos que abundan en Estados Unidos, en lugar de los de África y Australia? Como diría Alicia (la del país de las maravillas): las soluciones climáticas se están volviendo “curioríficas y curioríficas”.

Fuente de información: “Forests in the desert: the answer to climate change?”, David Adam, guardian.co.uk, http://www.guardian.co.uk

- Detrás del atractivo nombre de “biochar”

Algunos malabaristas del circo climático están lanzando al aire el carbón para nuevamente atraparlo, pero ahora con un nombre atractivo. La propuesta de transformar residuos en carbón vegetal y enterrar miles de millones de toneladas en el suelo cada año convierte al carbón en “biochar”.

El carbón se produce a través de un proceso llamado pirólisis, por el cual la biomasa se expone a altas temperaturas en ausencia de oxígeno. Esto produce dos tipos de combustible además del carbón, el gasoil vegetal y el syngas, que pueden ser utilizados para calefacción y energía o refinados para fabricar agrocombustibles, es decir, gasolina para automóviles y, posiblemente, también para aviones.

Los promotores del “biochar” dicen que podría “refrescar el planeta”. Miles de millones de toneladas de biomasa, sobre todo de los árboles y de residuos agrícolas, serían transformadas en “biochar”. Pero no tienen en cuenta que esto requeriría la plantación de muchos millones de árboles… Se necesitaría mil millones de hectáreas de plantaciones para cultivar los árboles necesarios para producir “biochar” a una escala lo suficientemente grande como para generar un impacto sobre el clima.

¿Dónde se llevaría a cabo esta “solución de geo-ingeniería para el cambio climático global”? No en Estados Unidos, ni en Europa: África es el principal objetivo para el “biochar”.

Percibida convenientemente como un continente con abundante tierra disponible, que sólo espera ser “desarrollado”, África ya está experimentando la apropiación masiva de tierras para producir agrocombustibles y para inversiones agrícolas extranjeras. Las comunidades indígenas, los bosques, los recursos hídricos y la producción de alimentos se han visto gravemente afectados por las expulsiones, la inseguridad alimentaria y los conflictos territoriales que se suman a los impactos negativos del cambio climático.

Si bien es evidente que el “biochar” no está en posición de ganar la aceptación de la CMNUCC como solución para el cambio climático, la atmósfera de urgencia climática hace que los defensores de este remiendo tecnológico reduccionista tengan esperanzas de que su producto ingrese rápidamente en el mercado de carbono y que obtenga su acreditación en las negociaciones climáticas internacionales. Además, al circo climático podría gustarle el producto.

Fuente de información: “Biochar Land Grabbing: the impacts on Africa”, en http://www.gaiafoundation.org

- Acrobacias varias: barcos de nubes, espejos espaciales, mares pulverizados con hierro y cosas por el estilo

Aquí llegan los acróbatas. El comité de expertos del Centro de Consenso de Copenhague está trabajando duro para sopesar soluciones verdaderamente reales para alterar el clima alterado. Veamos.

Los “barcos de nubes” se presentan como uno de sus proyectos más baratos y viables: 1.900 barcos a energía eólica, sin tripulación, dirigidos por satélite, recorrerían los océanos absorbiendo agua y esparciéndola en minúsculas gotitas a través de altas chimeneas para crear grandes nubes blancas. Estas nubes, según se predice, reflejarían alrededor del uno o dos por ciento de la luz solar que de otra forma calentaría el océano. Se reconoce que el proyecto podría afectar los patrones normales de lluvias y que la solución es ponerlos bastante lejos de la tierra, ... pero no de los ecosistemas marinos…

Esta idea “brillante” costaría sólo US$ 9 mil millones para ser probada y lanzada dentro de 25 años. Una ganga. Otros proyectos incluyen enviar espejos al espacio en cohete espacial para desviar los rayos del sol, esparcir hierro pulverizado sobre los mares para aumentar la cantidad de plancton que absorbe CO2, imitar los efectos de las erupciones volcánicas, que protegen de los rayos solares, por medio de una neblina química que tendría un efecto refrescante durante más de un año. Todo esto ha sido descartado por caro e inviable. ¡Imagínense!

