Argentina: creciente preocupación por las fumigaciones

Idioma Español
País Argentina

Vecinos de Gilbert y Líbaros, localidades rodeadas por sembradíos de soja, manifestaron a El Día su una honda preocupación por la forma y los productos que utilizan los productores para fumigar los campos

Testimonios de quienes aseguran estar afectados en su salud.

Es automático, fumigan y empiezan a sentir dolor de cabeza y a tener vómitos, están así por dos días. Después se les pasa, y cuando vuelven a fumigar, le vuelve a pasar lo mismo”. El testimonio pertenece a Mariela Portillo, la mamá de la pequeña Rocío (8), que falleció el pasado 11 de septiembre. La familia siempre sospechó que los productos químicos que utilizan sus vecinos para fumigar la soja y el arroz tenían que ver con la muerte de tres niños en la familia.

“LoPero los Portillo no son los únicos perjudicados. Tanto en Gilbert, en Líbaros, -lugares donde El Día recogió escalofriantes testimonios de las víctimas de la fumigación sin control-, como seguramente en toda la geografía argentina que está tapada de soja, haya muchísimos casos más, aportando a una estadística infame de muertes, cánceres, cegueras y otras enfermedades, por la irresponsable manipulación de los agrotóxicos.

Los pesticidas y agroquímicos, -tal como lo indica el bioquímico Carlos Goldaracena en un estudio sobre el tema facilitado a El Día-, que tanto bien han hecho a la humanidad evitando extensión de enfermedades y posibilitando un incremento en las producciones agropecuarias, significan, no obstante, un riesgo sanitario si su manipuleo no es el correcto. Si bien los beneficios son numerosos, por ej.: aumento considerable en las cosechas de productos alimentarios y el control de enfermedades transmisibles por insectos; los riesgos que implican su uso indiscriminado, también deben ser evaluados y entre ellos no se puede dejar de considerar la posibilidad de las intoxicaciones humanas (agudas y crónicas), la muerte de especies animales no objetivos (peces, aves, abejas, etc.) y la contaminación de los ecosistemas (aire, agua, suelo), incluyendo los alimentos.

Goldaracena hace una referencia especial a cuatro plaguicidas muy utilizados en la agricultura: Endosulfán, Clorpirifós, Cipermetrina y Glifosato, que muchas veces son considerados como productos no peligrosos, ignorándose su toxicidad.

El mecanismo de acción tóxica de los organoclorados no es del todo conocido. Su mayor efecto se ejerce sobre el Sistema Nervioso Central y Periférico. Una de las teorías más aceptadas es que actúan a nivel del transporte de iones (Sodio, Potasio y Calcio) principalmente en las membranas de los axones nerviosos.

Si bien pueden originar intoxicaciones agudas, en la mayoría de los casos son responsables de intoxicaciones crónicas potenciales. Estas últimas se producen por absorción prolongada (a largo plazo) de pequeñas concentraciones del tóxico, las que se van acumulando en el organismo (en el caso de productos organoclorados, en las grasas) y generalmente las manifestaciones tóxicas se denotan después de un período de tiempo (meses o años). La sintomatología de las intoxicaciones crónicas es muy variada: anorexia, adelgazamiento, alteraciones hepatorenales, lesiones del sistema nerviosos central y periférico, aplasia medular, alteraciones en el sistema reproductor masculino y femenino, deterioro del sistema inmunológico, malformaciones congénitas, etc. Muchos estudios científicos le han atribuido efectos cancerígenos (tumores del aparato digestivo, cáncer de mama, leucemia, etc.).

Más que necesaria la introducción para saber a qué a que se enfrentan los vecinos de zonas rurales expuestos, injustamente, al rocío de un avión fumigador, o simplemente a las nefastas consecuencias que dejan a su paso los mosquitos (fumigadoras terrestres) con líquido tóxico.

Gilbert es otra de las zonas donde uno encuentra la línea del horizonte arriba del verde soja, sea al norte, al sur, al este o al oeste. Hay muchos vecinos a los cuales la soja les llega al patio de su casa. Entonces cuando fumigan, algunos que se apiadan de la situación de indefensión de los “fumigados”, les avisan para tapen las quintas, pero…y la gente qué? Los Portillo aseguran que nunca les avisan cuando fumigan, “entonces, de repente el olor se hace fuerte, arde la garganta, los ojos, cuesta respirar, viene el mareo, dolor de cabeza y vómitos…si hasta parece que tiene ese gusto uno en la boca”, relatan en el orden en que suceden las cosas.

