Argentina: ¿compartir es delito?

"Copia este libro”, dice la leyenda inscripta en la primera página de “Monopolios artificiales sobre bienes intangibles” (MABI), una publicación que aborda las problemáticas relacionadas con los regímenes jurídicos de patentes y derechos de autor que involucran algunas de las discusiones actuales sobre el acceso y la privatización del conocimiento

 

Este libro -realizado por la Fundación Vía Libre con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll- se presentó el 8 de junio en el Auditorio del Cepia, en un evento organizado por la Secretaría de Asuntos Estudiantiles y el Área de Tecnología Educativa de la Facultad de Filosofía y Humanidades (UNC).
Con un lenguaje sencillo y accesible, el libro reúne una serie de artículos que analizan detalladamente los efectos de los monopolios establecidos sobre las ideas, los escenarios políticos en los cuales se discuten estas privatizaciones, la historia del régimen de patentes sobre la vida -ya sea en vegetales, humanos y animales- como la construcción de movimientos de resistencia y construcción colectiva frente a estos diferentes procesos, tales como la wikipedia o las comunidades de software libre
Participaron en el evento: Federico Heinz y Beatriz Busaniche de la Fundación Vía Libre, editores responsables de la publicación; Susana Fiorito de la Biblioteca Popular Bella Vista y Lila Pagola, integrante del proyecto Nómade, un colectivo de artistas que trabaja con software libre y que diseñó el libro íntegramente con ese tipo de herramientas. La publicación también está disponible en la red bajo licencias que permiten su libre copia y distribución aquí.

Libre acceso al conocimiento
Esta publicación es fruto del trabajo de varios años que la Fundación Vía Libre realiza junto a otras organizaciones interesadas por los impactos sociales, políticos, ambientales y económicos de los procesos de privatización de la vida y el conocimiento a través de regulaciones jurídicas y técnicas como las patentes y los derechos de autor. “Con Vía Libre, desde hace un tiempo, venimos cuestionando este modelo de criminalizar algunos actos que nos son propios”, indicó Beatriz Busaniche en la conferencia. “A lo largo de la historia hemos compartido y construido cultura socialmente, por eso fomentamos el libre acceso al conocimiento como un valor fundante de nuestras sociedades, si queremos que sean realmente democráticas”, explicó.
Preocupada por la radicalización creciente de los regímenes de patentes y copyrights, Busaniche advirtió: “Estamos en una época en la cual la propiedad sobre el conocimiento, la innovación y la cultura constituye un bien económico de alto valor. El conocimiento cotiza muy alto, por lo tanto es un ámbito en el cual las corporaciones pusieron el ojo”.
Un nuevo terreno fértil de privatización, que refiere a los llamados “bienes intangibles”, se abre a las corporaciones que silenciosamente avanzan para obtener patentes sobre cadenas celulares humanas, semillas, animales, software, medicamentos, música, textos, imágenes, etc. “Sin embargo –resaltó la integrante de Via Libre- esta discusión no se está dando en los ámbitos públicos, ni en los espacios académicos o los medios de comunicación”.
“En el último siglo, las ciencias han avanzado de manera asombrosa en una revolución científico técnica sólo pensada por novelistas de ficción: el control de la vida, la manipulación del ADN, la informatización creciente de cada vez más aspectos de la vida, internet, la era de la hipercomunicación. Sin embargo, poco nos preguntamos ¿en beneficio y al alcance de quién se desarrollan estas tecnologías? ¿Con qué consecuencias? ¿Bajo el control de quién?”, señalan los editores.

Derecho a la lectura
En este contexto, Susana Fiorito –presidenta de la Biblioteca Popular de Bella Vista- describió el avance sobre el derecho a la lectura que se inició hace más de una década, con una resolución del consejo directivo de la Comunidad Económica Europea de1992. Ese documento obliga a las bibliotecas públicas de los países miembros de la comunidad a pagar a las empresas editoriales o a sus organizaciones corporativas una suma en concepto de derecho de autor cada vez que prestan un libro a un lector. De esta manera, “el antiguo préstamo se transforma en un alquiler y las bibliotecas pierden su naturaleza de instituciones culturales para convertirse en organismos recaudadores en beneficio de las grandes corporaciones editoriales”, puntualizó Fiorito.
Para explicar cómo funciona actualmente la industria editorial, Fiorito comentó que cada vez que alguien compra un libro, un porcentaje del precio de tapa se constituye en lo que se denomina derechos de autor e incluye el copyright (o derecho a la copia). En realidad, los autores reciben solamente el diez por ciento del precio de tapa de la cantidad de ejemplares que las editoriales dicen que vendieron, “algo que el autor jamás puede controlar”. Es decir, que las ganancias quedan siempre en manos de las empresas editoriales.
Según la titular de la Biblioteca Popular de Bella Vista, la idea de imponer “el préstamo de pago” -es decir, alquilar los libros a los usuarios de la biblioteca- tendría un efecto devastador en nuestro país, donde existe un número importante de “bibliotecas populares”, una figura institucional desconocida en otros lugares y que fue concebida por Domingo Faustino Sarmiento. “Son instituciones creadas y gestionadas por asociaciones de particulares. En muchos barrios estas bibliotecas constituyen la única posibilidad de leer un diario, consultar textos escolares o leer una novela”, indicó.
“¿La privatización de la cultura, o la transformación de las actividades sociales en actividades lucrativas, cómo afectará a los sectores populares?”, se preguntó Fiorito, al tiempo que precisó que ya hay libros en circulación que en la última página dicen, (además de que se impide su reproducción):“prohibido el préstamo público”.

Sin límites
A su turno, Federico Heinz –también integrante de Vía Libre- se refirió a las particularidades que tiene el software libre respecto del resto de los monopolios de bienes intangibles. En primer lugar, ofreció una definición del software libre: “Se trata de programas que cualquier persona puede usar libremente, estudiarlos, adaptarlos a sus propias necesidades (y no a las de las personas o empresas que los crearon) y, además, se pueden compartir libremente”.
“Esto hace que el software libre esté en una posición muy interesante dentro de este debate sobre los monopolios”, agregó. En su relato, Heinz indicó que el movimiento del software libre planteó, ya hace veinte años, “si era razonable tener una autorización para hacer copia y reproducción de software”. El integrante de Vía Libre, por otra parte, hizo referencia a la “perversidad” del sistema de patentamiento de software que desde hace algunos años rige en países como Estados Unidos y Japón. “En el caso de los programas, esta acción implica patentar una solución a un problema estrechamente vinculado con la matemática. Entonces, se está estableciendo un límite acerca de lo que las personas pueden pensar”, declaró.
Una particularidad de este caso, es que el debate se fue desarrollando a la par de que los activistas fueron generando software que se podía copiar. “El software libre, en este sentido, es un caso exitoso”, resaltó. Los defensores de los monopolios sostienen que el objetivo de prohibir las copias y la libre circulación de los programas es garantizar que haya innovación. “Si la gente no puede hacer dinero con sus invenciones, entonces no va a inventar ni crear”, fustigan los abogados de las corporaciones. Para Heinz, el software libre desafía esa lógica. “El movimiento del software libre demuestra claramente cómo -a través de renunciar a la mayor parte de los privilegios que el derecho de autor otorga a los creadores de software- es posible lograr programas de computación innovadores, de calidad, que funcionan bien y responden a las necesidades de los usuarios”, concluyó.

Links de interés
Fundación Vía Libre
Proyecto Nómade
Oficina Cono Sur de la Fundación Heinrich Böll

Facultad de filosofia y humanidades, Argentina, 18-07-07

 

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