"En los próximos años se volverá a la ganadería y la industria láctea de antes"

Idioma Español
País Europa

Podríamos calificar la década 2000-2009 como una época en la que Europa pretende imponer un modelo insostenible de cuotas y subvenciones, donde las industrias, en el Estado español, compiten por ser “el más listo” y, una ganadería perdiendo el norte (geográfico y figurativo). Una década, más que perdida, de la que todos los protagonistas nos deberíamos sentir avergonzados

 

 

La Comisión, ante la presión internacional, se vio obligada a dar un paso muy importante: cambiar un sistema surrealista de proteger su ganadería láctea, comprando lo que sobra y empaquetándolo por el mundo con dinero de los ciudadanos. Precios dumping internacionales, una barbarie. Bajó entonces sus precios de intervención y a cambio creó “la prima” por kilo de cuota. La cuota ya era un derecho a producir y a partir de entonces también a cobrar.

 

El sector lácteo español, carente de cuota, quedó doblemente perjudicado. Recibió algunas migajas más, sin peticiones unánimes a Bruselas que permitieran algo mejor.

 

Ganaderos y empresas jugaron a buscar el mal del colega para sobrevivir. La industria ha necesitado más leche y para no pelearla en el campo, ha buscado el crecimiento de sus grandes ganaderos, primando el volumen y financiando compra de cuota. El Estado español, de hecho, es el país de Europa que más ganaderos ha perdido en una década, con gobiernos cómplices que llamaban a esto reconversión. Algunos de estos productores, o sus hijos, ahora en las filas del paro, les gustaría volver a ordeñar vacas. Es tarde.

 

Todos se han olvidado durante 10 años de lo que otros, sin vicios, mejoraban: costos y con ello competitividad. Nueva Zelanda se ha convertido en una década en el mayor exportador (superando a Europa) gracias a formar un monopolio industrial y exprimir lo ofrecido por su naturaleza al mínimo costo. Hoy ya no tiene donde más recoger y trabaja la “sostenibilidad“. Palabra de moda en la década, que inició la ganadería europea y de la que España quedó totalmente al margen. Al Estado español le sedujo California por su magnanimidad y se olvidó de la durabilidad norte-europea.

 

En el 2007 vivimos la mayor convulsión. En una economía mundial recalentada, que acabó “chamuscada”, la demanda por lácteos se dispara y la demanda por piensos también. Primero fue la de piensos, originada por la falta de petróleo y por querer los gobiernos, sin raciocinio ni responsabilidad, producirlo sobrecultivando la tierra. No se sabe en que va a acabar este absurdo. La leche subió y subió y algunos dijeron que nunca más bajaría, pero cuando lo hizo, la furia se desató.

 

Algunas industrias españolas han exprimido durante la década sus mega-campañas publicitarias para vender productos a altos precios y obtener buenos márgenes. Tiempos de crecimiento económico han permitido vender caro y cada vez más, pero el consumidor ha despertado diciendo: “me han engañado, lo quiero todo sin marca“.

 

Empieza una década donde ciudadanos y consumidores no están dispuestos a mantener las ineficiencias del sector lácteo español, donde las ganaderías intensivas de fuera de la cornisa cantábrica nunca más serán rentables, ni las industrias que dependían del poder de la televisión.

 

Decía Emilio Botín, en el tramo peor de esta crisis financiera, que había que volver a la banca de antes. Algo sabe, pues le ha ido mejor que a la mayoría. Yo soy de los que pienso que en los próximos años se volverá a la ganadería y la industria de antes y que en el 2020 veremos algo parecido a lo que existía en los 90, o incluso en los 80.

 

Baserri Bizia, Internet, 25-6-10

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