Argentina: hasta las tierras ricas de Pergamino y Arrecifes se ven degradadas por la soja

Idioma Español
País Argentina

Así lo estimó el decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de La Plata. “Sembrar todos los años soja sobre soja contradice todos los principios rectores de la agronomía”, le dijo a Hoy. Otros especialistas afirman, sin eufemismos, que se destruye el suelo. Y que tupidos bosques se están transformando en desiertos. Con su exportación también se van nutrientes irrecuperables de la tierra

El agro argentino es el octavo productor mundial de alimentos y el quinto exportador en el mercado internacional. El historiador económico chileno Mauricio Rojas, en su obra Historia de la crisis argentina, sintetiza los factores que le permitieron a la Argentina seducir a tanta mano de obra del sur de Europa a fines del siglo XIX y principios del XX: los “copiosos recursos naturales, su alta productividad agroganadera y la abundancia de comida barata”.

Hacia 1914 Argentina era vista como el equivalente a los Estados Unidos en América Latina. En aquel entonces, en París se exclamaba: ¡Rico como un argentino!

Prácticamente nadie sabía qué era la soja. De hecho, en 1970 la superficie argentina de 2.791.810 kilómetros tenía apenas el 1% de sus tierras cultivables con esta semilla. Hoy superó largamente el 13% de su territorio, algo así como 300 millones de hectáreas cultivables.

En nuestro país se consume menos del 5% de todos esos sembradíos, que han ganado hasta montes y huellas de caminos. Hay dos corrientes bien diferenciadas en cuanto al análisis de esta situación: una, la más halagüeña, ve a la soja como una gran posibilidad de cre-cimiento para el país. Otra, más pesimista, cree que es una solución pasajera con consecuencias impredecibles para nuestra economía, medioambiente y desarrollo social.

¿Usted en cuál se enrola?, interrogó Hoy al decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP, Guillermo Hang, que además es profesor titular de Economía Agraria.

“Soy crítico de los paquetes tecnológicos de capitales intensivos y me preocupa básicamente el monocultivo”, responde rápido el avezado profesional. Y argumenta: “Sembrar todos los años soja sobre soja, y así sucesivamente, contradice todos los principios rectores de la agronomía, los cuales propician la rotación de cultivos, básicamente para que el suelo sea sustentable”.

“El monocultivo -sigue Hang- trae aparejado una serie de situaciones, como la pérdida de la biodiversidad en su conjunto”.

La perdurabilidad del suelo como gene-rador de riquezas y alimentos constituye una de las llaves para el progreso socioeconómico en el futuro inmediato, ante un escenario mundial de notoria escasez de alimentos. La FAO, organismo para la alimentación de la ONU, estima que hasta 2017 habrá un aumento del 20% promedio en los precios de las carnes; de 30% en los azúcares; del 60% en las oleaginosas; del 50% en la leche y del 80% en los aceites vegetales.

En consecuencia, si Argentina produce alimentos no parecería una receta recomendable destrozar su suelo por una ganancia pasajera.

Ahora bien, ¿realmente se destruye la tierra con la soja transgénica? La corriente defensora asegura que a través de la siembra directa, que propicia una menor rotura del suelo por el menor paso de las máquinas, se mejoran sus cualidades.

El ingeniero agrónomo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Walter Pengue, especializado en Mejoramiento genético vegetal, no coincide en absoluto. “Argentina dejó de producir una rica y variada cantidad de productos, que brindaban un equilibrado servicio para la alimentación de la población, por un monocultivo transgénico (la soja trans)” que no sólo redunda en divisas por exportaciones, sino que también produce “desocupación, contaminación y desertización del suelo” con consecuencias impredecibles para las futuras generaciones. Así se expresó en un documental elaborado por la cadena latinoamericana Telesur denominado Hambre de soja, dirigido por Marcelo Viñas.

Más que un yuyito

La soja trans es una modificación genética desarrollada y vendida por Estados Unidos y que se liberó en 1996. Es más resistente a los destructivos agroquímicos, crece con mayor facilidad y requiere de menos trabajo. No es un simple yuyito.

Casi toda la soja que se produce en los campos argentinos y en zonas ganadas al monte, no aptas para la agricultora tradicional, se exporta como materia prima para la elaboración de aceites u otros derivados, y como forraje, básicamente para la alimentación de aves de corral y cerdos en Europa.