El director del comité de expertos de dicha institución, Bjorn Lomborg, tiene ideas claras y afortunadamente llama al pan pan y al vino vino. Él cree que esos proyectos podrían probar que hay mejores formas de enfrentar el cambio climático que la de simplemente reducir las emisiones de CO2: “Debemos debatir sobre todas las opciones, no sólo la políticamente correcta de reducir el CO2.”

No podemos evitar citar algunos comentarios sobre esta noticia publicada por telegraph.co.uk ( http://tiny.cc/pYlIv), que reflejan los sentimientos que estas “soluciones” despertaron en personas sensatas: “Brillante: ¿por qué no pensé en esto? ¿Esparcir el agua del océano en el aire para mitigar el creciente nivel del mar y curar la obesidad? Y mi plan sólo les costaría a ustedes, contribuyentes, US$ 230.000.000.000.” “Dirán que soy estúpido pero, ¿acaso Venus no está cubierto de nubes? Nubes que han permitido que la temperatura de la superficie aumente tanto como para derretir plomo.” “¿Cómo van a proteger a esos barcos contra los piratas somalíes? Está bien, esto me hizo reír. Y si me dicen que soy el único que pensó en “La Guerra de las Galaxias” cuando lo leyó, me voy a sentir muy desilusionado.”

- El mercado de carbono: trapecistas sin red

No hay nada como crear un problema para obtener un negocio. Al menos para los avezados hombres y mujeres de negocios. Así, detrás de las guerras está el negocio armamentista. Detrás de la inseguridad ciudadana, producto en gran medida de modelos de inequidad económica y social, está el negocio de la seguridad: seguros, sistemas de vigilancia, rejas, alarmas y políticos “salvadores” de mano dura. Detrás de la enfermedad está el negocio de la “salud”: la industria del medicamento y el poder médico corporativo. Y detrás del cambio climático están – ya adivinaron: las empresas y gobiernos que con su modelo de desarrollo extractivista, globalizado y consumista lo provocaron. Desde la Revolución Industrial destaparon la caja de Pandora de los combustibles fósiles enterrados en el subsuelo durante millones de años y los liberaron en forma de gases de efecto invernadero, provocando el recalentamiento de la atmósfera de la tierra. Después de muchos años se comprobó los graves impactos que ha tenido esto en el clima. Pero ellos no tienen miras de cambiar, y encima de todo quieren hacer dinero. Aquí llegan los trapecistas.

El mercado de carbono, adoptado por el Protocolo de Kyoto de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, es un sistema complejísimo que ha sido adoptado por gobiernos, instituciones financieras y empresas para hacer frente al cambio climático. Se basa principalmente en tratar la capacidad del planeta de reciclar el dióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, como un nuevo recurso escaso al que se lo convierte en mercancía, se le pone un precio y se lo vende al mejor postor. Esto evita que empresas y gobiernos cumplan verdaderamente el objetivo de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Se apuesta así a una “solución de mercado”, vale decir, a crear sistemas de compra y venta de carbono, que se divide en unidades medibles. Supuestamente la “mano escondida” del mercado dará la solución. Mientras, el cambio climático es una “oportunidad” para el negocio. Y tras ella se lanzan los trapecistas, columpiándose en sus mercados, haciendo piruetas en el aire. Las piruetas son tales que terminan cumpliendo los objetivos de reducción ¡sin que ocurra ninguna reducción!

La comercialización de carbono adopta dos formas principales: el mecanismo bautizado como ‘cap and trade’ y la “compensación”.(1)

En el “cap and trade” un gobierno o autoridad central (como la Comisión Europea, por ejemplo) establece un tope (cap) sobre la cantidad de gases de efecto invernadero que puede emitirse en un área específica. Todas las empresas tienen determinados permisos de contaminación (créditos de carbono) y aquéllas que exceden el límite fijado pueden comprarles créditos a las que emiten menos. A la fecha, gran parte de los permisos se han otorgado de manera gratuita. El número de permisos concedidos se calcula de acuerdo a los niveles actuales de contaminación por gases de efecto invernadero, así que quienes más emitieron en el pasado, hoy son los más recompensados por el subsidio. En este estilo funciona el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (ETS), actualmente el mayor mercado de carbono.

