Debate en Costa Rica sobre la firma del Tratado de Libre Comercio: La UNA, el TLC y el Congreso

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El día de ayer en horas de la noche miembros de nuestro Consejo Universitario y el Dr. Henry Mora, como invitado especial, comparecieron ante la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa para afirmar y ampliar la posición de la Universidad en relación con el Tratado de Libre Comercio

El día de ayer en horas de la noche miembros de nuestro Consejo Universitario (Dr. Olman Segura, Rector; Licda. Sandra León, Vicerrectora Académica; Dr. Albino Chacón; estudiante Emil Martínez de la FEUNA y el Dr. Henry Mora, como invitado especial) comparecieron ante la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa para afirmar y ampliar la posición de la Universidad en relación con el Tratado de Libre Comercio. Acompañados de una buena cantidad de estudiantes, quienes desde las barras expresaban también su posición mediante carteles y leyendas, los miembros del Consejo explicaron detalladamente porqué el actual Tratado es lesivo en muchos ámbitos de aplicación para el país y porqué no debe aprobarse.

Debo decir que conforme avanzaba la presentación, conforme el Rector de la UNA y el Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, planteaban las tesis principales, así como la vehemencia de don Albino Chacón y la posición de doña Sandra y Emil se afirmaban, me fui sintiendo convocado y metido de lleno en una pelea que de veras va más allá de un simple estar en contra de un Tratado Comercial. En esos momentos recordé a Martí, algunas cosas de Octavio Paz ("...en las circunstancias actuales la carrera hacia el desarrollo es mera prisa por condenarse...") y recordé nuestras frecuentes y multitudinarias marchas en la década de los setentas. Todo eso me obligó a reflexionar que en realidad lo que en el fondo afirma y defiende la UNA, como también otras instituciones y sectores sociales, no es un difuso derecho al berreo o una ideología que ve hacia el pasado, sino la urgencia, la obligación moral de luchar por una sociedad donde "la calidad de la existencia humana sea la medida última del desarrollo" (Alan Berg).

Queremos, y quedó expuesto en las palabras de Emil y Albino, ver el desarrollo del país como algo más que un desarrollo económico, que podamos pensar una sociedad donde el arte, los recursos hídricos, el ambiente, la educación, la salud, no sean metidos más de lo que ya están dentro del ciclo comercial por la voracidad de cierto capital nacional y transnacional que perdieron desde hace mucho la noción de realidad. Lo que se defendió el día de ayer, lo que se afirmó en el primer poder de la República, fue un sueño: el sueño de una sociedad posible que asuma plenamente la responsabilidad de elaborar sus propias rutas, de construir sus propias alternativas de desarrollo incluyente. Sutilmente capté que este país está, como ahí se dijo, realmente escindido, realmente fracturado. Por un lado los voraces que bajo la ideología de un desarrollo abstracto (mayor empleo, mayor comercio, mayor inversión...) hacen todo lo posible por meter todo, hasta nuestras necesidades de futuro dentro del mercado transnacional y quienes, por otro lado, afirmamos que es insostenible el actual esquema de desarrollo, que es inviable la forma en que se quiere participar de una globalización que como ya se ha dicho muchas veces es la globalización del capital, donde el capital, asfixiado por la competencia global y por la inestabilidad social y política, busca nuevas fuentes de ganancia, a costa de la propia sobrevivencia de lo vivo. Esa globalización no es la globalización ni del empleo ni de la seguridad social, ni de la educación ni de la salud.

Contra ese esquema se afirmó la UNA el día de ayer. Esto nos obliga, indudablemente, a incorporarnos plenamente a una lucha durísima, lucha que, se anuncia, va probablemente a llevarnos a las calles, a menos que los diputados, inteligentemente, decidan no aprobar el Tratado. Pero ayer mismo, mientras se transmitía la comparecencia, un canal privado pasaba cortos sobre las bondades del Tratado, donde por cierto se utiliza a trabajadores del textil, que se ven en el fondo de la imagen, cosiendo prendas al estilo de la primera escena de Tiempos Modernos de Chaplin. Por esta razón en este mes de la independencia no podemos caer en la tentación de defender una independencia ideologizada, que querrán utilizar para decirnos que nuestra segunda independencia sólo es posible con la aprobación del Tratado.

Felicito sinceramente a los miembros de nuestro Consejo Universitario y al invitado especial que comparecieron ante la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea legislativa. Siento que fueron consecuentes con el sentimiento de la mayoría de este país que a pesar de los medios de comunicación en el fondo saben que el Tratado es, como dijo Merino, más de los mismo: ganancia desmesurada de unos pocos y profundización de las asimetrías.

Eco Portal, Internet, 8-9-06

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