Cumbre Climática de París (COP21) y reformabilidad del mercado global

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"Desde el consumo responsable, apoyamos los postulados de la Via Campesina en defensa de la Agricultura Familiar Agroecólogica, la salida de la alimentación de la OMC y la protección constitucional del Derecho a la Seguridad y la Soberanía Alimentaria de todas las personas y todos los pueblos."

A partir del 30 de noviembre de 2015, 195 países convocados por la ONU intentarán llegar a un acuerdo contra el cambio climático causado por la emisión de gases de efecto invernadero producto de la combustión de gasolina-gasoil, gas y carbón en la agricultura, el transporte y la industria. Esta reunión, la número 20, supera ampliamente el número de países asistentes en 1997 a la cumbre de Kioto a la que sólo asistieron 35 países cuyas emisiones suponían el 11% del total mundial y en la que China y EEUU –responsables (junto con la UE) del 50% de las emisiones- no suscribieron ninguno de los acuerdos. En la Cumbre de París están representados los países responsables del 90% del total de las emisiones y 156 de ellos han presentado propuestas concretas para reducir sus emisiones.

La nota dominante de esta cumbre presentada como “la última oportunidad de evitar una catástrofe climática global” es la resignación ante el cambio climático. El único objetivo es mitigar las catástrofes y adaptarse a ellas. Si se cumplieran los acuerdos, la temperatura de aquí a 2030 aumentaría entre 3 y 4 grados, revisables cada 5 años. El motor del cambio es una revolución energética inconcreta basada en: a) la renuncia a explotar el 80% de las reservas mundiales de carbono, el 50% de las de gas y el 30% de las de petróleo, b) la devaluación de las inversiones en combustibles fósiles (alrededor de 300.000 millones de dólares), c) la valorización de las inversiones en captura y almacenamiento de carbono y d) un Fondo Verde aportado por los países más desarrollados (China no entra) que, a partir de 2020, favorecería la transformación empresarial para conseguir estos objetivos. Todo ello sin mencionar siquiera las energías renovables ni un sistema de sanciones que provocaría el rechazo algunos países, en particular EEUU a la ratificación del acuerdo.

Este acuerdo camina entre despeñaderos como: a) qué estados van a contribuir a ese fondo, b), la transferencia de tecnología entre países que chocaría con la garantía de derechos de propiedad intelectual y c) la posibilidad de que, un sólo país, pueda bloquear el acuerdo.

Toda la izquierda alterglobalizadora se emociona ante la improbable posibilidad de reconciliar el metabolismo de un mundo, enteramente capitalista, con los límites de la naturaleza. La dura realidad nos dice que, con la economía de mercado global en el puesto de mando y los gobiernos democráticos adaptándose a las leyes de los grandes mercaderes internacionales más la colaboración de las instituciones nacionales (estados), regionales (UE), internacionales (FMI, BM, OMC, OCDE, etc) y militares (OTAN), aumenta la libertad de movimientos de las grandes corporaciones a costa de los recursos naturales, los derechos humanos, las libertades democráticas y la soberanía nacional de los estados.

Apoyamos las movilizaciones en torno a la Cumbre de París, sin olvidar que la mayoría de la población ha anudado, a través de un consumismo irresponsable, sus deseos al “siempre más” de un capitalismo global cada vez más destructivo. Ya estamos instalados en las catástrofes alimentarias, climáticas (sequías, huracanes, inundaciones y aumento de temperatura), biológicas (desaparición acelerada de especies), bélicas (millones de refugiados a merced de las olas, los desiertos y el general invierno), migratorias (millones de campesinos arruinados por la competitividad de la agricultura industrial que acapara tierras para producir comida basura, pienso de alto rendimiento para el ganado y biocombustibles para el transporte.

Para reformar la economía global de mercado no podemos dar el poder a los gobiernos cómplices, por acción u omisión, de la catástrofe multilateral y creciente. La utilizad de las instituciones tiene como condición previa y necesaria, la desconexión de la mayoría ciudadana con los hábitos de consumo, transporte y tratamiento de residuos propios de el complejo financiero-biotecnológico-mercantil.

Desde el consumo responsable, apoyamos los postulados de la Via Campesina en defensa de la Agricultura Familiar Agroecólogica, la salida de la alimentación de la OMC y la protección constitucional del Derecho a la Seguridad y la Soberanía Alimentaria de todas las personas y todos los pueblos. La alimentación agroecológica de temporada, cercanía y circuitos cortos, en ciclo cerrado, respetuosa con la fertilidad de la tierra, la biodiversidad y las semillas y especies autóctonas junto a la Estrategia de Residuos Cero, constituyen una verdadera y actual alternativa a las emisiones masivas de gases efecto invernadero, al cambio climático, al hambre, la malnutrición y la mediación abusiva de grandes corporaciones multinacionales que imponen sus fines privados a estados, instituciones, constituciones y ciudadanos.

Acude a la manifestación del 29 de noviembre en Madrid a las 12 horas de Cibeles a Sol.

LA SOBERANÍA ALIMENTARIA, SOLUCIÓN VERDADERA A LA CRISIS CLIMÁTICA GLOBAL

LA AGROECOLOGÍA CAMPESINA ALIMENTA EL MUNDO Y ENFRÍA LA TIERRA

LA JUSTICIA CLIMÁTICA INCLUYE MIGRANTES, JÓVENES Y MUJERES

POR UN CONSUMO RESPONSABLE AGROECOLÓGICO AUTOGESTIONADO, COOPERATIVO, POPULAR, ECOFEMINISTA Y DE RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

Consejo Rector de La Garbancita

Temas: Crisis climática, Soberanía alimentaria

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