La otra forma de comerciar el carbono es la “compensación”. Este sistema habilita a empresas, gobiernos, instituciones financieras internacionales e individuos – inicialmente de países del norte – que realizan actividades contaminantes, a financiar en otro lado - países empobrecidos del sur a los que hay que llevarles el “desarrollo” - proyectos que supuestamente permiten evitar emisiones de carbono. Con eso se supone que estarían compensando las emisiones – que de todas maneras continúan haciendo. La fórmula es: yo contribuí al cambio climático, te pago para que no lo hagas (supuestamente), pero ¡yo lo sigo haciendo! Perdón, ¿y la reducción? Así funciona el Mecanismo de Desarrollo Limpio administrado por Naciones Unidas.

Varios agentes bursátiles y economistas de la escuela de quienes estuvieron detrás de la reciente crisis financiera fueron los ideólogos del mercado de carbono, que ha resultado ser un fracaso con respecto a su pretendido objetivo de hacer frente al cambio climático. En efecto, desde su creación ha hecho lo opuesto a incentivar y reunir fondos para una transición hacia una economía libre de combustibles fósiles: no solamente permite a los principales contaminadores de combustibles fósiles eludir su responsabilidad de realizar un imperioso cambio estructural sino que sigue “exportando” ese modelo destructivo a países del sur. Un ejemplo son los proyectos de plantaciones de árboles a gran escala como “sumideros de carbono”, o para agrocombustibles, que ocupan territorios, desplazan pueblos, acaban con ecosistemas.

Por otro lado, la mercantilización de las emisiones de carbono ha dado lugar a un nuevo “colonialismo climático”. El comercio de carbono constituye una forma de privatización del aire limpio, de la atmósfera, y la privatización del permiso a contaminar. Quienes pueden pagar, pueden comprar “permisos” para contaminar el aire de otros.

Otras propuestas, como el uso de biochar, energía nuclear e ideas fantasiosas como las referidas en algunos artículos de este boletín, están siendo consideradas seriamente en diversos sistemas de comercio de carbono. El propio inversionista multimillonario George Soros lo dijo con claridad: “Es posible especular con el sistema; es por eso que gusta a tipos de las finanzas, como yo – porque allí se encuentran oportunidades financieras”.

Más allá de la insensatez e irresponsabilidad de estos trapecistas de lanzarse – y lanzarnos – alegremente al vacío, y sin red, la tragedia es que crean entelequias, como los “créditos de carbono” o la “compensación” de emisiones, y hacen creer al mundo que funcionan como mercancías. O que funcionan siquiera. Así se han armado estructuras enormes, sesudas, con economistas y premios Nobel incluidos y alimentadas por cuantiosas cantidades de dinero, en torno a una enorme incoherencia. Esa incoherencia es la de igualar las emisiones de carbono de la biosfera (de los vegetales, el suelo, los océanos, los animales y los humanos), cuyo carbono se ha mantenido circulando en equilibrio desde que la vida humana se desplegó en el planeta, con las emisiones de carbono de los combustibles fósiles, el carbono subterráneo que recién irrumpió en la atmósfera hace unos 200 años y alteró ese equilibrio. Ese carbono sencillamente no puede ser devuelto por ahora al fondo de la tierra.(2) Y todas las propuestas que se hacen desde el mercado de carbono meten todo en la misma bolsa (o Bolsa) y no contemplan la medida de parar con lo que es el origen del problema: la extracción de combustibles fósiles.

¡Qué lejos está la solución del mercado de carbono de la verdadera solución al cambio climático: encontrar para la humanidad las formas de mantener bajo tierra lo que queda de combustibles fósiles y reorganizar los sistemas de energía, transporte y vivienda de las sociedades industriales!

(1) “Carbon Trading. How it works and why it fails”, Tamra Gilbertson and Oscar Reyes, Dag Hammarskjöld Foundation, November 2009, http://www.dhf.uu.se
(2) “An Introduction to Carbon Trading”, European Youth for Action, http://eyfa.org/

- Carbono neutro: como por arte de magia

Es indudable que la temática del cambio climático ha llegado a la opinión pública. Pero en general queda en los titulares y el común de la gente tiende a pensar que es cierto que se avecina un gran problema pero que la ONU está trabajando por resolverlo y que seguramente la ciencia algo inventará.

