Debaten el uso de la "semilla suicida"

Idioma Español
País Brasil

Es la que no puede germinar luego de la cosecha. También la llaman "Terminator"

Las tecnologías genéticas no dejan de sorprender ni de provocar polémicas entre ambientalistas, empresas y gobiernos. La cumbre de las Naciones Unidas de Curitiba sobre medio ambiente y biodi versidad no es una excepción: deberá tomar decisiones sobre las "semillas suicidas"; también bautizadas por las organizaciones no gubernamentales como "Terminator" o "Asesinas".

¿Qué son exactamente? Granos modificados genéticamente que después de germinar la planta se vuelven estériles. Esta tecnología fue creada en los años 90 por una multinacional de agroquímicos en conjunto con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.

El debate sobre su uso es acalorado: están en juego la supervivencia de la agricultura tradicional, la salud humana y decenas de miles de millones de dólares que podrían llegar a ganar en poco tiempo los grandes laboratorios multinacionales. Para tener una idea: el mercado mundial de semillas, que hoy es de 23.000 millones de dólares anuales, podría saltar de inmediato a 45.000 millones.

Definidas por las Naciones Unidas como Tecnologías Genéticas de Uso Restringido (GURT), las Terminator todavía no se comercializan; pero ya hay laboratorios que las han patentado. Una convención de la ONU resolvió en el 2000 aprobar una moratoria para la producción y comercialización de esta variedad de granos, que están programados genéticamente para autodestruirse después de germinar una vez.

La explicación para "congelar" su producción industrial es la falta de estudios que prueben que no ejercerían daños en cultivos, fauna y seres humanos. Por ese motivo, y hasta el momento, los ensayos con estas semillas se mantienen a nivel de laboratorio. Pero un grupo de gobiernos, entre los que se cuentan Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, presionan para flexibilizar la moratoria. Quieren que el mundo les permita plantar a campo abierto.

Otros países, especialmente de América del Sur como Brasil y la Argentina (dos grandes jugadores mundiales en las exportaciones agrícolas) más Uruguay y Chile, parecen dispuestos a pelear contra esta "innovación" genética.

Los ambientalistas denunciaron en Curitiba que este desarrollo apunta a perjudicar a los agricultores que normalmente guardan y resiembran gran parte de los granos después de cosechadas, incluso los genéticamente modificados que fueron en algún momento vendidos por los grandes laboratorios internacionales.

Ante las críticas ambientalistas, las multinacionales se defienden. Dicen que la tecnología Terminator es justamente una herramienta de seguridad biológica. Al ser estériles impedirían que los genes modificados de un cultivo se propaguen por el mundo. Las ONGs y los gobiernos contrarios a esta técnica dicen que eso no es verdad. Advierten que podrían polinizar plantas de la misma especie en campos vecinos.

Por eso se dice que son asesinas: porque podrían transmitir los genes autodestructivos a semillas comunes y silvestres. Esto implicaría serios impactos sobre la seguridad y la soberanía en la alimentación. Según los ambientalistas, los agricultores tradicionales pasarían a sembrar sin saberlo semillas que nunca germinarán. Y sólo lo descubrirían al ver que la planta no crece.

Lejos de lo imaginado, los grandes laboratorios mundiales están divididos. Públicamente, sólo una compañía, la Delta & Pine Landa, subrayó que, de todos modos, comercializará la semilla suicida. La firma posee tres patentes de Terminator, juntamente con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

Por el contrario, directivos de Monsanto, DuPont y Syngenta International, afirmaron que no está en sus planes producirlas. "No vamos a usar biotecnología para interferir con la práctica tradicional de los agricultores de guardar semillas", dijeron.

Clarín, Argentina, 24-3-06

Comentarios