Argentina: Santa Fe: pese al boom de la soja, la gente se va del campo

En 1991 la población rural en la provincia de Santa Fe era de 254.289 personas, mientras que en el último censo de 2001 se redujo a 223.299

La población urbana santafesina es el 92 por ciento del total, lo cual da una idea clara de la extinción que está sufriendo la vida rural. Los departamentos La Capital y Las Colonias son los más afectados por el éxodo.

Datos del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC) correspondientes al Censo 2001, revelan que la población rural en la provincia de Santa Fe disminuyó en relación al relevamiento efectuado en 1991 de 254.289 a 223.299 personas y que más del 92 por ciento de la población se ubica en zonas urbanas.

El detalle sobre población rural y urbana del Censo 2001 elaborado recientemente, permite detectar además que la tendencia al éxodo rural se profundiza en varias localidades del centro de la provincia de Santa Fe, puntualmente en los departamentos La Capital y Las Colonias, según información publicada por El Cronista Regional.

La confirmación de la tendencia migratoria en localidades con menos de 2.000 habitantes (vinculadas al ámbito rural) surge además de un estudio titulado "Migraciones en la Provincia de Santa Fe. Período 1991-2001" realizado por Gustavo Peretti, integrante del Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral.
Toda esta información debe analizarse en un contexto más amplio, junto a los datos dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) sobre pobreza e indigencia -que desnuda la vergüenza nacional del hambre-, los diagnósticos de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenido realizada en Johannesburgo y las últimas cifras acerca del récord de cosechas que ubican a Argentina como potencia agroalimentaria en el mundo.

Los números sintetizan una realidad que requiere acciones urgentes para -primero- garantizar una adecuada alimentación a todos los habitantes y -segundo- sentar las bases para un nuevo modelo de desarrollo y crecimiento para los cuales el país y la Provincia guardan un potencial significativo.

Exodo rural

En La Capital, sólo Laguna Paiva, San José del Rincón y Santo Tomé, muestran -en términos relativos- un crecimiento de la población rural entre censo y censo. Otras, como Monte Vera, Arroyo Leyes o Candioti, también tienen más habitantes en zonas rurales, aunque su participación en el total poblacional sea menor. Todas las demás localidades muestran valores negativos, donde se destaca Recreo: en 1991, 4.566 personas vivían en zonas rurales, mientras que en 2001 sólo 2.147, un 30 por ciento menos en relación al total poblacional. En este caso, en parte similar a Sauce Viejo (-62 por ciento), habría que advertir el importante proceso de urbanización experimentado en los últimos años.

Fuera de esta salvedad, son significativos los casos de Llambi Campbell y Emilia, localidades donde disminuyó la población rural en un 7 y 14 por ciento respectivamente. El Departamento tiene más de 4.000 personas menos viviendo en el campo, una disminución del 1 por ciento en el total poblacional.

Respecto a Las Colonias, también predominan claramente los valores negativos: salvo en Esperanza y San Jerónimo Norte (tanto en términos absolutos como en porcentaje sobre población total) e Hipatia y Pilar (sólo en cantidad de población rural), en el resto de las 33 localidades el porcentaje de población rural cayó. En este Departamento en particular se observan los efectos del éxodo rural. Esa población es notablemente menor en localidades como Cavour (-16%); Jacinto Arauz (-18%); La Pelada (-13%); Las Tunas (-20%); Nuevo Torino (-12%); San Carlos Norte (-15%); Santo Domingo (-11%), todas con menos de 2.000 habitantes. En Las Colonias, la porción de población en el campo disminuyó del 21 al 17 por ciento entre 1991 y 2001.

A los efectos de demostrar esta tendencia en la Provincia, se compararon departamentos como Castellanos, San Cristóbal y San Justo, cuyas poblaciones mantienen un vínculo importante en diversos aspectos con los Departamentos analizados en detalle. Se incluye una comparación sobre el total provincial: entre 1991 y 2001, hay 30.990 personas menos censadas en el campo.

