Agrocombustibles para acelerar el hambre

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Para el 2010 se necesitarán unos 50 millones de barriles diarios adicionales. Ahí está la génesis de tres fenómenos actuales: la invasión a Iraq, el vertiginoso aumento del precio del carburante ( por encima de 95 dólares el barril) y el acelerado impulso a la producción de " biocombustibles", a los cuales prefiero llamarle como lo hacen algunos expertos inteligentes: agrocombustibles

El actual vicepresidente de los Estados Unidos, el controvertido Dick Cheney, mientras era aún el segundo al mando de la petrolera Halliburton, declaró en 1999: "Según algunas estimaciones habrá un crecimiento anual del 2 por ciento de la demanda global de petróleo en los años venideros a la par de, conservadoramente, una disminución del 3 por ciento de las reservas existentes. Esto significa que para el 2010 necesitaremos unos 50 millones de barriles diarios adicionales".

Ahí está la génesis de tres fenómenos actuales: la invasión a Iraq, el vertiginoso aumento del precio del carburante ( por encima de 95 dólares el barril) y el acelerado impulso a la producción de " biocombustibles", a los cuales prefiero llamarle como lo hacen algunos expertos inteligentes: agrocombustibles.

En un reciente artículo, el investigador cubano Alejandro Aguilar asegura que ante esa realidad, dada en términos porcentuales, "la lógica capitalista de los países desarrollados y en particular de los Estados Unidos no se plantea una modificación del irracional modo de consumo, llevar a cabo una política de ahorro, el uso racional de la energía o la introducción de tecnologías en los autos para reducir el consumo de gasolina por Km., sino simplemente, desplazar en el tiempo el pico petrolero, el cual dispararía los precios de este a cifras astronómicas (algunos calculan que superará los 100 dólares el barril *) que pondrían en peligro el funcionamiento de la economía estadounidense y por ello plantea sustituir parte del consumo por los biocombustibles, sin importar las catastróficas consecuencias en el orden ambiental y para la alimentación de la mayor parte de la población mundial".

Sabias afirmaciones.

Lo del uso de carburantes a partir de productos agrícolas tiene atractivos antecedentes cuando se mira a la luz del tiempo. Henry Ford ideó un coche que funcionaba con alcohol a finales el siglo XIX y Rudolf Diesel hizo otro tanto en la Exposición Internacional de París en 1901 con un motor que empleaba el aceite de maní.

Pero el tiempo impuso el petróleo, y el desarrollo elevó su consumo hasta niveles insostenibles. Hoy se habla con certeza de un agotamiento no lejano de las reservas y de lo imprescindible que resulta buscar y encontrar alternativas viables para que el "mundo no se paralice".

SALIDOS DE LOS SURCOS Y EL SUDOR

Pero como afirma el investigador cubano, la concepción capitalista de la economía no ha hecho pensar a los gobernantes de los países desarrollados -y a otros de naciones que están aún lejos de ese calificativo- de que con otras vías de ahorro energético podrían multiplicarse las disponibilidades de los combustibles fósiles. Los ejemplos más evidentes están en Cuba y Venezuela, en lo que se ha dado en llamar Revolución Energética.

¿A qué conduce la producción de agrocombustibles?

El destino principal de los cultivos agrícolas en el mundo de hoy es la alimentación de los más de 6 mil millones de habitantes del planeta Tierra. Aún así, un número elevadísimo de ellos viven en permanente hambruna, sobre todo en África, Asia y América Latina, sin dejar de considerar que también en los países desarrollados hay segmentos poblacionales que muy poco llevan a la boca cada día.

Si el panorama alimentario es de ese modo, lo lógico resulta incrementar las áreas cultivables y los rendimientos en aras de un aumento de la producción con el fin de satisfacer en la mayor medida posible la demanda de alimentos.

Pero los agrocombustibles serán el freno mayor a esa aspiración tan abrazada por no pocas organizaciones internacionales, entre las que sobresale la FAO.

