Argentina: Santa Fé: graves desmanejos con pesticidas en la provincia

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País Argentina

Las fumigaciones sin control en Santa Fe están cobrando vidas

Mientras que en el organismo de fiscalización provincial hay menos de 10 funcionarios para cubrir todo el territorio, las denuncias de vecinos autoconvocados se multiplican a lo largo de la bota. CASTELLANOS estuvo en Las Petacas: un caso emblemático de contaminación por agroquímicos.

La producción de soja hoy es uno de los pilares de la economía santafesina, junto con la industria. A lo largo y a lo ancho de la bota, las miles de hectáreas verdes de la planta de oro pueden verse rodeando la mayoría de las poblaciones de Santa Fe. Aunque la producción es altamente rentable y cientos de miles de familias hayan sobrevivido a la crisis de comienzos de la década gracias a esta producción exportable, la manutención de las plantaciones conlleva un efecto secundario que, en ciertas ocasiones, deja de ser secundario. Se trata del abuso (y mal uso) de los productos fitosanitarios y herbicidas, conocidos como agroquímicos, y reconocidos entre los movimientos ecologistas como agrotóxicos.

Hoy, la legislación vigente para el control del uso de agroquímicos deriva en las administraciones municipales el trazado de una línea de fumigación para separar al ejido urbano de la zona agropecuaria. Esta línea -que debe estar a 500 metros para fumigaciones aéreas y 100 metros para las terrestres- en la mayoría de las comunas y municipios de la provincia no existe o no es respetada, pues la fiscalización del cumplimiento de este trazado está a cargo de la Dirección de Sanidad Vegetal, que hoy cuenta con menos de diez funcionarios para la realización de los controles en más de 400 kilómetros que ocupa la bota santafesina.

En Las Petacas, un grupo de vecinos autoconvocados hicieron alzar su voz ante la prepotencia de los productores de soja que prácticamente tienen atados de pies y manos a los legisladores locales, llevando adelante las fumigaciones, fraccionamiento y vertidos de restos de agroquímicos en lugares públicos del ejido urbano con total impunidad, sin respeto por la vida de los habitantes de este pueblo que hoy cuenta con 1.500 habitantes, y una cifra no oficial de enfermos de cáncer que superarían los 300, según un relevamiento realizado por los mismos vecinos autoconvocados.

Un mundo poco feliz

Las Petacas es un poblado con 120 años de rica historia regional, pero que hoy tiene trascendencia a nivel nacional por ser un caso testigo de la contaminación por agroquímicos. Así lo definió Hugo Montenegro, doctor en Biología y miembro de la Funam, Fundación para la Defensa del Medio Ambiente de Córdoba, quien asesoró a los asambleístas en su lucha contra las fumigaciones ilegales, que en el pueblo son moneda corriente.

Hoy, el estrato social en Las Petacas tiene dos niveles: productores de soja y aquellos que trabajan para los productores de soja.

A raíz de esto, el miedo es la primera actitud que toman los vecinos a la hora de pensar sobre el grave problema de los agroquímicos. "Muchos tienen miedo porque o los primos, o los amigos, o los hermanos trabajan para algún productor. Entonces piensan que si pelean contra las fumigaciones, los van a echar", dijo Betty, una de las reclamantes de Las Petacas. Al mediodía del miércoles, los vecinos autoconvocados intimaron al Presidente Comunal por segunda vez, dándole un plazo de 30 días para que comience la regulación del desolador panorama del pueblo, y en caso contrario iniciarán acciones legales por incumplimiento en los deberes de un funcionario.

Así, el angustiante ánimo de los vecinos puede dilucidarse con algunos hechos que la Comuna vive diariamente, y que según Montenegro se repite en toda la provincia de Santa Fe y Córdoba. Cinco plantas de silos acopiadores de granos en la zona céntrica, galpones fraccionadores de agroquímicos a escasos tres metros de un club recreativo para niños, fumigación de malezas domésticas a la vera de calles céntricas, venta ilegal de agroquímicos en veterinarias. Los "mosquitos", maquinarias utilizadas para la fumigación, se lavan en los pozos de agua de napas, la misma que muchos pobladores utilizan para consumo personal. El tránsito diario de las máquinas para fumigar, después de realizar las actividades con agroquímicos, por el centro del pueblo se confunde con las innumerables camionetas de productores agropecuarios que trasladan los bidones de los fungicidas e insecticidas sin protección.
El basural a la vista de las ventanas

Quien doble en cualquier esquina del sur de Las Petacas se encontrará con el basural del pueblo. Un vertedero a cielo abierto ubicado a menos de 100 metros del ejido urbano se alza imponente, como símbolo y responsable de la contaminación más escandalosa de la provincia. Los bidones de agroquímicos pueden verse esparcidos a lo largo de las montañas de residuos que todos los días se acumulan casi a la vera de las ventanas de los hogares.

Las medidas de seguridad en el manejo de estos líquidos indican que los bidones, luego de su uso, deben ser rellenados con tierra y luego enterrados en un lugar especial. Aquí, los botellones sin tapa se alzan incólumes al contacto de los funcionarios que todos los días llevan los productos al vertedero de basura.

Mientras tanto, ni el Presidente Comunal -que padece de cáncer de estómago- ni el senador justicialista por el Departamento San Martín, Daniel Depetris, decidieron realizar alguna acción para cambiar la desesperante situación que, en silencio, sufren el millar y medio de habitantes en el poblado santafesino, a menos de 10 kilómetros de la frontera con Córdoba.

Las Petacas es, sin dudas, un caso prototípico que ningún santafesino puede dejar de mirar, inclusive cuando los responsables de los controles sanitarios de la Dirección de Sanidad Vegetal decidieron no hacer públicos los informes realizados en el pueblo.

Descontrol e ineficacia a la hora de atender las problemáticas de este poblado que ya tiene en su haber 42 muertes por cáncer en los últimos años, una cifra que raya el escándalo cuando se vive diariamente un desmanejo desproporcionado en el uso de agroquímicos.

Castellanos, Argentina, 12-9-06

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