Antes de analizar con mayor detenimiento el fenómeno, es preciso hacer algunas aclaraciones:

Los datos expuestos pretenden mostrar la tendencia al éxodo rural y la despoblación del campo en la provincia de Santa Fe, sin que esto implique afirmar que las migraciones se registran sólo hacia las ciudades, aunque se supone que en una parte importante es así.

La difusión de estos datos pretende llegar a una aproximación del problema: profundizar el fenómeno necesariamente impondría cotejar estos números con las tasas de natalidad y mortalidad.

Se trata de una evaluación preliminar que resulta imprescindible enriquecer con especialistas y protagonistas de cada lugar, para ahondar en las causas de esta tendencia a la despoblación de áreas rurales.
Aproximación al problema

El profesor Peretti advirtió que los saldos migratorios más importantes se observan en los distritos más pequeños donde la población rural es la más importante. "Habría que manejar dos causas -aclaró-: éxodo rural y falta de recambio generacional. La mortalidad en muchos distritos es más importante que la natalidad y eso es más difícil de revertir".
En los últimos años, la región asistió a un éxodo de familias rurales -en parte- hacia centros urbanos grandes y medianos, con la expectativa de cambiar su triste realidad provocada por el retroceso de los sectores productivos del campo en función de la crisis económica y la falta de políticas de promoción al agro y la industria. Sin embargo, el panorama en las localidades más importantes y ciudades no ofrece soluciones: principalmente quiebra de empresas, sobre todo pymes, y depresión del comercio. Resultado: angustia, pobreza, marginalidad.

"Hay un trasvasamiento que se da entre necesidades insatisfechas en el paso del agro a la ciudad y en la ciudad donde tampoco se satisfacen las necesidades" explicó Peretti. "En los aglomerados más importantes -Santa Fe y Rosario- y donde tendríamos mayor desarrollo industrial, tenemos saldos migratorios importantes. Y por otro lado, en los pequeños distritos, donde tenemos desarrollo agrario, también los saldos migratorios son importantes. La población rural que se va a la ciudad, pero en la ciudad tampoco encuentra empleo en el sector industrial. Y no sólo no mejora su situación de origen sino la agrava con tipos de problemas urbanos: violencia, marginalidad, etc." A su entender, "durante mucho tiempo no hubo estrategias de poblamiento en zonas rurales. Para pensar la posibilidad de repoblar el campo tendríamos que plantear primero estrategias de crecimiento de ciudades medianas. Es decir, apuntar a estos centros urbanos, y propiciar que estos propios centros urbanos irradien su crecimiento en estas microrregiones".

El campo y el hambre

La experiencia en el ámbito periodístico en la región, permite observar el éxito de diversas políticas encaradas en poblaciones menores, donde existe un diagnóstico más preciso de la realidad, persiste la visión de comunidad y el control ciudadano, y un vínculo más directo con la naturaleza, que permite una mayor conciencia por el cuidado del medio ambiente y el autoabastecimiento.

Para Jorge Rulli -asesor a comienzos de la década del 90 de la secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación-, la solución a la crisis argentina "es cambiar el modelo rural y repoblar el campo para volver a producir alimentos sanos (...) El modelo rural que se nos impuso es sencillamente de exportación de 'commodities', de concentración de tierras y de exclusión de poblaciones. (...) Nuestro país pareciera ser un laboratorio donde se experimenta la extinción de la vida rural. Se registran actualmente más de 500 pueblos abandonados o en vías de desaparición".

María Luisa Pfeiffer -doctora en Filosofía, Investigadora del Conicet y Docente de Bioética en la Universidad de Buenos Aires- considera que "Argentina es uno de los mayores productores de alimentos del mundo y tiene su territorio vacío. El hambre debe ser paliado de otra manera", reflexiona en relación a la aceptada socialmente pero cuestionada alimentación con soja.