Y la realidad supera los análisis. Los países poderoso han girado la vista hacia los del denominado Tercer Mundo, para convertirlos en proveedores de la materia prima necesaria para fabricar el etanol (alcohol) y los biodiesel, como trastienda semejante a la mantenida cuando la "Fiebre del Oro", como tan acertadamente reseña el investigador cubano al cual me referí en párrafos anteriores.

La cantidad de personas hambrientas lejos de disminuir ha aumentado. Se habla hoy de 852 millones de habitantes del planeta con déficit alimentario notable, de los cuales 815 millones -¡por supuesto!- residen en los países subdesarrollados.

¿Qué nos espera? Grandes transnacionales apoderándose de los cultivos de maíz, soya, caña de azúcar, sorgo y otros renglones de marcada influencia en la alimentación; deforestación desmedida de áreas boscosas, como en la ya resentida Amazonía; desbrozo y siembra de tierras vírgenes inexploradas por falta de recursos, lo cual sería ideal si las producciones tuvieran como destino fundamental las mesas familiares y no los equipos tecnológicos de grandes industrias productoras de agrocombustibles; miles de trabajadores en sistemas de esclavitud modernas, con largas horas de trabajo y pagos miserables; disminución acelerada de las fuentes acuíferas por el crecimiento del riego; incremento del intercambio económico desigual y la asimetría entre países ricos y pobres; aumento del precio de compra de productos esenciales como los granos, ya presente en el espectro comercial de hoy; transformación de países exportadores en importadores, como le ha ocurrido a México con el maíz después del establecimiento del Tratado de Libre Comercio...

Si a todas esas consideraciones le sumamos la influencia de un cambio climático cada vez más agudo, el panorama se presenta preocupante y con ribetes de alarma.

Únicamente un mundo de locos puede sustentar esas voluntades. Por suerte, aún quedan sensatos para alertar, encausar, corregir y hasta luchar por tener mañana un mundo sin desnutrición marcada, sin hambre..., en el que los hombres se adapten por fin a vivir en permanente armonía con la naturaleza, sin sobreexplotarla ni violentarla, porque ella, tan poderosa como es, sabe muy bien vengarse de las agresiones.

Los agrocombustibles acelerarán los motores en los países capitalistas y también el hambre en las naciones más empobrecidas. ¡ALERTAS!

RAMÓN BARRERAS FERRÁN, especial desde Cuba para Agrodiario

(*) Nota del autor.

5 septiembre, Cuba, 1-11-07

Comentarios

06/11/2007
Biocombustibles, por Luis Monasterio Opazo
BIOCOMBUSTIBLES:..¡CUIDADO!

Seamos MESURADOS ante esta algarabía que existe por los biocombustibles. Se está abordando el tema en forma reduccionista, desestimando varios aspectos negativos de una producción indiscriminada, tanto para la Naturaleza como para el Calentamiento Global. No se está yendo al fondo del problema que se soluciona en gran medida REDUCIENDO EL CONSUMO DE ENERGÍA. Debo aclarar que no estoy en contra de los biocombustibles ni de su desarrollo, pues pueden ser sustentables en el tiempo, siempre que se produzcan y usen RACIONALMENTE.

Considerando lo que dice la 1ª Ley de la Termodinámica “LA ENERGIA NO SE CREA NI SE DESTRUYE, SOLO SE TRANSFORMA”, podremos concluir que la cantidad de energía contenida y disponible en los vegetales, que serían la base se los biocombustibles, depende de un flujo constante, pero limitado. Este dependería, entre otros aspectos, del clima y de la cantidad de días con sol.

El máximo de energía disponible en estos vegetales (ver: representación esquemática más adelante) será la que estos puedan obtener, solamente, en la superficie que ocupen. En otras palabras, si tenemos una hectárea de vegetales para ser transformados en biocombustible, la energía disponible de aquellos NUNCA será superior a la cantidad de energía que ha entregado el sol en dicha superficie, en el período en cuestión. Como dato diremos que la energía que recibe la tierra proveniente el sol es de 1 (caloría por centímetro cuadrado por minuto).