Entonces los organismos especializados trazan “escenarios”, modelos, proyecciones, complejas fórmulas que presentan el tema de un modo aséptico y despolitizado, sin abordar el origen del problema: el consumo de combustibles fósiles. En cambio, se inventan fórmulas que distraen y dilatan las soluciones. Es lo que ocurre con la idea de que se puede ser “carbono neutro”: los magos del circo meten toneladas de dióxido de carbono en sus galeras, que luego muestran vacías para aplauso del público.

La cosa funciona así: se propone a empresas o individuos que pueden dejar en cero las emisiones de carbono que emiten por sus diversas actividades (su “huella de carbono"). Para ello alcanza con poner dinero en proyectos que supuestamente reducirían de la atmósfera la misma cantidad de carbono que emiten. Esto se ha convertido en otro “nicho de mercado”.

La empresa The Carbon Neutral Company lo ha aprovechado. En su página web ofrece un sistema para calcular la “huella de carbono” de las distintas actividades de personas o empresas: lo emitido en viajes en avión, en auto o en transporte público, o por consumo de energía, calefacción, etc. Todas esas actividades que el interesado va especificando dan un resultado que se mide en toneladas de emisiones de dióxido de carbono. ¡He ahí el rastro delator! Pero a no desesperar, ni pensar en cambiar el estilo de vida, porque la empresa brinda la solución: para “neutralizar” esas emisiones alcanza con invertir determinada cantidad de dinero – también resultante del cálculo – en algunos de los proyectos de su portafolio. Un sector de esos proyectos es, faltaba más, la forestación con plantaciones de monocultivos de árboles.

Pero, al igual que el acto de la galera ¡esto es un truco! Como ya ha argumentado el autor Kevin Smith, no sólo es imposible evaluar con certeza la cantidad de CO2 que absorben los árboles sino que, fundamentalmente, el carbono fósil encerrado en las profundidades de la tierra difiere totalmente del carbono que forma parte del ciclo del carbono vivo. Toda vez que se queman combustibles fósiles el carbono encerrado se convierte en carbono activo. Pero no es posible hacer el procedimiento inverso. El carbono fósil liberado puede ser retenido por un tiempo en la madera de un árbol, pero a la larga, cuando esa madera se queme o se descomponga, ese carbono terminará liberándose nuevamente a la atmósfera, sumándose al carbono activo.

La compensación de emisiones de carbono es un engaño. Los magos del carbono neutro quieren hacer negocios generando un estado de complacencia, y lo más grave es que con eso contribuyen a dilatar la toma de conciencia para la necesaria adopción de medidas drásticas con las que frenar el cambio climático.

VOCES SENSATAS

- Declaraciones relevantes

Aun cuando todo parece indicar que el futuro del clima del planeta está en manos de una troupe circense, siempre existe la posibilidad de volver a recuperar el sentido común, es decir, el sentido de la gente común.

Y es justamente de ahí, de los grupos de base, organizaciones sociales, ONGs y de personas sensatas de donde nace el impulso y la fuerza para proponer, denunciar y esparcir las palabras que despierten a la sociedad mundial para que ésta exija a quienes son responsables de las políticas públicas, que actúen a la altura de lo que dicta la gravedad del cambio climático.

- La Via Campesina: ¡Las campesinas y los campesinos enfrían la Tierra!
Campesinos y campesinas de todo el mundo se reunirán en Copenague en diciembre para defender su propuesta para solucionar la crisis del cambio climático. La agricultura campesina sostenible y la producción local de alimentos están, de hecho, enfriando la tierra. La agricultura campesina permite el secuestro del carbón en el suelo y requiere de menos maquinaria empujada por combustibles fósiles e insumos químicos. ( http://www.viacampesina.org)

- RECOMA: ¡Hagan algo en serio por el clima! ¡Y paren los monocultivos de árboles!
Ya hace 17 años que hay acuerdo a nivel internacional de que la crisis climática es un problema grave y que hay que hacer algo. Las dos medidas sencillas que podían tomarse exigían parar la extracción de combustibles fósiles y parar la deforestación. Año tras año el problema se ha agravado. ( http://www.wrm.org.uy)