James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, advirtió que en 2050 la necesidad de alimentos ascenderá a más del doble y por primera vez en la historia habrá más gente viviendo en ciudades que en áreas rurales.

"Se necesitarán políticas de desarrollo más centradas en proteger los bosques, la pesca y el campo (...) si queremos acortar la brecha con los pobres".

Según la organización ambientalista Greenpeace, "la producción de transgénicos en la Argentina ha causado una expansión masiva de la frontera agrícola, especialmente en los cultivos de soja, y la tierra ha quedado concentrada en pocas manos, marcando así otro récord paradójico: hay más producción, pero más de 60 mil pequeños y medianos establecimientos agropecuarios han desaparecido en la última década, ocasionando un gran éxodo de habitantes".

"La situación es tan grave, que los políticos debemos modificar nuestra actitud, dejar de discutir la futura campaña electoral o las candidaturas y abocarnos todos a un plan de salvataje y de emergencia, poniendo énfasis en darle comida a esa gente" reconoció el senador Alberto Beccani en una de las últimas sesiones del Senado provincial, en relación al 29 por ciento de indigentes en la capital santafesina.

Finalmente, destacamos un proyecto que nunca prosperó justamente en el ámbito legislativo de Santa Fe. Se trata del proyecto de creación de Barrios Rurales Escolares, ideado por Eduardo Candioti, doctor en Ciencias Económicas de Santa Fe. Su propuesta -presentada en febrero de 1997 en la Cámara de Diputados- tiende a retener y, si es posible, revertir el éxodo rural así como desacelerar la crónica concentración urbana en barrios marginados o villas de emergencia.

El centro de la iniciativa es permitir que se radiquen alrededor de las escuelas rurales los moradores de sus alrededores, asentados por lo general en campos vecinos con la tolerancia de sus dueños, o bien, en caminos vecinales.

Se propicia que puedan acceder a una fracción de aproximadamente una hectárea para que, incentivados por el sentido de propiedad, inicien pequeños emprendimientos económicos que permitan una digna autosubsistencia.

La vecindad con la escuela rural haría el resto: capacitación, alfabetización de los adultos, salubridad y desarrollo económico, además de la educación de los niños hasta noveno año. Un antecedente es la experiencia llevada a cabo en la escuela rural N° 6195 cercana a Reconquista.

Un cambio

En nuestro país, el 53 por ciento de sus habitantes está por debajo de la línea de pobreza. Dentro de esa cifra, el 70 por ciento de los chicos argentinos es pobre. En el Gran Santa Fe, casi el 58 por ciento de la población es pobre.
Una de las contracaras del problema es el perfil productivo del país:

Argentina es actualmente el país con mayor producción de alimentos por persona; es el quinto exportador de alimentos en el mundo. Sin embargo, esta condición no conduce directamente a la solución del problema del hambre en un país rico.

Los argumentos y las estadísticas son suficientes para demostrar la dimensión tanto de la crisis como de las oportunidades nacionales. Y está demostrado que los principales dirigentes políticos argentinos poseen una agenda de prioridades en muchos casos diametralmente opuesta a las necesidades de la población.

Por un lado, es fundamental comenzar a producir cambios desde la acción civil. Cambiar la esperanza de promesas incumplidas por una participación desde nuestras comunidades. Por ejemplo, fortalecer los programas para microemprendimientos, propiciar la capacitación de beneficiarios de planes temporarios de "empleo" para alentar futuros emprendimientos, adherir a todo tipo de actividades sociales, culturales, deportivas, religiosas, políticas y económicas que apunten al crecimiento de la comunidad, fomentar la economía de autosubsistencia (huertas orgánicas), solidarizarse con comedores escolares y comunitarios, capacitar y capacitarse, participar en asambleas populares para resolver problemas concretos.

Por otro lado, es necesario exigir un cambio del modelo de producción y una más justa distribución de la riqueza, que suponen transformaciones estructurales vinculadas al poder político y económico difíciles pero no imposibles.

La Opinión, Rafaela, Argentina, 2-2-04

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