EJEMPLO:

Un techo de una casa de 10 x 10, (100 metros cuadrados), recibirá, en un día caluroso, 1.000 Kilocalorías por minuto. El techo de 100 (m2) recibe, 500.000 (Kcal por día). Este calor es equivalente a quemar 53 (litros) de gasolina.

Para ilustrar más claramente, mostraremos una representación esquemática del flujo de energía proveniente del sol, y cuanta sería la energía disponible para la producción del biocombustible.






Observando, vemos que la cantidad de energía proveniente del sol es:(5.000.000 Kilocalorías por metro cuadrado al año) y solo podemos utilizar 2000 (sólo un 0,04 por ciento del total), que sería la que acumulan los vegetales en este período, algo que a simple vista nos dice que es bastante escasa, para la creciente e irracional demanda actual.

Aclarado en parte el tema de la energía que pueden almacenar los vegetales (0,04%), sólo nos cabe suponer que para cubrir la creciente demanda, se tendría que aumentar las superficies de cultivo para tal fin, y no debemos olvidar que los suelos fértiles son escasos y no estarían todos disponibles porque también tenemos que comer, recrearnos y mantener nuestra biodiversidad.

Todo el petróleo proviene de la descomposición de antiquísimos vegetales, que tomaron parte de la energía del sol y a través de un proceso de millones de años se logró el producto. El consumo a gran escala de éste, solo data de no más de un siglo y por lo visto tiene sus días contados. Ahora bien, si el petróleo que demoró millones de años en formarse está siendo “devorado” en poco más de un siglo, ¿que podríamos esperar de este nuevo biocombustible que demora solo un año?.

Por otro lado ¿quién ha reparado en que al producir biocombustible de los restos de vegetales (hojas, ramas, semillas, etc), como proponen algunos, provocaríamos un DESEQUILIBRIO en el delicado proceso de regeneración natural de los suelos?. Las hojas y ramas que caen al suelo sirven para la formación del HUMUS, que es uno de los encargados de la manutención y fertilidad de los suelos. Si se llegase a cortar este ciclo natural, las consecuencias serían altamente peligrosas para la subsistencia de los vegetales en la tierra, que entre sus tantas cualidades tienen la de extraer el CO2, principal culpable del calentamiento global.

Imaginemos el FUTURO con este biocombustible. En primer lugar, ¿qué va a pasar con las Grandes Selvas que aún quedan en el planeta?. Las Trans- Nacionales de los combustibles tratarán de convencer a los Gobiernos de los distintos Países que sería más rentables convertirlas en biocombustible que mantenerlas como Selvas. En segundo lugar, a muchos Agricultores les va a ser más rentable sembrar vegetales apropiados y específicos (transgénicos) para los biocombustibles, que tener arbolitos frutales, flores, yerbas, hortalizas, legumbres, cereales u otros. En tercer lugar, las grandes Alamedas, jardines y parques no serán rentables como tales, así que serían transformadas en el tan esencial (..?) biocombustible.

En fin, creo que si se sigue esta política del crecimiento indefinido, de competitividad y por ende de consumo desenfrenado de energía, el paisaje terrestre se transformará en un gran DESIERTO VERDE. Que no nos vaya a pasar lo del “Rey Midas”, que todo lo que toquemos lo transformemos en BIOCOMBUSTIBLE y muramos de sed y hambre.

La verdadera solución, está en nuestras manos “REDUZCAMOS EL CONSUMO DE ENERGÍA” y cambiemos nuestra conducta depredatoria, pero, ¡ahora! y así podremos ocupar petróleo o biocombustible en forma racional y… por largo tiempo.

Luis Monasterio Opazo
Ingeniero U de C
lmonasterio@accionecologica.cl Diciembre 2006