“Acá ves un avión y te entra el nerviosismo”

Miguel Santiago Daczun vive en Líbaros, una localidad de menos de 300 habitantes, situada al norte de Basavilbaso, donde todos se conocen. Él tiene una repetidora de FM Riel de Basavilbaso y hace programas para su gente. Con honda preocupación relató lo que está sucediendo en su pueblo, convencido que está directamente relacionado a la fumigación de la soja.

“Cuando empezaron a sembrar soja en Libaros no se tenía conciencia de lo que se estaba por producir, de eso debe hacer 10 años. Los casos de cáncer están en paulatino ascenso, se produce uno, se produce otro. Hace unos 8 años que estamos hablando de cáncer, ha muerto mucha gente con esa enfermedad. Está en el 20 % por año de mortalidad, han ido en aumento cáncer de páncreas, de hígado, de intestino”, aseguró el locutor.

Según su testimonio que luego corroboraron más vecinos preocupados de Líbaros, las fumigaciones se hacen generalmente los domingos y con aviones. Él asegura que la gente se fue dando cuenta de lo gravedad de los hechos, relacionándolos con las fumigaciones. “La gente afectada habla del tema, denuncian las fumigaciones, pero no hay firma, no hay certificación de la causa de las muertes y enfermedades en Líbaros. No ha habido ningún médico que haya puesto su firma, hablemos la verdad… no se juegan”, se lamentó.

Daczun refiere la cantidad de inversores santafesinos que han llegado a esa zona y que según comenta, son los que utilizan aviones para fumigar su soja. “Ellos coparon la región. El campo necesita un tratamiento especial, el productor de acá trata de alternas las tierras. Pero viene el santafesino y hace polvo. No solo arriendan compran y cuando uno se les queja por las fumigaciones dicen:’el glifosato no hace nada”. Pero la experiencia más evidente se da con los animales. “Por ejemplo Santa Anita, San Marcial, Líbaros. Líbaros no tiene muchos arroyos; Santa Anita sí. Palomas dentro de los estanques, toman agua de los arroyos con veneno y caen en cualquier lado. Se denuncian chanchos muertos, de todas las especies muertas en los costados. De las arroceras, cuando fumigan, llueve y el arroyo desborda…termina con lo que encuentra”, dijo y agregó: “acá, ves un avión y te entra el nerviosismo”.

Condenada a vivir con una máscara en el rostro

Marta Cian es la mujer que en Líbaros encabeza la lucha contra la fumigación tóxica indiscriminada. Tiene pasión por su chacra, de la que vive ella y su hija, pero la intoxicación crónica que le han producido los agrotóxicos le han vuelto la vida una pesadilla.

Marta, que vive en una agradable vivienda en la calle principal de Líbaros, contó a diario El Día que hace más de cuatro años que comenzó a sufrir malestares. “Lo que pasa es que yo me enteré mucho tiempo después que podría tener relación con la fumigación, porque yo empecé con espasmos bronquiales de golpe. Una noche con estado gripal, primero cansancio. Después, a la noche, un estado gripal sin fiebre, dolores musculares en todo el cuerpo todo, al otro día tos seca, y el lunes a la mañana voy a ver un médico y me deriva al hospital de Basavilbaso. Ya al salir, fue el ataque, nunca había sentido eso, me ahogaba, me ahogaba. En Basavilbaso se equivocaron en el hospital, porque decían que era estado nervioso y me medicaban para los nervios. Nunca me dieron un diagnóstico, me dijeron que eran los nervios, me derivaron a Concepción del Uruguay, adonde llegué casi muerta. Cuando ingresé a la Cooperativa Médica muy mal fui a terapia.

Reaccioné y los médicos lo único que me preguntaban es qué había manipulado, qué había usado, si había andado con algún veneno… tenía signos de intoxicación. Me internaron, estuve en terapia como una semana y pico me mandaron de nuevo acá”. Tal es la síntesis del relato de Marta Cian, que, a pesar de los tratamientos nunca pudo lograr un certificado real sobre su problema ni revertir la situación en su pueblo para que alguien pare las fumigaciones tóxicas.

A esa altura, la mujer comenzó a imaginarse que lo suyo podía ser cáncer, pero en Paraná, en donde finalmente recaló, un médico neumonólogo se hizo cargo de estudiar su caso. Le retiró toda la medicación que hasta ese momento le había sido recetada y esperó las reacciones. “Esto es serio me dice, te vas a quedar en Paraná, pero te vas a quedar sin remedios. Me quedé un lunes, el miércoles empecé a mejorar, el jueves estuve espectacular y el viernes normal, sin medicamentos. El sábado vine acá (Líbaros) y a la semana siguiente otra vez me ataqué. Entonces el médico me dijo: ‘acá no hay dudas de que hay algo en tu lugar que te está haciendo mal. Empezó a averiguar qué había nuevo acá, que habían empezado; hasta ese momento era soja sola, pero ahora fumigan todo. Y él fue el primero que me dijo la causa, no me firmó, pero me dio a entender”, aseguró Marta.