- Telas diseñadas por mujeres asiáticas sobre el cambio climático: ¡Negociaciones climáticas para las necesidades de la gente, no para la codicia corporativa!
We, women, environmental, indigenous people's and women’s rights organizations from Mongolia, Pakistan, Philippines, Sri Lanka, Thailand and other Asian countries today unite by unfurling a giant collaborative quilt on the impacts of global warming on Asian communities and the people's responses to these problems in front of the United Nations ESCAP building for the ongoing United Nations Framework Convention on Climate Change intersessional meeting.
( http://www.climatechangeaction.net)

- Declaración de mujeres de Asia sobre el Cambio Climático
We, the indigenous, peasant, fisher, labour, rural and urban women, face the bulk of negative impacts of climate change and the false solutions offered to us. We produce and provide food; work inside and outside homes to augment our family income and are often the principal income earners; and through our productive and reproductive labour, ensure the welfare of our families and communities.
( http://www.gendercc.net)

- ¡Justicia climática ya!: Falsas soluciones climáticas en Barcelona, noviembre de 2009
The international civil society network Climate Justice Now! deplores the downplaying of expectations for the Copenhagen Climate Summit in Barcelona by industrialized countries, UNFCCC officials and the host of the Copenhagen Summit. ( http://www.twnside.org.sg)

- Declaración del Foro de Vulnerables al Clima, que comprende los 11 países considerados más vulnerables al cambio climático: Maldivas, Kiribati, Bangladesh, Nepal, Vietnam, Ghana, Kenia, Tanzania, Barbados y Bután
We, Heads of State, Ministers and representatives of Government from Africa, Asia, Caribbean and the Pacific, representing some of the countries most vulnerable to the adverse impacts of climate change.
( http://dotearth.blogs.nytimes.com)

- Declaración de Quito: Resistencia, Buen Vivir, Buen Convivir
Mujeres y hombres de diversas organizaciones y redes (nos reunimos) para escuchar, conversar y debatir acerca de la estrecha relación que hay entre los proyectos de energía, la deuda externa y ecológica, el cambio climático, el despojo de los territorios, la represión y la resistencia. ( http://www.deudaecologica.org)

- Memorándum de organizaciones sociales de la India dirigido al gobierno
We, the undersigned people’s organisations, social movements, trade unions and concerned citizens, submit this memorandum to the Government to draw your attention to the several urgent and so far unaddressed concerns about the climate crisis and the Indian Government’s response to them, especially in light of the upcoming 15th Conference of the Parties (COP) of the United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) at Copenhagen from 7-18 December 2009. ( http://www.wrm.org.uy)

- Más acciones sobre el clima llevadas a cabo a nivel mundial. Numerosas acciones han sido llevadas a cabo por gente de todo el mundo entre la reunión de la Convención sobre Cambio Climático que tuvo lugar en el 2008 en Polonia (Poznan, COP 14) y la que tendrá lugar en diciembre 2009 en Dinamarca (Copenhague, COP15). Todas ellas exigen a los tomadores de decisiones a que adopten urgentemente medidas reales para abordar el cambio climático. ( http://www.wrm.org.uy)


AMPLIANDO EL DEBATE

- Política sobre cambio climático: ¿quizás el género haga la diferencia?

Las negociaciones internacionales sobre protección del clima global han sido lentas y han tenido magros resultados. El debate comenzó más de 20 años atrás, cuando se formuló el objetivo de lograr reducir las emisiones de CO2 en un 20 por ciento, y desembocó en el Protocolo de Kyoto que lo bajó a un mero 5 por ciento, pero incluso esto ha sido cuestionado una y otra vez.

Este capítulo se escribe desde nuestra perspectiva, como expertas en género y como activistas sociales que trabajan para generar conciencia sobre las cuestiones de género y el cambio climático, y para integrar las consideraciones de género a la creación de políticas sobre cambio climático, particularmente a nivel internacional. Hemos trabajado en esta área y en el más amplio discurso sobre género y desarrollo sostenible durante más de diez años, y fundamos la red GenderCC – Women for Climate Justice. GenderCC conecta a expertas sobre género y a mujeres de todas partes del mundo, proporcionando información y desarrollo de capacidades sobre estos temas, así como información sobre el proceso de compromiso político, para lograr la integración de las cuestiones de género en la formulación de políticas a través de un creciente conocimiento y una participación activa en la toma de decisiones.

