Biopiratería: Robo legal de la cultura y conocimientos ancestrales

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La biopiratería es la explotación, manipulación, exportación y o/ comercialización internacional de recursos biológicos que contrarían las normas de la Convención sobre Diversidad Biológica de 1992. No es sólo el contrabando de diversas formas de vida de la flora y fauna, sino que la apropiación y monopolización de los conocimientos de las poblaciones tradicionales en lo que se refiere al uso de los recursos naturales

Existen cientos de casos sólo en nuestro país, alrededor de 700 especies nativas que han sido o están en proceso de ser patentadas en países extranjeros, sin que en Chile exista legislación para regular este fenómeno.

En el año 89 un chef australiano, en un viaje de placer en el sur de Chile, luego de probar kuchenes, mermeladas y tragos hechos a base de murtilla, obtuvo sin ningún problema 10 de estas plantas y se las llevó a su país, donde se puso en contacto con una empresa biotecnológica para que se dedicaran a multiplicar y mejorar genéticamente variantes de la murtilla, lo peor, es que si quisiéramos acceder a esta nueva variedad de la murtilla, de la cual se fabrican helados y productos cosméticos, tendríamos que pagar elevadas patentes de propiedad intelectual. Murtilla, boldo, quillay, quinoa, son algunos ejemplos de las especies registradas fuera del país. Otro caso es el de un hongo, Rapamune, del cual se extrae una droga, la rapamicina, la cual ha comprobado ser la mejor droga del planeta para evitar los rechazos de órganos en pacientes trasplantados. El rapamune desde hace cuatro años se utiliza como el inmunosupresor de mayor éxito a nivel mundial. Sin embargo, fue patentado por un laboratorio canadiense por lo que un pascuense no pudo usarlo para su terapia porque no pudo pagarlo.

Es así como laboratorios de biogenética pueden apropiarse de especies autóctonas con sólo extraerlas para modificarlas genéticamente, y posteriormente patentarlas en los principales mercados internacionales. Esto se traduce en todo un problema si consideramos que en una sola hectárea del Amazonas hay una biodiversidad más grande que en toda Europa, en Chile, por ejemplo, aún no están identificadas muchas especies de flora y fauna endémicas, sin mencionar que el 80% de las plantas existentes en nuestro país son nativas.

En Brasil, concientizados por la problemática, se divulgó una lista con los nombres científicos de cerca de tres mil especies de flora autóctona, una medida para garantizar la propiedad intelectual sobre los recursos naturales del país y luchar contra la biopiratería y la pérdida de patrimonio social. En México, varias agrupaciones de campesinos e indígenas declararon el territorio mexicano centro de origen y diversidad del maíz para detener la experimentación, cultivo, comercialización y consumo de los transgénicos, destacando que el respeto a su cultura, tradiciones, costumbres y prácticas agrícolas incluye también el rechazo a la certificación, registro o patente de cualquier tipo de semilla o ser vivo. ( Organizaciones indígenas y campesinas condenan la biopiratería empresarial. Inaceptable, el registro o patente de un ser vivo).

A pesar de todo lo anterior y ejemplos de varios países que intentan defender su cultura y recursos, no ha habido en Chile fondos destinados al desarrollo e investigación profunda para la caracterización y descripción de estas especies.

Más información en: Biopiratería

El Ciudadano, Chile, 13-9-08

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