Ahora dice que se salva de los espasmo con una máscara que filtra la sustancia tóxica para que ella no la aspire. “Así tengo que vivir, me siento cada vez peor porque vivo descompuesta.”, dice a El Día, resignada. Está nerviosa y lo hace saber, por unos estudios que le realizaron porque encontraron una mancha en uno de sus órganos y cuyos resultados estaban listos para el viernes. “Volví de Colón lo más bien, sana, me fui a mi granja porque tengo que controlarla y con esto (máscara) puesto, y anoche empecé con un dolor espantoso en la panza, vómitos y colitis, vómitos y mareo y me voy para un costado tambaleando, con una transpiración fría”, cuenta. Pero además, Marta está absolutamente sensibilizada al olor de los agrotóxicos. “Salgo a la calle y digo ‘están fumigando’, los otros no lo sienten y después comprueban que, efectivamente, estaban fumigando”, acotó.

Los muertos y enfermos de Líbaros

“Es llamativa la cifra de muertos por cáncer en Libaros. Nunca un cáncer normal, tenemos un caso en el barrio, donde tienen la soja pegada a las casas, ese señor en menos de un mes se murió de un cáncer fulminante. Yo tengo mis dudas, eso fue una intoxicación fuerte… no lo pude charlar con alguien que se anime a decirlo, fue una intoxicación brava, me entendés, que le tomó todo, pancreas, hígado, los mismos órganos que terminan afectados por el cáncer”, expresó y aclaró que “ese hombre terminó tieso. Depende del veneno que se use. Porque esta vez fue distinto. Yo te hablo de lo mío y de este señor que lo tengo muy claro: lo mío era reacción, intoxicación, pero era vómito y colitis; la que tuve hace 21 días fue al revés: vómitos, un dolor espantoso y hacía como 10 días que no iba de cuerpo.

El médico me dijo cual era la droga, porque él me pidió que le lleve los prospectos de los productos que se están usando”, explicó. Marta recordó además que quienes fumigan deben informar la receta agronómica que utilizan, “y si te pasan la receta, te pasan con lo más suave, tampoco lo aplican con la cantidad, si tenés que poner un litro le ponen 10”, denunció y acto seguido se preguntó:¿ cómo se controla eso, al campo no podemos entrar si no tenemos la orden de un juez para allanar?”. Contó que días pasados cuando empezaron a fumigar “fui a la Junta y no había ninguna receta pasada. Fui a la policía y no había ninguna receta pasada, y no lo pueden hacer, están en infracción. Eso tenemos que ir y denunciarlo”, afirmó.

La mujer aseguró a El Día que los fumigadores están utilizando Endosulfan banda roja, “porque encontramos los tarros al lado de una laguna al costado del camino. Ni siquiera deshacen las pruebas del delito” y recordó palabras de tres empleados de Medio Ambiente de la provincia, en oportunidad de haber llegado a Líbaros por la denuncia de Marta Cian sobre el hallazgo de tachos con agroquímicos en un arroyito. “Textuales palabras, porque hay testigos, me dijo: “si ustedes hubiesen dejado los tachos en ese arroyito y esta noche llovía, muere todo lo que encuentra a su paso. Les pregunté si no iban a hacer nada, entonces se llevaron copias y yo me quedé con los tarros en mi campo porque no los vinieron a retirar, hasta que tuvo que venir el municipio de Basavilbaso a retirarlos. ¿Y nosotros que hacemos? Quemarlos no podés, enterrarlos no podés”, enfatizó.

En Líbaros, un pueblo de 220 habitantes, hoy se registran ocho enfermos de cáncer, según el cálculo de Marta. “Tenemos 6 casos y una señora de Santa Anita y otra señora con cáncer de mama que viene de terapia”, contó. “Yo no soy médico, pero para mí, están todos relacionados con fumigaciones. El que no tenía los productos en la casa, los llevaba en la camioneta; el otro se ponía de banderillero cuando fumigaban con avión o con los mosquitos y era rociado por el producto se mojaba. No llegaron ninguno a dos años, se atacaron de corazón. Entre las enfermedades que Marta destaca como repetidas en Líbaros están las dermatitis y enfermedades de la vista. “acá están todos enfermos de la vista, tienen como arenilla, se le ponen los ojos rojos, se les hinchan”, contó.