Luego de la compra de los granos trans, se produce la siembra directa: una pequeña huella en el suelo sin remover, con un solo paso de la máquina alcanza para comenzar el cultivo, el que crece hasta en lugares increíbles, como vastos ecosistemas plagados de añosos árboles y tupida vegetación en el hostil norte argentino.

Hang opina que con su siembra y cosecha sin rotación de cultivos “se van muchos nutrientes del suelo. Ya se nota una pérdida de materia orgánica muy fuerte en zonas agrícolas tradicionales, como Pergamino y Arrecifes. En líneas generales, el deterioro es importantísimo”.

La doctora en Agronomía Laura Echarte, científica del Conicet premiada el año pasado con el premio L'Oreal-Unesco y actualmente en Canadá, demostró en el estudio galardonado que el cultivo intensivo de la soja proporciona una buena ganancia económica a los agricultores argentinos, pero al cosecharse, de casi toda la materia vegetal que la planta produce, muy poca materia orgánica vuelve a la tierra y resultan bajas las proporciones de carbono.

¿Esto qué significa? Que aparte de reducir la fertilidad de la tierra, la dismi-nución de este carbono orgánico contribuye a la acumulación de gases invernaderos en la atmósfera y por lo tanto, al calentamiento global.

Riqueza irrecuperable

El especialista Fernando García, del Instituto Canadiense del Potasio y el Fósforo, agrega otro dato relevante a este panorama. “La soja precisa el doble de azufre, nitrógeno y fósforo del maíz” para crecer y desarrollarse.

El potasio y el fósforo son un recurso no renovable natural del suelo. “En los últimos 20 años se vio un notorio descenso. En algunas zonas se pasó de 60 partes por millón a 15 partes por millón en la tierra”, aporta García, para quien “esto no puede sostenerse durante más de 15 años. Si no se toman medidas urgente, en ese tiempo muchos suelos se van a transformar en absolutamente inservibles”.

La cosecha 2002, recuerda el documental de Telesur, reportó para Argentina 5 mil millones de dólares. Pero no sólo se fue del país soja, sino también 900 mil toneladas de nitrógeno y 200 mil de fósforo, lo que equivale a 900 millones de dólares. “Casi el 20% de lo que se exporta son nutrientes”, se lamenta García.

Es decir, el suelo argentino subsidia con ese altísimo porcentaje el negocio sojero, el que se expande a razón de un millón de hectáreas por año en el país.

El decano Hang cree que hay otro factor en el esquema actual de la soja. “Por la notable expansión de este cultivo, prácticamente no quedan campos para arrendar. Quien arrienda busca una rentabilidad inmediata. Es decir, maximizar los rindes del suelo. No le importa si éste luego no sirve más”, opina el ingeniero.

Para el economista de la UBA e integrante del Plan Fénix Jorge Schvarzer, “la soja expulsa al trabajador del campo, que migra y se acumula en la periferia de las grandes ciudades. Y además provoca un daño irreparable al suelo”.

En el Chaco la producción algodonera, cuya cosecha es manual, se redujo un 80% en los últimos años ante el avance de la soja trans. Los recolectores inmediatamente se quedaron sin trabajo. En los pueblos que rodean el otrora arco algodonero, seis de cada diez padres de familia no tienen empleo.

Hoy la soja está en boca de todos. Y sus efectos son evidentes. ¿Servirá insistir con esta política agropecuaria?

Diario Hoy, Argentina, 9-6-08

Comentarios

26/06/2008
la soja.., por fernando giles
al fin un medio que no se contradice.hace un tiempo atras la mayoria de los medios y sus periodistas se cansaban de hablar pro democracia,en contra de los cortes ,y en diversas ocasiones se encargaron de difundir informes hacerca de los males de la siembra indiscriminada de la soja,todos lo hemos visto.pero desde que se inicio el conflicto,de repente,todo cambio:la democracia es relativa,los cortes estan avalados,y la soja es lo mejor para el pais.creo que cualquier ciudadano que preste un poco de atencion y tenga un poco de memoria,se puede dar cuenta de esto.me alegra mucho haber encontrado este informe,pero a la ves,debo decir que estoy absolutamente decepsionado con la sociedad y su poca comprension de las cosas,su poca memoria,y su poca informacion.nadie puede poner un granito de arena si no sabe donde ponerlo,por eso ,antes de tomar posicion,hay que informarse y no solo pensar en nosotros,sino tambien, en los que vendran.....y sino,asumir que no somos lo que decimos ser,y que no pensamos como decimos pensar.por lo menos,eso es lo que yo he visto este ultimo tiempo.