La calidad de la elaboración de políticas permanecerá inaceptablemente baja si el discurso no considera los asuntos de género, incluyendo las diferencias relevantes entre la experiencia de los hombres y las mujeres. Si la inclusión en la agenda de temas como el impacto social de los compromisos y objetivos de las políticas de protección del clima, de mitigación y de adaptación, amplía el debate y lo transforma en una discusión enmarcada en principios de sustentabilidad, será también posible incluir en ella la consideración de las cuestiones de género.

Ampliar el debate podría tener los siguientes efectos positivos para la protección del clima:

• El debate sobre el clima ha sido muy estrecho y se ha centrado en los efectos económicos del cambio climático, la eficiencia y los problemas tecnológicos. Sin embargo, sería mejor si las políticas y medidas que apuntan a mitigar el cambio climático se basaran en una comprensión más holística de la percepción humana, de sus valores y de sus opciones de comportamiento. Esto incluiría el considerar las características específicas de diferentes grupos de la sociedad, como el de los hombres y el de las mujeres. Las políticas serán más efectivas si son hechas a medida para responder a los intereses y las necesidades tanto de hombres como de mujeres, y para perseguir el objetivo de la igualdad de ambos sexos. Por ejemplo, al hacer campaña por la eficiencia energética habría que tener en cuenta quién usa los aparatos eléctricos y con qué propósito.

• Considerar la variedad de perspectivas de distintos grupos sociales permitiría adoptar mejores medidas y mecanismos, es decir, soluciones que reflejen los intereses no sólo de los poderosos, sino también de grupos de menor influencia, cuyas voces rara vez se escuchan en las conferencias internacionales.

• Si los términos del debate fueran ampliados para incluir el impacto social del cambio climático, esto induciría a representantes de organizaciones de mujeres a formar parte de todo el proceso de definición de políticas y a influir sobre el debate.

• Incluir más voces, y en última instancia desarrollar una política más apropiada y por ende más efectiva, mejoraría también el reconocimiento y la aceptación del proceso político internacional por parte del público en general.

Adoptando una perspectiva de género en las negociaciones sobre el cambio climático se podría también evitar los efectos negativos que las medidas y mecanismos contra el cambio climático podrían tener sobre la igualdad de género. Por ejemplo:

• Los instrumentos basados en el mercado pueden afectar a las mujeres de distinta manera que a los hombres, por las diferencias en los niveles de ingresos y en el acceso a los mercados y servicios. Estas políticas tendrían que ser diseñadas cuidadosamente y basarse en un análisis completo de las cuestiones de género, para evitar agravar los problemas de desigualdad.

• Los compromisos asumidos para reducir el carbono emitido por los hogares podrían tener efectos adversos sobre la igualdad de género. La división sexual del trabajo y los estereotipos sobre los papeles de las mujeres y los hombres llevan a que las mujeres terminen realizando una parte desproporcionada de las tareas domésticas. La exigencia de que los hogares usen menos energía tendría entonces un impacto más importante sobre las mujeres. En general, los hogares privados son las instituciones sociales con menor influencia y representación de sus intereses en el contexto de las negociaciones climáticas.

• Las soluciones tecnológicas no son siempre las preferidas por las mujeres. “Más rápido, más grande, con más alcance” son principios mayormente masculinos, que también podemos encontrar en el proceso político sobre el cambio climático. Las mujeres tienden a creer que las soluciones técnicas, como por ejemplo un mayor desarrollo de los biocombustibles o la captura y el almacenaje del carbono, no son suficientes para cumplir con las exigencias de desarrollar una economía de baja intensidad en carbono.

En conclusión, los instrumentos y medidas para la protección del clima podrían exacerbar las desigualdades existentes, si no tienen bien en cuenta las diferencias y las relaciones de género. Por el contrario, si se les integran consideraciones de género, esos instrumentos y medidas pueden contribuir en gran medida a la igualdad entre los sexos.

Extraído y adaptado de “Engendering the climate-change negotiations: experiences, challenges, and steps forward”, Minu Hemmati y Ulrike Röhr, capítulo 13 de “Climate Change and Gender Justice”, publicado por Practical Action Publishing en asociación con Oxfam GB, 2009

Fuente: WRM

Temas: Crisis climática

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