Hay un caso, según la mujer, que es ‘excepcional’. “La mamá de Pepe, tendría que ir a verla, eso es un caso excepcional… ya van dos con lo mismo y nadie sabe decir que es. Esos son los diagnósticos que tenemos, me dicen que son unos virus, que son enfermedades nuevas, que no se sabe lo que tienen, pero la señora empezó para irse para un costado. Ella cuidaba los pollos y vivía pegado a un sembradío de soja. Ella vivía afuera trabajando, trabajo duro de campo y un día la encontraron sobre un alambre toda lastimada. Se había caído del lado que ella se iba y acá le diagnosticaron que era un ataque de presión. La señora se ponía cada vez peor, la seguían tratando, empezó a perder las piernas y quedó paralítica, después perdió el habla, y ahí la derivaron al Ramos Mejía”, relató.

Cuando se le pregunta si ha solicitado ayuda a las autoridades responde que el único que la ha escuchado es el actual gobernador Jorge Busti. Que durante la última gestión de Montiel, “una doctora que vino a hacer la residencia a Santa Anita, se horrorizó con lo que encontró y empezó a llamar a los medios. Vinieron y me lo dijeron en la cara: ‘traten de no hablar porque les va a ir mal’, yo no me quedé callada y la doctora les dijo lo mismo.

Inclusive yo tengo cassettes grabados donde ella salió por radio y dijo: ‘después de esto que yo salí a decir a los medios, es probable que me tiren un mosquito encima, es probable que me echen o que me quiten el título’. Pues, esa doctora de Santa Anita desapareció, se la llevaron” expresó.

Finalmente, cuando se le consultó a Marta Cian a quien cree ella que le interesa tapar todo lo que se denuncia, respondió, sin dudar: “Monsanto. Si la soja no existe, es transgénica. Yo a eso lo fui aprendiendo a ‘guachazos’ -hablando en criollo-. Escuché una cifra alarmante por radio, que Monsanto había facturado más de 200 mil millones de ganancia en el año 2005”.

Pero, ¿por qué Marta se queda allí y no se va de Líbaros en busca de una solución a su salud, como se lo aconsejan sus amigos y, sobre todo, los médicos? Porque estoy muy apegada a mis cosas, tengo mi mamá acá y porque no quiero dejar esto. Acá hay gurises chicos que están teniendo problemas no se sabe de qué y la doctora les dijo: ‘en 3, 4 ó 5 años ustedes van a ver las consecuencias… y las están viendo”.

La Legislación Argentina, como en la mayoría de los países desarrollados, ha prohibido o restringido casi totalmente el uso de estos principios activos en la Terapéutica Vegetal. Solamente está autorizado el Endosulfán. Están prohibidos el Parathión y Monocrotofós.

La mayoría de los accidentes fatales humanos producidos por plaguicidas se deben principalmente a organofosforados.

Muchos de los productos que se expenden en los comercios y que son caratulados como domésticos u hogareño, tienen en su composición compuestos activos de elevada toxicidad (por ej. presencia de Organofosforados u Organoclorados). Lo aconsejable es que cuando se adquiera uno de estos plaguicidas, se lea detenidamente en la etiqueta la composición de los mismos y optar por aquellos que sean menos peligrosos (ej. Piretroides).

El glifosato es el herbicida más usado en nuestro país. Recientes estudios realizados por prestigiosas instituciones científicas, parecerían indicar que no se trata, desde el punto de vista toxicológico de un producto inocuo como se creía en un primer momento. Por estos motivos se trata con mayor extensión y profundidad en Referencias Toxicológicas de Agroquímicos.

Con escherichia coli

El pozo de los Portillo está altamente contaminado

El agua del pozo situado en la casa de la familia Portillo, en Las Masitas está altamente contaminado y será cerrado con cal inmediatamente. Así lo confirmó ayer a El Día el secretario de Medio Ambiente de la provincia, Gabriel Moguilner, luego de conocer el resultado de los análisis bacteriológicos practicados a la muestra de agua que se extrajo del pozo en cuestión. La cercanía del mismo con el pozo negro sería la causal de tamaña contaminación (120 en 100ml. de colifecales, cuando lo normal es 2,2).

Respecto a los resultados del exámen de tóxicos en el agua, Moguilner adelantó que la próxima semana podría haber novedades desde el laboratorio privado de Paraná, especializado en este tipo de análisis, donde fueron llevadas las muestras.

El Día De Gualeguaychú, Argentina, 12-2-07

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